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Las condiciones para que Ortega deje el poder

Al Ejército y a la Policía les conviene una transición ordenada y pacífica. Mientras más rápido salga Ortega del poder, mejor para la economía

Daniel Ortega en el primer mitín tras las masivas protestas que exigen su salida tras once años en el poder. Carlos Herrera | Confidencial

Nicasio Urbina

2 de mayo 2018

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El diálogo debe ser siempre el primero y último recurso en todo dilema humano, excepto cuando una de las partes dialogantes ha demostrado una y otra vez que no está interesada en el diálogo, que simplemente está usando ese recurso para ganar tiempo, organizar la contraofensiva, y aniquilar a la  otra parte. Esa es la situación en la que nos encontramos en Nicaragua desgraciadamente. Lo único que hay que dialogar en este momento son las condiciones en las que Daniel Ortega y su dictadura van a dejar el poder y salir de Nicaragua. De lo contrario estamos en la misma situación en la que estábamos en 1977 con Somoza, quién como todos sabemos, decía que quería dialogar mientras trataba de silenciar el clamor popular. A la mayoría de los nicaragüenses, incluyendo a todo el verdadero sandinismo que representa el 30% de los nicaragüenses, no nos conviene que continúe la violencia. A la iniciativa privada le conviene que Daniel Ortega entregue el poder y que podamos reanudar la vida democrática republicana. Al Ejército y a la Policía les conviene una transición ordenada y pacífica inmediata. A los únicos que le conviene mantener la dictadura y llevarnos a una guerra es a Daniel Ortega y sus secuaces.

La historia nos enseña que Daniel Ortega nunca ha honrado los acuerdos de un diálogo. En 1988 se firmó la paz en Sapoá, se acordó salvaguardar la seguridad personal de todos los militantes del conflicto, y sin embargo entre 1990 y 1994 murieron decenas de líderes y efectivos de la Contra, incluyendo su líder Enrique Bermúdez en 1991.  En 2011 Jose Gabriel Garmendia, ex-contra alzado en armas frente a Daniel Ortega fue ejecutado como lo comprobó la Comisión Permanente de Derechos Humanos.  Solamente en 2016 murieron 11 personas del Movimiento campesino por defender sus derechos y su tierra y protestar contra la ley 840 del Canal interoceánico. Ortega ha demostrado que tras acordar una tregua con sus adversarios, simplemente los manda a matar. Eso es lo que va a suceder después del diálogo. En forma misteriosa e inexplicable muchas personas involucradas en la lucha van a aparecer muertas aquí y allá. Algunos líderes serán comprados con dádivas, otros serán amedrentados con tortura y con amenazas a sus familias, o muchos otros serán exterminados. Ortega nunca ha cumplido sus promesas, ¿qué nos hace pensar que está será la primera vez?


La única solución para Nicaragua es la renuncia de la dictadura al poder, y eso no lo vamos a lograr con un diálogo pautado para finales de mayo. Las estructuras asesinas de la dictadura se están preparando para continuar la guerra sucia y un mes es muchísimo tiempo. Nadie va a poder aguantar un mes de hostigamiento a manos de los esbirros de la dictadura. Hay que llamar a un Paro Nacional inmediatamente y hay que mantener la exigencia de la renuncia inmediata de Daniel Ortega. Todas las otras reformas vendrán después de la salida de la familia Ortega de Nicaragua. Ortega puede ofrecer en el diálogo reformar el Consejo Supremo Electoral y hasta puede ofrecer adelantar las elecciones presidenciales. Ninguna de esas dos concesiones son suficiente viniendo de un dictador que ha cambiado la Constitución en forma ilegal, para declarar la reelección indefinida. Estoy seguro que la dictadura encontrará formas de cometer fraude de nuevo en las próximas elecciones, estoy seguro que “hará lo que tenga que hacer” en palabras de Tomás Borge, para no perder el poder. Si aceptamos esas dos concesiones estamos listos y servidos. El único punto en la agenda del diálogo tiene que ser la renuncia del presidente inconstitucional de Nicaragua.

El Ejército y la Policía tienen la obligación de apoyar al pueblo nicaragüense en su lucha. Recuerden que son instituciones nacionales. Recuerden que cuando Daniel Ortega caiga ustedes van a continuar siendo Ejército y Policía. Ustedes no son la Guardia somocista, ustedes son el Ejército Nacional y la Policía Nacional. Este es el momento para decirle al tirano que es hora de partir, y seleccionar a sus líderes en el Gobierno de Transición. El Partido Sandinista debe asimismo pensar en sus nuevos cuadros, en los mejores candidatos para las elecciones de noviembre de 2018. Son quizás el partido más fuerte de Nicaragua y tienen grandes probabilidades de ganar unas elecciones limpias, pero para eso tienen que presentar candidatos frescos, limpios, inteligentes y democráticos. Lo mismo debería hacer todos los otros partidos y movimientos del espectro político de Nicaragua, para que en noviembre, bajo un nuevo Consejo Supremo Electoral, tengamos una campaña brillante, propositiva, limpia y expedita.

La dictadura orteguista no está interesada en dialogar, está interesada en ganar tiempo y aniquilar a la oposición. Van a tratar de acabar con Monseñor Baez, van a echarles la vaca a los líderes del Movimiento estudiantil, van a seguir exterminando a los líderes del Movimiento campesino, van a amenazar a los empresarios con persecución fiscal y amenazas directas. Van a seguir sacando a las turbas a las calles para intimidar las protestas ciudadanas pacíficas. Van a hacer la mueca con una Comisión de la Verdad manejada por la Asamblea Nacional, van a proponer reformas al sistema electoral lideradas por un representante de la OEA que se ha reído de Nicaragua varias veces en el pasado. Van a hacer “todo lo que tengan que hacer”, menos entregar el poder y encausar el país en una senda democrática.

Es por eso es que la única opción es el Paro nacional. Mientras más rápido salga Ortega del poder, mejor para la economía de Nicaragua, mejor para el turismo, mejor para la restructuración de la Policía Nacional, mejor para que los campesinos vuelvan a cultivar la tierra, para que los estudiantes regresen a las aulas, y cada nicaragüense pueda continuar con sus labores normales. Si no, lo que nos espera es el caos.


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