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“María”, exfuncionaria judicial: “El FSLN manda a vigilar en las iglesias”

Dejó su trabajo sin renunciar y se fue al exilio. El detonante fue el ataque a la Iglesia y la cárcel contra el obispo Rolando Álvarez

Redacción Confidencial

30 de enero 2023

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“María” dejó de ir a misa y participar en actividades religiosas para evitar represalias por “la vigilancia extrema” de la dictadura de Daniel Ortega y Rosario Murillo, que en 2022 incrementó contra los trabajadores del Estado. 

A finales del año, la entonces funcionaria del Poder Judicial por casi una década no soportó más, aprovechó unas vacaciones a Estados Unidos y abandonó su puesto de trabajo, renunciando a sus prestaciones laborales. Esa era la única forma de hacerlo, afirma. 

Ahora, en proceso de asilo político, denuncia en entrevista con CONFIDENCIAL y Esta Semana las presiones, vigilancia, amenazas y temores que sufren los servidores públicos que, como ella, no comulgan con el abuso de poder y las violaciones del orteguismo.

La invasión a su fe católica fue el detonante para decidir su salida. “Hay personas en cada iglesia que se sientan en las banquitas, en la parte de atrás, o en las gradas de las iglesias, a ver quién entra de los trabajadores, para así denunciarnos”, revela.


“María” describe el control y la presión impuesta por el Frente Sandinista. Cada vez más los obligan a participar en actividades partidarias y talleres de adoctrinamiento político, están pendientes de sus comentarios entre colaboradores, no tienen permiso de movilizarse y tampoco pueden expresar sus inconformidades. 

El apoyo de los trabajadores al Frente Sandinista es “bajo”, confirma, y muchos tienen los “ojos bien abiertos” y están en desacuerdo con la vigilancia política, la persecución contra la Iglesia, la situación de los presos políticos y están agobiados por la crisis económica y los salarios que no alcanzan. “Nuestro salario no da para nada, con costo tal vez la canasta básica, y a veces ni siquiera para eso”, lamenta.

Como católica, “María” critica la arremetida del régimen orteguista contra la Iglesia, que ha encarcelado a once sacerdotes, entre ellos, a monseñor Rolando Álvarez, obispo de la Diócesis de Matagalpa. Fue un “detonante fuerte para muchos (trabajadores del Estado)”, dice. El Gobierno –opina– está “metiéndose más cuchillos actuando de esa forma”. 

Como exfuncionaria judicial, también cuestiona las irregularidades y violaciones en los juicios políticos contra los reos de conciencia. Confirma que les “fabrican pruebas” e imponen a trabajadores de las instituciones y policías como testigos. 

La exservidora pública defiende que los exfuncionarios pidan asilo en Estados Unidos. “Yo pido que entiendan nuestra posición como trabajadores, porque así como hay muchos que sí firman y dan la cara por su Gobierno, hay muchos que no”, sostiene. Para “María” el porvenir de Nicaragua con Ortega y Murillo “no es bueno”.

Trabajaste como funcionaria del Poder Judicial durante casi una década, ¿cuál es la situación que viven los trabajadores públicos bajo el régimen de Daniel Ortega?

La situación es bien difícil porque hay mucho temor, mucho descontento. Muchos tienen miedo de lo que pueda pasar con ellos, y peor desde las protestas de 2018 y todo lo que el Gobierno hizo en contra de la población.

Hay personas que se tienen que quedar calladas y no pueden hablar, no pueden expresar lo que sienten por el mismo temor a ser despedidos, y tienen que mantener familia y no pueden, ni tienen tampoco, la posibilidad para salir del país o trabajar fuera, porque como abogados, nosotros no tenemos la oportunidad de trabajar individualmente. Nos bloquean cualquier tipo de trabajo que nosotros queramos hacer por fuera, y eso lo he visto con muchos abogados que estuvieron ejerciendo en el Complejo Judicial y han salido, ya sea por descontento o despido, y quieren trabajar individualmente y no se les permite.

En 2022, el régimen encarceló al vocero del Poder Judicial, Roberto Larios, y también a tres asesores de la presidenta de la Corte Suprema de Justicia, Alba Luz Ramos. También vimos que se incrementó la vigilancia política dentro de la institución, ¿cómo viviste esa etapa dentro del Poder Judicial?

Los comentarios en los pasillos y entre todos los trabajadores es el temor, el miedo, porque si están encarcelando a personas tan allegadas al Gobierno, ¿qué puede pasar con personas que estamos trabajando ahí, y que estamos prácticamente sin estar de acuerdo con las decisiones que toman? ¿Qué podemos esperar que pase con nosotros? 

Los comentarios son que hay listados por todos lados, que no nos permiten salir, que no nos permiten movilizarnos, que estamos como prisioneros prácticamente del Gobierno, por ser funcionarios del Estado.

Es una zozobra terrible… No hay estabilidad laboral, no sentimos que tenemos libertad para expresarnos, para poder decir lo que queremos, lo que sentimos, porque así como hay personas que estamos en descontento, hay muchas personas que están de acuerdo y que alaban o aplauden las decisiones que está tomando el Gobierno.

¿Había alguna instrucción, en ese contexto de detenciones por parte de los responsables inmediatos, sobre qué hacer o no como empleados públicos?

No. Ni los mismos responsables hacían el comentario de lo que estaba pasando. En su momento se comenta que apresaron a estas personas, pero sin hablar más, sin hacer ningún comentario, precisamente porque ahora también los responsables saben que andan detrás de ellos, que también escuchan lo que ellos están diciendo. Es una vigilancia terrible la que se mantiene en todos los complejos judiciales y mucho peor en la Corte, porque con tanta persona que ha salido, con tantos jueces que se han ido y que están hablando, la vigilancia para nosotros es extrema. Andan detrás, escuchan lo que decimos, miran nuestros comentarios con otros compañeros.

El miedo que nos rodea –por nuestra familia, por nosotros mismos, por nuestros hijos– es grande. Entonces tenemos que mantenernos callados, no podemos hablar. El comentario que se hace, entre las personas que tenemos confianza y sabemos que también están en desacuerdo, es muy poco.

En diciembre, saliste de Nicaragua sin renunciar a tu puesto de trabajo, ¿cómo lograste viajar a Estados Unidos? ¿Solicitaste una autorización a tus superiores o a operadores políticos? 

No. Yo salí de vacaciones el 22 de diciembre y ya no regresé a mi lugar de trabajo el 9 de enero, porque tomé la decisión de salir. Ya no aguantaba más la presión de ciertas personas que nos manejaban, o que nos tenían en grupos para que fuéramos a marchas, para que participáramos de actividades políticas.

Las exigencias ya eran más, era prácticamente estar participando en todas las actividades, y si no lo hacíamos ya se acercaban, preguntaban: “¿Qué te pasó?”, “¿por qué no fuiste?”, “¿por qué no asististe?”. Si ya en dos o tres ocasiones faltabas, ya te miraban mal y te preguntaban: “¿Y qué pasó?”, “¿por qué no estás asistiendo?”

Y muchos, al igual que yo, hemos ido saliendo de todos los complejos judiciales sin estar renunciando, dejando todos nuestros derechos, sabiendo que perdemos nuestras liquidaciones, perdemos todo derecho laboral que tenemos porque, a pesar de que lo necesitamos, es la mejor manera de salir.

¿Y lograste viajar de manera regular a Estados Unidos?

Sí. Yo viajé de manera regular, viajé sola. Ya estoy en Estados Unidos. No tuve hasta el momento problema en la salida de Nicaragua. Pensé que lo iba a tener, por lo mismo, porque se hacían comentarios que habían listados de nosotros en todas las fronteras, en todos los aeropuertos, y al final no fue así. 

Solamente las personas, parece, que están más cercanas al Gobierno, o más allegadas –como magistrados, jueces, asistentes de despacho, personal que está directamente encargado de otras oficinas, o que son responsables de área– son los que están en esos listados, porque a esa gente sí tienen que solicitar una autorización al magistrado presidente para poder salir del país.

¿Conoces casos de otros colegas que hayan renunciado o abandonado su puesto laboral en el Poder Judicial o en otras instituciones estatales? 

Sí, muchísimos,… Aparte de muchos compañeros de acá del Poder Judicial, tengo conocidos en el Ministerio de Salud, que igual salieron de la misma manera, sin renunciar… Igual de otras instituciones: del Magfor (Ministerio de Agricultura), del Ministerio de Educación… gente que ha salido igual que todos nosotros del Poder Judicial, que perdimos nuestros derechos laborales por no expresar nuestra salida… para evitar que nos detuvieran o que quisieran hacer algo en contra de nosotros.

¿Y ellos por qué se fueron?

Por las mismas razones.  No aguantan más la situación, no aguantan más estar presionados, aparte también la situación económica nos está golpeando mucho. Ya prácticamente nuestro salario no daba para nada, con costo tal vez la canasta básica, y a veces ni siquiera para eso, porque tal vez teníamos otras deudas o teníamos otros gastos y si cubríamos una cosa, ya no se podía cubrir otra.

Muchos de estos trabajadores que se van sin renunciar pierden su indemnización, ¿a qué le temen exactamente los funcionarios públicos?

A que nos detengan en la salida o a que quieran hacer algo en contra de nosotros y de nuestra familia si queremos salir con la familia. Porque nosotros estamos claros, como trabajadores, y aún viendo la situación, cómo están ellos actuando en contra de personas muy allegadas, que los están deteniendo, que los están encarcelando. Entonces, ¿qué podemos esperar nosotros?

Y según lo que viste, ¿qué nivel de apoyo político existe actualmente entre los trabajadores estatales hacia el régimen Ortega-Murillo?

Es muy bajo. Yo creo que, si se hicieran ahorita unas elecciones verdaderamente democráticas, este Gobierno dejaría de estar en el mando, porque ni los mismos funcionarios del Estado están de acuerdo con las cosas que ellos hacen.

Yo participé en las elecciones presidenciales y participé también en las elecciones municipales del año pasado y la convocatoria fue muy baja. Tuvimos que votar porque era un requisito fundamental para que pudiéramos continuar en nuestro trabajo… porque se vio en las (votaciones) presidenciales que hubo gente que no participó y los despidieron o, como castigo, los mandaron para lugares más largos donde tenían que gastar mucho más como forma de presión para que salieran de la institución.

Cuando decís que participaste en las votaciones, ¿es porque fuiste parte del tendido electoral? ¿Había obligación?

Sí, participé en el tendido electoral, tanto de las presidenciales como de las municipales. Nuestros replicadores nos decían: “Ustedes están como militantes y como militantes tienen que mantener al Gobierno en el poder. Entonces la manera de mantenerlo en el poder es participando y siendo nosotros observadores de las votaciones”... Aun sabiendo nosotros que esas votaciones no eran libres, no eran votaciones democráticas.

¿Y qué orientaciones recibiste? ¿Cómo reaccionaron en las Juntas Receptoras de Votos ante ese alto abstencionismo del que hablabas?

Ellos siempre decían que iban ganando, que estábamos bien, que la convocatoria de la población había sido la mejor, aun viendo que tal vez eran las dos de la tarde y tal vez en la mañana solo habían llegado 50 personas a votar.

Por otro lado, también había preocupación, porque miraban que no llegaba nadie… (pero) solo les interesa mantenerse en el poder, no les importa si realmente la gente los apoya.

¿Y cuál es el sentir de los trabajadores del Estado sobre el rumbo del país, la situación económica, los presos políticos, el aislamiento internacional del régimen, el recrudecimiento de la represión?

Todos preocupados por alzas en todos los productos y que nuestro salario no nos da para nada. Con respecto a los presos políticos, la situación es bien fea. El momento de la tocada a la Iglesia fue un detonante fuerte para muchos, porque ya de hecho estábamos un poco restringidos de ir a las iglesias, a participar de procesiones o de cualquier actividad religiosa que quisiéramos. 

Incluso, muchos compañeros de trabajo y yo misma era parte de un grupo de la Iglesia y dejé de ir a mis reuniones y a mis actividades religiosas por el temor a que me siguieran, porque hay personas en cada iglesia que se sientan en las banquitas, en la parte de atrás, o en las gradas de las iglesias, a ver quién entra de los trabajadores, para así denunciarnos.

Todo eso ha sido preocupante para nosotros, porque vemos que sí se están metiendo con la Iglesia, no es solamente con la población civil, sino que ya (están) tocando una institución que también tiene un gran poder.

¿Y qué pensás vos, personalmente, sobre esta arremetida contra la Iglesia? 

Están metiéndose más cuchillos actuando de esa forma. Los mismos trabajadores están viendo las acciones de ellos, y no son bien vistas.

¿Qué pensás sobre los juicios fabricados por el régimen contra opositores y también religiosos? ¿Tienen alguna credibilidad para vos o tus excolegas? 

No, ninguna, porque todos sabemos que fabrican pruebas, que ponen a personas, incluso a trabajadores de las mismas instituciones, a que sean testigos en esos juicios. La Policía, que está tan doblegada al Gobierno, son de los principales testigos que ponen en los juicios, y la verdad es que hay mucha gente que se presta por 200 o 300 pesos más que le dan en el salario para hacer esas cosas.

Nosotros sabemos muy bien que eso no es como debe de ser según la ley, porque somos estudiosos de la ley y sabemos que no es parte de la ley lo que están haciendo.

¿Cómo ves el futuro de Nicaragua con Ortega y Murillo a la cabeza?

Otra Cuba, otra Venezuela. Nuestro país no tiene ahorita ningún buen porvenir. Creo que van a seguir saliendo muchas más personas inmigrantes porque el futuro no es ningún progreso, no es nada bueno.

¿Cómo ha sido tu inserción y tu experiencia como migrante?

Es difícil, porque me siento sola. Estaba acostumbrada a mi país, a estar siempre con mucha gente en mi casa, y ahora estar sola es difícil, pero considero que el estar aquí va a abrirme otras puertas, va a ayudarme para poder ayudar a mi familia y ver si en unos meses logro traérmelos para que estén conmigo. 

¿Qué le dirías a las personas que cuestionan que trabajadores estatales o que militantes sandinistas desertores soliciten asilo en Estados Unidos porque, según estas personas, no es justo que tengan esa oportunidad?

Yo les digo que no todos somos iguales, no todos estamos a favor del Gobierno. Estamos en la institución porque necesitamos de nuestro trabajo, necesitamos mantener una familia y no todos estamos de acuerdo con las decisiones que está tomando el Gobierno. Yo pido que entiendan nuestra posición como trabajadores, porque así como hay muchos que sí firman y dan la cara por su Gobierno, hay muchos que no, que estamos con los ojos bien abiertos, que sabemos que están haciendo muchas injusticias y que no estamos de acuerdo con lo que se está haciendo en el país.


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Redacción Confidencial

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