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Así se mediatizó al sindicalismo

El sindicalismo comenzó su maduración coincidiendo con la lucha del general Sandino en defensa de la soberanía nacional

Onofre Guevara López

2 de enero 2024

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2024, un año más que en el panorama social del país sigue ausente de su dinámica la clase trabajadora después de haber perdido la autonomía cuando sus armas naturales de lucha, los sindicatos les fueron mediatizados, haciéndola retroceder a condición de una masa amorfa, sin identidad ni actividad propia, durante un proceso de desclasamiento iniciado hace no menos 50 años.

Este fenómeno social involutivo se produjo en el sindicalismo nicaragüense nacido en los años 20 y 30 del siglo XX, en la matriz de una sociedad semicapitalista —dominada por la clase heredera de la colonia— que aún tenía los pies en el campo, pero la cabeza en Europa y Estados Unidos. Ese sindicalismo fue resultado de la evolución de las organizaciones mutualistas de los gremios artesanales, surgidas en las últimas décadas del Siglo XIX.


El sindicalismo comenzó su maduración coincidiendo con la lucha del general Sandino en defensa de la soberanía nacional frente la intervención armada estadounidense. A inicios de la década del 30, cuando ya había logrado consolidar sus organizaciones dentro de un ámbito social hostil, enfrentado con la patronal tradicional y con la represión estatal, entonces dirigida por los interventores.

Su mayor nivel de desarrollo lo alcanzó constituyendo por primera vez su propio partido político, el Partido Trabajador Nicaragüense. La emergencia de Anastasio Somoza García en la cúspide política con su primer golpe de Estado (1936) significó también el principio de la muerte del PTN en 1939, contaminado con el virus del oportunismo político inoculado por agentes de la dictadura dentro de sus filas.

La conciencia de clase se aquella generación de trabajadores se mantuvo latente y creciente, pese a la desventajosa situación. Las contradicciones sociales se recrudecieron, y reanimaron su actividad política y sindical, enfrentando represión, trampas políticas e ideológicas. Predominó su voluntad de lucha, reforzaron las estructuras del movimiento sindical y dieron vida su nuevo partido político, el Partido Socialista Nicaragüense, en 1944. Con la reiteración de viejas demandas en las nuevas condiciones —y estimulados por la victoria democrática sobre el nazi-fascismo— los trabajadores lograron legalizar algunos derechos sociales con Código del Trabajo (1945).

De inmediato, tanto la clase patronal, con sus partidos de derechas, desplegaron una campaña anticomunista inédita en el país, fácil de asustar a una sociedad conservadora, como la misma dictadura que promulgó el Código del Trabajo, pretendiendo convertirlo en anzuelo para pescar la conciencia de los trabajadores.

No lo logró totalmente, y apenas entumió al movimiento sindical utilizando al Ministerio del Trabajo para mediatizar la lucha por los derechos sociales y con sus fallos parcializados a favor de la patronal. Sin embargo, el movimiento sindical creció con nuevos sindicatos de tendencia socialcristiana y de otras tendencias.

Para los años 60, había crecido la lucha sindical, y el derecho de huelga fue negado por el Ministerio del Trabajo, y todos esos años solo legalizó la huelga de los trabajadores de la agencia de las máquinas Singer. Pero las huelgas “ilegales” nunca pudieron detenerlas, y muchas de ellas concluyeron triunfantes.  

II

Así, aunque dividido, pero con su propia fisonomía social independiente y luchando contra todos los obstáculos, el movimiento sindical y político forjados desde 1940 —y después de un proceso de lucha general y sangriento de 39 años— se produjo el triunfo revolucionario sandinista de 1979.

Antes, desde los años 60, se había librado una lucha de principios —tácticos, políticos e ideológicos— entre el FSLN y el PSN, y recrudeció cuando de la Juventud Socialista Nicaragüense varios de sus cuadros desertaron hacia el FSLN, atraídos por la acción armada. Aquellos jóvenes socialistas, contribuyeron al fortalecimiento del FSLN y casi todos formaron parte de su dirección política. El propio fundador del FSLN, Carlos Fonseca, había sido militante del PSN.

Entre ambas organizaciones no solo hubo un desencuentro generacional, sino también un desencuentro táctico y de estrategia. Pero, entre malos entendidos, rencores personales y fuertes divergencias, no hubo una ruptura definitiva (más bien hicieron actividades conjuntas), y al final se impusieron la tolerancia y las razones políticas.

En 1976, el PSN se partió en dos: después, uno se integró al FSLN, y el otro giró a la derecha. Así el PSN histórico, desapareció como partido. La división socialista se reflejó en su movimiento sindical, surgiendo dos CGT Independiente.

III

Antes de su integración, el PSN hizo aportes a la lucha armada del FSLN. Pero al triunfar la revolución, fue mayor y más importante su aporte en el campo social, porque la fuerza sindical influenciada por los socialistas sirvió de base a la organización de la Central Sandinista de los Trabajadores, para contribuir a consolidar la revolución en el terreno social laboral, en donde el FSLN no tenía dominio. El Frente solo agrupaba a cuadros obreros y campesinos ligados a sus tres tendencias.

Cuando se organizó la CST (25 julio/1980) todos los sindicatos —industriales y artesanales— del país, agrupados en la Confederación General del Trabajo Independiente, ya estaban incorporados a la estructura inicial de la CST. Este consecuente gesto revolucionario de los socialistas, no fue bien interpretado por muchos miembros de la dirección del FSLN, vieron como un acto de rendición y subordinación, y desde ese primer acto unitario, iniciaron una práctica sectaria, la cual se resume en que:

a) Pusieron el sello sandinista a un movimiento sindical, cuyos militantes no tenían una orientación política única; b) impusieron como dirigentes máximos de la CST a sandinistas sin experiencia ni trayectoria sindical —o con muy poca—, y marginaron a los dirigentes históricos del sindicalismo; c) impusieron a la CST, más que una agenda gremial, una agenda política.

Pese a ello, en febrero de 1980, todas las centrales sindicales existentes (menos una) crearon la Coordinadora Sindical Nicaragüense, con la finalidad organizar una sola central sindical nacional —vieja aspiración de la clase trabajadora— pero el intento unitario fue frustrado por el sectarismo de todas las tendencias sindicales.

A la división contribuyeron de manera definitiva la guerra contrarrevolucionaria y la defensa de la revolución, generando otras contradicciones políticas. El resultado es que la clase trabajadora sigue mayoritariamente desorganizada, y los sindicatos sobrevivientes están mediatizados unos y reprimidos otros por la dictadura.

III

Básicamente, esos son los errores que dieron comienzo a la desmovilización obrera, sin iniciativa propia para luchar por los derechos laborales, pues una parte ha caído en una dependencia política, convertida en un apéndice del poder dictatorial neoliberal vigente.

Esta situación mediatizada y reprimida de los organismos sindicales, se inició —como ya quedó dicho— desde 1980 y quedó confirmada por la decisión de Daniel Ortega, como la complicidad de Gustavo Porras, en los días de la campaña electoral de 2006 y sellada al tomar el poder en 2007.

No solo una vez, la prueba documental de esta política, una carta de Porras dirigida a Iris Montenegro, líder de Fetsalud y diputada de la Asamblea Nacional orteguista, la hemos transcrito en parte y totalmente en esta columna. También hemos escrito aquí, acerca del oportunismo de Porras: su membresía en la Juventud Somocista terminó el día 20 de julio de 1979, cuando amaneció “sandinista” en la Plaza de la República, celebrando el triunfo revolucionario. De ahí se convirtió en el eterno presidente de Fetsalud y después presidente representante de Ortega y Murillo en la Asamblea Nacional.

De ese documento señalaremos lo básico…

Al margen de estas cuartillas

*Al retornar al poder, los sindicatos jugarían un papel beligerante, como ellos lo jugaron durante 16 años (años de Gobiernos neoliberales), por lo que decidieron seguir la tarea de neutralizar a sus sindicatos y a los que no les eran afines… 

*Se propusieron: “…lograr que Fetsalud disminuya su beligerancia para que al estar en el Gobierno contemos con su fuerza sindical adormecida y que apoye los planes y estrategias del Minsa que será administrado por nuestro partido…”

*“Nuestro Gobierno debe contar con una Fetsalud cooperadora y (…) estimular a los dirigentes históricos que nos han sido fieles para que (…) excluyan las huelgas y otras protestas similares…”

*Confesaron que durante un Gobierno neoliberal…”en el Minsa hemos logrado conducir a nuestras bases bajando el tono de las protestas y con la licenciada Gurdián (ministra liberal) logramos acuerdos estratégicos…

*“que nos permitieron disminuir el desgaste y preparar a nuestros afiliados en un nuevo enfoque de lucha mediatizadora, preparando a nuestras fuerzas para que jueguen un buen papel cuando seamos Gobierno”…

*Y, para variar, también la represión para los suyos: “Debe combatirse con firmeza todo acto de oposición dentro de nuestras fuerzas...

*“No debemos olvidar que hay dirigentes que puede hacer observaciones que tiendan a causar confusión…

*“con este tipo de dirigentes hay que hablar personalmente para que no se constituyan en un peligro para nuestra nueva estrategia. Vos tenés una lista de quiénes son”.

Esta breve reseña de la historia de la política mediatizadora de los sindicatos de parte del sandinismo primero y del orteguismo ahora, es suficiente para hacerse una idea aproximada acerca de cómo la ambición y la vanidad del poder los afectó —en particular a los orteguistas, que han tenido más tiempo para desarrollar ambición y vanidad— hasta llegar al extremo enfermizo de sentirse merecedores de todo y con el derecho de no respetar a nadie.

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Onofre Guevara López

Onofre Guevara López

Fue líder sindical y periodista de oficio. Exmiembro del Partido Socialista Nicaragüense, y exdiputado ante la Asamblea Nacional. Escribió en los diarios Barricada y El Nuevo Diario. Autor de la columna de crítica satírica “Don Procopio y Doña Procopia”.

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