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Mentes atormentadas por “Un Método Peligroso”

Esta podría parecer una de esas inspiradoras biografías de hombres ilustres. Nada más lejos de la realidad

9 de julio 2016

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El director canadiense David Cronenberg inició su carrera en el género del horror sensacionalista. Su inteligencia subversiva viajaba oculta bajo el valor de shock. La apoteosis de esta etapa fue su primer gran éxito comercial, “The Fly” (1986), con un memorable Jeff Goldblum en el papel de un científico que empieza a mutar en una mosca gigante, tras un fallido experimento de teletransportación. La película le daría pesadillas a Kafka. Desde entonces, ha gravitado a otro tipo de horrores: los que se ocultan en la mente, la identidad y el orden social. “Un Método Peligroso”, disponible en Netflix, le permite analizarlos de una manera casi literal, a traves de la relación ente Carl Jung y Sigmund Freud.

La acción se desarrolla a principios del siglo XX. Entramos en el vértice del nacimiento del psicoanálisis a través de Sabina Spielrein (Keira Knightley), hija de un rico comerciante judio, enviada al hospital que dirige Jung (Michael Fassbender). Llega en medio un episodio de histeria, gritando y balbuceando, presa de estertores físicos fuera de su control. La aparición es chocante, y delata un golpe magistral de casting. Nunca hemos visto así a Knightley, mejor conocida por comedias románticas y gentiles dramas de época. Jung decide tratarla con “la cura del habla” que promueve su colega vienés Sigmund Freud (Viggo Mortensen), con quien mantiene amistad por correspondencia. Jung es mas joven, y mira a Freud como una figura paternal, pero chocan en sus intereses. Jung reniega de la obsesión de Freud con el sexo, y aspira conectar el psicoanálisis con una dimensión espiritual. Para Freud, comprometido con la prueba científica, esto sería una estocada mortal para su credibilidad.


En la superficie, “Un Método Peligroso” puede parecer una de esas inspiradoras biografías de hombres ilustres. Nada más lejos de la realidad. Cronenberg urga en el lado oscuro de la mente, explora tantos niveles en su película que quita el aliento. La relación de Jung y Freud se convierte en una batalla por el alma del psicoanálisis, mientras su contenciosa amistas refracta conflictos raciales y de clase: Jung es ario, Freud es judío; uno es joven y adinerado, el otro maduro, con familia numerosa y estrecheces económicas. Cuando la relación entre Jung y Spielrein se convierte en un intenso affair, pone en entredicho la solidez del matrimonio tradicional que el hombre disfruta con su esposa Emma (Sarah Gadon). El contraste entre ellas ilumina las el estrecho margen que el orden social le concede a la mujer, aunque Spielrein supera sus traumas para convertirse en un figura tan formidable como los hombres que la rodean. Y entre ellos dos, aparece un tercer polo de masculinidad, un colega y paciente llamado Otto Gross (Vincent Cassel), que opera como puro ego desatado.

https://www.youtube.com/watch?v=664eq7BXQcM

Inevitablemente, la película asume una perspectiva contemporánea. Estamos conscientes de los sesgos y prejuicios de los personajes, pero ese conocimiento nunca nos ubica en un plano de superioridad. Mas que una cápsula temporal cerrada en si misma, la película existe dentro de la historia. En un momento conmovedor, Jung comparte un sueño premonitorio que podemos conectar con el ascenso del facismo y la tragedia del holocausto.

El dramaturgo británico Christopher Hampton es autor del guión, basado en su propia adaptación teatral del libro de John Kerr”. La intriga epistolar en la cual los hombres se enfrascan, recuerda su oscarizado trabajo con “Dangerous Liasons” (1988). “Un Método Peligroso” no tiene la cualidad lapidaria de esa deliciosa película de Stephen Frears, porque carece de pretensiones moralistas derivadas de la novela epistolar de Chordelos de Laclos. El mundo de las mente y las emociones no se presta a lecciones simples y claras.

La película es una clase magistral de actuación. Los devaneos de la distribución comercial nos han privado de los trabajos más ambiciosos de Fassbender – seguimos sin ver su “Steve Jobs” (Danny Boyle, 2015), pero es ineludible cada vez que se disfraza de Magneto. Knightley es brillante, lanzándose de forma intrépida en una actuación tan física que incomoda. Mortensen encuentra reservas inagotables de humor mordaz en su Freud, infundiendo humanidad en una figura propensa a la idealización. Gadon le da buen nombre a la represión emocional, y en el otro extremo, Cassel emana peligro en su desenfreno. Quizás la mayor revelación sea el mismísimo Cronenberg. Además de ser un maestro del horror, es un gran director de actores.


Clasificación

“A Dangerous Method”
(Un Método Peligroso)
Dirección: David Cronenberg
Duración: 1 hora, 39 minutos
Disponible en Netflix.com

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Juan Carlos Ampié

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