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De Asia a Europa en un restaurante leonés

Una pareja polaco-srilanquesa fusiona lo más representativo de su gastronomía en una casa colonial de Occidente

Chlodnik, una sopa fría a base de yogurt y remolacha, con huevo cocido. Foto: Kuba Okon | Cortesía

Eugenia Arana Vizcaya

23 de septiembre 2015

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Debido al pavor que le tengo al calor, no suelo ir con frecuencia a León. Pero para estas Fiestas Patrias decidí viajar hasta allá por motivos meramente gastronómicos. Mi amigo polaco Jakub y su novia Sol me contaron que habían leído en un grupo de Facebook - cuyos miembros son extranjeros que viven en Nicaragua - sobre la recién apertura de un restaurante que ofrece comida de su tierra natal. Y también de Sri Lanka.

Doblemente motivados y con la firme convicción de que los pierogis que una vez intentó cocinar nuestro ex compañero de casa podrían ser mucho mejores, mi esposo Oliver y yo no dudamos en emprender el viaje. Salimos de Managua a mediodía y nos fuimos por la Carretera Vieja -que ahora es nueva - y en una hora y media, exactamente como aseguró Waze, llegamos a Trail Winds, el hostal donde estratégicamente decidimos hospedarnos para comer la mayoría de tiempos posible, pues justo ahí queda Imbir, nuestro destino.


Al bajar del vehículo chocamos de inmediato con la inevitable realidad: el calor infernal de Occidente. Rafael - el simpático polaco propietario de Imbir - nos recibe al ingresar al local. Sin saber con certeza si le caerá en gracia mi comentario o no, lo saludo efusivamente empleando una de las pocas palabras que he aprendido de amigo en todo este tiempo: “¡Kuuurva! ¡Qué calooor!" Él suelta una carcajada y rompemos el hielo...

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Oliver Best | Cortesía

Minutos después nos damos cuenta que Rafael también funge como bartender, así que mi amiga y yo pedimos un par de Spritzers para bajar la temperatura corporal. Esta bebida es preparada con vino blanco, soda, un toque de limón y hojas de menta, y sí que refresca. Mi amigo el polaco no se confunde y pide un Pepito, una bebida preparada con Soplica, un vodka polaco que mezclan con jugo de manzana y rodajas de pepino. Su cara de felicidad no tiene precio. Oli, mi esposo, ordena una cerveza nacional para ahorrarse el tiempo de preparación, pero todo llega al mismo tiempo. Nos reímos de él y además estamos felices porque los tragos sólo cuestan 50 córdobas y la cerveza no llega ni a 30, pues estamos en la “Hora Feliz”. Alzamos los brazos y ¡Nasdrovia!

Las bebidas me han refrescado y ya no veo tan turbio por el calor, por lo que puedo apreciar los detalles del lugar. Estamos en una casa colonial típica de León, con puertas de madera con hierro. A la izquierda de la entrada está el bar. Una plancha de madera con luces cuelga sobre una larga barra de ladrillos de barro pero no hay asientos, pues la misma funciona como recepción. Hay unas ventanas en forma de arco selladas y adaptadas con repisas de madera para exhibir las botellas y la cristalería. Un detalle muy original.

A la derecha hay un par de mesas de madera muy sencillas. Una de ellas funciona como oficina temporal del propietario. Tras recorrer el hermoso patio interno que aloja unas seis mesas más, concluímos que a esa hora del día - y a pesar del vapor que emana del pavimento recién regado por costumbre leonesa - está más fresco al frente. Nos sentamos contiguo a Rafael.

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Kuba Okon | Cortesía

Luego de repasar el menú bilingüe en las grandes pizarras negras que cubren una pared completa, y concluir que las opciones no son en realidad muchas, pedimos de todo un poco para compartir. Entre tragos y música oriental aparece Khalyani, pareja del restaurantero y quien se encarga de la cocina. Empezamos la degustación con comida polaca, específicamente un par de Chlodnik, una sopa fría a base de yogurt y remolacha, con huevo cocido. Es ligera y deliciosa. Y a sólo 60 córdobas la media porción es perfecta para seguir refrescándonos.

Ahora procedemos a dar el visto bueno a los pierogis. Para quienes no saben, estas son una especie de empanaditas delgadas rellenas de masa de papa con carne, vegetales o queso, que primeramente son cocidas y luego pueden ser fritas u horneadas. Son servidos con cebolla frita encima y acompañados de diferentes salsas. Nosotros los hemos pedido mixtos y luego de catar coincidimos que los de queso no están tan buenos. Según mi amigo, esto sucede porque acá no se encuentra el tipo de producto adecuado. Pero los de tomate están muy frescos y combinan bien con el Saurkraut -repollo encurtido-. Sin duda, los mejores son los de tocino junto con la salsita de yogurt y eneldo.

Nos trasladamos de Europa a Asia y probamos el pescado al curry que mi nariz, ya algo entrenada, detecta que ha sido preparado con especias legítimas. A 120 córdobas el plato pongo en duda mi olfato, pero el paladar lo confirma. Está delicioso y no puedo creer que sea tan barato, aunque más les vale, pues esperaba arroz Jasmín. En su lugar nos sirvieron el típico arroz blanco que comemos los nicaragüenses. No los culpo. Estamos en León y si en Managua a veces no encontrás variedad de ingredientes, no podemos ser muy exigentes cuando salimos de la capital.

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Oliver Best | Cortesía

Las samosas llegan un poco tarde. Las esperábamos como entrada, pero sin querer incrementan la fiesta de sabores intensos en nuestro paladar y nos obligan a pedir más bebidas refrescantes. Se me hace que la salsa chutney que las acompaña está muy picante y decido sumergirlas en la de los pierogis que todavía tenemos. Mi amigo polaco hace lo mismo y aprueba. Después de todo, mezclando sabores y culturas es como nos enriquecemos, ¿no?

Cae la noche en León y llega la hora de la cena. Estamos ansiosos por probar el pollo Masala y las otras entradas que no probamos durante el almuerzo pero... mala suerte, ninguno está disponible por falta de ingredientes. No queda más que comer más pierogis y, honestamente habíamos quedado con ganas. La bandeja de nueve unidades cuesta C$150, así que decidimos compartir una tras otra. Cuando nos dimos cuenta, ya hemos devorado tres. Más satisfechos no podemos estar.

Hubiéramos querido seguir disfrutando de esta interesante propuesta ubicada frente a la Alianza Francesa de León, pero el restaurante sólo abre de lunes a sábado, desde el mediodía hasta las diez de la noche. Si en realidad queremos probar el pollo Briani tendremos que regresar un miércoles, aunque conociendo a mis amigos lo más seguro es que lo hagamos un viernes para aprovechar el 2 x 1 en cocteles de la casa... Y otra vez, ¡Nasdrovia!


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