Una Prosa Profana es el nuevo cortometraje producido por el cineasta nicaragüense Juan Vílchez, que da una mirada a “las relaciones de poder, la corrupción, la culpa y la venganza”. El filme, según el director, está inspirado en el “espíritu de rebeldía” del libro de poemas Prosas Profanas de Ruben Darío.
“La historia nació de mi interés por explorar las relaciones de poder, culpa e ideales personales. Me inspiré en experiencias cercanas y cosas que he observado a lo largo de mi vida en Nicaragua y fuera de ella”, cuenta el joven.
Juan Vílchez desarrolló este proyecto a lo largo de 2024 y lo filmó en cinco días de noviembre, financiado con sus propios ahorros y el apoyo de amigos. El film cuenta además con la actuación de Marina Jacoby, Miss Nicaragua 2016.
Una Prosa Profana cuenta la historia de Valentina, una joven poeta frustrada que acepta la invitación de Aura, una exfiscal retirada, para dar unas clases privadas de escritura en su mansión. Lo que parece una oportunidad profesional se transforma en un encuentro cargado de tensiones, cuando se revelan secretos del pasado que las conectan a ambas, según el cineasta nicaragüense.
“En el corto no partí de un poema específico, sino del espíritu del libro. Me inspiré en cómo Darío usaba la poesía para cuestionar estructuras establecidas, algo que también hace Valentina, la protagonista, a través de sus decisiones”, explica el director.
El cortometraje cuenta con un elenco latino encabezado por tres personajes principales: Marina Jacoby interpreta a Valentina, la actriz brasileña Cynthia Chávez da vida a Aura, y Alex Henríquez, quien reside en Los Ángeles e interpreta a Román, el hijo de la fiscal.
El reparto secundario incluye al actor mexicano Max Villa, que interpreta al novio de Valentina, y a la actriz salvadoreña Gabriela Melgar en el papel de una madre de familia que complica la vida de la joven poeta. David Shih, cineasta estadounidense residente en el área de la Bahía, también forma parte del elenco americano de la producción. Lauren Guillen, novia del cineasta, fue la encargada del maquillaje, vestuario y apoyo fundamental en la carrera de Juan Vilchez en Estados Unidos.
El cortometraje está por comenzar su etapa de participación en festivales de cine independientes, como el Festival de San Francisco en San José y Sundance. Posteriormente estará disponible al público nicaragüense a través de plataformas como YouTube.
La llegada de Juan Vílchez a Estados Unidos
En junio de 2023, Juan Vílchez decidió emigrar a Estados Unidos, motivado por aspiraciones profesionales y una relación sentimental que tiene con Lauren Guillen, una ciudadana nicaragüense que vive en EE. UU.
“En Nicaragua no son tantas las oportunidades que se dan para artistas y en Estados Unidos siento que hay más”, opina.
Los primeros meses fueron desafiantes por el cambio de cultura y la separación familiar. Trabajó durante año y medio en el aeropuerto de San José, en el norte de California, para la compañía de Marketing Clear. Paralelamente, desarrolló su trabajo como freelancer a través de plataformas como Upwork, ofreciendo servicios de edición de video, fotografía de bodas y headshots.
Su trabajo fijo y los ocasionales le permitieron ahorrar para mudarse a su propio apartamento e invertir en su equipo cinematográfico. Al menos unos 6000 dólares tiene invertido en sus equipos de grabación y audio.
Recientemente, el cineasta nicaragüense logró dejar su trabajo en el aeropuerto para dedicarse completamente a su carrera artística y su trabajo independiente.
Sus gustos por el cine
El gusto de Juan Vílchez por el cine surge durante su infancia en Ocotal, Nueva Segovia. Su padre, un amante del cine de mafia, lo introdujo al mundo de la saga de “El Padrino” y de actores como Robert De Niro y Joe Pesci.
En su niñez fue también un “amante” de los videojuegos como Zelda, donde tenía que resolver acertijos, a los que le adjudica “su interés por crear historias que hicieran pensar a la audiencia”.
“Desde chiquito siempre sabía que iba a hacer algo en el aspecto creativo”, recuerda el cineasta, quien a los 17 años ingresó a la Universidad Americana (UAM) para estudiar Comunicación y Relaciones Públicas.
Su elección no fue casualidad, revisó cuidadosamente el pensum académico y escogió la carrera que incluyera clases vinculadas a la fotografía o el cine.
A los 17 años, su madre le regaló su primera cámara, una Canon T3, con la que realizó, junto a su amigo Carlos González, su primer cortometraje: Somos.
“Las personas que conocen de cámaras saben que la Canon T3 no es muy buena cámara, es super barata y horrible, pero cuando uno está comenzando eso no le importa. Al final lo que uno quiere es contar una historia”, menciona con humor Juan Vílchez.
Previo a Una Prosa Profana, el joven escribió, produjo y filmó cuatro cortometrajes en Nicaragua: Minotauro, Etéreo, Familiars y Momento cursi de la noche. Con ellos participó en festivales como “Ícaro Internacional” y el “Festival Lúdico de España”.
El cineasta nicaragüense sostiene que sus trabajos se caracterizan por abordar temáticas familiares, corrupción y ambición, siempre desde una perspectiva que desafía las narrativas tradicionales con la idea de representar historias que hagan pensar a las audiencias.