PUBLICIDAD 1M

Las repercusiones del viaje de Obama a Argentina

La visita de Barack Obama a Argentina acrecetó la valoración internacional del presidente Macri

El presidente de EE.UU. Barack Obama (i) y su homólogo de Argentina Mauricio Macri (d) observa un espectáculo de tango durante una cena de gala hoy, miércoles 23 de marzo de 2016, en el Centro Cultural Nestor Kirchner en Buenos Aires (Argentina). EFE/David Fernández

Carlos Malamud

31 de marzo 2016

AA
Share

La segunda parte de la gira latinoamericana del presidente de Estados Unidos no mereció la misma atención mediática que su paso por Cuba, aunque el exceso de glamour aportado por Raúl Castro y el entorno habanero fue contrarrestado por el tango que se marcó Barack Obama en Buenos Aires. No hubo el mismo despliegue de adjetivos y el término histórico, tan profusamente utilizado en las jornadas previas, apenas se empleó. Sin embargo, su presencia en Argentina tuvo importantes repercusiones políticas internas y hemisféricas.

Para comenzar, habría que insistir en las razones del gobierno de Estados Unidos para visitar Buenos Aires en un contexto regional tan convulso. Si bien tras largos años de desencuentros con el kirchnerismo Washington buscaba normalizar sus relaciones bilaterales, esto sólo no explica la presencia de Obama en Argentina. La venganza no es buena consejera y menos en política internacional. El triunfo de Mauricio Macri y su defensa de los derechos humanos en Venezuela atrajo la atención del Departamento de Estado. No en vano Argentina es el tercer país de América Latina y las posiciones de su gobierno influyen en los vecinos. Si el macrismo es capaz de reforzarse puede ser un excelente acompañante para las políticas hemisféricas del actual y también del nuevo (o la nueva) ocupante de la Casa Blanca.


Desde la perspectiva estadounidense es palpable su necesidad de recomponer alianzas y buscar socios fiables en América Latina. En este punto se incluye la complicada situación política y económica de Brasil (un tema presente en la agenda de la visita) y la plena atención de Colombia al proceso de paz. También se debe considerar el retroceso del ALBA en América del Sur, ejemplificado en la crisis terminal que vive la Venezuela bolivariana y la derrota de Evo Morales en su referéndum para la reelección.

Macri, por su parte, quería revalidar su firme apuesta por reintegrarse al mundo, recordando que las visitas de Matteo Renzi y François Hollande sólo fueron los pasos iniciales de un proyecto más ambicioso. De ahí que el encuentro con Obama fuera el broche perfecto para cerrar sus primeros meses de gestión e insistir en su deseo de normalizar la complicada situación de su país en los mercados financieros internacionales. Uno de los logros del viaje fue el apoyo de Washington a la negociación con los holdouts (o fondos buitres) junto con la promesa de importantes inversiones privadas.

Las intrincadas jugarretas del azar hicieron coincidir la visita con el 40 aniversario del golpe militar que abrió las puertas a la sangrienta dictadura del general Videla. A partir de ahí se planteó la discusión del lugar que Obama debería tener en la conmemoración, incluyendo una frustrada visita a las instalaciones de la ex ESMA (Escuela de Mecánica de la Armada), antro referencial del terrorismo de estado en los años 70, reconvertido en centro de memoria y defensa de los derechos humanos.

Algunos círculos vinculados a la lucha antidictatorial lanzaron una campaña contra el viaje, tildando de herejía su paso por la ESMA. Adolfo Pérez Esquivel envió una carta a Obama para que reconsiderara la fecha de su visita y no coincidiera con el 24 de marzo. A la vista de su cargada agenda, si hubiera aceptado semejante petición nunca habría pisado Argentina como presidente de su país. Dado el tono antigubernamental del discurso de Pérez Esquivel, surge la pregunta de si sólo le preocupaba la coincidencia de la presencia de Obama con tan emblemática fecha o, por el contrario, su objetivo era torpedear un hecho de grandes repercusiones nacionales e internacionales.

La pregunta adquiere más relevancia si se advierte que buena parte de los actos conmemorativos del alzamiento militar buscaron más el respaldo activo al kirchnerismo, especialmente a Cristina Fernández, que ser una jornada de reflexión sobre las consecuencias de la dictadura para la sociedad argentina. En esta ocasión el recuerdo del pasado dictatorial corrió la misma suerte que los derechos humanos en la última década: ambos terminaron siendo instrumentalizados en defensa del proyecto político de Fernández. En torno a ello se construyó un discurso glorificador de la militancia, que permitió a los “militantes” convertirse en una especie de ciudadanos de primera categoría frente al resto de sus conciudadanos.

En la marcha convocada por las Madres de Plaza de Mayo Línea Fundadora, Abuelas e HIJOS, donde participaron connotados dirigentes del kirchnerismo, se alertó sobre el “doble discurso” de Macri, se exigió el cese de los despidos y se pidió a Estados Unidos “dejar de violar los derechos humanos tanto en su territorio como en toda la región”. En esta línea de acentuar el tono partidario y reivindicativo, entre las consignas más repetidas figuraban: “Somos el 49%” (por los votos obtenidos por el candidato kirchnerista en la segunda vuelta), “Vamos a volver” y “Macri, basura, vos sos la dictadura”.

Sobre los derechos humanos, la gestión y las reivindicaciones kirchneristas se han centrado esencialmente en la idea de “memoria, verdad y justicia”. Pero como señaló Claudio Avruj, secretario de Derechos Humanos y Pluralismo Cultural de Argentina, las políticas públicas en la materia deben ir mucho más allá, incluyendo el cuidado de los internos en las cárceles, la violencia de género y la violencia institucional, el acceso a la justicia, las cuestiones medioambientales, el pluralismo cultural y la diversidad sexual. En la última semana ha comenzado una intensa discusión acerca de si los actuales organismos de derechos humanos siguen cumpliendo su objetivo, como se interroga Alfredo Leuco, o sobre cuáles deberían ser los contenidos de la reivindicación de la memoria, como hace Pablo Sirvén.

Tanto el actual gobierno como el kirchnerismo intentaron sacar partido de la visita de Obama a la Argentina. Sin embargo, como viene ocurriendo en los últimos meses, el discurso de los seguidores de Cristina Fernández, cada vez más radical y alejado de las preocupaciones populares, termina beneficiando a Macri. Eso explica porqué más allá de las dificultades su porcentaje de aprobación tras 100 días en la Casa Rosada roza el 70%. Lo mismo se puede decir de su valoración internacional, que sin duda se acrecentó tras su encuentro con Barack Obama. 

----------------------------------------------

Publicado originalmente en Infolatam.


PUBLICIDAD 3M


Tu aporte nos permite informar desde el exilio.

La dictadura nos obligó a salir de Nicaragua y pretende censurarnos. Tu aporte económico garantiza nuestra cobertura en un sitio web abierto y gratuito, sin muros de pago.



Carlos Malamud
Carlos Malamud

Catedrático de Historia de América de la Universidad Nacional de Educación a Distancia e investigador principal para América Latina del Real Instituto Elcano de Estudios Internacionales y Estratégicos.

PUBLICIDAD 3D


Crean centro para Laureano y Camila Ortega Murillo en antiguo museo Juan Pablo II