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Igual que Putin en Rusia, Ortega en Nicaragua trata a quienes reclaman democracia y justicia, con perversidad, sadismo y cinismo.
Este es el comentario de Carlos F. Chamorro en la edición del 18 de febrero de 2024, en Esta Semana. A continuación, un fragmento:
La muerte del líder opositor ruso Alexéi Navalni en una cárcel de máxima seguridad en el círculo polar ártico de Rusia, bajo la custodia del dictador Vladímir Putin, ha provocado conmoción y condena a nivel mundial.
Muchos consideran que era una muerte anunciada, porque en 2020 Navalni sobrevivió a un grave atentado por envenenamiento ejecutado por las fuerzas de seguridad rusas y, a pesar de ello, después de recuperar su salud en Alemania, decidió regresar a su país a desafiar al régimen de Putin, denunciando la corrupción y exigiendo democracia. Navalni fue detenido en el aeropuerto en enero de 2021, y condenado a 19 años de cárcel por el supuesto delito de “extremismo”.
En Nicaragua, la muerte de Navalni provocada por el sistema carcelario de tortura de Putin, ha revivido el dolor y la indignación que provocaron los asesinatos de los presos políticos Eddy Montes en la cárcel La Modelo, en 2019, y del general en retiro Hugo Torres, en 2022, prisionero en la cárcel de El Chipote. Como Alexéi Navalni, ellos eran reos de conciencia que de forma cívica decidieron desafiar a la dictadura Ortega Murillo, y fueron asesinados por el régimen de violencia impuesto por la dictadura, como también ha ocurrido antes con otros presos políticos en Cuba y Venezuela.
Igual que Putin en Rusia, Ortega en Nicaragua trata a quienes reclaman democracia y justicia, con perversidad, sadismo y cinismo, y con total indiferencia por la vida humana. Por ello, los centenares de asesinatos de 2018, las miles de detenciones arbitrarias, y el ensañamiento contra los presos políticos en las cárceles, y contra sus familiares, sigue en la impunidad.
En realidad, Ortega y Murillo no tienen ningún proyecto político ni ideología en que se sustente su régimen represivo, no hay tal revolución antimperialista inspirada en el ideario de Sandino, ni “segunda etapa de la revolución”, ni proyecto a favor de los pobres, lo único que los mueve después de la Rebelión de Abril es el odio y la sed de venganza contra los opositores, que también es el miedo a perder el poder.
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