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114 años bajo dictaduras

Todas las dictaduras han tenido similares métodos represivos, a veces los mismos y otras veces con peores métodos

Onofre Guevara López

5 de diciembre 2023

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“Nací bajo una dictadura, y no quiero morir bajo otra dictadura”, Herty Lewites.

Herty murió el 2 de julio de 2006 y había nacido el 24 de diciembre de 1939, tres años después de que Anastasio Somoza García, le diera golpe de Estado a Juan Bautista Sacasa (1936) y vivió cuarenta años bajo la dictadura somocista. Su deseo de no morir bajo otra dictadura, le surgió por la tendencia autoritaria de Daniel Ortega, cuando ya era predecible que ganaría las elecciones de 2006.


Ese predictivo temor de Herty tenía fundamento en que las probabilidades de una victoria electoral de Daniel estaba en sus actividades callejeras violentas desde la oposición a partir de 1990 y luego en el pacto con el corrupto Arnoldo Alemán (2001). Además, el mismo Herty Lewites, igual que Álvaro Ramírez González, Vilma Núñez de Escorcia y otros sandinistas, había sentido el peso de su autoritarismo cuando le disputaron la candidatura presidencial del FSLN en unas consultas internas de dudosa imparcialidad.

A Herty lo sorprendió la muerte a un año y medio antes de las elecciones de 2006. Su popularidad le había nacido de su carácter campechano, y como funcionario público con mucha iniciativa y eficiencia en el Ministerio de Turismo durante la revolución, y después en la Alcaldía de Managua (2001-2005). Su repentina defunción causó conmoción nacional, dio lugar a especulaciones y porque sucedió en plena campaña electoral siendo él candidato. También dejó un vacío político entre el Movimiento Renovador Sandinista.

II

El hecho de recordar a este interesante personaje por aquella su inquietud de no querer morir bajo otra dictadura, porque en nuestra historia hay un proceso dictatorial de, por lo menos, ciento treinta años (1893-2023) cuyas consecuencias se vienen arrastrando en etapas que engloban a varias generaciones; es decir, de la dictadura de José Santos Zelaya a la dictadura Ortega-Murillo, con el intermedio de la dictadura de los tres Somoza.

¿Cuántas generaciones de nicaragüenses han nacido y vivido bajo estas dictaduras? Si una generación, o sea, el conjunto de personas que tiene una edad similar se calcula en 20 años, y si a estos 130 años les restamos los 16 años neoliberales democráticos (1991-2007) habrá vivido en 114 años bajo dictaduras… ¡más de cinco generaciones, y el rancho sigue ardiendo! Todas las dictaduras han tenido similares métodos represivos, a veces los mismos y otras veces con peores métodos.

Todos sabemos cuáles han sido las dictaduras, quiénes las han encabezado, cuánto tiempo duraron y de qué métodos respectivos han utilizado. Las recordamos algunos de manera resumida:

La de José Santos Zelaya, nacida como una revolución liberal por las reformas aplicadas a las estructuras de un sistema político y social conservador en lo ideológico y en lo partidario, que degeneró en dictadura con sus reelecciones fraudulentas durante los 17 años que se mantuvo en el poder.

Después de los cortos períodos transitorios de José María Estrada y de José Madriz, la dictadura de Zelaya fue reemplazada por la dictadura militar estadounidense (1912); esta intervención militar fue una de las muchas que ya practicaba el creciente imperialismo estadounidense, e impuso al país una especie de protectorado, que algunos historiadores llaman “la restauración de la república conservadora”.

La dictadura de la dinastía Somoza, fue de más de medio siglo si se toma en cuenta que se inició con la carrera de Anastasio Somoza García, un engendro de la dictadura extranjera, primero como jefe director de la Guardia Nacional y luego premiado con el apoyo estadounidense a su dictadura dinástica por el asesinato de Sandino en 1934.

A la dictadura dinástica somocista la derrotó la Revolución (1979) y pasado el período revolucionario y los años de contrarrevolución hasta 1990, vinieron los Gobiernos de la Unión (1991-2006); y en 2007 se inició la actual dictadura Ortega-Murillo.

III

Decir que hemos vivido 114 años bajo el suplicio dictatorial no sería retórico. Los métodos represivos aplicados durante estos años contra los opositores por pensar y opinar diferente; por oponerse a sus políticas antidemocráticas; por hacer uso del derecho humano y ciudadano de aspirar a sustituir través de elecciones libres, a cualquier individuo que abusa del poder del Estado. La siguientes son algunas de las formas opresivas que han practicado las dictaduras:

La lucha inter oligárquica por el poder de finales del siglo XIX y principios del siglo XX, la hacían con sus propios ejércitos, y los soldados eran campesinos de las haciendas de “los generales”; en todos los casos, la mayoría de los muertos eran campesinos y en ocasiones los “generales” triunfadores ordenaban el fusilamiento de los “generales” derrotados. Así satisfacían sentimientos personales de venganza, y solventaban rivalidades políticas y económicas entre los partidos de las familias dominantes.

Aparte de esas matanzas, y mientras llegaba “la paz”, además de los fusilamientos, las cárceles y destierros individuales, se practicaba el castigo de Los palos contra los prisioneros enemigos; es decir, se les castigaba con garrotazos en las nalgas que iban de cien a doscientos, que los dejaban incapacitados hasta para sentarse por mucho tiempo. Ese salvajismo se aplicaba con el odio del vencedor contra el vencido, disfrazado de “rivalidad política”.

Lo confirmo, porque mi padre sufrió ese castigo primitivo en días de la llamada “guerra de Mena” (1912). Con la misión “civilizadora” estadounidense que comenzó ese año, se “modernizaron” los castigos contra los prisioneros sospechosos de colaborar con los “bandoleros” de Sandino; desaparecieron los incivilizados palos nalgueadores, e introdujeron los chuzos eléctricos. Durante las dictaduras somocistas este fue un método de interrogación de su especial preferencia.

IV

¡Cuántas ventajas trajo la civilización! De esas ventajas han estado gozando los presos políticos de  este siglo XXI. Los dictadores, sin abandonar del todo los “clásicos” castigos físicos —los pozos para fingir ahogamiento, los golpes con puños, patadas o culatazos—, no dejan de complacerse con que sus esbirros practiquen violaciones sexuales contra opositores de cualquier sexo.

Pero el gran avance de la “modernidad” en materia de castigos ha sido la judicialización de las actividades políticas de los “enemigos”; o sea, una mezcla de falsa legalidad para castigar delitos inventados, más una abierta y múltiple violación de otros derechos humanos.

La violación de la Constitución Política, es cubierta con frases hechas de tono “revolucionario”, al estilo del fachadismo luminoso y colorido de las ruinas de la vieja Managua. En la Asamblea Nacional “curan” las violaciones constitucionales con discursos jurídicos que los diputados entienden mal, los dicen peor, pero los obedecen bien.

A sus gestores políticos en los tribunales de justicia y en la Suprema Corte no los castigan por ignorar las leyes a la hora de aplicar justicia, sino cuando meten las manos demasiado, o cuando comienzan a pensar que son libres de pensar.

En tiempos parlamentarios primitivos, se usaban las voces y las manos levantadas para votar; ahora, en la era digital, con un dedo basta para cumplir con el deber de votar para botar de su patria a quienes se atreven a practicar sus derechos constitucionales, porque ellos, los diputados, son los guardianes de la Constitución para cuidar que no se cumpla.

A los opositores que no acaban de entender que “gracias a Dios” ellos están el poder, pueden exiliarlos en masa, quitarles el derecho de haber nacido en su patria, lo cual, además ser un hecho extemporáneo, porque ya habían nacido en ella (y bien nacidos que fueron) es imposible que se pueda perder la patria por un decreto de quienes actúan con sentimientos apátridas.

Les despojan de sus bienes materiales, porque los despojadores no pueden dotarse de bienes por medios éticos, y tampoco podrían utilizar la ética, porque nadie puede pensar bien con cabeza enajenada.

Al margen de las cuartillas

*Anteayer 2 de diciembre 2023 cumplió 200 años la doctrina Monroe (“América para los americanos”) madrina de intervenciones y dictaduras militares…

*Ninguna coincidencia: en Argentina ganaron las elecciones los candidatos negacionistas de los crímenes de la dictadura de los militares ahijados de la doctrina Monroe…

*Y en su campaña electoral, Javier Milei confesó que su política exterior seguirá fielmente la política exterior de los EE. UU. e Israel…

*Nada puede asombrar: su diputada Lilia Lemoine expresó su odio contra todos los presidentes del mundo por el engaño en que tienen a sus pueblos…

*Hasta ahí, parecía justificar su odio la diputada de Milei; lo increíble fue cuando dio a conocer el motivo de su odio…

*Según ella, el engaño en que mantienen a los pueblos, consiste en que… ¡“siguen haciéndoles creer que la Tierra es redonda y no plana como en verdad lo es”!

*Para comprobar ese “engaño”, la diputada mileinista mostró el logo de las Naciones Unidas: “¿Lo ven? –dijo señalándolo— ¡aquí la tierra aparece plana, no redonda”!…

*Esto parece confirmar que la administración de Milei… ¡se hará con ideas cuadradas!

*Misterios dictatoriales:

1) Por su cariño hacia monseñor Álvarez, la dictadura lo tiene en una celda de lujo, tipo hotel cinco estrellas; ¿Cuándo lo van a dejar libre para castigarlo a vivir las dificultades de su misión pastoral?

2) Sermesa —empresa de las apadrinadas por el Seguro Social— tiene servicio de odontología, pero nunca lo ha informado; funciona en secreto en local aparte, y quien lo ha sabido ha sido por boca de otro: ¿Cuántos jubilados habrán muerto y morirán desmuelados, habiendo pagado al Seguro Social durante una vida de trabajo?

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Onofre Guevara López

Onofre Guevara López

Fue líder sindical y periodista de oficio. Exmiembro del Partido Socialista Nicaragüense, y exdiputado ante la Asamblea Nacional. Escribió en los diarios Barricada y El Nuevo Diario. Autor de la columna de crítica satírica “Don Procopio y Doña Procopia”.

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