9 de mayo 2022
Los principales partidos políticos de Estados Unidos están buscando en este momento cómo definir “líneas de acción” en el caso de Nicaragua a partir de un consenso para la implementación efectiva de la Ley Renacer, advirtió el politólogo nicaragüense Manuel Orozco, director del Programa de Migración, Remesas y Desarrollo de Diálogo Interamericano.
Para Orozco, “Nicaragua se ha convertido en Estado forajido” y “autoaislado” de la comunidad internacional, según una entrevista que cedió al programa televisivo Esta Semana, en la que analizó el fallido acercamiento en marzo pasado de la familia presidencial con el Departamento de Estado. También comentó la reciente nominación al cargo de embajador en Nicaragua, del diplomático Hugo F. Rodríguez, a quien recuerda por pedir más presión para la dictadura en Europa e incluso sanciones para el Ejército de Nicaragua en 2019 y 2020.
Esta semana The New York Times reveló el acercamiento que el régimen buscó con Estados Unidos, a través de Laureano Ortega. Un enviado del Departamento de Estado viajó en marzo a Managua, pero la familia presidencial se retractó, ¿qué significa?
El régimen está buscando cómo tener algún tipo de comunicación, la cual había suspendido. En enero de 2022 dijo “borrón y cuenta nueva” y nosotros no vamos a tener contacto con el resto del mundo. Sin embargo, a partir de la guerra con Ucrania, Nicaragua ha visto que el nivel de aislamiento que está sufriendo es mucho mayor del que le han estado apostando. De alguna manera, se dio un intento de comunicación. La familia dio a conocer que no era el momento.
El Departamento de Estado dijo que cualquier acercamiento implica discutir la liberación de los presos políticos, ¿de qué manera puede presionar para que haya una apertura genuina del régimen?
La posibilidad del diálogo está abierta, siempre y cuando Nicaragua dé muestras de acercamiento en relación con la situación de los presos políticos. EE. UU. no va a tener ningún otro tipo de reacción, siempre y cuando Nicaragua no responda.
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Lo que Estados Unidos está intentando es utilizar otras vías de presión diplomática; dentro de sus posibilidades está la Ley Renacer que incluye, entre otras cosas, revisiones de la relación con Cafta, así como sanciones, incluyendo al Ejército. También está fortalecer más la presión en el sistema interamericano, toda vez que estamos llegando a la Cumbre de las Américas.
¿Qué se puede esperar de esta Cumbre? ¿Habrá algún pronunciamiento sobre Nicaragua?
En este momento están discutiendo los Estados miembros cómo incluir la problemática de Nicaragua no solo dentro del contexto y la forma cómo ha violado alguna de las convenciones internacionales y tratados, pero también en términos de la continua impunidad que existe en el país.
Definitivamente el tema de Nicaragua está; (pero) una resolución no va a salir, porque no es el espacio mediante el cual la cumbre opera. Lo más probable es que van a salir declaraciones, mensajes de parte de la sociedad civil, hacia los Estados miembros y posiciones de que Nicaragua vuelva al sistema interamericano.
El presidente Biden dio a conocer la nominación de un nuevo embajador de Estados Unidos en Nicaragua, Hugo F. Rodríguez, ¿qué se sabe de su trayectoria?
Hugo Rodríguez es un funcionario con muchos años de experiencia en política exterior de EE.UU. Ha tenido varios puestos y uno de ellos tiene que ver con asesoría en la situación de Centroamérica y, en particular, en Nicaragua. Ya en 2019, e incluso en 2020, viajó a Europa y dijo claramente que la presión tenía que ser más fuerte y que incluso incluiría sanciones al Ejército de Nicaragua. Representa un mayor colmillo en su política exterior. La expectativa no es que EE. UU. viene a resolver el problema, pero sí la presión va a aumentar en función de cómo salir de la crisis en que se encuentra el país.
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En tu reporte más reciente para Diálogo Interamericano, planteas la necesidad de garantizar esa transición democrática a través de presión internacional, dentro del cual el rol de EE. UU. sería cómo líder. Desde tu punto de vista, ¿cómo debería ser ese liderazgo?
El liderazgo depende del realineamiento entre los republicanos y los demócratas sobre la presión hacia Nicaragua. Una de las razones por las cuales la Ley Renacer no ha sido implementada a fondo ha sido por el debate interno que se produce en el Congreso entre los dos partidos.
Sin embargo, el consenso se está conformando, o de alguna manera, reconformando entre los bandos, empezando por los límites de dónde se debe tratar Nicaragua. Por ejemplo, la idea de tener algún tipo de conversación con Nicaragua está fuera de cualquier nivel de comunicación, de cualquier nivel de aprobación, de parte de los republicanos y demócratas. Entonces, a partir de ahí, se está definiendo un mayor consenso (sobre) cuáles son las líneas de acción. El próximo paso es hacer efectiva la Ley Renacer.
Dentro de eso, uno de los temas importantes que se está tomando muy en serio es cómo suspender a Nicaragua de Cafta, empezando por la implementación en algunos casos de penalidades como es la violación del acuerdo laboral y de otros componentes que se ubican dentro de la relación comercial con EE. UU.
Las sanciones es otro aspecto. La relación con Rusia es uno de los grandes problemas de preocupación. Nicaragua ha importado armas, comprado armas de Rusia en los últimos diez años, con un valor similar al de las importaciones de armas del resto de Centroamérica, especialmente Honduras, El Salvador y Guatemala. Incluso no son armas que han comprado directamente de Estados Unidos, sino de terceros países. Hay diferentes elementos que está utilizando EE.UU. y que los va a poner en función, prácticamente, después de la cumbre de las Américas.
¿Cómo ve EE. UU. el tema de la migración desde Nicaragua?
Tienen claro que, desde la perspectiva de lo que está ocurriendo en Nicaragua, la gente está votando con sus pies. El nivel de personas que sigue saliendo ya alcanzó 60 000 nicaragüenses en los últimos cuatro meses. Es una cantidad sin precedentes, no solo en la historia migratoria, sino en la salida de nicaragüenses en los últimos 40 y 50 años. Estados Unidos está buscando formas de mejorar la condición humanitaria, lo segundo abordar las causas originales de esta crisis política. Aquí hay un realineamiento de la estrategia Biden para Centroamérica sobre las causas de la migración.
¿En este momento Nicaragua no es parte de ese plan para Centroamérica que dirige la vicepresidenta Kamala Harris?
No es parte, porque uno de los criterios del plan es que cuente con la cooperación de los países de Centroamérica. En este caso, Nicaragua se ha autoaislado del resto del mundo y especialmente de Estados Unidos como parte de una retórica política para consumo interno de su base local. Sin embargo, EE. UU. está agarrando los componentes que tiene de esta estrategia como es la violación del Estado de derecho, derechos humanos, la descomposición económica del país como causante de la migración y los va a ir tratando uno a uno a nivel individual con Nicaragua.
¿Cómo valora el papel de las sanciones económicas hacia el régimen?
Las sanciones tienen una función específica. El propósito es de hacer una forma de justicia alternativa ante la ausencia de un Estado de derecho, democrático, que haga uso de la justicia para hacer rendimiento de cuentas sobre sus funcionarios públicos. El sistema internacional trata de intervenir con sus propios mecanismos de penalización.
En el caso de Nicaragua, las sanciones han tenido un impacto bastante fuerte. Se puede observar desde diferentes elementos. Uno de ellos es la forma cómo el régimen ha respondido con un berrinche mediante el encarcelamiento de mucha gente, a través de juicios políticos. Prácticamente tienen a una persona en la cárcel por cada sanción.
Hay una salida del círculo de poder que ha estado huyendo del régimen y del país, precisamente por temor a ser sancionados. Hay más presión interna de cómo prevenir esas sanciones, si ves la forma cómo el hijo de Rosario Murillo trata de acercarse a Estados Unidos es un ejemplo de que tienen una gran preocupación por el impacto.
Las sanciones eliminan tu vida económica a nivel internacional. Te declaran una persona non grata en el contexto económico y están afectando a muchos de estos allegados al círculo de poder. La continuidad de las mismas es muy posible y muy probable que el Ejército de Nicaragua sea uno de los siguientes sancionados. Toda vez que ha sido uno de los cómplices de las violaciones de DD. HH. recientemente.
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En un informe reciente, planteas también el uso de la diplomacia económica, ¿bajo qué condiciones podrían usarse esos mecanismos?
La presión internacional tiene diferentes componentes. Está la presión política propiamente dicha, que se opera a nivel diplomático. Desde la condena, la protesta, la suspensión y el aislamiento internacional.
Está la presión económica, que incluyen las sanciones, los boicots, los embargos y otras formas de presión más específicas en tratados económicos internacionales. Por ejemplo, la eliminación completa de (Nicaragua en el) Cafta o la asociación con la Unión Europea.
Pero también están gestiones de diplomacia económica que implicarían dar señales al régimen de disposición de trabajar en algún tipo de reconstrucción del país, toda vez que Nicaragua dé muestras de retornar a un Estado de derecho, empezando por la liberación de los presos políticos.
Esa calibración de diferentes medidas te hace la presión internacional exitosa. Una serie de elementos que, en conjunto, pueden resolver este asunto. La diplomacia económica vendría a ser una herramienta subsecuente a cualquier tipo de muestra que dé Nicaragua. En este momento, la responsabilidad recae sobre el régimen sandinista, de tratar de ser más conciliatorio. Es una condición bastante complicada dado que Nicaragua prácticamente se ha convertido en un Estado forajido. Eso lo expone a mayores formas de presión internacional que incluyan la económica.
¿Cuál es la importancia de un enfoque regional para una solución de Nicaragua?
El enfoque regional sigue siendo el principal método de solución a la controversia que existe en Nicaragua, especialmente desde Centroamérica. Los países centroamericanos tienen una responsabilidad y un rol clave porque Ortega se mide en relación con esos países. Ahora, en cada nación, hay demonios políticos importantes.
Por ejemplo, en Honduras, Manuel Zelaya básicamente está tratando de asumir de facto el rol de liderazgo político. En El Salvador hay una seudodictadura donde los abusos de autoridad están pasando ya a niveles de impunidad, como los que se están viendo en Nicaragua. Eso pone de alguna manera la situación un poco difícil.
El resto de América Latina y el Caribe no está ignorando lo que está ocurriendo en Centroamérica. Están viendo que Nicaragua es una pieza clave para volver a un proceso de democratización en la región. Mucho de esto depende del liderazgo de países como Chile, Costa Rica, Estados Unidos, Canadá, República Dominicana, así como Panamá, Colombia, Ecuador e incluso el mismo Perú.
La Cumbre de las Américas está tratando precisamente de resolver esa situación. Después está el caribe inglés, generalmente no mira hacia América Latina, sino que mira hacia los miembros de la mancomunidad de Estados que estaban asociados con el Reino Unido de Gran Bretaña. Sus lealtades son diferentes, sin embargo, ya hay algunos países que han visto que el nivel internacional de impunidad de Nicaragua exagera y transgrede cualquier tipo de actividad que estos países han tenido.
El sistema interamericano hoy en día, dentro del Caribe, ha respondido de una forma bastante enérgica. En este momento es posible que salga otra resolución antes de la Cumbre de las Américas que dé pauta aún a mayores presiones sobre Nicaragua.
¿Por qué debería tener un mayor y mejor involucramiento EE. UU. dentro de la búsqueda de una solución a Nicaragua?
EE.UU. ha asumido en los últimos dos años un rol de apostarle al multilateralismo regional. Sin embargo, la coyuntura política en medio de una pandemia, y de un deterioro del Estado de derecho en muchos países de América Latina, ha retomado la urgencia de que junto con otros países como Canadá y Chile asuman un liderazgo más proactivo sobre la defensa de los intereses democráticos de los latinoamericanos.
En este momento, EE. UU. está reconsiderando cómo penetrar América Latina con mayor liderazgo. Nicaragua es básicamente uno de los puntos neurálgicos de esta transición de liderazgo. El colmillo que le van a poner a la Ley Renacer, por un lado, y, por otro lado, la influencia que vayan a hacer dentro de la OEA, va a ser otra forma de presión.
Hay otras formas de presión que van a ocurrir más adelante, pero definitivamente EE. UU. tiene claro que su rol internacional es primordial y es parte de su estrategia de política exterior, después de la Administración Trump.