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Las dos plumas: Pedro el escritor

El dictador fracasó en aniquilar la pluma del político y dio vida a la inmortalidad de la otra, Pedro el creador

El dictador fracasó en aniquilar la pluma del político y dio vida a la inmortalidad de la otra

Luis Rocha Urtecho

10 de febrero 2018

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Luis Rocha

Escribo sobre Pedro escritor y se me aglomeran los recuerdos: La tarde del lunes 9 de enero de 1978, cuando al despedirnos, al coincidir saliendo de nuestros despachos en LA PRENSA, me dijo: Nos vemos mañana, y yo, con la misma naturalidad, le respondí con una frase premonitoria: No, mañana no nos vamos a ver. Y le conté brevemente que salía de vacaciones y tenía planeado,  junto con Ricardo Pasos, muy temprano, un viaje a Diriamba para asistir a una cita concertada por el Dr. Edmundo Mendieta, para tomar fotografías del proceso de elaboración de máscaras para las fiestas de San Sebastián.


Aquel martes 10 de enero, al llegar nos esperaba un Mundo Mendieta conmocionado, pues había recibido una llamada de mi esposa Mercedes urgiéndome a comunicarme con Xavier Chamorro, pues habían asesinado a Pedro Joaquín. Eso ya lo he dicho, y descrito en un viaje de regreso a Managua, levitando en el silencio de una ciudad sepulcral. En mi mente, mientras conducía como autómata de regreso a la capital, una confusión de máscaras de El Güegüence, don Forcico, don Ambrosio y un desolado Señor Gobernador Tastuanes.

Velozmente iba recordando que casi todas las tardes Pedro y yo nos quedábamos comentando sus más recientes obras; sus novelas cortas Jesús Marchena (1975) y Richter 7 (1976), o su único libro de cuentos, en cuya contraportada escribí, sin firmar, porque lo suscribía la editorial, que era el primero, pensando que otros le seguirían. Este libro, El enigma de las alemanas / Tolentino Camacho / Tres cuentos negros y cuatro cuentos blancos, fue Primer Premio Día de la Hispanidad, Guatemala, 1977 y  publicado ese mismo año. También en su contraportada, sin firma tampoco por mis mismas razones, Pablo Antonio Cuadra escribió: “Todos los cuentos están unidos por el hilo de una misma concepción espiritual, en donde la ingenuidad, como tema de fondo, unas veces aparece enfrentada al mal y otras actuando dentro de los designios de él.”

Muchos de los escritos de Pedro se sustentan en el amor al prójimo y en su humor personal, que es también expresión auténtica de su personalidad. Un humor a flor de piel y de pluma, ya que el humor fue un arma muy cívica y efectiva que siempre conservó para no sucumbir vitalmente, y luchar contra el poder desmesurado y la insaciable ambición del Somoza de turno. Amor y humor. Baste recordar para reafirmar esto último, titulares de LA PRENSA cargados de ironía, como “Candidatos que van a ganar mañana”, o la burla al idioma español de Somoza Debayle: “E hubo fiesta”.

Antes de proseguir, hagamos un repaso histórico del entorno de Pedro, que contribuya al mejor entendimiento de su obra testimonial. Dice él: “En 1954 participé en la rebelión de abril. Fui arrestado, torturado y sometido a un Consejo de Guerra Extraordinario que me condenó por rebelión a varios años de prisión de los cuales cumplí dos…Se me puso en libertad en 1956, tres meses antes de que fuera muerto el General Somoza García, y el mismo 21 de septiembre, fecha en que Somoza fue baleado por Rigoberto López Pérez, se me volvió a arrestar…Me acusaron de complicidad en la muerte de Somoza. Me torturaron e hicieron declarar bajo tortura a varias personas en contra mía, pero todas ellas, dando luego un ejemplo de valor y de dignidad, rectificaron lo dicho.”

Su hermano Jaime Chamorro Cardenal, actual director de LA PRENSA, al comentar en dicho periódico del 29 de enero de este 2018, la sexta edición de Estirpe sangrienta: Los Somoza, nos recuerda que la primera  la hizo “Ediciones Patria y Libertad” en México en 1957, y explica que “en las páginas de este libro de corte histórico, ético y de lucha por la libertad de expresión, el lector encontrará el testimonio de un hombre que narra la historia de una dinastía sangrienta y corrupta…Hemos reeditado este libro porque es importante que llegue a los nicaragüenses y sea releído por estudiosos de la historia y la literatura testimonial.”

Su espíritu libérrimo, se sustentó en su formación moral y cristiana. En Diario de un preso escribe: “Desde la fecha que lleva la última página de mi diario hasta el día en que este epílogo se publica, ha corrido mucha sangre de nicaragüenses…Son héroes de amor al prójimo, porque amaron más la vida y la libertad de su prójimo que la vida y la libertad de ellos mismos. Ni el rico Epulón, ni Herodes, murieron en el monte llamados forajidos, pero hubo un Dios que murió en un monte condenado como forajido, por amor a los hombres.”

Su lucha fue la lucha contra cualquier nepotismo  Enfrentado al mal y sus designios. La escritura contra la sepultura, o la sonrisa incensurable, con sabor a travesura contra la amargura. “En esta casa todos somos amigos del General Somoza”, decía irónicamente un cuadro en el bar de su casa. Fueron famosos sus diálogos con “El Mudito” de “La Prensa”, que recientemente mencionó Edgar Tijerino, y era de su especial predilección la verborrea del profesor Ricardo Trejos Maldonado, inventor de lugares y sucesos con serio desparpajo.

Agudizábamos la imaginación para salir del hoyo de la tristeza, como la carátula que hicimos de “Los Monos de San Telmo” con Mundo Jarquín y su primo Toño, desnuditos de pequeños, en Ocotal, o su complicidad en la creación de la ficticia FIDAMECA –Federación Independiente de Artistas, Músicos y Escritores Centroamericanos- que en su momento “aglutinó a todos los escritores y artistas centroamericanos” para rendirle un apoteósico e inolvidable homenaje a “Los Bisturices Armónicos”.

Así mismo es reveladora de su personalidad su real participación, como un empresario con vocación cultural, en la creación de La Prensa Literaria Centroamericana, del premio del mismo nombre, y su apoyo incondicional a su hermano Xavier en esta hermosa aventura, pero aventura al fin y al cabo, que nos reunió en el proyecto a Pedro, a Xavier, a Pablo Antonio Cuadra, a Sergio Ramírez y a mí. Y valga recordar este hecho para hacer ver esa otra faceta de un Pedro que tenía que responder a los intereses empresariales del periódico por el posible fracaso económico, que lo fue, y de su vocación de escritor que ya consideraba la cultura prioritaria para Nicaragua y Centroamérica.

Sin embargo, con esas obras en su vida, cuentos y novelas cortas, se dio en nuestra historia literaria, la consagración del escritor que no pudo matar Somoza. Para una visión más clara de estas afirmaciones es que divido a Pedro escritor por géneros: El periodista, de combativos artículos sin precedentes en América Latina, en la lucha contra una dictadura; el testimonial, de Estirpe sangrienta: los Somoza (México, 1957) según su autor “Su contenido está enmarcado en la cronología de una prisión, que sufrió un hombre a quien tomaron preso el 21 de septiembre de 1956…Lo detuvieron como a tantos otros, y, como ellos también, vivió en las cárceles de la familia Somoza mucho tiempo, y fue objeto de sus métodos brutales.”, y Diario de un preso (1962); el cronista, acucioso viajero;  y el autor de “ficción” o mejor dicho, el Pedro realizado, estrictamente literario, que deviene en novelista y cuentista respaldado en su experiencia en los géneros anteriores. Sin olvidar su Diario político (1990).  Es así como encuentro sus dos plumas.

El primer Pedro y su primera pluma, es el escritor testimonial, cronista, articulista como un Mío Cid o un Quijote luchando contra los Molinos y Remolinos de una Patria impedida de ser República, y Pedro, el poeta, con poemas misteriosos, nunca publicados y quizás desaparecidos, acaso de un enamoramiento fugaz y utópico, un poema perdido en el tiempo en donde a lo mejor aparecía la persistente imagen de una patinadora en Nueva York, deslizándose sobre el hielo como una visión que deja un corazón enfebrecido.

Pedro, abogado eterno de perseguidos y explotados, y por ello autor de la tesis de grado, El Derecho del Trabajo  en Nicaragua (1948), la que anuncia su “hoja de ruta” por el prójimo. El mismo Pedro de estremecedores y valientes testimonios históricos, de un libro de inagotables referencias como Estirpe Sangrienta: Los Somoza (1957). Su hija Claudia Chamorro, declaró en una entrevista (L.P.17/01/18): “Es una radiografía de la dictadura donde queda claro sus diversas maneras de torturar, masacrar y sobre todo de oprimir al pueblo de Nicaragua privándolo de libertad.”

En la contraportada de Estirpe sangrienta: Los Somoza (2001), aparece un texto de Pedro que yo considero una definición del libro mismo y del género testimonial: “Todo lo escrito en las páginas del presente libro, es cierto; absolutamente cierto; y el propósito de su autor ha sido narrarlo con la mayor sencillez posible y sin exageraciones de ninguna clase… (es el testimonio de un hombre que) …Presenció y sufrió torturas, conoció a prisioneros que  fueron luego asesinados, vivió un juicio histórico que por su formación y desarrollo merece ser calificado como el más negro error judicial americano de nuestra época, y ahora narra su experiencia, con la intención de divulgarla en beneficio de quienes luchan contra la tiranía en Nicaragua y en otros pueblos de América.”

Especialmente este libro lo considero de capital importancia para nuestras nuevas generaciones. El relevo imprescindible y urgente entre una fotocopia de la vieja tiranía y una oposición dividida y obsoleta ante la actual. Es de capital importancia porque debemos impedir que la historia se repita, y cuanto ocurre no dé lugar a otra estirpe sangrienta, si no es que ya está aquí.

Diario de un preso,  es el testimonio de la cárcel sufrida después de la fracasada expedición de “Olama y Mollejones” (1962). Sobre esta expedición afirma que fue, en su tiempo, “el único desembarco aéreo que se ha hecho en la historia de Latinoamérica”. Y sobre el libro es también Claudia quien nos dice: “Diario de un preso” lo escribió en pedacitos de papel que le pasaba a mi madre cuando iba a verlo a la cárcel. El libro lo publicó Editorial Nuevos Horizontes, de la escritora María Teresa Sánchez, en 1963”. En 1967, el dramaturgo e hijo de María Teresa, Rolando Steiner, ordena y edita la edición de 5.p.m., colección de editoriales de Pedro, de 1960 a 1966.

Cronológicamente, siguen libros y folletos del coronista que non debe dejar fazer su oficio: “Los pies descalzos de Nicaragua”  (1966). Un viaje, como los que hacían los antiguos viajeros como Squier, esta crónica de Pedro trata sobre nuestra frontera sur.  En 1967 publica, “Nuestra frontera recortada”, sobre nuestra frontera norte. En estas recopilaciones de artículos periodísticos sobre un tema específico, ya aflora el narrador, la pluma que al no poder ser silenciada rescata a la primera, que se devela en los libros de novelas y cuentos, que mencionamos al inicio.

El Diario Político (1990) es de Pedro. En sus palabras  introductorias a este apasionante libro, su hijo Carlos Fernando dice que se trata de “una especie de ayuda memoria de su conciencia para auxiliarse en la lucha contra la adversidad en una época difícil, cambiante, llena de trampas, pero también de grandes posibilidades históricas…El diario retrata al periodista acosado por el Estado de Sitio, la censura, las amenazas de Somoza, y el asedio de un juicio canalla en su contra…Y también al político maduro, innovador, que vive con apasionamiento el agotamiento y la crisis del somocismo, resintiendo la represión inclusive contra aquellos cuyos postulados ideológicos no comparte, pero ante cuyo ejemplo no deja de expresar admiración…Por lo demás, tengo el pleno convencimiento de que más que a mí o a cualquiera de sus familiares, este diario le pertenece a la formidable historia de la lucha del pueblo nicaragüense, a la que mi padre dedicó toda su vida.”

En definitiva, escribir sobre Pedro como el escritor realizado que fue, es aceptar que la libertad intelectual es irreductible, y su campo de acción individual, sustentado en la ética, inconmensurable. Sus facetas de cronista, editorialista, historiador testimonial y narrador, así lo confirman. Contrario a lo que algunos ignoran, repito, fue el humor, junto con sus agallas, armadura para protegerse y burlar al atacante, y fue el amor, la prolongación a todos los nicaragüenses de una entrega cotidiana a la justicia. Trabajó, como dijo Pablo Antonio Cuadra, en la República de Papel en que se convirtió, contra toda dictadura, La Prensa. La trinchera mientras Nicaragua vuelve a ser República.

Hablar del Pedro escritor, es pretender abarcar al vasto, decidido e incisivo editorialista que no dejaba piedra sobre piedra, para evitar que Nicaragua se hundiera en el fango en que Somoza estaba convirtiendo a nuestra patria. Arena movediza diseñada para tragarse la inteligencia y la creación, haciendo uso de corrupción, miedo, terror, asesinato y tortura. Y día a día Pedro le quitaba la venda a todo el país, en donde, desde luego, habitaban y aún habitan, quienes gustan de permanecer vendados, pero también una gran mayoría que no acepta vendas, ni ser ciega. Así ocurre siempre en las dictaduras.

La Estirpe sangrienta, un monstruo por el que asomaron varias cabezas de una misma familia, es ayer y hoy esa arena movediza. El nepotismo, es ese fango. En aquel tiempo de la dinastía somocista, cuando los editoriales de Pedro no salían, se podía tocar el estruendoso ruido del silencio. La ensordecedora inutilidad de la censura, y aunque sin Pedro “La Prensa”, cuando podía salir, no era la misma, cuando “La Prensa” dejaba de salir, “era como si el país no existiera” escribió José Coronel Urtecho.

Pero incluso silenciada, la figura de Pedro se agigantaba. Tal si el silencio asumiera la forma mítica de un Pedro épico, que entonces, de las cenizas de la razón, la democracia y el civismo, surgía libérrimo y literario. Queriendo callar al editorialista, propiciaban que, desde la literatura, surgiera la inteligencia; que desde la barbarie, se levantara incólume el Pedro escritor, que él mismo llevaba en su alma. Esto dio lugar al relevo de sí mismo y a la explicación del enigma de las dos plumas.

Pues sucedió que si el Somoza de turno creía que silenciaba una pluma, la pluma se convertía en bicéfala, y daba lugar a que otra la relevara en el Pedro político, para dar lugar al Pedro creador. Pero el que naciera una más, no significaba que la otra muriera. Lo que sucedió fue que el dictador fracasó en aniquilar la pluma del  político y dio vida a la inmortalidad de la otra.


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Luis Rocha Urtecho

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