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Expresa política revela que fue golpeada en 13 de 17 interrogatorios

“Me pegaban golpes con los puños, patadas, es como si me querían matar… me insultaban hombres y mujeres, y bailaban el comandante se queda”, relata

Confidencial Digital

15 de junio 2019

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El régimen orteguista sabía que la presa política Kenia María Gutiérrez Gómez, de 36 años, nunca aceptaría su excarcelación. Por eso la engañó. Funcionarias de la cárcel La Esperanza, en Tipitapa, le dijeron que iba a una entrevista con la Cruz Roja, cuando en realidad era sacada de prisión. Ella fue una de los 100 reos de conciencia excarcelados el pasado 20 de mayo.

La chinandegana fue detenida en agosto de 2018, y trasladada automáticamente a las celdas de la Dirección de Auxilio Judicial, en Managua. “En El Chipote estuve 48 días, desde el 25 de agosto hasta el 11 de octubre, tuve entrevistas bastante fuertes acompañadas de golpes en el rostro, la cabeza y el estómago”, narró.


Detalló que fue llevada a 17 interrogatorios, y golpeada en 13 de ellos. En los demás la torturaron psicológicamente. La Policía Nacional la presionó para que grabara un video, incriminando a ciudadanos de Chinandega y Managua —del Movimiento Campesino y de la Alianza Cívica—, que ni siquiera había conocido. La mujer nunca se rindió ante la presión.

“Enoc Reyes se llama el oficial que me estuvo entrevistando, que siempre me golpeó y me insultó, el número de chip es 24785. Él me dijo: ‘hablas ahora o de aquí no salís viva, porque yo no voy a regresar donde mi jefe con lo mismo que le he estado diciendo, hoy tenés que hablar’”, describió.

Golpizas en La Esperanza

La chinandegana fue trasladada a la Esperanza el 12 de octubre de 2018. En esa prisión sufrió un constante maltrato de parte de las custodias. Su primera golpiza la recibió el 26 de octubre, cuando se opusieron a que las funcionarias penales se llevaran a Irlanda Jerez.

“Empezaron a querer abrir el portón, Olesia, Solange, Jeysi y yo lo impedimos por unos 40 minutos, pero eran demasiadas personas. Cuando por fin lograron entrar, a Olesia y a mí nos golpearon bien fuerte, eran como diez o quince funcionarias que nos estaban golpeando”, relató.

El pasado 13 de mayo, una semana antes de su excarcelación, Gutiérrez sufrió una golpiza de parte de sus custodios. “Me pegaban golpes con los puños, patadas, es como si me querían matar. De repente escuché que la subdirectora Marisela Aguirre era la que estaba dirigiendo todo”, declaró.

“Me enchacharon con las manos hacia atrás en un poste, mi ropa estaba totalmente destruida y no les importó, me insultaban hombres y mujeres, y bailaban el comandante se queda”, precisó la excarcelada.

Ataque de presas comunes

El calvario de la mujer continúo cuatro días después, el viernes 17 de mayo cuando sufrió un segundo ataque, esta vez de parte de presas comunes. Las custodias no intervinieron para proteger la integridad de Gutiérrez.

“Después de la visita familiar, estábamos agarrando nuestras cosas, cuando una presa común me echo un bidón de lodo encima. Olesia trató de defenderme, pero la mujer la agredió y le tiró el bidón vacío en el pecho”, dijo Gutiérrez.

Agregó que ella y Jeysi Lagos sacaron del salón a Jerez y Olesia Muñoz, pero ellas se quedaron atrapadas. “Las funcionarias no hicieron nada. Un grupo de presas comunes me estaban golpeando, pero ellas no se metían. Fue un ataque dirigido hacia mí”.

Pese a esta agresión, Gutiérrez afirmó que la mayoría de población carcelaria siempre las apoyó y estuvo de su lado. Sin embargo, “hay un grupo (de presas comunes) que les ofrecieron supuestamente amnistía, mejores condiciones y beneficios, a cambio de que nos golpearan y lastimaran”.

La mentira de los custodios

El lunes que la excarcelaron, Kenia y su compañera de celda, Irlanda Jerez, tenían visita conyugal con sus respectivas parejas. Ambas habían acordado regresar juntas a la celda número cinco. Al finalizar la visita, a Gutiérrez le informaron que tenía una entrevista con el Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR), lo cual no le extrañó porque recientemente había hablado con ellos.

“Me despedí de mi esposo y luego me llevaron a un auditorio, después me subieron en un microbús. Cuando estaba en el microbús subieron a otras mujeres de la celda cinco y de la cuatro, y nos llevaron a la Modelo. En todo momento pensé que íbamos a entrevista con la Cruz Roja Internacional”, relató Gutiérrez.

La excarcelada agregó que esperaron como una hora en el microbús y luego fueron llevados otro lugar. “Al entrar a la sala miré que había unos 70 hombres. Sinceramente siempre tuve el temor de que me sacaran con engaños y llevaran a mi casa”.

La desconfianza de Gutiérrez, originaria de Chinandega, surge porque ella se negó, en marzo pasado, a ser excarcelada junto a un grupo de cincuenta reos de conciencia. Ella deseaba la libertad plena y no el cambio de régimen cautelar que dio la dictadura para esa fecha: casa por cárcel.

No quería firmar

La chinandegana indicó que las funcionarias penales le dieron dos documentos para firmar, pero que ella se negó y exigió que “la regresaran a la celda”. Ella estaba recluida en La Esperanza, desde octubre de 2018, y compartía calabozo con Jerez, las hermanas Olesia y Tania Muñoz, Jeysi Lagos, Solange Centeno y Brenda Muñoz.

“Cuando terminaron de firmar todos, nos comenzaron a sacar. Me iban a llevar aunque no hubiera firmado las hojas. Salimos, pero yo no quería. Les dije que no iba aceptar casa por cárcel, que no es justo salir de ese modo. Soy inocente, ya que no cometí ningún delito”, destacó Gutiérrez, quien en febrero pasado fue declarada culpable, por el juez orteguista Edgar Altamirano, de los delitos de financiamiento al terrorismo y proliferación de armas de destrucción masiva.

“El Gobierno no tiene por qué condicionar mi salida. No quería exponer a mis hijos, que mi casa esté custodiada por paramilitares y que la Policía pase a cada momento”, mencionó.

Gutiérrez participó en las marchas de Chinandega y El Viejo, pero nunca se organizó en un movimiento de ciudadanos autoconvocados. Ella solo está en contra de las medidas del régimen. Previo a su arresto, la mujer y su familia vivieron días de acoso y amenazas. En la calle, en su casa o su negocio. Ante la persecución y el hostigamiento, la chinandegana y un hermano cerraron un establecimiento de venta de motocicletas.

Intercede la Cruz Roja

La excarcelada contó que las funcionarias pretendían trasladarla hasta su vivienda en un vehículo acompañada solo por cinco custodias. Situación a la que se negó. “Yo no me voy a ir custodiada por esa gente, son asesinos y malvados todos”, alegó.

Ante la decisión de las funcionarias y la negativa de Gutiérrez, intercedieron funcionarios de la CICR, quienes le sugirieron a la presa política que sus familiares llegaran por ella, quien comprendió que no la regresarían a su celda.

La excarcelada decidió salir porque considera que afuera de la cárcel tiene más posibilidades de “hacer algo, de seguir en esta lucha y de luchar por liberación de Irlanda Jerez y Olesia Muñoz, mis hermanas de celda y de lucha”. Para entonces, Kenia tenía miedo de dejarlas solas, según comentó en esta entrevista días después de su salida de prisión. Finalmente, Irlanda y Olesia, sus compañeras de celda, fueron liberadas el pasado 11 de junio, junto a otros líderes de la protesta cívica.


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