28 de mayo 2019
La disminución de los recursos disponibles para seguir administrando el Estado, acelerará la descomposición del orteguismo y la erosión de sus bases, proceso que comenzó mucho antes del 18 de abril, en opinión del economista Enrique Sáenz.
La administración de Daniel Ortega acusó una caída de sus ingresos tributarios de 7490.4 millones de córdobas en 2018, a lo que se le sumó una nueva merma de 2584.8 millones en el primer trimestre de 2019.
La caída de las recaudaciones obligó a reducir el gasto corriente, (que incluye los salarios del sector público); el de inversión, las transferencias (en especial, las municipales), y una parte de los subsidios, lo que apunta a la posibilidad de ver algunas voluntades migrando de signo.
“Ese proceso comenzó desde antes de la crisis”, aseguró Sáenz, recordando que “buena parte de los detenidos y exiliados, fueron en algún momento parte de las bases del orteguismo”.
Mientras la cooperación venezolana fluía generosa por las venas de la economía nacional, y se asentaba en las arcas controladas por el régimen, Ortega pudo enviar a sus emisarios por todo el país, ofreciendo los programas estrella del régimen, para premiar a los leales, escarmentar a los independientes, y atraer a los indecisos.
Cuando comenzaron a mermar esos recursos, los beneficiarios de esos programas “tuvieron que comenzar a pagar por las láminas de zinc o por los chanchitos, mientras que otros programas ya se habían cortado y disminuido”, recalca el economista.
A partir de esa situación, llega a la conclusión de que la erosión de las bases del partido -que antaño se consideraban fieles y disciplinadas- es progresiva, sea que esos simpatizantes trabajen dentro del Estado o no, porque “el desempleo que se está generando en la actividad privada, no distingue si alguien es simpatizante del orteguismo o no”, enfatizó.
Esa erosión se verá acentuada “cuando afecte de manera más directa a quienes viven de los recursos públicos”, dijo Sáenz, citando al asesor presidencial para temas económicos, Bayardo Arce, quien instó a un grupo de simpatizantes del régimen a olvidarse de pedir aumentos de salario.
“Lo mismo deben estar diciéndoles en las alcaldías”, aventuró Sáenz.
El economista explica que “contraer el gasto corriente significa que el Estado dejó de comprar y de contratar, y normalmente, a quienes contrataban era a pequeñas y medianas empresas que eran parte del círculo, porque no había licitaciones”, lo que significa que ese grupo de empresarios acomodados, también verán reducirse sus ingresos.
Incumplimiento presupuestario
La reducción de los ingresos afectará no solo a los parroquianos del régimen, sino al país en general, en la medida en que eso trastoca el cumplimiento de los objetivos del Presupuesto General de la República, explicó un especialista en crecimiento económico que accedió a hablar con esta publicación, a condición de mantener su nombre en el anonimato.
La fuente recordó que el gasto y la inversión que se hacen en los rubros de educación, salud o infraestructura, corresponden a un plan económico que tiene metas “que ya no se van a lograr este año, del que ya casi vamos llegando a la mitad”.
Explica que “algunas metas son complementarias, como las de educación y salud”, y que “también existe complementariedad entre inversión física y gasto corriente. Tiene que haber coherencia entre ambas”. Por eso, lo que el Estado ha dejado de gastar, le impedirá cumplir las metas trazadas para 2019.
Además de limitar la capacidad del Estado para cumplir sus planes, la caída de ingresos también afectará a los empresarios, en tanto que “para cumplirlos, el Estado depende de trabajar con entes no estatales, como el sector privado, o las cadenas de valor en el campo, así que, como sector público, ya no puede impulsar las actividades económicas que producen crecimiento”, graficó.
El economista observa que la caída de los impuestos profundizará las dificultades, y acerca al país a la posibilidad de una depresión para finales de año, en parte porque hay menos inversión privada, porque se cayeron los precios del café, y porque han disminuido los depósitos en los bancos y las reservas internacionales.
“El colapso de la efectividad y operatividad del aparato estatal, podría ser el detonante de un colapso sistémico de la economía nacional”, advierte señalando que “no será como en los años 80, cuando hubo un deterioro gradual. Temo que será un golpe repentino que la lleve a cuidados intensivos, porque si un elemento colapsa, pueden comenzar a colapsar todos rápidamente”, advirtió.
En todo caso, el aumento de las remesas es lo que ha impedido ese colapso, al crear un colchón financiero, por lo que la fuente dijo haber sentido “estupefacción”, al conocer la decisión del régimen de controlar las remesas, porque eso podía llevar a los nicaragüenses en el exterior a tratar de enviarlas por otras vías para evadir el control estatal.