
30 de mayo 2025
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Desde aquel 30 de mayo de 2018, el Día de las Madres en Nicaragua ya no es igual. Así fue la violenta masacre que enlutó al país
A tres años de la masacre contra las madres nicaragüenses
El 30 de mayo de 2018, Nicaragua se movilizó para acompañar a las madres de los entonces 90 asesinados por la matanza contra la Rebelión de Abril. Nadie espera que aquella manifestación multitudinaria, bautizada como “madre de todas las marchas”, también fuera masacrada. En un día dedicado a las Madres de Nicaragua, 19 de ellas perdieron a sus hijos.
Jessica Rivas, Cela Urbina, Juana Adilia Ramírez, Rosa Amanda Cruz, Martha Huete y Janeira López, son algunas de las Madres de Abril que encabezaron la marcha más grande en Nicaragua durante la Rebelión de Abril, el 30 de mayo de 2018, Día de las Madres Nicaragüenses.
La solidaridad y el grito de justicia por los 90 asesinados que —hasta esa fecha— se registraban por la brutal represión del régimen de Daniel Ortega y Rosario Murillo, motivó a miles de autoconvocados a unirse a la llamada “madre de todas las marchas”. Nunca imaginaron que aquel día terminaría en una nueva masacre que sumaría 19 fallecidos.
Niños, ancianos, campesinos, amas de casa, trabajadores, universitarios, desempleados, obreros, docentes… fueron miles de nicaragüenses autoconvocados quienes marcharon es día en Managua y otras ciudades de Nicaragua.
Varios llevaron flores y se acercaron a abrazar a las madres que encabezaban la protesta, cargando fotos de sus hijos y una enorme pancarta en la que se leía: “¡Exigimos justicia!”.
“Nada que celebrar”, “Silencio”, “Me duelen tus hijos, eran mis hermanos” se leían en carteles de la marcha que tenía como protagonista a la naciente Asociación Madres de Abril, que reúne a madres, hijas, viudas y familiares de los fallecidos.
Ellas, en un día que hubieran esperado en casa algún gesto de cariño de sus hijos, estaban ahí sin ellos, recibiendo abrazos de desconocidos. Llorando con otros su ausencia.
En la capital, el mar azul y blanco era interminable desde la Rotonda Jean Paul Genie hasta la Universidad Centroamericana (UCA), donde culminaría la marcha con un pronunciamiento que no lograron llegar a leer.
Mientras miles avanzaban hacia la Rotonda Rubén Darío, otros apenas cruzaban el Paso a Desnivel de la Centroamérica, a unos cuatro kilómetros de distancia, y muchos más se sumaban desde distintas calles.
“¡Qué se vaya!”, gritaban contra Daniel Ortega, relegado en un acto con empleados públicos ante quienes afirmó: “Nicaragua nos pertenece a todos y aquí nos quedamos todos”. Las madres acompañadas seguían avanzando, pero las balas empezaron a sonar.
Policías y paramilitares dispararon desde el sector de la Universidad Nacional de Ingeniería y el Estadio Nacional Dennis Martínez, ahora rebautizado “Soberanía”. Y más hijos comenzaron a caer. Orlando, Maycol, Jonathan, Francisco… 19 en total.
Con flores, abrazos y banderas azul y blanco, cientos de miles de nicaragüenses participaron en la marcha cívica más multitudinaria de la Rebelión de Abril, convocada en solidaridad con las madres de los asesinados. Cientos se acercaron para abrazarlas, llorar con ellas o regalarles rosas.
nicaragüenses habían muerto hasta el 30 de mayo de 2018 por la represión contra las protestas ciudadanas. La marcha fue convocada en solidaridad con las madres de los asesinados.
fueron los nicaragüenses asesinados en los ataques contra las marchas por el Día de las Madres de 2018. Ocho fueron asesinados en Managua, siete en Estelí, tres en Chinandega y uno en Masaya.
asesinatos contabilizó en mayo de 2018 el GIEI, que confirmó crímenes de lesa humanidad de parte del Gobierno de Daniel Ortega. Abril, mayo y junio fueron los meses con más muertos durante la masacre.
metros se extendió la denominada “madre de todas las marchas”, que inició en la Rotonda Jean Paul Genie y llenó todos los carriles hasta el sector de la Avenida Universitaria, donde fue atacada.
Muchas madres nicaragüenses se unieron a la marcha en solidaridad con las madres de los asesinados. Nadie esperaba que aquella expresión cívica fuera atacada y terminara en una nueva masacre, multiplicando el grito de justicia sin impunidad, reparación y no repetición. El 30 de mayo de 2021, en ocasión del tercer aniversario de la masacre contra la marcha del Día de las Madres, CONFIDENCIAL publicó las historias de las 19 que se convirtieron en Madres de Abril aquel día. Te compartimos algunos fragmentos.
Yadira Córdoba recuerda la indignación que sentía su hijo, Orlando Aguirre Córdoba, por los asesinatos cometidos por la dictadura durante las protestas. Por eso, el adolescente le insistió que fueran a la marcha en solidaridad con las mujeres que habían perdido a sus hijos.
“Ese día yo me sentía muy cansada y no fui a la marcha. Pero no le quité a él el deseo de que fuera. Nadie se podía imaginar lo que iba a suceder. Nadie pensaba que se atrevieran a atacar. Y ese día yo me convertí en una de las madres“, recuerda Yadira en “AMA y Construye la Memoria: Libro Arte Interactivo”, publicado por la Asociación Madres de Abril y el “Museo AMA y No Olvida”.
Una amiga de la iglesia a la que asiste, la llamó para contarle que “Orlandito” —como llamaban a su hijo— estaba herido. Desesperada, salió hacia el hospital. Pero Orlando ya había fallecido.
“Recordar las bromas de Orlandito me hacen llorar. Nunca más habrá para mí un 30 de mayo, ese día no será para mí el Día de las Madres”, asegura Yadira Córdoba.
Paula Hernández afirma que su familia se unió a las protestas desde el 21 de abril, cuando asesinaron a su sobrino, Jeisson Chavarría, en Ticuantepe.
Cuarenta días después, su hijo Maycol Cipriano González Hernández también fue asesinado. El 30 de mayo, recuerda, la familia completa se fue en un camión a sumarse a la marcha, pero doña Paula creyó que su hijo no podría sumarse porque se fue a trabajar. Más tarde, lo distinguió entre la multitud. “Fue la última vez que lo vi”, lamenta.
Maycol era el mayor de sus hermanos y pagaba su carrera de Inglés con mucho sacrificio, convencido de que era la oportunidad de darle una mejor vida a su familia. Por las noches, en su tiempo libre, estaba trabajando en la construcción de una casa para su mamá. No la pudo terminar.
A Guillermina Mercedes Zapata le entregaron una bandera de Nicaragua manchada con la sangre de su hijo, Francisco Javier Reyes Zapata, el Viernes Santo de 2019. Casi un año después que fue asesinado.
El video de su hijo trasladado en moto hacia el hospital fue compartido miles de veces en redes sociales. Murió casi de inmediato. El proyectil de alto calibre le perforó la parte trasera del cráneo y la bala salió por el ojo derecho.
Ella también participó en la multitudinaria marcha y habían acordado encontrarse en el sector de Metrocentro para salir juntos. Pero Guillermina se atrasó en el trabajo y Francisco Javier cogió puntual hacia la Rotonda Jean Paul Genie, de donde partió la manifestación. Nunca se encontraron.
Cuando empezaron los disparos, ella corrió hacia la Rotonda Cristo Rey. Desde ahí llamó al celular de su hijo. Pero nunca hubo respuesta. Cuando llamó al teléfono convencional de su casa, otro de sus hijos le contó que habían llamado del hospital reportando que habían matado a su hermano.
“Cuidate, hijo. A los jóvenes los andan reprimiendo más”, recomendó Josefa Meza a su hijo Jonathan Morazán Meza antes de que saliera de casa hacia la “Marcha de las Madres”. Ella también asistió vestida negro, en solidaridad con las madres de los asesinados.
Cuando el ataque empezó, ella estaba cerca de la Avenida Universitaria. Vio a la multitud corriendo despavorida, buscando refugio. Lo primero que hizo fue llamar a Jonathan de forma insistente. La voz de la contestadora la angustió.
Media hora después, Josefa recibió una llamada del teléfono de su hijo, pero era del hospital. Cuando se presentó, el parte médico no era esperanzador. El encefalograma mostraba el tallo cerebral fuera de su sitio. Jonathan murió el primero de junio de 2018.
“Él siempre estuvo inconsciente porque el disparo fue directo al tallo cerebral, fue a matar, fue un tiro certero de un francotirador”, denuncia Josefa.
“Nunca más volverá a haber Día de las Madres el 30 de mayo. ¡Nunca más! Vamos a tener Día de las Madres hasta que haya justicia”, insiste la madre.
“No se preocupe, no me va a pasar nada”, le respondió Daniel Josías Reyes Rivera a su madre, Alejandra Rivera, uno de los tantos días que ella le insistió que no saliera a la calle entre abril y mayo de 2018.
Desde el inicio de las protestas, su hijo dejó de ir a la Universidad, pero a diario salía sin decir adónde iba. Después supieron que iba a sumarse a las protestas.
El 30 de mayo, el joven salió de su casa para sumarse a la marcha del Día de las Madres. “Iba adelante, en el cordón de protección que hicieron los estudiantes para proteger a las mamás”, recuerda Alejandra en el libro de la Asociación Madres de Abril y el “Museo AMA y No Olvida”.
Ella miraba la marcha por televisión y se angustió cuando observó el inicio del ataque a la concentración masiva . Llamó varias veces a Daniel, pero no respondió. Desde ese día desapareció y no lo encontraban hasta que supieron dos días después que su cuerpo estaba en el Instituto de Medicina Legal.
El 30 de mayo de 2018, Marta Portobanco Vallejos estaba en su casa viendo noticias. Se había quedado cuidando a sus nietos menores mientras sus hijas, yernos y nietos mayores participaban en la masiva marcha del Día de las Madres. En ese momento llegó su hijo, Edgard Guevara Portobanco. Se acostó con ella y se quedaron viendo televisión.
Cuando empezaron a informar sobre los disparos a la marcha, él se levantó y le dijo. “Ya vengo, voy a hacer un mandado”. Se marchó en la moto. Ella no imaginó que se iba al lugar que miraba en televisión, donde la gente corría aterrorizada.
Decidido, Edgard se fue hasta la zona de Enel Central, donde se unió a un grupo de motorizados “azul y blanco”, que formaban una barrera para impedir el avance de un grupo de turbas contra los manifestantes.
“Aproximadamente a las 5:30 de la tarde, mientras circulaba en su motocicleta… fue impactado en el tórax por un arma de fuego”, indica un informe del Grupo Interdisciplinario de Expertos Independientes (GIEI).
Al denunciar su asesinato, la familia relató que él salió fue para impedir que siguieran atacando la masiva marcha, porque sabía que andaban muchas madres y niños.
Su mirada es el reflejo del dolor que sigue vigente. Aura Blandón Ortiz describe —en un video publicado en el Museo de la Memoria de AMA— como el momento más “horrible” de su vida ocurrió el 30 de mayo, cuando tuvo que reconocer el cuerpo de su hijo Dodanim Castilblanco Blandón, asesinado de un impacto de bala en el tórax cuando participaba de la Marcha de las Madres en Estelí.
Castilblanco Blandón tenía 26 años. Según el GIEI, recibió “un disparo de arma de fuego en el tórax”, tras el ataque de “grupos de choque armados”.
Su familia responsabiliza a “personas armadas, exguerrilleros, representantes de la Juventud Sandinista y otras que estaban fuertemente armadas, con armas de potencia, que emboscaron” a los manifestantes.
Lo recuerdan como un hombre dedicado al cuido de sus dos hijos menores de edad; apasionado por el taekwondo en el que fue ganador de múltiples medallas a nivel centroamericano, trabajador y emprendedor.
Una llamada anunció la desgracia. Sara Amelia López, madre de Cruz Alberto Obregón López, estaba en Costa Rica cuando recibió una llamada de su hija Emy y le informó que él fue asesinado de varios impactos de bala en su tórax, cuello y espalda.
“Tenía días de sentir mucha tristeza por lo que estaba ocurriendo en Nicaragua… sin saber que el 30 de mayo (de 2018) me tocaría recibir esa noticia tan dura, que me habían quitado a mi hijo menor (de 23 años) en esas circunstancias”, lamentó..
El GIEI señala que “grupos paramilitares”, que habrían sido convocados por las autoridades de la Alcaldía de Estelí, fueron quienes “atacaron” a los “manifestantes que participaban de la Marcha de las Madres” en ese municipio.
La madre afirma que, desde que su hijo fue asesinado, es “es como si una parte de mí también se fue al cementerio”.
Sara Amelia describe a “Crucito” —como le llamaban de “cariño”— como una persona inteligente, estudiosa y trabajadora. Cuenta que su hijo simpatizaba con el Frente Sandinista, pero cambió la represión y el asesinato de su amigo y compañero de facultad Orlando Francisco Pérez. “La muerte de Orlando le dolió mucho… y se integró más a las marchas”, relata.
Horas previas al asesinato de su hijo, Candelaria Díaz logró escuchar su voz. En un video publicado por el Museo de la Memoria de AMA, relató que su hijo, Carlos Manuel Vásquez Díaz, le avisó que estaba de camino al barrio Monimbó, Masaya, para visitarla ese 30 de mayo de 2018, en ocasión del Día de las Madres. Sin embargo, un impacto de bala en el tórax no le permitió llegar.
“Me llamó temprano y me dijo: mamá, felicidades… te quiero mucho… ahí llego en la noche. En la noche, me llama otra vez y me dice que ya viene para la casa, pero se dieron las 10:30 de la noche y no llegaba”, relata.
La madre recuerda que, cuando se enteró de la muerte de su hijo, salió a buscarlo a “La Placita” de Monimbó, donde le dijeron que estaba siendo atendido por un grupo de manifestantes que habían improvisado un puesto médico. Pero cuando llegó, la Cruz Roja ya lo estaba trasladando al Hospital Humberto Alvarado, donde llegó sin vida a las 12:15 de la madrugada.
“Jamás imaginé la tragedia con la que me iba a encontrar… pensaba que le habían dado en una pierna, en un brazo… pero en el hospital solo duré cinco minutos cuando salió un doctor a decir que ya no había nada qué hacer por él, que ya estaba fallecido”, lamenta la madre.
Tras la muerte de Carlos Manuel, de 28 años, Candelaria se enteró que el joven se quedó apoyando la resistencia de la población cuando se dirigía a visitarla. “Vio a los muchachos que estaban en la lucha y él se quedó”, comenta. No imaginó que no llegaría a ver a su mamá.
El sueño de Juan Alejandro Zepeda Ortiz, de 18 años, era ser médico. Fue asesinado en Chinandega el 30 de mayo de 2018. “Le gustaba estudiar, era un buen alumno, pero nos robaron su sueño al asesinarlo”, lamenta su madre María Elene Zepeda.
Lo define como un chavalo alegre, que sacaba buenas calificaciones y al que sus amigos le apodaban “El Gastón”. Recuerda que le gustaba jugar béisbol y cursaba quinto año de secundaria en el Colegio Politécnico de Chinandega.
Ella se percató que su hijo “andaba metido en algo” (en las manifestaciones de 2018) cuando lo observó cantar canciones de protesta.
“Yo lo oía que le gustaban las canciones de las marchas y vi que él se fue integrando (…) no me decía nada porque sabía que, a mí, como a cualquier otra madre, me daba miedo”, explica en un video del Museo AMA y No Olvida de las Madres de Abril.
Desde el 23 de mayo se incorporó a las marchas organizadas en Chinandega, y empezó a sufrir persecución de policías que lo acosaban en motos y patrullas hasta en su vivienda. Pero eso no lo detuvo. “Quería un país libre”, insiste María Elena.
El 30 de mayo salió de su casa, alrededor de las 7:30 de la mañana, para integrarse a la marcha de protesta. En Chinandega, igual que en otros departamentos del país, la marcha fue atacada por la Policía Nacional y grupos de choque afines al Gobierno. Recibió un disparó en la cabeza. Falleció a las 03:30 de la madrugada del 31 de mayo, en el hospital local.
Rudy Antonio Hernández Almendárez no estaba de acuerdo con la brutal represión del Gobierno de Daniel Ortega contra las manifestaciones iniciadas en abril de 2018. Desde entonces, andaba una bandera de Nicaragua en el triciclo en el que se ganaba la vida haciendo acarreos. Así lo recuerda su hermana, Nidia Hernández Almendárez.
El 30 de mayo, a las 11:40 de la noche, a Rudy lo ingresaron fallecido al Hospital España, en Chinandega, de acuerdo con el informe del GIEI. En el listado de personas fallecidas, entregado por el Estado de Nicaragua a la CIDH, se indica que las heridas que presentó fueron producidas por “múltiples charneles en el tórax”. Sin embargo, en el relato publicado por el diario La Prensa se indicó que su cuerpo presentaba “perdigones de escopeta en el hombro izquierdo y en el tórax”.
En un video grabado por el oficialista Canal 8, Lucía Margarita Almendárez, madre de Rudy, cuenta que su hijo fue herido tras acercarse circunstancialmente al lugar donde había enfrentamientos. En su testimonio afirma que su asesinato no es culpa de Daniel Ortega, aunque tampoco responsabiliza a los “grupos de delincuentes” que decía la Policía.
Su hermana recuerda que la protesta fue reprimida por policías y por la Juventud Sandinista (JS), que se atrincheraron en la Alcaldía de Chinandega “porque los muchachos los habían hecho retroceder a pedradas”.
“Esta fue una masacre que hizo el Gobierno contra jóvenes que andaban desarmados, solo andaban piedras y huleras. Ellos tiraron a matar porque todos los muertos tienen disparos certeros”, denunció Nidia Hernández.
El 16 de diciembre de 2017, Kevin Antonio Coffin Reyes, le dio una de las mayores alegrías de la vida a su madre, Vilma Reyes Somoza: ganó la medalla de oro en sambo en la categoría 90 kilogramos, durante los XI Juegos Centroamericanos Managua 2017.
Menos de un año después fue asesinado, el 30 de mayo de 2018. Su familia afirma que “lo rafaguearon desde una camioneta” cuando asistiría a una actividad del Gobierno.
Vilma declaró al oficialista Canal 4 que su hijo soñaba con lograr el éxito en su disciplina deportiva. “Se fue la mitad de mi vida, él era todo”, recordó su madre.
Kevin era militante del FSLN y tenía algo más de un mes trabajando en la Alcaldía de Ciudad Sandino. El informe del GIEI indica que a las 5:30 de la tarde “habría ingresado sin vida al Hospital Militar Escuela “Dr. Alejandro Dávila Bolaños”, por un disparo de proyectil de arma de fuego en su pecho.
En julio de 2019, las autoridades municipales de Ciudad Sandino inauguraron un complejo deportivo con su nombre. En el evento, su madre agradeció el homenaje.
Tres días antes de que Heriberto Maudiel Pérez Díaz fuera asesinado, el 30 de mayo de 2018, su madre Margarita Díaz Aguirre soñó que moriría de forma atroz.
“Yo soñé hace tres días que estaba ensangrentado. Yo no pido nada porque la justicia va a venir desde arriba”, declaró al oficialista El 19 Digital, según el cual la madre culpó a los estudiantes universitarios de su asesinato.
Una nota de prensa de la Policía Nacional detalló que murió tras el ataque que “grupo de delincuentes” habría realizado contra “personas que participaban en Cantata en homenaje a las Madres Nicaragüenses”, organizada por el Gobierno. Sin embargo, el informe del GIEI señala que se ha cuestionado ampliamente esa información. Solicitó información, pero nunca obtuvo respuesta. “En este caso, la falta de información y la escasez de fuentes alternativas han impedido determinar en mayor medida las circunstancias de la muerte”, precisó.
60 días de angustia y dolor vivió la familia de Dariel Steven Gutiérrez Ríos, un joven de 20 años que recibió el impacto de un proyectil de arma de fuego en la cabeza, el 30 de mayo de 2018, y falleció el 31 de julio del mismo año.
Su madre, una militante sandinista no identificada, culpó a través del oficialista Canal 4 “a la banda terrorista de La Trinidad”. Su abuela, Mirna Ríos, exvicealcaldesa del FSLN en Jalapa, fue el rostro más visible en la demanda de justicia por su asesinato. Ella fue quién llegó a retirar su cuerpo al Instituto de Medicina Legal.
Según el relato familiar, recogido también en el informe del GIEI, Dariel integraba la caravana sandinista cuando “se suscitaron enfrentamientos entre personas apostadas en el tranque instalado sobre la carretera Panamericana Norte kilómetro 124 (La Trinidad, Estelí)”.
Sin embargo, el Movimiento 19 de Abril de Estelí publicó un video en el que se ve al joven en una caravana opositora, gritando: “¡Que vivan los estudiantes!”. También luce la misma ropa del día que recibió el disparo. Ellos alegan que el joven se había sumado a las marchas contra el Gobierno de Ortega.
El nombre de la madre de Mauricio Ramón López Toruño, asesinado el 30 de mayo de 2018, no se supo en ningún medio de comunicación. La voz que llevaba toda declaración sobre su muerte fue la de su hermana Thelma Lucía López Toruño, que negó rotundamente —ante medios oficialistas— que su pariente estuviera participando de las manifestaciones contra el régimen de Daniel Ortega, que se realizaron en Estelí.
El GIEI detalla que Mauricio Ramón, de 42 años, recibió “un disparo de un arma de fuego” y fue “asistido” en el Hospital San Juan de Dios de Estelí. Sin embargo, falleció durante la intervención quirúrgica a las 10:30 de la noche.
Los expertos explican que, desde la mañana, “una caravana de simpatizantes oficialistas” intentó desmantelar el tranque instalado en La Trinidad, Estelí, pero una parte de estos no logró cruzar rumbo a Managua y “se dirigió hacia la ciudad de Estelí, donde se les unieron paramilitares que habrían sido convocados por el alcalde de la ciudad”. Luego, hubo “cacería” de jóvenes en La Trinidad y, en la tarde, los manifestantes de la “Marcha de las Madres” fueron “atacados por esos grupos”.
Mauricio Ramón fue sepultado en el cementerio municipal. Thelma dijo —en el reporte oficialista— que “toda la familia y amistades no asimilan el crimen”. La mujer señala como perpetradores del asesinato a “vándalos” que lo atacaron cuando “regresaba de vender productos en compañía del conductor de una camioneta, que también resultó herido de bala”.
Los expertos del GIEI lamentan que, en el caso de Mauricio Ramón, “la falta de información y la escasez de fuentes alternativas han impedido determinar en mayor medida las circunstancias de su muerte”.
A pesar de que varios medios oficialistas reportaron ampliamente el asesinato de Marvin José Meléndez Núñez, un militante del FSLN de 49 años que trabajaba en la Unidad de Gestión de Riesgos de la Alcaldía de El Viejo, Chinandega, nunca reportaron el nombre de su madre, aunque si difundieron una foto de ella y familiares a la par de la bóveda en un cementerio.
“A nosotros nos duele, sus hermanos, sus hijos (…) mi madre quedó con un gran dolor, (pedimos) que dejen esos pleitos, porque ya demasiadas muertes”, declaró una de sus hermanas al oficialista Canal 13, que tampoco la identificó.
Su familia ha participado en eventos organizados por el FSLN, pero tampoco los medios han transmitido declaraciones. Destacaron que durante 18 años desempeñó importantes misiones de carácter humanitario en huracanes, sequías, inundaciones, simulacros, rescate de ciudadanos perdidos en la zona del Volcán Cosigüina y en el combate a los incendios forestales.
Una nota de prensa de la Policía Nacional indicó que Marvin falleció frente a las instalaciones de la Alcaldía de Chinandega, cuando un “grupo de delincuentes” atacaron ese edificio y agredieron a personas que resguardaban el lugar.
La familia de Darwin Salcedo Vílchez, originario de San Juan del Río Coco, prácticamente no dio declaraciones a medios de comunicación. El único que habló fue su padre Felipe Salcedo, aparentemente sandinista, quien relató al oficialista El 19 Digital que el joven de 18 años no era estudiante y trabajaba en un taller de torno, en Estelí, de donde había salido la noche del 30 de mayo con dirección a su casa, y fue impactado por una bala.
El medio de propaganda indica que su padre relató que el joven falleció el 1 de junio en el hospital San Juan de Dios, de Estelí, luego de que “fue accidentalmente impactado por arma de fuego en la cabeza el 30 de mayo en los enfrentamientos ocurridos en esa ciudad”.
El relato recogido por el diario La Prensa señala que la causa directa de su muerte fue “por disfunción del tallo encefálico producto de una herida provocada por una bala de rifle calibre 22 que le penetró el cráneo”.
Los expertos del GIEI contaron que pidieron una reunión con la familia de Darwin y mayor información al Estado sobre esta y otras muertes, pero “nunca obtuvo respuesta.
Jairo Antonio Osorio Raudales tenía 39 años. Originario de Teocacinte, Jalapa. Trabajaba como agricultor y era padre de un niño de diez años. Su historia y el nombre de su familia es desconocido.
Un año después de su asesinato, su madre y familia participaron en un acto organizado por el FSLN, según fotos del portal Las Segovias en Noticias, pero no hay ningún testimonio de sus declaraciones.
El 30 de mayo de 2018, de acuerdo al informe del GIEI, Jairo fue asesinado cuando “se suscitaron enfrentamientos entre personas apostadas en el tranque instalado sobre la carretera Panamericana Norte kilómetro 124 (Municipio La Trinidad – Estelí) y efectivos policiales e integrantes de la caravana de personas simpatizantes del partido de Gobierno que pretendían desalojarles para cruzar por ese lugar hacia Managua” con la finalidad de participar del acto oficialista que se celebraría en la capital.
“Jairo Antonio, quien integraba la caravana, recibió el impacto de un disparo de arma de fuego en el tórax. Aproximadamente a las 1:00 de la tarde llegó al Hospital San Juan de Dios (Estelí), ya fallecido”, según el informe del GIEI.
La Policía Nacional informó en una nota de prensa que, ese día, 16 policías y 31 personas resultaron heridas y culpó a “sujetos encapuchados”.
El informe del GIEI menciona que “existen elementos para pensar que los disparos recibidos por la víctima provinieron de las personas apostadas en el tranque”. Pero tampoco pudieron concretar una reunión con la familia de Jairo Antonio, al igual que las de otras víctimas.
La historia de cómo sucedió la muerte de José Manuel Quintero aún no ha sido contada. No se conoce el nombre de su madre o el de algún pariente. Tampoco el número de balas que ocasionaron su muerte, la parte de su cuerpo en la que fue impactado, si era un manifestante más que protestaba contra el régimen, o si la familia continúa exigiendo justicia.
Según el GIEI, tenía 28 años, era de Estelí y lo ingresaron al hospital local ya fallecido. “La Comisión de la Verdad, Justicia y Reparación (creada por la Asamblea Nacional de mayoría sandinista) vincula su muerte con el contexto de protesta social, ubicándola en el Tranque la Trinidad, sin mayores precisiones”, reseña el informe del GIEI.
El Grupo documentó “dos conflictos” en los cuales “se registró el uso de armas de fuego y violencia”, el 30 de mayo de 2018 en el departamento de Estelí. Uno en el tranque instalado sobre la ruta Panamericana Norte, exactamente en el kilómetro 124 del municipio de La Trinidad, el otro durante la Marcha de las Madres que se realizó en la ciudad de Estelí,. Ambos con “ataques” dirigidos por personas “paramilitares” y “grupos de choque” afines al régimen de Daniel Ortega.
Nota del editor: Las historias de este reportaje se publicaron originalmente el 30 de mayo de 2021, y se resumieron algunos fragmentos para esta versión.
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Confidencial es un diario digital nicaragüense, de formato multimedia, fundado por Carlos F. Chamorro en junio de 1996. Inició como un semanario impreso y hoy es un medio de referencia regional con información, análisis, entrevistas, perfiles, reportajes e investigaciones sobre Nicaragua, informando desde el exilio por la persecución política de la dictadura de Daniel Ortega y Rosario Murillo.
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