18 de mayo 2021
La permanencia de Daniel Ortega al frente del Estado nicaragüense por cinco años más, tendrá consecuencias devastadoras para la economía nacional, especialmente si para todos resulta evidente que su ‘victoria’ es producto de otro fraude electoral.
El nerviosismo que despertaba en años anteriores la posibilidad de que Daniel Ortega llegara a la presidencia era tal, que en los años electorales 1996, 2001 y 2006, los ahorrantes e inversionistas entendieron que su dinero estaba mejor fuera del país, así que procedieron a trasladarlo a cuentas en el extranjero.
Esta vez, hay una certeza de que Nicaragua no resiste cinco años más de lo mismo. Cuatro empresarios ligados a diversas industrias —uno de ellos afín al partido de Gobierno— coinciden en describir un panorama nada halagüeño y hay una palabra que repiten tres de ellos: “Depende”.
“Depende de cómo sean las elecciones: si no son limpias, y es abrumadoramente evidente que no reflejan la voluntad ciudadana, el riesgo de represalias económicas, europeas y estadounidenses, son más altas de lo que la gente piensa: podemos quedar fuera del Cafta y del AdA, con serias repercusiones en la economía y el empleo”, opina el industrial Alfredo Lacayo.
“Si el resultado de las elecciones de noviembre sí refleja —aunque sea a grandes rasgos— la voluntad de la ciudadanía, no habría esa repercusión, aun ganando Ortega”, enfatizó.
“Todo va a depender de cómo se realizan las elecciones”, coincide un empresario nacional que asesora a inversionistas extranjeros, y tiene buenos nexos con gente en el Gobierno.
“Si son creíbles, correctas, independientemente de los reclamos de la oposición sobre las reglas, la economía puede mejorar, porque el Gobierno gana legitimidad si obtiene resultados creíbles. En caso contrario, se generaría un ambiente de inestabilidad política y social, que afectará la economía. Todo va a depender del proceso”, recalcó.
Riesgo de aislamiento para Nicaragua
Otro industrial que requiere importar materia prima para poder operar, explica que si se perpetra otro fraude electoral, “habrá consecuencias para importadores y exportadores”. A los primeros, porque podrían restringirles la venta de materia prima “si se aplica la Ley Renacer, y eso podría repercutir gravemente en la economía”.
Los exportadores por su parte, se verán muy seriamente afectados si nos expulsan del Cafta. “Los políticos no pensaron en las repercusiones económicas para el país”, lamentó.
El empresario Alfredo Marín, recordó que los riesgos de los que hablan sus colegas, son algo más, mucho más que amenazas, toda vez que “ya hay declaraciones de la comunidad internacional que nos ponen en una situación muy peligrosa”.
La primera de ellas, es la opinión expresada por Luis Almagro, secretario general de la Organización de Estados Americanos (OEA), “quien dijo que estas elecciones se ven muy negativas y van por mal camino, y la Unión Europea dice lo mismo”, recordó el también industrial.
Suma a eso que “Trump nos catalogó como una amenaza para su país, y ese decreto vence el 27 de noviembre, así que le permite al presidente Biden suspender cualquier relación con nosotros, lo que nos causaría un daño devastador, y significaría un retroceso de 30 años. Estados Unidos puede tomar represalias durísimas contra Nicaragua, si las elecciones no son transparentes”, advirtió.
“Si hay sanciones que eleven el riesgo país; si Nicaragua está encaminada a una lista negra”, será muy difícil que la banca internacional otorgue préstamos al país o a las empresas privadas, porque “es muy costoso para los bancos tener que crear reservas mayores, así que sería más complicado”, dijo Lacayo.
“Por más que los Ortega Murillo quieran quedarse en el poder, van a enfrentar una avalancha tan grande, que de una u otra forma tendrán que abandonarlo. Sea por el bien del país, o por consideración a sus hijos y nietos, porque no creo que crean que pueden quedarse en el poder 40 años más”, concluyó Marín.
Esperando conocer el caballo ganador… para apostarle
La incapacidad de la oposición para negociar una alianza electoral, no parece todavía un desastre total, porque “no será una elección a cuatro bandas, sino a dos: la familia Ortega Murillo contra un grupo que representa abrumadoramente a la oposición nica. Los zancudos no pueden considerarse oposición: ni el Partido Liberal de Arnoldo Alemán, ni el PLI, porque esos son adjuntos al Gobierno”, opina Marín.
Para Lacayo, “lo que importa es la reacción de la gente. No creo que los pequeños generen mucho ruido. Creo que al final habrá un abanderado de la oposición y que el voto se unirá alrededor de esa persona”.
El anteriormente citado empresario nacional con nexos en el oficialismo agrega: “Mi impresión es que el Gobierno va fuerte para estas elecciones, y tiene bastantes probabilidades de ganar, más en un escenario en que la oposición va dividida”.
En referencia a la persona del candidato, Lacayo dice que “no hay hegemonía de ningún candidato a la fecha. Ahorita es una situación de ‘veamos quién sale adelante’. Varios prefieren a Cristiana, otros a Arturo. El gran capital no tiene una decisión monolítica. Lo que sí podrían decir es ‘la mejor apuesta es esta’, e influir sobre los demás, aunque esa decisión no se ha tomado”.
Marín coincide al decir que “normalmente, los empresarios tienden a apuntarse a varios ‘caballos’, así que no creo que se hayan apuntado a ninguno de los más probables, pero el que quede, será el ‘caballo’ por el que van a apostar”.