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Ascenso y caída del Rey: “Elvis” con todos sus excesos y algo de su talento

¿Qué más podemos explorar en la historia de Elvis, además de los hitos oficiales? No te perdás mi crítica y review de la nueva película de Baz Luhrmann

¿Qué más podemos explorar en la historia del Rey Elvis

Juan Carlos Ampié

26 de junio 2022

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En esta era de celebridad atomizada, es difícil tomar medida del espacio que Elvis Presley ocupó. Más allá de su talento musical, quizás fue la primera estrella musical moderna. El filme biográfico de Baz Luhrmann triunfa a la hora de conjurar los excesos, pero no tanto la sustancia.

Más importante que “el Rey”, es “el Coronel”. Así se identificaba Tom Parker, el excéntrico representante artístico que vio en el muchacho de Memphis un legítimo tiquete de lotería. El guion asume su punto de vista y lo convierte en el narrador. La movida tiene sentido. Ofrece un jugoso papel a Tom Hanks, quien asume el papel con todos los accesorios que garantizan Óscares de la Academia: un acento espeso, una transformación física dramática ejecutada con montañas de látex. En segundo plano queda Elvis, encarnado por Austin Butler en una de esas actuaciones que puede convertir en estrella a cualquier actor de bajo perfil, pero que no necesariamente vende boletos.


“Elvis” se desarrolla como un extenso ‘flashback’ que un anciano Parker relata desde su lecho de muerte. Han pasado décadas desde que Elvis “abandonó el edificio”, pero el truco lo posiciona como un fantasma que sigue presente. Nadie lo puede exorcizar. Vemos retazos de su infancia, un niño blanco de una familia tan pobre, que viven en el gueto con los negros. Ahí, absorbe el espíritu del blues y el góspel, sensualidad y espiritualidad hecha música. Para cuando Parker lo encuentra en el circuito de ferias municipales, ya grabó su primer disco con el productor Sam Phillips en Sun Records. Su sonido ya está establecido, y su personaje escénico también. La apariencia andrógina retaba la concepción de masculinidad imperante y el movimiento de sus caderas hacia que las muchachas “sintieran cosas que no sabían si debían disfrutar”. Elvis se inventó a sí mismo, el Coronel solo supo venderlo al por mayor.

El guion centraliza a Parker, y de esta manera, posiciona la victimización de Elvis como la principal preocupación del filme. A pesar de la vitalidad de su visión, esto hace que la experiencia sea morbosa. Ya los estudios de Hollywood habían bruñido estrellas solo para explotarlas hasta la extinción —véase el caso de Judy Garland, pero Elvis cristalizó una narrativa que aún sigue floreciendo en el ecosistema del negocio del espectáculo: un flash de talento que lleva al éxito, coqueteos con la política, excentricidad que te convierte en paria, caída de la riqueza más obscena a la quiebra absoluta, un retorno triunfal y una muerte prematura.

La película reproduce esa trayectoria con la extravagancia que caracteriza al director de “Moulin Rouge!” (2001), pero aquí, el estilo obstruye al material. “Elvis” arranca con velocidad impresionista, con retazos de escenas que apenas dejan una impresión antes de desvanecerse, entre elementos gráficos que emulan la estética de los 50. No crea que está viendo un tráiler promocional. El vértigo no es un efecto secundario, sino la sensación buscada. A pesar de extenderse por dos horas y 39 minutos de duración, el ritmo vertiginoso nunca cede. Se empacan muchos eventos, pero pagando el precio de la superficialidad.

¿Qué más podemos explorar en la historia de Elvis, además de los hitos oficiales? Su relación por la música negra, por ejemplo. Si bien su conexión con este medio surge naturalmente, sin malicia de su parte, contribuyó a establecer una dinámica de apropiación cultural que se afianzó durante las dos décadas en que desarrolló su carrera y, en algún nivel, aún sigue vigente. ¿Qué pensaban sus colegas negros de eso? No tendremos respuestas aquí. Leyendas como B.B. King (Kelvin Harrison Jr.) y Little Richard (Alton Mason) aparecen fugazmente, pero solo como porristas o distracción de fondo.

A pesar de todo, Luhrmann es el mejor director posible para este material. Su amor por el exceso empalma con la de Elvis. Es difícil pensar en un biofilme “respetable” que pudiera contemplar sin ironía la vulgaridad asociada con la estrella. Para disfrutar su talento sublime, tenemos la banda sonora. Es un acierto usar su música original, y no menoscaba en nada la actuación de Butler. En sus mejores momentos, en el tercio inicial de la película, sentimos la electrizante revelación que debe haber sentido el público de la época. Algo peligroso está pasando en el escenario, y no estamos seguros si es algo que deberíamos disfrutar.

“Elvis”
Dirección: Baz Luhrmann
Duración: 2 horas, 39 minutos
Clasificación: * * * (Buena)

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