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Sistema esclavista cubano

Los médicos cubanos van con agentes de la Seguridad del Estado, deben entregar sus diplomas y sus familias quedan en Cuba, rehenes del Estado

Médicos cubanos

Médicos y enfermeros de Cuba en un acto en La Habana antes de viajar a Italia, durante la pandemia del covid-19. // Foto: Ernesto Mastrascusa | EFE

Héctor Schamis

7 de marzo 2024

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Asistí a una audiencia de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, CIDH. Fue solicitada por “Prisoners Defenders International”, oenegé con sede en Madrid, cuya misión es visibilizar y denunciar violaciones de derechos humanos, principalmente en Cuba. Precisamente, la sesión llevó por título “Cuba: Derechos humanos de las personas que participan en las misiones médicas”.

Tengo proximidad con el tema, y desde 2019 varios textos. Es que las misiones de médicos cubanos desnudan con demoledora contundencia la hipócrita narrativa de la dictadura, quizás como ninguna otra acción de gobierno. En el discurso, las misiones cubanas son sobre la “excelencia de su medicina” y la “solidaridad de su revolución”. En la realidad, sin embargo, se trata de propaganda, captación de divisas y control social. Y extracción de plusvalía, puesto en terminología marxista para la nomenclatura del partido.

Las verdaderas condiciones de los médicos cubanos


Es decir, explotación, un salario que equivale a una fracción del valor producido por la tarea y muy por debajo del salario medio percibido por igual tarea en el país de destino. La simple aritmética de este gigantesco negocio es inequívoca. Del total del programa solo el 10%-15% se destina a la remuneración de los profesionales. El restante 85% es para el Gobierno de Cuba, que por este medio se hace de 8000 millones a 10 000 millones de dólares cada año. Es el principal ítem en la cuenta corriente del Estado cubano, superior al turismo.

La evidencia presentada por Javier Larrondo, presidente de Prisoners Defenders, el alegato de los testigos, médicos que fueron parte del programa en diferentes destinos, y el testimonio de parlamentarios europeos son abrumadores. Por ello es que las misiones han sido catalogadas como “formas contemporáneas de esclavitud, trabajo forzoso y tráfico de personas” por la Relatora Especial sobre las formas contemporáneas de la esclavitud y la Relatora Especial sobre la trata de personas, ambas de Naciones Unidas.

Es un régimen represivo en el que los participantes se reclutan por medio de presiones y amenazas. No se les informa el destino, la duración del viaje, ni la paga. No se les permite viajar con miembros de su familia. Se les retiene el pasaporte y sus diplomas académicos. Una vez en el destino deben realizar funciones de propaganda y adoctrinamiento.

Viven todos juntos bajo vigilancia, con horarios restringidos y obligación de informar cualquier contacto con personas que no sean miembros de la misión. Son acompañados por agentes de la Seguridad del Estado que simulan ser médicos, pero cumplen funciones de inteligencia con los cubanos, para controlar la defección, y tareas políticas encomendadas por el gobierno receptor, incluyendo proselitismo.

El diseño coercitivo es de relojería. Los médicos cubanos deben entregar a los jefes de la misión sus diplomas y toda otra documentación que los acredite profesionalmente, ello para evitar su inserción laboral en caso de abandono de la misión. Al mismo tiempo, sus familias quedan en Cuba, literalmente rehenes del Estado para reducir la probabilidad de dicha deserción.

El instrumental punitivo es la parte final del diseño, un encadenamiento totalitario. El abandono de funciones se castiga con ocho años de prisión en Cuba, pero si el infractor no regresa es declarado “desertor”. En ese momento el Ministerio del Interior lo declara “emigrado”, que conlleva la pérdida total de derechos, incluyendo las propiedades. Inmediatamente le sigue la declaración de “indeseable”, lo cual prohíbe la entrada a Cuba por ocho años y provoca la separación familiar.

Esta legislación abre la posibilidad de perder los derechos de patria potestad, ya que el nuevo “Código de las Familias” de 2022 estipula que el desertor es susceptible de dicha pena, habilitando a la autoridad competente a administrarla según considere necesario. De ahí que en junio de 2022 el “Comité por los Derechos del Niño” urgió a Cuba a poner fin a toda separación de los menores de sus padres por la decisión de estos de terminar un contrato laboral y a modificar el Código Penal a efectos de eliminar los obstáculos que impiden la reunificación familiar.

Por todo lo anterior, más de 5000 niños están separados de su padre y/o madre por un lapso de hasta ocho años. El mecanismo represivo es hermético. Los hijos son rehenes del Estado en Cuba, los padres lo son en el exterior. Si alteran dicha condición, los espera el peor castigo que puedan sufrir: no ver crecer a sus hijos, según testificaron con lágrimas los deponentes en la audiencia.

La tan romántica revolución que proclamó la emancipación del proletariado, en la realidad esclaviza médicos. En Cuba, un profesional de la Salud tiene que estar dispuesto a ser esclavo si también quiere ser padre o madre de sus hijos.

Si el giro en U del socialismo al modo de producción capitalista, como en la transición poscomunista europea, fue una aberración para el pensamiento marxista, mucho más anómalo habría sido una regresión hacia un modo de producción esclavista. Pues eso son las misiones médicas cubanas. El Estado-partido ha hecho que la historia marche a contramano de la historia.

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Héctor Schamis

Héctor Schamis

Académico argentino. Actualmente es profesor en el Centro de Estudios Latinoamericanos en la Universidad de Georgetown. Es autor de varios libros y articulista de opinión en diferentes medios.

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