3 de junio 2018
Nicaragua huele a la sangre de inocentes derramada desde el 19 de abril. El 30 de mayo, Día de las Madres, se realizó una marcha gigantesca. Un reto pacífico a la muerte, representada por dos buitres a la espera de matar también a las progenitoras de los asesinados. El pueblo se volcó en el homenaje a esas mujeres que, por ejemplo, nunca negarán la maternidad de una hija, como lo hizo la mandamás de Nicaragua con su hija Zoilamérica. El clamor y el dolor de las mujeres de negro estremeció a todo el país. A pesar de la tristeza por los caídos, fue un día memorable de esperanza. Un día que exigía que no hubiesen más asesinados. Pero los asesinos verdaderos, los que culpan de esas muertes a los mismísimos asesinados, no toleran la esperanza.
Por ello es terrible e indignante constatar cómo la OEA y el gobierno de Nicaragua -en momentos que las pandillas terroristas con licencia para matar del matrimonio presidencial ametrallan a cualquiera de noche y a plena luz del día- se atrevan a decir que “han venido trabajando aspectos relativos a la configuración y composición del Consejo Supremo Electoral como soporte institucional para las garantías electorales y para elecciones libres, justas, democráticas y transparentes”.
No cabe duda que están celebrando la “renuncia” de quien fue presidente del CSE impuesto por el actual Somoza, como si en verdad fuera “recomposición democrática”. Pero si Roberto Rivas se va, es porque hizo con su jefe otro pacto, como el que lo llevó a la cúspide de ese Consejo, cuya única exigencia es ser tan corrupto como él. No obstante, para la OEA, la renuncia de Rivas es “una señal hacia la recomposición de la confianza y la armonía democrática en el país” (END, 1/6/18). ¿Vendrán Almagro y Penco a contabilizar los votos de los asesinados? ¿Encontrarán armonía en los cementerios? El único mérito que tiene la renuncia de Roberto Rivas es mostrarle a su jefe su única salida.
El Día de la Masacre de las Madres de Abril, los asesinos principales de tantos inocentes, agazapados en su guarida en el “tranque” de El Carmen, lograron que sus unidades de ejecutores -francotiradores incluidos- acataran la orden de seguir matando. El día de la carnicería de inocentes, la pareja presidencial alcanzó la gloria de más de 100 muertos en menos de dos meses, centenares de heridos y desaparecidos tirados en cauces.
Entonces inventaron otra cosa para exonerarse de culpa “y restar legitimidad a la protesta social autoconvocada, al vincular a quienes permanecen en los tranques defensivos con el crimen organizado y el narcotráfico”. Quienes estamos en esos tranques, o quienes pacíficamente nos manifestamos para protestar la ausencia de democracia, primero fuimos delincuentes, después “plagas” y ahora narcotraficantes y criminales. Luego, nuestra sentencia de muerte ha sido firmada por la pareja presidencial.
Estos son los días de “la mala muerte” que, tarde o temprano les espera a los tiranos, y de “la buena muerte” que nos recetan. Estos son los días donde “tregua” los reyes la escriben con balas, como si fuera mérito bélico una pírrica batalla contra desarmados. Ese es su “diálogo”, al que deliberadamente hicieron fracasar. Palabras devaluadas de sus representantes en las mañanas y asesinatos y desapariciones en las noches. Y lo peor, presos a quienes se les antoja acusar de matar a sus compañeros, como en el caso del periodista Ángel Gahona.
Ciertamente cualquier diálogo con la tiranía “es una mesa llena de sangre”. Sencillamente observemos: los interlocutores por la dictadura en el Diálogo Nacional, eran dos en uno: El Canciller Amnésico y El Diputado Cínico. Ambos se complementan a la perfección y mucho más cuando consultaban, vía incesante celular, sus tranques al diálogo con los dos tiranos que habitan en el tranque de El Carmen.
También los tranques son dos, pero muy diferentes. El primero revela que es el tirano el maestro en tranques, y que su pedagogía se remonta a los albores de cuando los campesinos protestaban por la ruta del canal chino, o antes aun, cuando él cambió la Constitución, que prohibía la reelección y la permanencia indefinida en el poder de insaciables, cuya ambición, históricamente, nos ha conducido a guerras y muertes que, como ahora, generan las sonrisas del Diputado Cínico, lumbrera en materia de Derecho Constitucional, que impartida por él, es precisamente una materia que niega el Derecho a la Vida. Pero este repudiable hecho, tan sólo crea en él otra de sus risas sardónicas, condenada públicamente en el diálogo por un estudiante con sentido de la ética, del derecho en todas sus acepciones y del respeto a la vida de todos los nicaragüenses.
El primer tranque, el tranque maestro, es el de don Daniel y Sra., cuando hacen ostensible sus no asistencias al Diálogo Nacional. La responsabilidad que tienen de estar ahí se transforma en menosprecio a la sangre derramada. Una bofetada al pueblo. Su papel se reduce a ordenar, vía telefónica, tácticas dilatorias a sus dos representantes. Entonces, mientras El Diputado Cínico ríe cuando se comprueba que a un mártir le han cambiado de madre, para negar que existió, El Canciller Amnésico, de manera solemne afirma que el tema de los tranques había quedado “pendiente de discusión”.
Y no es verdad. Como es lógico, le falló la memoria al Canciller Amnésico, y sin proponérselo le resta méritos al tranquista magistral de su jefe, pues, para no ir más hacia atrás, los medios de comunicación consignan los tranques de Daniel Ortega en todo su apogeo el 30 de noviembre de 2016, cuando los antimotines cortaron puentes, carreteras y agredieron a campesinos para impedir sus marchas pacíficas.
¿Quién es el maestro y responsable? ¿Quién inventó los tranques ofensivos? Sobre esos tranques de Daniel, dicen las noticias: “El aislamiento impidió anoche el cruce de heridos al hospital más cercano, incluyendo el de una mujer embarazada con complicaciones médicas que llegó a la zona acompañada de un médico para intentar cruzar. Campesinos concentrados en la zona exigieron y rogaron el paso de los enfermos. Un grupo de ellos asegura que la respuesta de uno de los antimotines fue: Ahí que se mueran”.
Ante una respuesta así, es imaginable la risa sardónica del Diputado Cínico. Pero que el Canciller olvide deliberadamente los hechos históricos de Nicaragua indica que no está capacitado por la verdad y la justicia, a tener, con buena voluntad, diálogo alguno, pues se repetirán los tranques de Nueva Guinea. Y todos los días serán Día de las Madres de Abril.
Y es aquí donde, como una represa al dolor incontenible y a la sangre que corre, surgen la rebelión cívica y los tranques defensivos del 19 de abril. Los tranques, estos segundos, de la paz, defendiéndonos de los primeros, los del tirano.
No obstante, tanta burla y crueldad acumuladas en los tiranos, tienen su explicación en lo que recientemente dijo Zoilamérica Narváez, de su padrastro y de su madre: “En estos momentos viven como dioses heridos y son capaces de todo por no dejar el poder”. Viven en el Olimpo, están heridos en su orgullo y desenfreno. Saturno, quien siempre devora a sus hijos, los espera con ese singular amor de padre, como el que ellos tienen por los nicaragüenses.