
22 de noviembre 2018
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Ortega está estratégicamente derrotado: ha perdido el respaldo popular, pero parece decidido a quedarse con represión y respaldo de su base fanatizada
Ante la posible reunión de Pedro Sánchez con Daniel Ortega
El terror desatado por el Estado, encabezado y dirigido por Daniel Ortega y su vicepresidenta y esposa, ha dejado perpleja a la comunidad internacional y a la gente decente del planeta. Y aquí una primera reflexión: Esta autoproclamada “izquierda“ del Gobierno “cristiano socialista y solidario” de Nicaragua, ha sido capaz de ejecutar los crímenes más atroces, que nos recuerdan- por cierto, aquellos repudiables crímenes del estalinismo.
Pero en medio de aquella crisis política sin precedente las consignas generales gritadas por los estudiantes, eran insuficientes para indicar los pasos y caminos concretos que pudieran conducir al objetivo de terminar con la dictadura.
Desde los movimientos sociales en lucha contra el vanguardismo, el caudillismo y el verticalismo habíamos proclamado la importancia de la horizontalidad. La Nicaragua sublevada vivió entonces la plenitud de esa horizontalidad. No había jefes, ni caudillos, ni partidos, dirigiendo el movimiento. La energía y creatividad parecían no tener límites. La memoria histórica de jornadas pasadas floreció en cantos y consignas. Poetas, escritores, cantores, multiplicaron sus obras animando la rebelión.
Pero esta misma amplitud del movimiento no fue capaz, en el momento crucial, de dotarse de una dirección colectiva que orientara y potenciara la fuerza arrolladora de las masas. Una vez más la crisis revolucionaria no se podía resolver por la ausencia de una conducción. La permanencia de esta problemática se mantiene sin duda como un desafío a los movimientos sociales.
Cínicamente, se montó en el argumento de la geopolítica, cuando hasta al 18 de abril Ortega era el mejor socio de los Estados Unidos y del FMI en la región, fiel cumplidor de sus políticas: económicas, migratorias, de seguridad nacional -con el pretexto del crimen organizado. ¡La CIA, quiere darme un golpe de Estado! ¡Todo esto es golpismo!, – proclamó el régimen al borde del colapso. Nada más absurdo que hablar de golpe, ni duro ni blando, porque estos presuponen uso de fuerzas institucionales, militares o no, todas las cuales permanecen bajo el férreo control de Ortega. Aunque hay que decirlo. El pueblo tiene el derecho de rebelarse y de un solo golpe sacar del poder al opresor como ya lo hizo en muchas partes de América Latina.
Desde el poder no se escuchó ninguna autocrítica para reconocer que la insurrección de abril fue resultado del acumulado de inconformidades, por el cierre brutal de todos los derechos civiles y políticos a los nicaragüenses. Un acumulado de digna rabia por sus políticas neoliberales. La explosión de todo un pueblo sometido de pies y manos al libre mercado y a los intereses de las transnacionales, es decir, del capital.
El más significativo fue el Movimiento Campesino por la Defensa de la Tierra Lago y Soberanía, contra la concesión canalera (Ley 840), protagonista de casi 100 marchas. Pero también se destacaron, el movimiento por derechos de los ancianos, (Ocupa INSS) la demanda obrera contra los antiguos dueños de las bananeras y los cañales, por las secuelas de agrotóxicos.
La lucha de los periodistas, frente a un régimen que se adueñó de los principales medios de comunicación. Los defensores y defensoras de Derechos Humanos, no cejaban en sus denuncias y demandas.
Movimientos contra concesiones mineras a cielo abierto. Una sublevación local en Mina El Limón. Sostenidas protestas de feministas, por los femicidios y los retrocesos en nuestras reivindicaciones; Movimientos de los ecologistas. Indígenas defendiendo territorios frente a la invasión armada de colonos y las protestas por repetidos fraudes electorales, que ya habían dejado más de diez muertos y más de 30 heridos entre 2008 y 2017.
La semilla sembrada por más de dos décadas por las más variadas expresiones del movimiento social germinó al unísono con la rebelión de abril.
Con una recién aprobada ley antiterrorista, criminalizan cualquier acto individual o colectivo de protesta.
*Presentación en el Foro Actualidad de las luchas sociales y políticas en América Latina y el Caribe. Facultad de Ciencias Sociales, Universidad de Buenos Aires. 21 de noviembre
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Guerrillera, revolucionaria y política nicaragüense. Participó en la insurrección contra la dictadura somocista. Exdiputada de la Asamblea Nacional. Fundó el disidente Movimiento por el Rescate del Sandinismo. Tiene una licenciatura en Ciencias Sociales y una maestría en Derecho Municipal de la Universidad de Barcelona, España. Es autora de la serie "Memorias de la Lucha Sandinista".
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