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Cardenal Brenes: "Me siento un párroco más"

El termómetro de la vida nacional en la relación del Arzobispo con los feligreses: "la oración, la carestía de la vida y el empleo"

El cardenal Leopoldo Brenes a su llegada al Nicaragua, tras ser nombrado cardenal. EFE/Mario López.

Arlen Cerda

26 de septiembre 2016

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En la Managua de finales de los años setenta, aquella capital previa al triunfo de la insurrección popular que derrocó a la dinastía somocista, un sacerdote que llevaba el cabello largo y suelto, atraía el interés de los jóvenes de una parroquia en el barrio Las Brisas. Le llamaban “padre Polo” o “Polito” y siempre vestía de bluejeans y camisetas. Leopoldo Brenes Solórzano ahora tiene 67 años de edad y cuarenta y dos de ellos los ha vivido como sacerdote. Desde abril de 2005, está a cargo de la Arquidiócesis de Managua, y en enero de 2014 se convirtió en el segundo cardenal en la historia nacional, pero él afirma que aún se siente como un párroco más.

En sus homilías, el cardenal usa el tono de un padre o maestro cariñoso, y en sus intervenciones públicas su discurso permanente es el diálogo y la conciliación. Sin embargo, algunos le demandan mayor fuerza profética como pastor y líder de la Iglesia católica nicaragüense, para “anunciar” y “denunciar” la realidad del país.

El cardenal Brenes atiende de martes a viernes en la Curia Arzobispal, ubicada en el camino a Las Sierritas de Santo Domingo. A su oficina llegan feligreses, sacerdotes, miembros de las pastorales y movimientos católicos y también empresarios y políticos.

“Es la gente sencilla la que más se acerca y es con la que me codeo constantemente”.


—¿Y la gente más pobre de que le platica, de qué le habla?

— Hay mucha gente que platica de su fe, de su relación con Jesucristo, pero también de la carestía que están viviendo. Siempre me piden que ore para poder conseguir un empleo, que las cosas no suban tanto, que la canasta básica no suba tanto.

—¿Qué tan frecuente es este tipo de demanda?

— Es casi permanente. Cuando sale en las encuestas qué es lo que más la gente reclama es la cuestión del empleo.

Me dicen algunas personas: “Nosotros somos cinco personas, solo está trabajando uno, hay cuatro que no están trabajando”, y me dicen: “Ore para que no pierda mi trabajo”.

El cardenal conversó con la revista Confidencial y el programa de televisión Esta Semana sobre su labor pastoral durante la última década, su opinión sobre las posiciones del gobierno del comandante Daniel Ortega frente a la migración y la solidaridad, y los pronunciamientos que la Conferencia Episcopal de Nicaragua ha emitido en este año, advirtiendo el impacto “nocivo” de la instalación de un régimen de partido único y las “irregularidades” del actual proceso electoral, del cual se ha excluido a la oposición y se ha prohibido la observación independiente.

Hay “irregularidades” y falta diálogo

Los obispos nicaragüenses emitieron el pasado 22 de agosto un mensaje a propósito de las votaciones del próximo seis de noviembre, que destacó por su tono inédito.

La Conferencia Episcopal argumentó que “ante las situaciones de hecho creadas por decisiones irregulares en torno a las próximas elecciones que han originado posturas y reacciones muy diversas en la población” deseaban iluminar desde su fe y como pastores de la Iglesia un “momento histórico” del país. No obstante, evitaron hacer un llamado específico a votar, tal como siempre habían acostumbrado.

“Votar es un derecho. La decisión de votar o no votar o la de votar por determinada opción debe ser tomada por cada persona desde el interior de la conciencia”, indicó el mensaje pastoral, leído por el obispo de Granada y secretario de la CEN, monseñor Jorge Solórzano, en compañía de Brenes.

La teóloga laica María López Vigil ha destacado la novedad del mensaje episcopal, que por primera vez no ha llamado directamente a votar. “Todo mensaje de los obispos previo a un proceso electoral exhortaba a votar, exhortaba a participar y este no, este abre dos posibilidades y dice que ambas posibilidades debemos decidirlas en conciencia. Eso es tremendamente novedoso. Es decir, ellos recogen el ser o no ser, that is the question, que hay en este país, que es votar o no votar”, analiza.

El cardenal argumenta que los obispos reflexionaron ante las “situaciones especiales” del actual proceso y decidieron que era “importante hablar al corazón de la gente” para que desde su conciencia “puedan tomar la mejor opción”.

—¿A qué se refiere la Iglesia cuando dice que “hay irregularidades”?

—Nosotros lo meditamos eso en las situaciones especiales que estuvimos viviendo, en normas que se tomaron de parte de instituciones de gobierno y actitudes que tenían dentro de algunos de los partidos de la oposición, que nunca se habían dado.

—¿Cuándo hablan de situaciones de hecho, a que se refieren exactamente?

—Por ejemplo, cuando se dio la situación de la Corte Suprema de Justicia (que arrebató la representación legal del Partido Liberal Independiente a Eduardo Montealegre, cinco años después del inicio de una litis por los sellos). Yo lo dije en una ocasión, que esto se hubiera dado hace dos años, pero también situaciones de que en un partido de la oposición nunca pudieron sentarse a dialogar las partes que estaban divididas.

Siete días después de aquel fallo judicial, la Conferencia divulgó un comunicado advirtiendo que sería “nocivo” para el país la instalación de un régimen de partido único. El cardenal sostiene los peligros de este camino.

“Cuando se habla de un partido único quiere decir que la otra parte de los ciudadanos que tienen otra manera de pensar, quedarían prácticamente afuera y eso en vez de progresar en un país, prácticamente lo atrasa (…) porque cuando llevamos una sola línea eso no significa que tengo toda la verdad”, valora.

“Nosotros decimos: No, un partido único no puede ser de mucho beneficio para el país, porque nos estamos privando de otras ideas, que pueden, sin necesidad de imponerse, pueden ayudar al progreso y desarrollo de la Patria”, insiste.

Pero Brenes también considera que a los políticos nicaragüenses les hace falta dialogar. “Hay una parte del Evangelio que dice, cuando uno va a luchar contra algo y no lo puede vencer hay que tener un plan B y pienso que quizá en muchos de nuestros políticos faltó un plan B y ese espíritu de lucha permanente”, indica.

Falsa fuerza profética en discurso

Bajo la alta y puntiaguda mitra de Arzobispo o del pequeño solideo rojo que usa como cardenal, el “padre Polito” aún lleva su cabello largo, que se extiende desordenado y blanco en los costados, y a veces bajo la sotana aún usa los azulones que se han establecido como distintivo de su sencillez.

El padre dominico Rafael Aragón conoció a Brenes cuando el cardenal era aquel párroco joven del barrio Las Brisas y él atendía otra parroquia en el barrio Monseñor Lezcano. El sacerdote afirma que no le cabe la menor duda de que el cardenal “es popular y muy cercano a la gente, sobre todo a la gente sencilla”. Además, indica que “Leopoldo” —como él le llama— aún conserva parte de su estilo de finales de los setenta, pero sostiene que los estudios eclesiásticos en Roma moldearon al futuro cardenal.

“Brenes se articuló más en la corriente de pensamiento y la formación teológica de Juan Pablo II y también sus expresiones públicas, sus celebraciones, sus ritos se articularon más en toda la versión romana de la liturgia y yo creo que eso le ha quedado muy marcado”, detalla Aragón, quien describe al papa polaco como “un muro” a la renovación que proponía el Concilio Vaticano II, en busca de una Iglesia más solidaria.

“Esa formación teológica me parece que le impide tener una posibilidad de hacer un análisis de la realidad eclesial y tener un planteamiento más profético en la actual coyuntura con Nicaragua”, agrega.

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La teóloga Michelle Najlis define a Brenes como accesible, carismático y conciliador, pero lo prefiere sin el boato cardenalicio o arzobispal, que cree que marca una “distancia artificial” que la personalidad de Brenes en realidad no impone.

“Yo cuando hablo con Jesús no se me ocurre decirle Excelencia Reverendísima, Eminencia. Le digo Jesús, maestro, amigo”, compara.

Najlis afirma que ella también echa de menos “un testimonio profético” de parte del cardenal, que aclara que “no significa partidario, pero sí que vaya a la raíz del problema y que lo denuncie con claridad y coraje”.

La teóloga considera que “no debe ser fácil” la labor del cardenal al frente de la Conferencia Episcopal. “¿Cómo hacer para que ese carácter conciliador no disminuya la capacidad profética, es el gran desafío de don Leopoldo”, remarca.

Najlis recuerda que en un correo reciente de El Vaticano leyó que “el papa Francisco dijo que el cristiano debe participar en política y que la política es la forma más alta de caridad. Ahora, ¿qué entendemos por política? —increpa—, no forzosamente es una política partidista y posiblemente no debe de ser una política partidista, porque eso podría hacerle perder capacidad profética, pero sí (ser) un anuncio de esperanza y una denuncia de todo aquello que anda mal, pero yendo a la raíz”.

El bloqueo oficial a la solidaridad

La profesora de San Juan del Sur, Nilamar Alemán, fue declarada culpable este martes por el delito de tráfico imprudente de migrantes en un juicio a puerta cerrada. Alemán fue detenida el pasado trece de agosto cuando intentaba ayudar cruzar hacia Honduras a una migrante congolesa y su hija de diez meses de edad, que en la travesía enfermó de pulmonía.

El fallo ha sido ampliamente condenado por organismos que estiman que un gobierno que se autodefine como cristiano y solidario, en realidad ha privatizado y criminalizado la solidaridad. El cardenal Brenes admite y lamenta que el gobierno bloqueé expresiones solidarias, aunque no tiene una postura concreta sobre el caso de la profesora Alemán.

“Muchas veces se puede mirar una expresión de solidaridad y a lo mejor el gobierno en eso es muy celoso de verlo desde una parte política”, estima.

—Si usted tiene que responder sí hay o no privatización de la solidaridad de parte del gobierno, ¿diría sí o no?

—Por parte de la Iglesia no.

—De parte del gobierno…

—No. Del gobierno con nosotros, no.

—¿Y del gobierno con las personas?

—Creo que se ha dado, los casos que tú mencionabas.

—¿Y qué piensa usted al respecto?

—Yo creo que tendríamos que ver que las personas no lo están haciendo por ordenar aplausos o cosas por el estilo, y cómo te decía al comienzo la primera solidaridad antes de que lleguen las ayudas internacionales, es del pueblo y creo que verdaderamente es lamentable que el gobierno piense eso. Eso no va a afectar en nada… que alguien le lleve un poco de comida, no tiene ningún problema.

Sin embargo, Brenes reconoce que los obispos no han abordado esa preocupación con ningún representante del gobierno. “Eso no lo hemos tratado a fondo. Hemos comentado, pero no lo hemos tratado a fondo. A lo mejor en alguna de las asambleas próximas quizá los obispos proponen y lo sienten como una situación más fuerte”, justifica.

El padre Rafael Aragón critica la “herencia” de una relación de la Iglesia como poder religioso con el gobierno como poder político.

“Para mí la Iglesia no tiene que articularse con el poder. Esto no quiere decir que el cardenal Brenes esté articulado con el poder, pero (sí) que su modelo eclesiológico le traiciona a veces y por ahí hay un tira y afloja”, opina.

Brenes asegura que no ha variado la cantidad de políticos que se acercan a él desde que es cardenal y que quienes más se acercan son las personas sencillas, cuya cercanía agradece, ya sea el vendedor de agua en los semáforos que le “fía” la bolsita de un córdoba al pasar o algún matrimonio que casó hace más de cuatro décadas y lo busca al final de alguna de sus eucaristías para saludarle.

“(Los políticos) sobre todo se acercan cuando hay alguna campaña o algún conflicto”, detalla.

Brenes sostiene que él no tiene preferencia por ningún partido político.

“Sabemos que a quien le toca hacer la política partidista no es a nosotros los obispos, le toca a los laicos (…), a veces quisieran que nosotros apoyáramos una línea determinada y creo que eso no está de nuestra parte”, subraya.

El padre Aragón coincide en que la política partidista no corresponde a la Iglesia ni obispos, pero sugiere dar más protagonismo a los laicos y formarlos para que sean ellos quienes exijan y actúen en las demandas ante la realidad nacional.

“Yo creo que la Iglesia y los obispos tendrían que ser mucho más claros. El planteamiento de Jesús es claro, del Evangelio, las enseñanzas, la doctrina social y el planteamiento del papa Francisco sabe a dónde quiere ir. Entonces inspirados en eso, tener un pensamiento mucho más abierto a la realidad de Nicaragua y con valoraciones más críticas de la situación que estamos viviendo no sería ningún problema, pero puede haber temores, puede haber amistades o servicios que te hace la autoridad del gobierno y desde ahí hay que juzgar las cosas”, advierte.

Brenes valora que “hay mucha fe” en los sacerdotes nicaragüenses y asegura que aun cuando “muchas veces” algunas personas no se expresan “con mucha libertad, sobre todo si está trabajando en ‘x’ o ‘y’ institución gubernamental (porque) dice: ‘Lo que yo digo, me puede ir mal’, ellos con nosotros los obispos si se expresan”.

Según Brenes, esta cercanía de la gente lo “cuestiona particularmente, porque yo (me) digo: Yo tengo que estar más cerca del Señor”.


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Arlen Cerda

Arlen Cerda

Periodista. Desde 2003 ha trabajado en medios tradicionales y digitales.

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