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“La tragedia de la política de EE. UU. en Centroamérica es que Daniel Ortega sigue ahí”

Douglas Farah: Hay un patrón regional de “remilitarización”, los ejércitos están definiendo un “enemigo interno” y eso implica más represión

Carlos F. Chamorro

9 de octubre 2023

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El Informe “La remilitarización en Centroamérica: un análisis regional comparativo” realizado en Guatemala, El Salvador, Honduras y Nicaragua, por diversos investigadores, y coordinado por IBI Consultants, advierte un crecimiento de la influencia política de los ejércitos en temas de seguridad interna y el control de la Inteligencia.

El coordinador del Informe, Douglas Farah, experto en seguridad nacional y  presidente de IBI Consultants, destaca que en Centroamérica “hay un retorno muy fuerte al caudillismo”, sin importar la ideología, y que los militares se están involucrando en “la defensa interna, identificando a un enemigo interno que conlleva a la represión”. 

En una entrevista con Esta Semana y CONFIDENCIAL, Farah resaltó la singularidad de la alianza del Ejército de Nicaragua con la Rusia de Putin, y sus implicaciones en el “espionaje”.

“Ortega está buscando sobrevivir y aguantar la presión internacional”, dijo Farah, “la gran tragedia de la política de Estados Unidos hacia Centroamérica en los últimos cinco años ha sido que sigue ahí, bajo toda la presión” y esa es una lección para Nayib Bukele, en El Salvador, y para Guatemala. 


Este informe sobre la “remilitarización de Centroamérica” parte de la evidencia de que, en todos los países del Triángulo Norte, El Salvador, Guatemala y Honduras, han aumentado la influencia política de los ejércitos en las estrategias de seguridad pública, seguridad interna. ¿Qué consecuencias tiene este proceso? 

Nosotros creemos, viendo la evidencia, que uno de los grandes logros de los procesos de paz en toda la región fue reducir la influencia militar en la zona y dentro de la política. Lo que eso trae cuando regresan los militares, como estamos viendo en El Salvador, en Honduras, Guatemala, es represión, un Estado de derecho mucho más debilitado y los militares como estaban en los años 70 y 80, que es muy peligroso para cualquier fenómeno de Estado de derecho, de Gobiernos civiles y en circunstancias tan débiles como está la democracia ahora en la región.

Pero, ¿la influencia de los militares está siendo facilitada por los presidentes o por los Gobiernos civiles? En 2021 Nayib Bukele entró al Parlamento con el Ejército y lo ha convertido en el principal pilar de su política de seguridad interna. 

Sí, es uno de los fenómenos que hemos visto. Los (presidentes) que entran más antimilitares, como (Nayib) Bukele y Xiomara Castro, en Honduras, son los que más abrazan a los militares para mantenerse en el poder. En este estudio estamos viendo un retorno a un autoritarismo, un caudillismo muy fuerte en la región, que no tiene mucho que ver con la ideología. Ideológicamente es agnóstico, pero el objetivo es simplemente mantenerse en el poder, entonces buscan inmediatamente a los militares, les dan presupuesto, van creciendo y eso es lo que trae todos los problemas para la sociedad civil, porque ellos no pueden competir con los militares en esas instancias. 

Resurgimiento de la inteligencia militar

¿La remilitarización implica también un rearme militar o está orientado exclusivamente en temas de incremento del presupuesto del número efectivos y de influencia política a los ejércitos?

Estamos viendo ambas cosas. En El Salvador lo que ha dicho (Nayib) Bukele es que quiere duplicar el número de tropas. Algunos de los grandes logros de los acuerdos de paz era quitar, después de dos siglos, a los militares del poder y retornarlos a los cuarteles con objetivos específicos de defensa de la patria, ahora están reintegrándose a la defensa interna, identificando al “enemigo interno” que conlleva a la represión. 

Bukele está dotando a los militares de un equipo muy sofisticado de inteligencia. Xiomara (Castro) está buscando hacer lo mismo en Honduras y Guatemala siempre ha tenido sus redes de exmilitares con equipo muy fuerte. Entonces, son ambas cosas: influencia militar y recursos y armamento, pero básicamente apuntando a la represión interna, no a ningún enemigo externo.

¿Cuáles son las tendencias de la influencia de los militares sobre los aparatos de inteligencia? ¿Tienen el monopolio de la inteligencia los militares? 

No es el monopolio, pero sí se están reformando para integrarse a la vigilancia interna de la ciudadanía, que se había supuestamente acabado en los años 90, cuando reformaron todas las estructuras y pusieron la Inteligencia supuestamente bajo un control civil, que era lo más lógico y lo más idóneo. En el caso de Bukele, en El Salvador, todo está reservado, no sabemos dónde están los equipos de inteligencia, cómo lo manejan, quién lo gasta, cuánto cuestan, nada, porque todo está reservado. Yo creo que la presidenta Castro en Honduras está siguiendo exactamente el mismo camino. En Guatemala, nunca se logró esa transparencia que se logró, por un momento, en Honduras y El Salvador. Entonces, el retroceso no es tanto ahí como es la continuación o retorno a tendencias más fuertes, pero nunca lograron liberarse de la inteligencia militar en Guatemala. 

¿Hay una nueva doctrina de seguridad nacional? Te pregunto esto porque al menos en el caso de Nicaragua, en el que el Ejército es cómplice de la dictadura Ortega-Murillo a los ciudadanos que demandan democracia o elecciones libres, los consideran el “enemigo interno”, incluso llegan a equiparar una demanda democrática con un golpe de Estado, cuando son ellos los que han facilitado un golpe desde arriba

Una de las cosas más interesantes del estudio es ver cómo se van legalizando los pasos de la remilitarización en cada país, ya no es al azar como hacían los dictadores antes, están codificando, legalizando todos los pasos que están tomando y son pasos muy paralelos en todos los países para que en el futuro sea mucho más difícil quitar a los militares del territorio y eso es sumamente preocupante. 

Yo no he visto una doctrina formal de “enemigo interno” como había antes, cuando Estados Unidos estaba apoyando en el Triángulo Norte, en las guerras y un poco lo que estaba haciendo la Unión Soviética con Nicaragua en la época de las guerras, pero yo creo que no falta una definición de doctrina militar cuando les están dando todas las herramientas legales para cumplir estas nuevas tareas o regresar estas tareas de represión. 

Relación con la Rusia de Putin

La otra característica del Ejército de Nicaragua es el alineamiento con la Rusia de Vladímir Putin, esta semana Laureano Ortega insistió en Rusia, en que Nicaragua no es neutral, que apoya a Putin incondicionalmente y que le ofrece una plataforma; dice él, para sus empresas. ¿Cuáles son los alcances de esta alianza política, militar y de espionaje con Rusia y qué implicaciones tiene para Centroamérica? 

El espionaje. Porque Rusia está proveyendo equipos muy sofisticados, no sólo a Nicaragua, aunque Nicaragua es su socio principal en esto. Están vendiendo equipo en Paraguay y Chile; han donado en Cuba, donde esos aparatos de represión, donde uno puede monitorear WhatsApp, pueden monitorear todo lo que manda uno por mensaje, por teléfono, todo lo que uno escribe en la computadora, eso implica una expansión de una inteligencia sin control en toda la región, yo creo que Nicaragua es ejemplo de eso. 

Nicaragua con Daniel Ortega está buscando sobrevivir, está en un proceso de tratar de aguantar la presión internacional, de crear una economía que, por lo menos, les da a ellos mismos la capacidad de sobrevivir a estos tiempos, aunque como bien han documentado últimamente, las cifras del producto interno bruto per cápita ha bajado muchísimo. 

Las personas están mucho más pobres, pero Daniel no está más pobre, él ha logrado sobrevivir, yo creo que esa alianza con Rusia en términos de Nicaragua va a eso. Si fuera necesario Bukele haría lo mismo, si fuera necesario buscar una alianza con Rusia lo haría, y Xiomara igual, ellos son ideológicamente agnósticos, van a ir donde hay dinero para sobrevivir. 

En este caso, además de Rusia, implica China, la gran apuesta que están haciendo los golpistas en Guatemala en este momento es que si hacen un golpe de Estado y tumban a Bernardo (Arévalo) antes de que entre a ser presidente, China va a entrar a apoyar porque Estados Unidos va a cortar ayuda, entonces eso les da margen de moverse en un sentido que antes no había. 

Julio César Avilés, Bayardo Rodríguez y Marvin Corrales
De izq. a der.: Julio César Avilés, jefe del Ejército, Bayardo Rodríguez, jefe de Estado Mayor, y Marvin Corrales, inspector general. Foto: Presidencia

¿Cuáles son los intereses de los militares? En Nicaragua, por ejemplo, hay un tapón institucional de 20 generales encabezado por el jefe del Ejército, que tiene más de 13 años consecutivos en el cargo y bloquea la carrera militar de los coroneles, de los tenientes coroneles. ¿Esta tendencia se replica en los otros países de Centroamérica o es un fenómeno singular de Nicaragua?

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En Nicaragua ese es un problema de mayor alcance, porque han estado ahí mucho más tiempo, pero se está evidenciando ahora en El Salvador y Honduras la misma cosa, ya que Bukele lleva varios años y tomó el poder del Frente (Farabundo Martí) donde él había sido parte antes.

Es un problema enorme, creo que, en parte, por eso les dan chance a los militares a entrar en todos los campos económicos. Otra vez, estamos viendo que ahora están en la agricultura, en Honduras, están en cuestiones de salud, ahora están con bancos y necesitan ese dinero para que los militares se queden quietos en parte, no pueden permitir que haya un descontento enorme. 

Y si hay tapones y como vivimos en la guerra, como La Tandona, que ocupó todos los espacios, creó un descontento interno muy fuerte, para apaciguar un poco ese (descontento) necesitan más dinero para que la gente esté tranquila, pero creo que a mediano plazo eso también trae problemas institucionales casi insuperables y uno puede ver internamente procesos peligrosos para los gobernantes autoritarios. 

Relación con el crimen organizado

¿Hay alguna relación entre la remilitarización y el narcotráfico y el crimen organizado?. En Nicaragua tres investigadores, antropólogos, sociólogos acaban de publicar un informe sobre lo que llama un “Estado mafia” en el que el país está gobernado a través de un acuerdo político sustentado en el narcotráfico, en la corrupción policial y judicial. 

Nosotros escribimos también antes de los Estados criminalizados, un acuerdo mafioso que permite gobernar, porque medida que a los Gobiernos se les acaban los ingresos legales, y lo hemos visto en Nicaragua, o en todos los casos donde ya los gobernantes han robado tanto que no queda nada, la única forma de reemplazar ese dinero al país es narcotráfico, y el gran pionero en esto fue Hugo Chávez, y (después) Nicolás Maduro.

Ellos han enseñado y vimos los ensayos en Nicaragua con Albanisa, en El Salvador, con Alba Petróleos, donde comienza a lavar cantidades enormes de dinero, a robar y vivir del crimen organizado. La diferencia entre hoy y hace diez años es que ahora los Gobiernos de la región buscan como Estado alianzas con grupos criminales para su propia sobrevivencia y ven a los narcotraficantes como instrumentos o servidores del Estado, no son algunos corruptos que están haciendo unas cosas a espaldas de otros o que es un grupito, es el Estado mismo que busca esas alianzas porque quieren sobrevivir. 

La única ideología es sobrevivir y quedarse en el poder y para eso los narcotraficantes sirven, estamos viendo una distorsión enorme alrededor de todo lo que sería un Estado de derecho, un Estado de control civil, y en esos casos, quiénes son los que están controlando las fronteras, las costas, etc., los militares, obviamente ellos tienen que entrar en el juego para que el juego funcione, para que la maquinaria funcione y ahí es donde comienza a sacar su dinero. 

¿Qué desafíos enfrentan los países de Centroamérica para desmontar la remilitarización? ¿Y cómo se relaciona esto con la política de Estados Unidos que fomenta la participación de los Ejércitos en la lucha contra el narcotráfico y contra la migración ilegal? 

El eje del problema es eso, cómo reconquistar ese terreno ya cedido a los militares de parte de Gobiernos civiles, donde en este momento no hay ningún interés, ni Xiomara Castro, ni Bukele, ni Daniel Ortega quieren revertir a un Estado de derecho y quitarle espacio. Tal vez Arévalo en Guatemala, si llega al poder, estaría en una situación de tratar de romper, reconquistar o romper esa relación un poco, pero gran parte del problema es lo que lo que Estados Unidos apoyó durante décadas la doctrina de un “enemigo interno”, pasó eso en la historia, pero la idea de Estados Unidos era entonces relacionarse con ejércitos bajo control civil. La política de Estados Unidos no cambia rápidamente, entonces siguen entrenando y relacionándose con militares que ya no están bajo control civil, que están vinculados con el narcotráfico, que ya están con graves violaciones a los derechos humanos.

Todo lo que se repitió en los años 80, está comenzando y lamentablemente la política de Estados Unidos es ciega. Ellos creen que todavía pueden tener amigos aliados, dentro de los militares, si un general de Estados Unidos habla con un general de Nicaragua, ambos son generales, entonces se puede hablar con confianza cosas que ya no son ciertas, causa un daño enorme porque está legitimando, especialmente en el caso de El Salvador con el ministro de Defensa, todo un aparato de represión que está funcionando y diciendo que Estados Unidos está de acuerdo. 

Y están tratando desesperadamente de relacionarse con el ministro de Defensa en Honduras, que es el sobrino de Mel Zelaya, eso es realmente una cosa de otro mundo, pero la dinámica institucional no ha cambiado y eso es peligrosísimo. 

En este estudio se describe que en distintos países en los que Estados Unidos aplica una política anticorrupción y para sancionar violaciones a los derechos humanos, los militares son los que reciben menos sanciones. 

La remilitarización es un eje motor muy importante en la corrupción, es un motor muy importante en la represión, es un motor muy importante en destruir las instituciones democráticas que al final, como ustedes están viviendo en Nicaragua, un eje que lleva a una migración terrible. 

Parte de la razón por la que Estados Unidos no quiere tocar el tema, es que no quieren activar una ola migratoria, pero qué estamos viendo ¿quiénes son los países que más migrantes están mandando ahora? Cuba, Venezuela, Nicaragua, los tres países más represivos en el hemisferio, y Nicaragua nunca figuraba entre los diez países de mayor migración hacia Estados Unidos hasta los últimos dos años. 

Venezuela por la represión, Cuba, estamos en la idea de controlar la ola migratoria, con apaciguar y tratar de entenderse con los autoritarios y los dictadores, es una farsa porque tarde o temprano eso revienta y la gente sale, entonces, no gana nada, sino uno crea un problema mucho más grande hacia el futuro. 

La gran lección de Daniel Ortega

Mencionaste el caso de Bernardo Arévalo, el presidente electo de Guatemala, que está enfrentando un golpe de Estado antes de poder tomar posesión ejecutado por el Ministerio Público en un país en el que el Ejército también es considerado uno de los poderes fácticos. ¿Puede Arévalo, si sobrevive, frenar el proceso de militarización que ya existe en Guatemala? 

El problema de la remilitarización en Guatemala es muy complejo porque hay tantos grupos individuales de inteligencia, de fuerzas irregulares o civiles actuando como militares, va a ser muy difícil. Lo que han logrado con este golpe de Estado, que va a paso lento, pero sigue, es minimizar el espacio que va a tener para operar a Bernardo, si es que llega a tomar posesión. 

Los poderes están apostando que si necesitan hacer un golpe antes de que entre Bernardo (Arévalo), China va a entrar a llenar el hueco, porque Guatemala puede romper con Taiwán mañana y recibir la ola de ayuda que recibió Nicaragua cuando rompió con Taiwán, lo que recibe El Salvador, lo que está recibiendo ahora Xiomara, entonces ellos tienen la alternativa en este momento para buscar otras alianzas.
Rusia, que no tiene mucho dinero, pero tiene mucho armamento, tiene que equipo de inteligencia puede llenar el hueco, entonces (intentan) sobrevivir hasta que regrese Trump y toda esa cosa que están soñando ellos. 

Pero China no ha llenado el vacío económico en estos países que dejó Taiwán, por lo menos no ha sido el caso de Nicaragua. 

No, ni en Honduras, pero se venden como eso, la idea que tienen y hemos visto en El Salvador donde no ha dado lo que ha prometido China de ninguna manera, pero da a cuentagotas lo que es necesario para que Bukele sobreviva, y no enfrente una crisis tan terrible, económicamente, puede estar sobreviviendo, le dan 500 millones acá, 200 millones allá, no están creando lo que dijeron que iban a crear de ninguna manera, pero en la mentalidad de la gente en Guatemala que está en este proceso.

Tengo muchos contactos dentro de la extrema derecha, que creen eso, ellos pueden sobrevivir, no es que sea realista necesariamente, pero la gran lección de Daniel Ortega para la región, es que si uno aguanta las presiones de Estados Unidos, puede sobrevivir, sancionado, sin visa, sin legitimidad internacional. ¿Quién está ahí todavía? Daniel. Entonces, la lección que ha tomado Bukele, que han tomado los guatemaltecos, es que el modelo Daniel funciona, pueden aguantar y eso es terrible. La gran tragedia de la política de Estados Unidos hacia Centroamérica en los últimos cinco años ha sido que Daniel sigue ahí, bajo toda la presión, no se ha movido y esa es la lección para nosotros.

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Carlos F. Chamorro

Carlos F. Chamorro

Periodista nicaragüense, exiliado en Costa Rica. Fundador y director de Confidencial y Esta Semana. Miembro del Consejo Rector de la Fundación Gabo. Ha sido Knight Fellow en la Universidad de Stanford (1997-1998) y profesor visitante en la Maestría de Periodismo de la Universidad de Berkeley, California (1998-1999). En mayo 2009, obtuvo el Premio a la Libertad de Expresión en Iberoamérica, de Casa América Cataluña (España). En octubre de 2010 recibió el Premio Maria Moors Cabot de la Escuela de Periodismo de la Universidad de Columbia en Nueva York. En 2021 obtuvo el Premio Ortega y Gasset por su trayectoria periodística.

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