Nicaragua registra la segunda carga tributaria más alta de Centroamérica

En 2022, Nicaragua tuvo la segunda carga tributaria más alta de Centroamérica (19.5% del PIB), a la vez que desmejoró su posición en el Índice de Percepción de la Corrupción (IPC), que elabora Transparencia Internacional. Normalmente, eso afecta “la calidad del gasto y los resultados que pueden obtenerse”, y dificulta la recaudación de impuestos “al deteriorar la moral tributaria”, según el Panorama de las Finanzas Públicas en Centroamérica 2023, elaborado por el Instituto Centroamericano de Estudios Fiscales (Icefi).

Las recaudaciones récord alcanzadas por el régimen en 2021 y 2022 —cerca de un cuarto de billón de córdobas, si se suman ambos ejercicios—, significaron que el Estado extrajo de la economía de las familias y las empresas, el 19.1% y el 19.5% del PIB en ambos años, lo que representó un aumento del 0.4 puntos porcentuales, igual que El Salvador, y solo inferior a los 0.9 puntos porcentuales en que creció la carga tributaria panameña.

Al referirse a toda la región, el Icefi, con sede en Guatemala, apunta que “tal vez el desafío más grande para las finanzas públicas centroamericanas es revertir la percepción ciudadana de falta de efectividad del gasto público y la falta de transparencia, que puede derivar en corrupción”.

Si bien disponer de grandes sumas de dinero —como los 222 000 millones de córdobas que habrá recaudado el Estado nicaragüense entre 2021 y 2022, y se proyectan ingresos por otros 120 000 millones para 2023— suena a una gran oportunidad para mejorar la situación económica de muchos, el economista Abelardo Medina Bermejo, del área de Análisis Macrofiscal del Icefi, y redactor del informe, advierte que todavía está pendiente la tarea de evaluar la efectividad del gasto público.

Para ello, recomienda obtener sus resultados, medir su eficacia y eficiencia, así como “los efectos de la tributación sobre la toma de decisiones de las personas en la sociedad y, por supuesto, evaluar los beneficios y los costos que identifiquen si las acciones adoptadas, o si la forma de ejecutarlas por el Estado, generan bienestar a la sociedad”.

“Es incorrecto medir la gestión del aparato público solo a partir del porcentaje de ejecución del gasto, sin tomar en cuenta los resultados obtenidos y cómo aumentó el bienestar de la población, ya que el hecho de que un ministerio o una secretaría haya gastado todos los recursos asignados, no necesariamente implica que se produjo una mejora en la calidad de la vida de la población”, advierte.

En 2023 se moderará el crecimiento del PIB

De cara a 2023, el Instituto cita las estimaciones de crecimiento para cada país. En el caso de Nicaragua, la Comisión Económica para América Latina (Cepal), pronostica un crecimiento de 2.1% para el año en curso, mientras el Banco Mundial lo deja en 2.0%, y el Fondo Monetario Internacional (FMI) lo sitúa en 3.0%. El Banco Central de Nicaragua, por su parte, calcula un desempeño de entre 3% y 4% para 2023.

“La dinámica económica pronosticada para la región en 2023, tanto por sus autoridades como por los organismos multilaterales, muestra una trayectoria máxima en torno a su nivel potencial, muy lejos de los extraordinarios resultados por transformaciones económicas que anunciaron algunas autoridades al inicio de 2022”, explica Medina Bermejo.

Aún cuando están lejos de lo que el país necesita generar para sacar a sus ciudadanos de la pobreza, cualquiera de los tres pronósticos que se cumpla, estará por encima del crecimiento potencial de la economía nicaragüense, si se le compara con el promedio observado entre 2015 y 2019, que fue de 1.4%, calcula el Icefi.

Usando a 2019 como año base, el desempeño acumulado por la economía nicaragüense en el trienio 2020 - 2022, fue de 12.7%, (el más alto de Centroamérica en ese período), cuando debió ser de solo 4.2%, aunque el Icefi advierte que no es posible realizar una comparación válida con el resto de países de la región, porque “el año utilizado como base de cálculo está deprimido por la crisis política que vivió [Nicaragua] entre 2018 - 2019”.

El documento observa que Guatemala también tuvo un buen desempeño acumulado en el ejercicio estudiado, señalando que tanto Nicaragua como Guatemala “aplicaron prácticas menos intensas de confinamiento y de protección a la población ante la epidemia de Covid-19, por lo que la relativa normalización económica, a la falta de análisis más profundos, parece estar relacionada con dicha decisión de política”.

Carga tributaria como porcentaje del PIB

Adicionalmente, recuerdan que si bien toda la región reportó impresionantes tasas de crecimiento en 2021 (10.3%, en el caso de Nicaragua), eso no implicó “cambios reales en la estructura productiva de ningún país, sino solamente una normalización de la trayectoria económica”.

En referencia al desempeño esperado para 2023, Medina Bermejo pronostica una disminución de la carga tributaria como porcentaje del PIB, que se explica, en parte, por la desaparición de las variables exógenas que las afectaron, estimando que estas “debieran regresar a niveles cercanos a los observados en 2021, por lo que es razonable que los países sean un poco más conservadores en la estimación de los presupuestos para el presente año”.

El experto admite que “la antigua práctica de subestimar dramáticamente los valores considerados en el presupuesto”, dificulta la elaboración de un cálculo más preciso, “destacando los casos de Nicaragua, El Salvador y Guatemala, que plantean valores de los ingresos tributarios muy por debajo de su normalidad económica y la capacidad recaudatoria real”, en referencia al hecho que el Presupuesto General de la República para 2023, plantea una disminución del 3.1% de la carga tributaria.