24 de noviembre 2017
El habla popular afirma que los ticos y los nicas somos hermanos. Esta aseveración es incompleta, ya que en la Cuenca del Río San Juan que compartimos, somos realmente siameses, mellizos unidos por la naturaleza e inseparables. Al igual que los seres que nacen unidos y comparten órganos como los famosos Chang y Eng del siglo antepasado, compartimos el mismo cuerpo: el territorio binacional de las sub cuencas hídricas transfronterizas que forman casi la mitad de la cuenca de los Grandes Lagos y el Río San Juan (cuya extensión es de 42 305 km2, con 69% en Nicaragua y 31% en Costa Rica). Con dos cabezas e intereses distintos, nos toca cooperar y negociar para extender la vida del cuerpo común y más aún, alcanzar la feliz prosperidad, juntos. Inevitablemente, las aguas fluyen desde los territorios tico y nica hacia el RSJ y no hay forma humana de separar lo que la naturaleza ha unido. Fronteras, muros y límites aunque sean obstáculos, no impiden la convergencia de las aguas. De igual forma, las voluntades deben también vencer la rivalidad y reemplazarla por la buena vecindad. La historia de los desencuentros de estos dos países vecinos arrastrados a vivir una relación de conflicto, confrontación, ruptura, separación y discrepancia ha de transformarse en una agenda de convivencia, cooperación y de integración.
La importancia social, económica y ambiental para cada uno de los países del territorio que le corresponde, es esencial para el desarrollo nacional respectivo. En la subcuenca tica, las áreas protegidas incluyen 2 parques nacionales, 6 Refugios de vida silvestre, 1 Reserva Biológica, 1 Reserva forestal, 1 Zona protectora, la Reserva de Biósfera Cordillera Volcánica Central, con 4 Refugios de vida silvestre, 4 Parques nacionales, 2 Reservas forestales, 2 Zonas protectoras, la Reserva de Biósfera Agua y Paz, con 3 Refugios de vida silvestre (2 sitios Ramsar), 3 Parques nacionales (1 sitio Ramsar) y 2 Zonas protectoras. En territorio nica, se encuentran 2 Parques nacionales, 2 Refugios de vida silvestre (1 sitio Ramsar), 2 Paisajes terrestres protegidos, 18 Reservas naturales (1 sitio Ramsar), la Reserva de Biósfera Río San Juan, con 1 Monumento histórico, 3 Refugios de vida silvestre (sitios Ramsar), 1 Reserva biológica, 1 Monumento nacional, y la Reserva de Biósfera Isla de Ometepe, con 2 Reservas naturales. Todos estos territorios supuestos a ser protegidos están en el área de influencia de la iniciativa SÍ A PAZ, aprobadas por Nicaragua y Costa Rica, pero en abandono.
Infortunadamente, a pesar de la impresionante distribución y ubicación geográfica de estos enclaves destinados a la protección de flora, fauna y patrimonio natural, existe innegable actividad económica extractivista agrícola, pecuaria y minera que deforesta, erosiona y degrada suelos, bosques y contamina las aguas. Los residuos de plaguicidas de ambos países y otros tóxicos causados por monocultivos de piña, palma africana, cítricos y ganadería extensiva, logran llegar tanto al Gran Lago Cocibolca como al nicaragüense Río San Juan, del cual un 90% de sus aguas se convierten al llegar al Delta en el costarricense Río Colorado. Compartimos entonces sedimentos indeseables y contaminantes de alto riesgo, lo que se encuentra documentado por el “Estudio de diagnóstico de la cuenca del río San Juan” ( PROCUENCA-RSJ) realizado por el MINAE de Costa Rica y el MARENA de Nicaragua con el apoyo del Fondo para el Medio Ambiente Mundial, el PNUMA y la OEA, e investigaciones académicas fiables. Está documentado que cada día que pasa, las opciones para el desarrollo sostenido de nuestros dos países disminuyen. Nos hacemos más pobres, con menor patrimonio natural, menos flora, fauna, bosques, es decir, con menores posibilidades para lograr un mejor futuro.
Este progresivo proceso degradativo en la cuenca binacional, es el Talón de Aquiles para enfrentar el reto de ambos países ante la realidad del cambio climático, ya que esfuerzos unilaterales de cada país desarrollados sobre la porción de la cuenca respectiva son claramente insuficientes para alcanzar la ADAPTACIÓN, como fin y como medio de supervivencia y desarrollo. Las herramientas modernas que están disponibles para implementar la Gestión Integrada de los Recursos Hídricos, solamente podrán concretarse bajo una iniciativa conjunta en la cuenca compartida tico-nica, mediante la organización e implementación del Plan conjunto de Gestión Integrada de los Recursos Hídricos en la Cuenca Binacional del Río San Juan. Igual que cualquier evangelio, sirve de poco conocerlo si no lo asumimos y decidimos convertirlo en una realidad.
Para comenzar, si bien es cierto que aún nuestros Gobiernos continúan enfrascados en la Corte Internacional de Justicia a la que han llevado asuntos que debieron resolver cara a cara en casa, como una pareja unida por la vida pero incapaz de dialogar que eleva a un juez sus diferencias privadas, va resultando necesario acercarnos y prescindir de tantos abogados y mediadores, porque ellos precisamente viven de nuestros pleitos domésticos. Intentar resolver vía Corte, los problemas y diferencias históricas que ocasionan desconfianza y recelo, sea cualquiera el resultado, deja indeseables cicatrices. La negociación como proceso implica ceder algo y recibir algo a cambio, como un matrimonio, y mientras más se base en confianza y diálogo, más duradero.
Se necesita cerrar ese ciclo de acciones hacia el exterior y generar un nuevo movimiento dirigido a fortalecer la relación bilateral, lo que implica reactivar la Comisión Binacional tico – nica y su grupo técnico bilateral. Nicaragua puede aportar el gesto de implementar La Comisión de Desarrollo Sostenible de la Cuenca Hídrica de los lagos Apanás, Xolotrán y Cocibolca y el Rio San Juan (Ley 699), que lleva diez años de espera para instalarse. Es asunto de invitar a los ticos, y ampliarlo binacionalmente.
Que la ciénaga de Harbour Head o Laguna Portillos se encuentre de uno u otro lado de la frontera, es irrelevante para resolver y lograr el grave problema de interrupción del tránsito de los tiburones toro, peces sierra o sábalos reales desde el Caribe hasta el Lago Cocibolca, cuya estructura trófica depende de estos depredadores principales para mantener el ecosistema sano, libre de especies invasoras (tilapias, plecóstomos). Y esto, tiene implicaciones turísticas enormes por la pesca deportiva que puede desarrollarse a partir de la abundancia de estos peces a lo largo del RSJ y el Gran Lago.
¿Cuál de los dos Gobiernos dará el primer paso e invitará a su vecino - y hermano siamés- a sentarse para dialogar sobre cómo organizaremos el Plan conjunto de Gestión Integrada de los Recursos Hídricos en la Cuenca Binacional del Río San Juan? Después de todo, no hay otra alternativa que progresar inseparablemente.
El autor es miembro de la Academia de Ciencias de Nicaragua.