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“Propiciar el contacto, como Nicaragua, es la antítesis de lo que hay que hacer”

Médico español analiza las lecciones de la pandemia en España y Europa: las medidas de distanciamiento social “se hicieron un poco tarde”

Un joven (d) recolector de chatarra viaja con un tapabocas en una carreta halada por un caballo, en Managua. // Foto: EFE

Carlos F. Chamorro

27 de marzo 2020

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Esta semana, España se convirtió en el segundo país con mayor número de víctimas fatales en el mundo por el coronavirus, después de Italia, con más de 4000 fallecidos, la mitad de estos en Madrid.

Las medidas de distanciamiento social “se hicieron un poco tarde”, considera el Dr. Juan José Rodríguez Sendín, un veterano médico de familia, al resumir las lecciones del manejo de la pandemia en España y Europa. Y aunque la pandemia “todavía no ha llegado a su clímax”, señala como un signo positivo que “en los últimos tres días ha habido una disminución importante del porcentaje de nuevos casos”.

Con más de 40 años de ejercicio profesional, el doctor Rodríguez Sendín es expresidente de la organización colegial que de forma obligatoria agrupa a los 254 000 médicos que ejercen en España.

En una entrevista vía Skype con el programa Esta Noche, Rodríguez Sendín habló de su preocupación por “el contagio del personal sanitario español, médicos, enfermeras, y auxiliares, que representan un quince por ciento de los afectados”. Y cuando le pregunté por lo que pasa en Nicaragua donde el Estado no solo no ha adoptado medidas preventivas sino que promueve aglomeraciones masivas, reaccionó con asombro: “no lo puedo entender, me parece un disparate. Que no se haga nada no tendría justificación, pero que hagan convocatorias para que la gente se junte, no es comprensible. Es la antítesis de lo que hay que hacer”.


España y, particularmente Madrid, se ha convertido en el segundo foco de la pandemia en Europa, con mayor número de víctimas fatales después de Italia. ¿Cómo se produjo la propagación de la epidemia en España?

La propagación se ha producido, probablemente, como consecuencia de que no pensábamos ni los italianos ni nosotros que esto  iba a ser lo que el final ha sido. Probablemente, las medidas serias que hay que tomar, que es el aislamiento que tiene grandes costos económicos, pues se hicieron un poco tarde. Y, por otro lado, hay mucho trasiego en Madrid, en España y en Italia, de gentes de otros lugares, son cuestiones de la globalización, que al no tener las medidas precisas en su momento contagiaron; y no se cortó a tiempo los grandes eventos de todo tipo.

En este momento, la cuarentena está establecida en todas las comunidades de España ¿ha logrado controlar la propagación de la epidemia o aún está no ha llegado a su nivel pico?

No ha llegado todavía a su máximo, al clímax. Sin embargo, llevamos tres días donde ha habido una disminución importante del porcentaje de nuevos casos, lo cual indica que se está en buena dirección, hay que esperar una semana más, probablemente, para ver los resultados. Hasta los primeros diez días de abril probablemente no se llegue a un descenso de la curva. Mientras tanto, desgraciadamente los muertos van a seguirse produciendo. Hay que esperar prudentemente, y yo creo que estamos viendo cierta luz, porque como le digo, llevamos tres días que los casos han disminuido, no excesivamente, pero si lo suficiente como para tener esperanzas.  

El sistema hospitalario español el personal médico y de salud de su país está considerado entre los mejores de Europa. ¿Cómo valora su capacidad de respuesta ante esta crisis?

Nuestro sistema, en cuanto al modelo, es extraordinariamente justo y muy distribuidor, entonces ha sido sorprendido como han sido sorprendidos todos los grandes sistemas en el mundo. El problema del coronavirus no es en sí la gravedad extrema para todos los casos que afecta, si no el cúmulo extraordinario de casos por su altísima contagiosidad. Entonces, la única solución es el confinamiento de la gente.

Lo que pasa es que los Gobiernos, lógicamente, se resisten porque se produce un parón terrible de la economía, y luego cuando se produce una recesión económica, ya sabemos quién  lo va a pagar de forma drástica, los más débiles, los más pobres, entonces se lo tienen que pensar también. Por eso yo creo que  (se ha dudado) mucho, tanto en el cierre de fronteras como las limitaciones a la circulación, pero ha ocurrido en todos los países de Europa.

En el momento en el que estamos conversando se registran más de 40 000 personas contagiadas en España. ¿Cómo ha impactado esto la capacidad del sistema hospitalario? ¿Cuántas camas tiene disponible el sistema hospitalario español para atender esta emergencia?

El sistema público y privado, evidentemente, va a ser probablemente desbordado. Pero ya ha habido unas respuestas extraordinarias, por ejemplo en Madrid se acaban ahora mismo de instalar en tres días, nada menos que cinco mil  camas en un recinto ferial donde va a haber de todo, unidad de cuidados críticos e intensivos, laboratorio, como si fuera un gran hospital exclusivamente dedicado a este problema. Hay 10 o 12 hoteles donde se han medicalizado sus habitaciones para atender.

El gran problema va a ser el atender al cúmulo de pacientes críticos, aquellos que precisan respiradores, de los cuales todos entran en estado muy grave, donde hay un alto porcentaje de defunciones, eso es lo que puede plantear algún tipo de problema en los próximos diez días. El problema más grave que tenemos ahora es que los más contagiados, los más sacrificados son los sanitarios, el 15% son los afectados, hay casi cuatro mil sanitarios afectados, y en consecuencia también son aislados sus contactos, eso nos puede dar problemas. Tenemos entre  cuatro, cinco mil afectados entre enfermeras, médicos y auxiliares, pero podría aumentar mucho.

El registro de la información oficial en España habla de más de 2700 fallecidos hasta este momento. Hábleme de la asistencia a los pacientes críticos. Por ejemplo, ¿cuantos respiradores hay disponibles en el sistema hospitalario para atender a esas personas?

No se lo puedo decir porque ahora se han incrementado de forma tremenda, entran por miles ahora, de cualquier sitio donde se puedan adquirir. Ahora, claro, con esta situación que era inesperada, se necesitan mucho más.

Asusta mucho hablar de 2500 muertos o más, pero nosotros el año pasado tuvimos nada menos que 6500 muertes por la gripe, y a nadie le extraña. Esto no quiere decir que sea algún tipo de consuelo, lo que quiero decir es que ahora cuando se está transmitiendo día a día el incremento de mortalidad puede asustar mucho, pero los procesos respiratorios por virus causan mucha mortandad.

Hay que cuidar mucho y respetar las normas que se han impuesto a la gente para que no la tome la ligera, pero tampoco queremos que se cree una epidemia de miedo ni de pánico, porque se cometen muchas incorrecciones y se hace sufrir innecesariamente para nada.

En Nicaragua hasta ahora se registran dos casos positivos. Sin embargo, el Estado no ha orientado la ejecución de acciones preventivas, ya sea cuarentena, cierre de fronteras, o distanciamiento social. Es la sociedad civil, la empresa privada, otros sectores, que están convocando a la gente a aplicar medidas de prevención, a contrapelo del Estado. El Gobierno, más bien ha promovido aglomeraciones masivas, planes de fiestas de Semana Santa, hay clases en los colegios. ¿Cómo se ve, desde su experiencia en España, lo que está ocurriendo en Nicaragua?

Pues discúlpeme, con todo respeto, pero me parece un disparate. Probablemente haya  diferencias en cuanto a capacidades de respuesta y atención por las diferencias entre los sistemas de salud, pero hay una medida que es absolutamente crítica y fundamental, al menos no hacer nada. Pero si encima de no cerrar fronteras, de no decirle a la gente que se quede en sus casas, provocas que la gente se aglomere, esto ha sido lo que, con toda seguridad, tanto para los latinos, para los italianos, y nosotros en que la distancia personal suele ser muy corta, es precisamente por no cortar esto a  su debido tiempo, por lo cual nos hemos disparado en casos el contagio. Pero, si encima que no se haga nada no tendría justificación, pero que hagan convocatorias para que la gente se junte, bueno, pues no es comprensible. Es la antítesis de lo que hay que hacer. Pero no es un problema de discutirlo, es sencillamente que no hay otra opción.

Luego tendrán mejor respuesta aquellos enfermos que entren en situaciones de gravedad, porque también sabemos que un buen porcentaje de ellos se van a curar prácticamente solos, pero va a haber muchísimo que van a morir. Entonces, lo que no se puede es propiciar el contacto, por eso me sorprende tanto, no lo comprendo.  Otra cuestión es que digamos, no tenemos capacidad y no hacemos nada, bueno, pero por lo menos no aumente la gravedad del problema haciendo convocatorias.

Para resumir un poco la experiencia de lo que se ha visto en España, en Italia, en otros países europeos ¿qué pueden aprender Nicaragua, y los países centroamericanos de las lecciones positivas y de los errores,  de cómo en su país se ha manejado la pandemia?

Una vez ya están los casos, estoy seguro que con esos dos casos detectados (en Nicaragua) hay hasta una centena seguro como mínimo, hay que dictar normas. Primero, que hay que intentar cortar las vías de transmisión, y para eso lo que tiene que hacer una familia es quedarse en sus casas, y solamente estar abiertos los servicios que son fundamentales para poder mantener las prestaciones mínimas, me refiero alimentación, farmacias, servicios. Desde luego, las escuelas cerradas, porque los niños lo sufren de forma poco significativa, sí que lo transmiten, entonces lo primero es cerrar las escuelas.

Esto es lo que hemos aprendido, lo primero es el aislamiento, cerrar fronteras para intentar en un tiempo determinado, que pueden ser tres semanas, serenarse e intentar que pase esto; darle tiempo al tiempo para que así los contactos que se produzcan no sean todos de golpe; y lo segundo que habría que hacer, intentar darle normas a la gente de comportamiento, que son muy sencillas y muy baratas: es utilizar el agua y jabón, durante al menos un minuto, lavarse las manos con muchísima frecuencia; es utilizar desinfectantes en base a alcohol, las soluciones alcohólicas de absolutamente fácil preparación, o utilizar la legía;  y desde luego, intentar que los enfermos tengan un espacio que no esté invadido por los demás, no conectar con los enfermos, ni utilizar los mismos utensilios de ellos.

Son medidas muy sencillas,  pero simplemente lo que hay que hacer es esperar a que pase el momento crítico, y, desde luego, no facilitar que se extienda el contagio cuando es posible evitarlo con esas medidas.

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Carlos F. Chamorro

Carlos F. Chamorro

Periodista nicaragüense, exiliado en Costa Rica. Fundador y director de Confidencial y Esta Semana. Miembro del Consejo Rector de la Fundación Gabo. Ha sido Knight Fellow en la Universidad de Stanford (1997-1998) y profesor visitante en la Maestría de Periodismo de la Universidad de Berkeley, California (1998-1999). En mayo 2009, obtuvo el Premio a la Libertad de Expresión en Iberoamérica, de Casa América Cataluña (España). En octubre de 2010 recibió el Premio Maria Moors Cabot de la Escuela de Periodismo de la Universidad de Columbia en Nueva York. En 2021 obtuvo el Premio Ortega y Gasset por su trayectoria periodística.

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