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Quieren silenciar a monseñor Álvarez y la voz de la Iglesia

Palabras ante el Parlamento Europeo: “Monseñor Álvarez desde la cárcel sabe que su mayor premio es la libertad y justicia del pueblo nicaragüense”

El sacerdote Uriel Vallejos y la defensora de DD. HH., Sara Henríquez, representaron en el Eurocámara al obispo Rolando Álvarez y Vilma Núñez, respectivamente. Foto: Tomada de La Prensa

Uriel Vallejos

14 de diciembre 2023

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Señores miembros del Parlamento Europeo:

Quiero agradecer en nombre de la Iglesia católica nicaragüense, en especial de la Diócesis de Matagalpa, a los diputados de este Parlamento: Tilly Metz, Soraya Rodríguez Ramos y Gabriel Mato, por impulsar la candidatura al premio Sájarov a monseñor Rolando José  Álvarez Lagos. Este importante reconocimiento a nuestro pastor y guía confirma el compromiso de este Parlamento por la lucha de los derechos humanos y civiles en el mundo.


El obispo Álvarez sufre actualmente una condena injusta de 26 años de prisión, y está actualmente en condiciones inhumanas de tratamiento degradante y de violación de sus derechos, aislado de su pueblo. Esto lo hemos podido constatar en la última presentación de fotos, que la dictadura presentó este 28 de noviembre del corriente año. Donde hemos podido ver su salud precaria, y hemos comprobado además el circo montado de parte de la dictadura, para presentar una realidad que no existe: me refiero al hecho de hacernos creer que están respetando los derechos humanos.

Nuestra Iglesia no ejerce su misión profética de denuncia de las injusticias, y anuncio del mensaje de vida y esperanza de Jesucristo, en busca de reconocimiento, ni de honores. Estoy seguro que monseñor Álvarez desde la cárcel sabe que su mayor premio es la libertad y justicia del pueblo nicaragüense. Vuestro reconocimiento, nos motiva, nos compromete más como Iglesia y nos hace sentir, que vale la pena, luchar por los oprimidos y que no estamos solos en esta tarea.

El nivel de represión actual no tiene precedentes en la historia de nuestro país. Ciertamente, en el pasado, ya se había contemplado brote de violencia causado por las injusticias del mismo régimen, pero la escalada de violencia a la que hemos llegado es algo que no habíamos visto. Todo esto nos hace pensar en el peligro que representa el actual régimen dictatorial para nuestro pueblo y la región.

Uno de los primeros ataques contra la Iglesia católica fue la expulsión de monseñor Silvio Báez. Monseñor Silvio alzó su voz para mantener una defensa firme frente a los abusos, los asesinatos y la violencia del régimen. El régimen de Daniel Ortega y Rosario Murillo, sofocó las protestas cívicas y pacíficas que iniciaron en abril de 2018, armando a paramilitares y dando la orden a la Policía Nacional de “ir con todo”, es decir, matar para mantenerse en el poder. Monseñor Álvarez, igualmente, criticó los abusos del régimen; y desde muy temprano en la crisis fue víctima de persecución y acoso policial, hasta que oficializaron su encarcelamiento el 19 de agosto de 2022. Junto al él fueron capturado otros clérigos y laicos.

Yo, Uriel Antonio Vallejos Treminio, como párroco de la iglesia Divina Misericordia de la Ciudad de Sébaco, en la Diócesis de Matagalpa, director del canal y radio católica de Sébaco, director del Colegio San Luis, fui objeto de persecución y acoso de la Policía Nacional. Después que la Policía Nacional atacó el templo, y después de que la feligresía me defendiera, ayudándome a resguardarme en uno de los salones de la parroquia me vi forzado a permanecer ahí 74 horas. Temiendo lo peor, decidí escapar a través de las montañas del país, recorriendo los distintos senderos que me llevarían fuera del país, hasta resguardarme en el país vecino, Costa Rica, el 12 de agosto de 2022.

Somos tantos, los que queremos volver a nuestra patria y son tantos los que ya no podrán volver porque han muerto en patrias extranjeras, anhelando estar junto a los suyos, son tantos los presos políticos que gimen bajo la tortura, son tantas las familias separadas y es tanto el dolor acumulado que, a veces, nos preguntamos: ¿Puede una dictadura cruel, seguir tan impune ante tanto dolor por las muertes causadas por ambición desmedida, seguir libre, mientras un pueblo se hunde en la miseria y la erosión familiar, sin que reciba el castigo de la justicia, que ustedes señores diputados representan? ¿Es tan tardía la justicia, para los débiles e indefensos? ¿Están haciendo lo suficiente para no dejar impune tanto crimen y tantos atropellos? ¿Están haciendo lo imposible para que los criminales paguen? ¿Se volverá una costumbre tolerar a estos regímenes, cooperar con ellos o imponerles sanciones que no son eficaces?

Señores diputados: toda acción humanitaria es loable; sin embargo, la dictadura de Nicaragua usa dichas instituciones humanitarias presentes en el país, como un insumo para su propia ventaja, causando más dolor, migración y luto. Hasta este momento, se puede decir que en el país controlan a todas las oenegés que aún no han expulsado.

Todo el pueblo que está sufriendo, ansía ejercer su libre derecho a marchar, a expresar su libre pensamiento, a practicar sin restricciones su fe y sus tradiciones. Eso sería, apreciados diputados, un buen paso, antes de hacer cualquier concesión humanitaria a este régimen. Todo buen gesto al país sería una ayuda al régimen y su opresión. He sabido que por más de 60 años se ha tenido consideraciones con Cuba y Venezuela, por dar un ejemplo, y actualmente los ciudadanos venezolanos y cubanos siguen saliendo de su patria buscando mejor calidad de vida y libertad en otros países.

¡No hay libertad mientras la dictadura golpea, tortura, encarcela! ¡No hay que premiar a los asesinos! Solo pienso en aquella frase de Ghandi: “Lo más atroz de las cosas malas, de la gente mala, es el silencio de los buenos”. Pienso en ella porque sé que no todos guardamos silencio y que estamos del lado correcto de la historia. Gracias por darme este espacio para decir esto, en un contexto donde el mundo ve los horrores del terrorismo, no dejemos que la maldad se imponga. Señores diputados, la dictadura de mi país ataca a la Iglesia porque es una de las pocas voces que se mantiene activa en defensa de la libertad, la paz y la dignidad humana.

Ortega y Murillo quieren silenciar la voz de la Iglesia para imponer su propio mensaje. Han prohibido las tradicionales procesiones, reprimiendo también a millones de nicaragüenses que cada año celebran a sus santos, impidiendo que expresen su fe y su devoción.

Han confiscado y cambiado la identidad la Cruz Roja nicaragüense, llamada ahora Cruz Blanca. Ha pisoteado las normas de la OEA, han confiscado su sede en Nicaragua y se desvinculó de este organismo. Y este es solo uno de los muchos absurdos y atropellos que están cometiendo. ¿Hacia dónde se dirige Nicaragua? ¿A ser otro satélite de los regímenes dictatoriales de la región y del mundo? A ser una isla donde se viva regidos y gobernados mediante el grito, el golpe, las armas, sirviendo a los intereses nefastos, egoístas y desmedidos de unos pocos.

Ortega ha cerrado y confiscado organizaciones benéficas asociadas a la Iglesia, radios y canales de televisión. Con estas cancelaciones arbitrarias, miles o quizás millones de nicaragüenses han perdido el apoyo que estos organismos les brindaban para garantizar su educación, servicios de salud y su bienestar, dejándolas desamparadas, hambrientas, desnudas y sin un techo dónde pasar la noche.

Esto es inhumano, es injusticia y no se puede ser cómplice de tanto dolor al hermano. Tenemos muy presente las Sagradas Escrituras en que Dios pidió cuenta a Caín de la vida de su hermano Abel, a quien había asesinado. Se han expulsado 220 sacerdotes y religiosas en 2023, 151 sacerdotes y 76 monjas. Han confiscado centros educativos, y universidades. Han confiscado 27 universidades.

Estimados miembros del Parlamento Europeo, de nuevo reitero mi agradecimiento en nombre de monseñor Álvarez, quien hoy no puede estar acá recibiendo este importante reconocimiento. Su lucha evangélica por la defensa de la vida, la libertad y la fe nos alienta a seguir en nuestra labor de ayudar a los más desfavorecidos, a los pobres de Nicaragua, a las víctimas que esperan justicia, a los exiliados para que un día no muy lejano, todos recuperemos la libertad y la convivencia fraterna. Sé que no todo está en sus manos, pero sí sé que pueden hacer aún más por mi patria, por mi nación, por mi amada Nicaragua. ¡Les pido en nombre de muchos nicaragüenses que anhelamos la Paz, que hagan aún más por ella! Nuestra patria se los va a agradecer, el mundo lo aplaudirá y la historia los recordará. Muchas gracias.

*Palabras en Estrasburgo, Parlamento Europeo, el 12 de diciembre de 2023.

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Uriel Vallejos

Uriel Vallejos

Sacerdote exiliado. Párroco de la Iglesia Divina Misericordia de Sébaco, en la Diócesis de Matagalpa. Director del canal y radio Católica de Sébaco. Director del Colegio San Luis en Sébaco.

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