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Estudiar “afuera” o “aguantar”: las opciones de los estudiantes de universidades robadas

Jóvenes buscan alternativas para culminar sus carreras profesionales, lejos de los centros de adoctrinamiento en que han convertido a las universidades

Alejandra Padilla

23 de agosto 2023

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“Nunca imaginé que el Gobierno confiscaría las universidades privadas”, señala Alan Guerrero. “Fue muy frustrante”, afirma Katherine Ramírez. Ambos son exestudiantes de la clausurada Universidad Paulo Freire. “Yo quería terminar una licenciatura, pero no pude”, expresa con impotencia “Raquel”, quien estudiaba Farmacia en la Universidad Nicaragüense de Estudios Humanistas (UNEH). “Nos poncharon nuestros sueños”, exclama “Mario” con tristeza, al recordar el cierre de la Universidad Juan Pablo II en marzo de 2023.

Son cuatro de los al menos 18 000 jóvenes afectados por el cierre y confiscación ilegal de más de 27 universidades privadas en Nicaragua, desde diciembre de 2021 hasta la fecha.


Los cuatro habían ingresado a universidades privadas, huyendo del adoctrinamiento y el control político que el FSLN ejerce en las universidades estatales del país.

Ahora, sus centros de estudio son administrados por el Consejo Nacional de Universidades (CNU), afín al régimen de Daniel Ortega y Rosario Murillo.

Ante las pocas opciones para acceder a una educación superior apartidaria y de calidad en el país, Alan, Katherine y “Raquel” se exiliaron en Costa Rica en busca de alternativas para estudiar. “Mario” está “atrapado” en Nicaragua, obligado a seguir formándose en una universidad controlada por el gobernante Frente Sandinista (FSLN), mientras se las ingenia para crecer profesionalmente.

“Todo mi esfuerzo se fue al traste”

“Mario”, de 24 años, asistía cada sábado —desde 2019— a la Universidad Juan Pablo II con el anhelo de estar un paso más cerca de graduarse en la carrera de Ciencias Políticas y Administración Pública. “Era una universidad muy enfocada en la formación integral del alumno”, expone. Durante la semana trabajaba para costearse sus estudios. 

“Raquel”, de 20 años, estudiaba en turno sabatino desde 2020 una licenciatura en Farmacia en la UNEH, una universidad en la que se sentía segura, además de recibir una “educación de calidad”. 

Katherine Ramírez y Alan Guerrero se vieron obligados a abandonar sus estudios por el asedio en su contra por parte de simpatizantes sandinistas dentro y fuera de sus universidades, tras sumarse a las protestas cívicas de 2018 para exigir justicia y libertad en Nicaragua. 

En 2020, retomaron la carrera de Ciencias Políticas en la Universidad Paulo Freire (UPF) en modalidad virtual. Pero el sueño de titularse, se vio frustrado cuando la dictadura orteguista canceló y confiscó cinco universidades privadas, incluyendo la UPF y la UNEH, en febrero de 2022. 

“Nos quedamos en el aire nuevamente”, dice Alan, mientras recuerda lo duro que fue el cierre arbitrario de su centro de estudio. 

“Ya estaba en la recta final para obtener mi título. Todo el esfuerzo hecho en todo ese tiempo, se fue a la basura”, lamenta Katherine. 

“Me enteré por las noticias que habían cerrado la universidad. Quisimos protestar, pero era demasiado peligroso”, relata “Raquel”.

Trece meses después, el Gobierno clausuró la Universidad Juan Pablo II.

“No les importó todo el esfuerzo que los jóvenes hicimos para poder pagarnos una universidad privada, donde pudiéramos recibir una mejor educación que en las universidades públicas, donde no nos dejan expresarnos”, critica “Mario”.

Un nuevo comienzo en Costa Rica

Para Alan, Katherine y “Raquel” continuar sus estudios en una de las nuevas universidades estatales, creadas por el Gobierno con los bienes de los centros de estudio confiscados, no era una opción. Quedarse en Nicaragua, donde la persecución contra la comunidad universitaria continúa en aumento, tampoco era seguro. 

Los tres se exiliaron en Costa Rica, donde han logrado seguir con su formación académica.

A principios del año pasado, Alan y Katherine fueron admitidos en universidades costarricenses. Alan en la Universidad Latinoamericana de Ciencia y Tecnología (ULACIT), donde estudia la carrera de Derecho con una beca completa. 

Alan Guerrero, estudiante de segundo año de la carrera de Derecho en la ULACIT. Foto: CONFIDENCIAL// Alejandra Padilla

“Ya había aplicado a una beca en una universidad costarricense, pero me fue negada. Al tiempo descubrí la ‘beca de Liderazgo’ que otorga la ULACIT y decidí darme una tercera oportunidad de retomar mi formación”, recuerda Alan, quien es presidente del Club estudiantil de Relaciones Internacionales de la universidad.

Katherine Ramírez trabaja y estudia en Costa Rica. Foto: CONFIDENCIAL// Alejandra Padilla

Katherine también se ganó una beca para estudiar Relaciones Internacionales en la Universidad Internacional de las Américas (UIA). El semestre pasado, obtuvo la distinción de excelencia académica.

Tras su llegada a Costa Rica a finales de 2022, “Raquel” se inscribió en un técnico virtual en Farmacia. El próximo año espera ingresar en la Universidad de Costa Rica (UCR), para retomar la licenciatura que no pudo obtener en su país.

“Quiero iniciar pronto mi preparación para el examen de admisión”, dice.

Censura y adoctrinamiento político en universidades confiscadas

Al enterarse por las noticias del cierre de su centro de estudio, la primera opción de “Mario” fue tratar de conseguir una beca en el extranjero. Pero su plan se vio frustrado, luego de que la nueva administración de la Universidad Juan Pablo II, ahora Universidad Nacional Padre Gaspar García Laviana, se negara a entregarle su expediente académico.

“Busqué opciones en la Universidad de El Salvador, en México, y por último en España, pero sin certificado de notas que me avale que soy universitario, no me van a aceptar en cualquier universidad”, se lamenta.

Los cuatro jóvenes comparten en común el deseo de ser profesionales al servicio de su país. “Nuestra meta como jóvenes debe ser culminar nuestros estudios, para en un futuro aportar a nuestro país con nuestro conocimiento y trabajo”, comenta “Mario”.

Alan, Katherine y “Raquel” anhelan volver a Nicaragua como profesionales. “Me encantaría regresar y hacer cambios”, asegura “Raquel”.

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Alejandra Padilla

Alejandra Padilla

Periodista y productora audiovisual nicaragüense. Licenciada en Ciencias Políticas. Cofundadora de varias organizaciones de sociedad civil vinculadas a la lucha por los derechos de la comunidad estudiantil en Nicaragua. También se ha desempaño en proyectos de transformación digital para empresas y organizaciones.

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