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SIP apoya al periodismo en el exilio de Nicaragua, Cuba, Venezuela y otros países

Roberto Rock, presidente de la SIP: “La única recomendación sería: sepan que no están solos”

Carlos F. Chamorro

8 de abril 2024

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En noviembre de 2023, la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP) creó una comisión especial para analizar y apoyar el periodismo en el exilio que ejercen decenas de periodistas nicaragüenses en Costa Rica, Estados Unidos y España, así como también periodistas de Cuba y Venezuela, que se han visto obligados a dejar sus países.

La comisión está presidida por Juan Lorenzo Holmann, gerente del diario La Prensa en el exilio, y por Miguel Henrique Otero, director de El Nacional de Venezuela, también en el exilio. 


La semana pasada, la SIP y la UNESCO convocaron en San José, Costa Rica, a decenas de periodistas en el exilio de Nicaragua, Cuba, Guatemala y El Salvador, para conocer sus estrategias para derrotar la censura de prensa. 

En el programa Esta Semana conversamos con el periodista mexicano Roberto Rock, presidente de la SIP y director de La Silla Rota en México, sobre el apoyo que brinda esta organización al periodismo en el exilio, y nos dijo: “Es muy difícil ponerse en los zapatos de un proyecto de esta naturaleza, que se mantiene con persistencia. La única recomendación sería —sepan que no están solos”.

En noviembre del año pasado, la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP) decidió prestarle una atención especial al periodismo en el exilio en América Latina. Incluso, crearon una comisión especial. ¿Por qué? ¿Cuál es el objetivo? 

Efectivamente, en noviembre tuvimos la determinación de crear una comisión especial que atendiera y que aprendiera del fenómeno del periodismo en el exilio. En 2018 la SIP bajo convocatoria entonces del presidente Gustavo Mohme, y  en 2019, bajo la presidencia de María Elvira Domínguez, visitó Nicaragua para acompañar al periodismo nicaragüense en este momento ya bajo una presión brutal por parte del régimen Ortega-Murillo. A la luz de esa experiencia estuvimos también en Washington, buscando hablar con miembros del Congreso norteamericano, pero también del Departamento de Estado y explicarles que nosotros veíamos la inminencia de un desastre en el  sistema político nicaragüense, una de cuyas víctimas inmediatas iba a ser el periodismo. Tal cual, así ocurrió. 

Y de ahí que la discusión interna de la SIP llevó a que en noviembre del año pasado se tomara la determinación de crear esta comisión especial para tratar de definir cuál puede ser nuestro rol en apoyo de estos colegas que tienen, el periodismo nicaragüense en particular, una expresión muy importante, pero que tenemos en el exilio colegas de Ecuador, Guatemala, desde luego de Cuba, Venezuela, también hay casos de periodistas mexicanos en el exilio, también de El Salvador. De tal suerte que es un fenómeno que no ha dejado sino crecer de manera explosiva durante el último año y medio. 

¿Hablas de periodistas que individualmente tienen que protegerse y salir de sus países, o también de medios de comunicación, de redacciones completas que están trabajando desde el exilio? 

En los meses de trabajo que lleva esta comisión, presidida por dos periodistas en el exilio, Juan Lorenzo Holmann, (gerente de La Prensa de Nicaragua) que está exiliado en Washington, protagonista de esta expulsión de una serie de personajes públicos que estuvieron presos largamente en Nicaragua y que fueron expulsados, a los que se les despojó de su nacionalidad, según el régimen. El otro líder de esta comisión es Miguel Henrique Otero, director del periódico El Nacional de Venezuela, que está en Madrid, España. 

Nosotros hemos empezado a definir cuáles tendrían que ser las rutas de acción para vertientes muy diferentes. Existe el periodista que deja su país por distintos motivos, por acoso político, por acoso judicial, por acoso del crimen organizado y llega a un país de acogida donde puede intentar seguir haciendo periodismo. Usualmente intenta hacer periodismo a nivel local.

Pero hay otro tipo de colegas que llegan al país de acogida y por problemas del idioma, problemas legales en su régimen de asilo no pueden trabajar y luego acaban desarrollando trabajos irregulares, en un restaurante o en múltiples tipos de tareas. 

Hay un tercer tipo de periodista que desde el país de acogida busca seguir gravitando en la agenda pública de su país natal, pero sale de manera individual, digamos, puede pertenecer a un colectivo, puede pertenecer a un proyecto periodístico. 

Y hay una cuarta vertiente, la que supone la mayor complejidad de todo este fenómeno, de aquellos medios de comunicación que trabajan desde el exilio, que deciden mantener un equipo de trabajo casi siempre menguado, pero que determinan seguir en la trinchera y seguir influyendo con un proyecto periodístico en la discusión pública de la agenda pública de su país. Es el caso muy brillante de CONFIDENCIAL, que tú diriges. 

¿Se puede evaluar la calidad del tipo de periodismo que se hace del exilio, por ejemplo, el que hacen los colegas de Venezuela, de Cuba, de Nicaragua o de otros países?

 Cada país marca un estilo de periodismo porque es la condición de exiliado, muestra distintos rostros, o distintas etapas. Hay un momento en el que el periodista asume que el exilio va a ser breve y puede concretarse en meses para regresar a su país bajo determinadas condiciones. 

Aquellos periodistas que han salido de Cuba, por ejemplo, que han salido de Venezuela, saben ya que el horizonte es totalmente indeterminado, que podrían no regresar a su país en años. Entonces desarrollan un tipo de periodismo, que se alejan más de sus países. Pueden desarrollar algo a nivel local, pueden hacer algo ocasionalmente en sus países de origen. 

Los proyectos con más arraigo, son aquellos que están agrupados en torno a una empresa, de una iniciativa con más cuerpo, con más coherencia, que tienen una iniciativa que busca darle sostenibilidad al proyecto. Y estos últimos ejemplos son los que muestran más calidad, más consistencia y más trascendencia en el debate público de los países que decidieron abandonar. 

La prensa tiene un reto con sus propias audiencias de mantener su credibilidad aun estando fuera de sus países, pero también tiene el reto de ser sostenible económicamente. ¿Entre los anunciantes privados, entre las fundaciones y asociaciones que apoyan a la prensa independiente, hay conciencia de la importancia que tiene esta particularidad del periodismo del exilio?

Cuando el medio sale al exilio ese mismo compromiso persiste, pero se vuelve enormemente más difícil con el mercado publicitario, con la propia comunidad, que a veces le es muy difícil dar seguimiento a esos contenidos. Estoy pensando en países como Cuba, Venezuela, donde el usuario tiene que truquear el VPN, la herramienta tecnológica  que determina de qué país viene la señal para poder dar seguimiento a una señal de un medio de comunicación X, pero representa una dificultad mayor para el usuario mantener esa comunicación; y desde luego, para el periodista y para el medio, seguir cumpliendo de manera tenaz ese ese esfuerzo con su comunidad. 

Pero, de igual manera sufre su relación, su dinámica con las fuentes comerciales que se van reduciendo, sea por presión desde el ámbito político, por una mirada corta por parte de los anunciantes en cuanto a la trascendencia que tiene sostener medios independientes.

Y por supuesto, también sufren sus canales de información, sus canales de contenidos, sus canales de los que se nutre para mantener informada a la población. De tal suerte que este tipo de medios que se conservan como proyecto representan un desafío, difícil de describir, difícil de entender, desde afuera y que nadie podría decir que uno entiende las dificultades, la valentía, el coraje que debe requerir mantener un proyecto de esta naturaleza. Solamente proyectos como el tuyo, como de otros compañeros nicaragüenses y de otras naciones pueden estar viviendo día a día, este tipo de dificultades y aún así mantenerse en su compromiso. 

En estos meses que has estado liderando este proyecto en intercambios también con otros colegas de Cuba, de El Salvador, de Guatemala, Nicaragua y Venezuela. ¿Qué le recomendarías a los periodistas que enfrentan una competencia, por una parte, con la desinformación, por la otra, con los medios oficiales, que son las maquinarias de estos países y también con las mismas redes sociales que representan una gran oportunidad, pero también un espacio de polarización? 

Sepan que cada vez hay mayor conciencia por parte de la industria. Nunca será suficiente el esfuerzo que se pueda hacer desde afuera. Nadie puede saber cómo viven ustedes en el día a día el periodismo en el exilio. 

Pero creemos que eventos como el que acaba de ocurrir en San José, Costa Rica, albergado por la Corte Interamericana de Derechos Humanos, convocado por la UNESCO, son señales de que el mundo está reaccionando en la ruta correcta. Es muy difícil estar a la altura de las urgencias que supone la vida cotidiana de este tipo de medios, de este tipo de periodistas en el exilio. Pero hay que mantener la convicción de que estamos haciendo lo que tenemos que hacer. 

Hay dos periodistas presos en Centroamérica: En Guatemala, José Rubén Zamora, director y presidente de El Periódico y en Nicaragua, Víctor Ticay, corresponsal de Canal 10 en Nandaime. La SIP ha estado pendiente, abogando por su libertad. ¿Hay expectativa de que pueda recuperar su libertad? 

Nosotros estuvimos en enero en Guatemala, hablando con el nuevo presidente, Bernardo Arévalo. Nos recibió cuando todavía no había cumplido tres semanas en el cargo. 

José Rubén Zamora ha estado más de dos años preso en una cárcel militar. Nos hicieron saber de que uno de los primeros actos de gobierno del presidente Arévalo iba a ser tratar de aliviar las condiciones de prisión en la que está enfrentando Chepe Zamora. Y ciertamente lo hizo el secretario de Gobierno, al día siguiente visitó a Chepe Zamora en la prisión. Le propuso cambiar de prisión y él se rehusó. Él quiere salir totalmente libre de cualquier señalamiento. El caso no está en manos del Gobierno del país, sino de una fiscal que tiene muchísimas ligas con el Gobierno anterior de  Giammattei, que es un gobierno autoritario, enormemente corrupto que ha dejado a la fiscal para estar saboteando.

Estamos con la expectativa de que el Gobierno Arévalo cumplirá el compromiso de liberar a Chepe Zamora o hacer toda la presión necesaria y también abrir las condiciones para que una docena de periodistas guatemaltecos puedan regresar a su país sin miedo del acoso judicial que es protagonizado por la misma fiscal. 

En el caso de Nicaragua también estamos muy pendientes. Cómo lo sabes de primera mano, hay un Estado totalmente fallido, un Estado podrido, no hay un régimen de derecho, no hay con quién hablar en términos civilizados. Estamos pendientes de cualquier cuestión adicional que podamos hacer como agrupación aliado con otras asociaciones de este género, con países amigos que puedan gravitar sobre la voluntad de esta camarilla que encabezan, Daniel Ortega y su esposa Rosario Murillo, que pueda derivar en beneficio del compañero (Víctor Ticay) preso, pero también en beneficio del periodismo nicaragüense, lo que quiere decir en favor de la sociedad y de la democracia de Nicaragua. 

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Carlos F. Chamorro

Carlos F. Chamorro

Periodista nicaragüense, exiliado en Costa Rica. Fundador y director de Confidencial y Esta Semana. Miembro del Consejo Rector de la Fundación Gabo. Ha sido Knight Fellow en la Universidad de Stanford (1997-1998) y profesor visitante en la Maestría de Periodismo de la Universidad de Berkeley, California (1998-1999). En mayo 2009, obtuvo el Premio a la Libertad de Expresión en Iberoamérica, de Casa América Cataluña (España). En octubre de 2010 recibió el Premio Maria Moors Cabot de la Escuela de Periodismo de la Universidad de Columbia en Nueva York. En 2021 obtuvo el Premio Ortega y Gasset por su trayectoria periodística.

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