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"Nicaragua aumenta su marginalidad aceptando un alineamiento humillante con Moscú”

Ramón Jáuregui: Cuba y Venezuela suscribieron la resolución UE-Celac, en la que se acordó una agenda común e inversiones por 50 000 millones US$.

Daniel Ortega, Rosario Murillo y atrás Camila Ortega

Daniel Ortega y Rosario Murillo durante el acto del 44 aniversario de la revolución sandinista. Foto: Confidencial | Tomada del 19 Digital.

Carlos F. Chamorro

24 de julio 2023

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El ex eurodiputado español y presidente de la Fundación Euroamérica, Ramón Jáuregui, considera que “Nicaragua hizo el ridículo” en la cumbre de la Unión Europea y la Celac, al intentar boicotearla y negarse a suscribir la declaración en la que otros 59 países, incluyendo Cuba y Venezuela, expresaron su preocupación por las consecuencias de “la guerra contra Ucrania”. La renuencia del régimen de Ortega, afirma Jáuregui, “aumenta la marginalidad de Nicaragua, ya no en Europa, sino en América Latina, por su sometimiento humillante a los dictados de Moscú”. 

En esta entrevista con Esta Semana y CONFIDENCIAL, Jáuregui analizó los alcances de la cumbre en que se acordó una agenda común, entre Europa y América Latina, incluyendo un programa de inversiones europeas de más de 50,000 millones de dólares para contrarrestar la presencia de China en América Latina.


¿Cómo valora los resultados de la Cumbre de Europa y América Latina que se organizó entre la Unión Europea y la CELAC, en la que se anunció un programa de inversiones europeas de Global Gateway por más de 50 mil millones de dólares en América Latina? 

Realmente fue una reunión cumbre de gran importancia. Primero, porque hacía ocho años que no se había celebrado y bien es sabido que suspender las cumbres es muy fácil, pero reanudarlas es mucho más difícil. Tanto el Gobierno de España que la convocó, como el Servicio de Acción Exterior de la Unión Europea, han tenido un éxito por poderla celebrar. También ha sido posible producir una declaración conjunta y han asistido todos los jefes de Estado y de Gobierno o sus cancilleres, prácticamente de los 60 países que integran la Unión Europea y América Latina. Y fueron capaces de llegar a una serie de conclusiones y declaraciones que tienen una gran dimensión. Entre otras, la aprobación de una agenda de la Global Gateways, una propuesta de inversiones que la Unión Europea quiere materializar en América Latina. 

El presidente de Brasil, Lula, ha dicho que esta cumbre es un éxito porque nunca antes Europa había mostrado tanto interés político y económico en torno a América Latina. Pero otros analistas han cuestionado que la Unión Europea le otorgó un aval político a las tres dictaduras de la región, Cuba, Venezuela y Nicaragua, sin condenar las violaciones a los derechos humanos. 

No es incompatible que Europa mantenga una posición crítica y de sanción también, tanto a las tres dictaduras como a las violaciones de los derechos humanos que se produzcan en América Latina. Nuestro compromiso con la democracia en esos tres países sigue absolutamente –digamos— comprometido. Pero al mismo tiempo no es posible celebrar una cumbre de esta naturaleza, si establecemos condiciones previas por la existencia de situaciones o de regímenes políticos en determinados países que no sean estrictamente democráticos, porque entonces no la celebraríamos nunca. 

Aquí se ha impuesto el criterio de que Unión Europea y América Latina teníamos necesidad de recorrer un camino juntos, ahora que el mundo se ha puesto tan hostil, tanto para América Latina como para Europa. Entonces, la cumbre se ha hecho con éxito, y al mismo tiempo, nuestra posición política contra las dictaduras sigue siendo la misma. 

Daniel Ortega Nicaragua
Ramón Jáuregui, ex eurodiputado español y presidente de la Fundación Euroamérica Foto: Confidencial | Archivo.

El alineamiento de Ortega con Putin

La resolución fue suscrita por 59 países, con la excepción de Nicaragua, que se opuso a condenar la invasión rusa a Ucrania, aún en los términos tibios— se ha dicho de esta declaración—, pero al final de cuenta Nicaragua quedó fuera de este encuentro. ¿Cómo se ve el aislamiento del régimen de Ortega en Europa y en América Latina? 

Nicaragua ha jugado un papel de boicot a la Cumbre y la presencia de determinados personajes en la delegación nicaragüense ponía en evidencia su sometimiento a los dictados de Moscú. Ellos han jugado a que no hubiera declaración y el hecho de que Nicaragua no haya firmado la declaración —por el párrafo que tiene que ver con la agresión de Rusia a Ucrania— pone de manifiesto también su marginalidad, inclusive en la propia América Latina, no ya a Europa, sino es la propia América Latina la que le ha marginado, incluidas Cuba y Venezuela, que han suscrito este documento. 

Nicaragua no lo ha hecho porque tienen una obediencia ciega a los dictados de Moscú. Es curioso que quienes llevan 40 años proclamando la soberanía nacional y reivindicando la no injerencia— como principio fundamental del orden internacional— están produciendo una bochornosa contradicción al negar la invasión de Rusia en Ucrania, que es claramente una injerencia bélica totalmente agresiva a la soberanía de otro país. Y además están aceptando un alineamiento humillante ellos mismos, porque pierden su propia soberanía obedeciendo los dictados de Moscú. Creo que Nicaragua ha hecho el ridículo con esa posición. 

¿Tiene algún costo político para Ortega, para su gobierno, para Nicaragua este alineamiento—usted dice humillante—, que raya en el servilismo con la Rusia de Vladimir Putin? 

El grado de desprestigio que ha alcanzado la delegación nicaragüense en esta negociación es muy alto. No creo que sorprenda a nadie que Nicaragua haya tenido esta actitud, pero realmente a mí me han dicho interlocutores directos de la propia negociación, del comunicado, que realmente el dictado de las posiciones en Moscú en esta materia han sido extraordinarias. Y ciertamente esto no hace nada en favor de Nicaragua, que, si ya era un país internacionalmente desprestigiado, lo es mucho más a raíz de esta circunstancia. 

Tengan en cuenta que se ha negado a firmar un papel que dice “la guerra contra Ucrania”. No habla de Rusia, ni siquiera, la cita. No habla de la invasión. Habla simplemente de la preocupación que sienten todos los países por la guerra contra Ucrania. Y ciertamente este adverbio fue fundamental. Pero ni siquiera esto aceptó Nicaragua. Y esto lleva a Nicaragua a quedar situada en un espacio totalmente marginal, incluido en América Latina. No sé si tendrá consecuencias políticas directas, pero ciertamente va en un camino de acentuar su debilidad, su marginalidad y su dependencia moscovita. 

Una semana antes de esta cumbre, se restablecieron las relaciones diplomáticas a nivel de embajadores después de que Nicaragua había expulsado de Nicaragua a la embajadora de la Unión Europea. ¿Significa esto una especie de acomodo con el statu quo de Nicaragua? ¿O puede significar la posibilidad de más presión diplomática? 

Yo creo que la presión diplomática sobre Nicaragua tiene que seguir dos caminos. Por una parte, el aumento de las sanciones personales a los responsables del régimen por todas las tropelías que se están produciendo, incluyendo los protagonistas de las expropiaciones a los 222 expulsados y apátridas, por exigencia del Gobierno nicaragüense que eran los líderes de la oposición nicaragüense. Hay que acentuar probablemente el nivel de sanción a las personas responsables de estos atropellos a los derechos humanos y a las vulneraciones más flagrantes de los condiciones democráticas. 

La siguiente fase que queda es saber si efectivamente la comunidad internacional tiene que plantearse un paquete de sanciones que incluyan la actividad económica y la relación comercial con Nicaragua. A eso no se ha llegado, porque todo el mundo es consciente de que ese tipo de sanciones tienen también perjuicios para el propio sancionador y a veces lo que hacen es proporcionar un argumentario al propio régimen para esconder sus propios fracasos. 

Y permítame que le haga una observación política sobre la realidad nicaragüense actual, que el conjunto de la oposición expulsada del país tiene que articular una plataforma. Creo que están en ese camino, pero es muy importante que la comunidad internacional perciba una voz, una organización representativa del conjunto democrático de la región, del país. Quiero decir, y que eso anime a favorecer el proceso con más sanciones, con más presión y con más ayuda a la oposición. 

La agenda común Europa-América Latina

Usted decía en un ensayo que publicó antes de la Cumbre: "Lo importante empieza después de la cumbre, con el seguimiento, la implementación de estos acuerdos". ¿Hay liderazgo político en Europa y en América Latina para implementarlo? 

Yo creo que debe de haberlo. Es decir, lo que ha quedado claro es la necesidad de que Europa y América Latina se reencuentren. Y eso implica que seamos capaces de contemplar de la misma manera con una acción internacional conjunta —América Latina y Europa— nuestras posiciones sobre el orden internacional o sobre el desorden internacional. 

Nosotros, los europeos y los latinoamericanos, estamos demasiado marginados, demasiado dependientes de la polarización tecnológica, económica, comercial, entre China y Estados Unidos. Y es preciso que encontremos nuestro propio papel. Y al mismo tiempo, es necesario que reencontremos nuestra capacidad de acción económica en América Latina. En esta cumbre se ha hablado mucho— de que en Europa no hay una voluntad extractivista, que lo que se busca desde Europa es participar en la modernización del sistema productivo, en las infraestructuras tecnológicas y físicas de América Latina, para que estas sean capaces de mejorar la productividad y de desarrollar inversión y de desarrollar crecimiento económico y creación de empleo. 

La agenda que llamamos el Global Gateway, es la arquitectura financiera que Europa pone al servicio de este plan. Pero este plan incluye una agenda de inversiones, porque hemos recorrido país por país, estableciendo qué inversiones son necesarias, qué carreteras, que puertos y aeropuertos, qué conexiones tecnológicas son necesarias para dotarle a América Latina de un soporte de modernidad en sus infraestructuras. Y esto es lo que a que constituye el embrión de nuestro acuerdo. 

Hay voluntad política. La pregunta que yo me hago es si seremos capaces de recorrer ese camino, si este puerto de salida para esta navegación conjunta que tenemos que hacer. Y esto va a depender primero de la estructura representativa que tenga América Latina de todos sus países.

 Y creo que decir la verdad en este caso no ofende, porque es conveniente. CELAC es una estructura débil, no tiene una organización capaz de conocer día a día las posiciones de todos los países. Europa sí la tiene porque Europa está unida. Tiene una organización llamada Unión Europea que  coordina según sus voluntades. 

Y luego, en segundo lugar, hace falta que Europa tampoco se olvide de América Latina, porque ciertamente la guerra en Ucrania y los problemas de vecindad con Rusia tienen una tentación de dirigir todas las miradas hacia el oeste y olvidarnos del otro lado. Esas son las objeciones del proceso. 

Ese programa de inversiones, por ejemplo, o las ofertas de financiamiento sobre los grandes temas ambientales ¿se van a llevar a cabo en una negociación bilateral con los distintos países, o eso se canaliza con la CELAC o con el acuerdo de asociación con el Mercosur, que ni siquiera se ha suscrito?. Es decir, ¿es una negociación bilateral o pasa a través de las organizaciones regionales

Teóricamente es un plan que contempla el conjunto de las inversiones para que se acuerden con cada uno de los países y quien tiene que realizarlo realmente es la iniciativa privada. Es decir, tenemos que dar condiciones para que las grandes compañías europeas puedan sentirse estimuladas para realizar estos proyectos de acuerdo con el país. Y con una financiación europea que facilita la financiación, porque los márgenes de financiación que tienen los países latinoamericanos son menores, desgraciadamente. 

Entonces, la idea es que el Global Gateway sirva de ayuda a esa financiación que las grandes compañías europeas participen en los concursos y los ganen y que acuerden con los Estados, en su caso, la realización de esos de esas obras en un marco financiero y tecnológico de cooperación que beneficie al país. 

Es decir, superar esta idea de 'yo me llevo el cobre y luego exporto cables a los chilenos'. No, la idea es que usted extraiga cobre y agua y los chilenos hagamos el cable. Y lo mismo pasa con el litio. Y lo mismo pasa con otros materiales críticos. Entonces esto está muy en el fondo de esta propuesta, pero ciertamente el camino está por recorrer. Nada está hecho. Lo que la cumbre ha establecido es un marco y, cabe decir lo mismo, por ejemplo, en relación con la alianza digital, es decir, que Europa hace una oferta de conexión tecnológica, de interconectividad, de ciberseguridad, de regulación, etcétera, pero todo esto hay que concretarlo con cada uno de los países. 

Le preguntaba sobre la capacidad de los liderazgos políticos de implementar estos procesos, tomando en cuenta cambios que están en marcha, no solamente en Europa, también en América Latina, en los distintos gobiernos. ¿Cómo influye la volatilidad política en la estabilidad de un programa y del alcance que tiene esta oferta de relaciones de Europa y América Latina? 

El diálogo con las estructuras institucionales del país es capital.  Las empresas europeas en el Business Summit nos dijeron reiteradamente que muchas veces se encuentran con que no hay una estabilidad política suficiente y una seguridad jurídica adecuada. Y esto es un problema que tiene América Latina. Los cambios de Gobierno no tienen por qué alterar los marcos, pero desgraciadamente los cambios son demasiado bruscos. Hay mucha inestabilidad. Hay unas democracias con riesgos polarizantes y hay una crisis de sistema de partidos. En fin, una condición sine qua non para que todo este proceso pueda avanzar es que efectivamente haya un diálogo de los gobiernos para materializar esas operaciones, que ese diálogo permita a las a las empresas establecer alianzas público privadas en beneficio del propio país y que esas alianzas permitan a su vez la realización de inversiones que traigan tecnología al país y que modernice sus sistemas productivos para mejorar su productividad, crecer económicamente y crear empleo. 

 ¿Cuál es el siguiente paso? ¿Qué señales podemos advertir a finales de este año, a inicios del próximo año, de que verdaderamente estos acuerdos van a iniciar una dinámica que podría ser irreversible? 

Una reunión bien importante es la que se va a producir después del verano europeo, en Santiago de Compostela, el 15 de septiembre. Hay una reunión de ministros del Ecofin, de ministros de la Unión Europea, de Ministros de Economía y Finanzas, con los ministros de América Latina. Y ahí tienen que establecerse, en muchos casos, la manera de materializar este camino.

Es muy importante que los países latinoamericanos sean conscientes de que aquí hay una propuesta, hay un interés de las empresas europeas, no voy a decir que son las mejores del mundo, pero nosotros no somos chinos, nosotros tenemos la idea de que hay que operar transfiriendo tecnología, formando cuadros, estableciendo estándares socio laborales del máximo nivel, estableciendo condiciones medioambientales del máximo nivel, porque eso es lo que va a permitir que el tejido productivo latinoamericano esté en el top para poder exportar al mundo entero. 

Y entonces creemos que las ventajas cualitativas de la presencia económica europea van respondiendo a estos cánones y al mismo tiempo a estas intenciones de buena voluntad y de fraternidad. Y que esto enlaza con lo que es el propósito de la cumbre, que es forjar una alianza estratégica entre nuestros dos socios, para jugar un papel más unificado en el mundo y que influya más. Porque, ni Europa ni América Latina estamos boxeando en el nivel de nuestro peso en el tablero internacional. 

Necesitamos unirnos con más fuerza para conseguir objetivos que a veces en Europa desconocemos. Los latinoamericanos tienen objetivos para formar parte del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, para que los acuerdos en materia de cambio climático permitan compensar a los países que no han emitido CO2 en sus periodos históricos anteriores. Es decir, hay una serie de reivindicaciones que van a forjar este entendimiento. Esta es la idea.

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Carlos F. Chamorro

Carlos F. Chamorro

Periodista nicaragüense, exiliado en Costa Rica. Fundador y director de Confidencial y Esta Semana. Miembro del Consejo Rector de la Fundación Gabo. Ha sido Knight Fellow en la Universidad de Stanford (1997-1998) y profesor visitante en la Maestría de Periodismo de la Universidad de Berkeley, California (1998-1999). En mayo 2009, obtuvo el Premio a la Libertad de Expresión en Iberoamérica, de Casa América Cataluña (España). En octubre de 2010 recibió el Premio Maria Moors Cabot de la Escuela de Periodismo de la Universidad de Columbia en Nueva York. En 2021 obtuvo el Premio Ortega y Gasset por su trayectoria periodística.

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