3 de marzo 2023
Félix Maradiaga, exprecandidato presidencial y excarcelado político, nunca imaginó ser expulsado de su propio país y no reconoce la decisión “arbitraria e inconstitucional” del régimen de Daniel Ortega y Rosario Murillo, de despojarlo de su nacionalidad nicaragüense y desterrarlo a Estados Unidos.
Maradiaga, quien permaneció 611 días en la cárcel de El Chipote, aseguró que continuará la lucha por una Nicaragua “libre y justa”, a pesar de las dificultades del destierro.
Durante una entrevista para el programa Esta Noche y CONFIDENCIAL, se mostró “optimista” sobre el futuro del movimiento pro democracia en Nicaragua, aunque reconoció que se ha hecho un “mal trabajo” para “comunicar los esfuerzos internos de unidad”.
“Probablemente hacia afuera, los liderazgos políticos no logramos comunicar que entre nosotros existe una gran cordialidad, una gran amistad”, destacó el excarcelado político.
El 8 de junio de 2021 fuiste detenido por la Policía, tras salir de una cita en la Fiscalía, ¿era posible evitar esa detención?
Esa detención era casi inevitable, porque ya desde 2020 había pasado algunos meses en arresto domiciliario, así que el próximo paso era la cárcel. Pero era necesario, incluso ese paso, para mantener nuestra lucha de una Nicaragua libre y democrática.
Estuviste como preso político de la dictadura por más de 600 días, ¿cuáles eran tus condiciones en El Chipote?
En El Chipote fueron 611 días. Los primeros 84 días en total aislamiento, en el sentido de que no tuve ningún acceso a una llamada telefónica, a un abogado, a una visita familiar, así que los primeros 84 días fueron como el desierto.
Los primeros meses fueron muy difíciles, pero encontré en mi fe, debo decirlo con toda la transparencia, mi refugio. En ningún momento me sentí solo. Sabía que afuera mi esposa estaba haciendo una labor extraordinaria llevando la presión para la libertad de todos los presos políticos junto con Vicky Cárdenas, esposa de Juan Sebastián Chamorro. La oscuridad, la falta de contacto humano, la prohibición de que pudiéramos hablar, nunca se nos permitió ningún material de lectura, incluso, esto lo comento porque me parece tan extremo, cuando la familia empezó a llevar botellas de leche, les arrancaban las etiquetas para que ni siquiera pudiéramos leer.
¿Alguna vez pensaste que tu excarcelación junto con la de más de 200 presos políticos iba a ser de la manera en la que se dio?
A pesar de que las condiciones de la visita familiar eran muy extremas y no se permitía ningún tipo de intercambio libre, ni de cartas, ni de datos, me llegó a través de un familiar, hace más de un año, una información de mi esposa que me decía que era posible que nos extraditaran y que iban a poner un documento que yo tenía que firmar, y ella me pedía que por amor a nuestra hija no rechazara el documento, y que era probable que yo intentara no abordar el avión. Por eso me hizo jurarle, a través de ese familiar, que si ese escenario se daba yo me iba a montar en ese avión, y yo le di mi palabra, pero nunca logré relacionarlo con la posibilidad de que pudiéramos salir de esa forma.
¿De qué te acusaban durante los interrogatorios? ¿Te dijeron porque estabas detenido? ¿Te presentaron alguna prueba en el simulacro de juicio? El juicio se llevó a cabo dentro de las instalaciones de El chipote y los interrogatorios que se mantuvieron durante largos meses, calculo fueron probablemente más de 400 interrogatorios, las preguntas, algunas de ellas rozando con lo irracional, diría hasta torpes. Por ejemplo, me preguntaban ¿cuánto le pagábamos a la gente de las marchas?, ¿quiénes eran mis financiadores para el intento de golpe?
Unas preguntas verdaderamente fuera de todo sentido, pero en algún momento también otras preguntas muy sospechosas, que sin estar sujetas a ninguna verdad indicaban lo que posteriormente vino. Por ejemplo, me decían que yo era un mercenario, que mi incidencia internacional frente al Consejos de Seguridad de Naciones Unidas, mis viajes en Ginebra para denunciar los casos de Nicaragua, eran claramente acciones de un agente extranjero y que yo iba a ser tratado y juzgado no como nicaragüense, sino como un traidor.
Estuviste incomunicado con tu esposa e hija durante casi todo el tiempo que permaneciste en El Chipote. ¿Cómo han vivido el reencuentro familiar?
Ha sido algo mágico. Realmente yo tengo en mi corazón un gran peso, por haberme montado en ese avión y haber regresado a Nicaragua, sabiendo que mi hija y mi esposa quedaban acá (Estados Unidos). Pero, era lo moralmente correcto.
No se me permitió (en la cárcel) ni siquiera un dibujo de Alejandra, no se me prometió ninguna llamada, exceptuando pocas semanas antes de que saliéramos. Esa reunificación familiar me ha obligado a resignificar desde lo emocional y espiritual la importancia de la familia, en esta nueva etapa de mi vida. Estoy dándole el mayor tiempo posible.
Una Nicaragua para todos
Ahora que se encuentra en libertad el liderazgo político de la oposición nicaragüense, ¿cuál es tu visión del futuro?
Soy un optimista permanente. Mi visión del futuro de Nicaragua siempre ha sido de mucha esperanza. Creo que no va a ser tan rápido, que va a requerir todavía mucho sacrificio. Estoy comprometido, por el resto de mi vida, a ver una Nicaragua libre, justa, donde también alcancen dentro de ella, incluso, los hijos de mis propios carceleros, los hijos de quienes nos golpearon, nos torturaron, de los que en algún momento han apoyado al régimen. Creo que tenemos que romper de una vez por todas ese ciclo.
¿Qué aprendieron los liderazgos opositores en la cárcel?
Pude ver en todos ellos una gran firmeza. Aprendimos a ver la humanidad y la dignidad aún en el carcelero. A un insulto le respondíamos con cordialidad, a una ofensa respondíamos con serenidad, y yo podía notar en los carceleros un desconcierto de cómo era posible que estas personas que se las habían pintado como “monstruos”, “terroristas”, “golpistas”, en todo momento, como si nos habíamos coordinado, hablábamos siempre desde la tolerancia.
Probablemente hacia afuera los liderazgos políticos no logramos comunicar que entre nosotros existe una gran amistad. Siempre pensé o me preguntaba por qué se reportaba una supuesta fragmentación de la oposición, cuando dentro de los liderazgos siempre hubo mucha cordialidad, por lo menos entre la mayoría de nosotros. Estamos haciendo un muy mal trabajo en comunicar los esfuerzos internos de unidad. No solo fortalecernos hacia dentro, sino darle la certeza — desde la autenticidad, desde la franqueza—, a la ciudadanía nicaragüense, de que solamente unidos podemos desmontar esta dictadura.
¿Cómo ves el futuro del movimiento pro democracia en el país?
No pretendo tener todas las respuestas. Estoy conversando con la mayor cantidad de gente que puedo, pero he querido darle un espacio también a los liderazgos emergentes, esos liderazgos tan valientes que, en ausencia nuestra, se pusieron al frente y sufriendo exilio, excarcelación. Soy optimista, pero creo que todavía hay muchas cosas por hacer. Me parece que la parte donde hay que dedicar más tiempo es en cohesionar una plataforma de oposición.
¿Cuáles crees que son los siguientes pasos en la lucha por lograr esa cohesión que mencionas? ¿Puede la oposición hacer política desde el exilio, desterrada del país y bajo un estado policial?
Sufrí el exilio en los años 80 y aprendí a conocer el enorme valor que las diásporas tienen en la construcción de la democracia. En los periodos de crisis, lamentablemente, sale del país una cantidad importante de personas que tiene mucho que contribuir y que lo hace generalmente porque son obligados ¿Cómo se coordinan los liderazgos que hemos sido desterrados y despojados de forma arbitraria de nuestra nacionalidad con los liderazgos que todavía existen dentro del territorio nicaragüense, pero lo hacen desde prácticamente el anonimato? Eso creo que todavía está por ser definido, pero yo sí creo que va a ser posible.
Quinto aniversario de la Rebelión de Abril
¿Cómo ves el futuro de la dictadura? ¿Puede plantarse una dinastía en Nicaragua?
El futuro de la dictadura está inevitablemente ligado a su colapso, porque no tiene absolutamente ningún plan que sea beneficioso para los nicaragüenses, ni siquiera para sus seguidores. Sus mismos problemas estructurales van a ser también un problema para su propia implosión interna.
El problema es cómo generamos una alternativa (frente) a una dictadura que en algún momento va a colapsar. Existe la posibilidad de que esa dictadura sobreviva y pueda mutar a una especie de régimen cubano, de régimen coreano.
En mes y medio se cumple el quinto aniversario de la rebelión de abril. ¿Dónde están los jóvenes universitarios que encendieron la llamada de la protesta nacional?
Siguen luchando desde sus nuevas trincheras. Ya han pasado algunos años, muchos han pasado por momentos difíciles, han sido encarcelados, han perdido a sus amigos cercanos por los asesinatos y han sido forzados también al exilio.
Me parece impresionante que esos liderazgos tienen una gran resiliencia, obviamente ya no como estudiantes universitarios, porque todos sabemos como ha sido desmontado el liderazgo universitario dentro de Nicaragua con la atroz persecución dentro de las universidades, pero yo tengo muchísimas esperanzas, porque los jóvenes se pusieron al frente y son la esperanza del país. No son el futuro, son el presente.
¿Qué hace falta para unificar una estrategia en la lucha para salir de la dictadura de Daniel Ortega y Rosario Murillo?
Tenemos que trascender más allá de las fronteras ideológicas y partidarias que durante muchos años han dividido a los nicaragüenses. y particularmente los liderazgos. Reconozco que hay miles y miles de sandinistas que no se identifican con Ortega. Tenemos que trascender esas murallas y entender que esta es una lucha de democracia contra dictadura. Esto no es un asunto de sandinismo y antisandinismo, y en el momento en que se logre cohesionar realmente ese planteamiento, de que todos aquellos que creamos en los derechos humanos y que creamos en la democracia, tenemos que estar unificados, todos los que no se sumen a esa plataforma de democracia y que estén avalando la dictadura, realmente tienen que estar en el lado oscuro. El lado de la luz es el lado de la dignidad humana, que es el lado con el cual vamos a derrotar a la dictadura.