Los bancos nicaragüenses están líquidos. Hiperlíquidos. Y a pesar que al cierre de diciembre de 2024 entre bancos y financieras acumulaban una cartera de préstamos que superaba los 218 765 millones de córdobas, el sistema sigue urgido por colocar préstamos entre sus clientes. A Salvador, Angélica, y Esteban les ha pasado. En los últimos meses, los tres han recibido ofertas de los bancos para que adquieran más crédito.
Para que se enjaranen, pues.
El informe con los Indicadores del Sistema Bancario y Financieras elaborado por el Banco Central de Nicaragua, con corte a abril de 2025, muestra que al concluir el primer cuatrimestre, los depósitos del público registraron un crecimiento de 9.8% en términos interanuales, hasta alcanzar los 253 855 millones de córdobas. De ahí deriva que exhiban una liquidez (medida como el ratio de efectivo y equivalentes de efectivo sobre depósitos del público), de 35.3%.
La última vez que la liquidez de los bancos de Nicaragua estuvo tan alta, fue en diciembre de 2023.
“Siempre hay una relación entre la cantidad de dinero que guarda un banco en concepto de depósitos, y cuánto puede colocar. En este momento hay muchos depósitos, y lo que hay no se corresponde con la proporción que debería estar colocada como crédito”, explicó Salvador, un profesional del ámbito financiero que pidió mantener su identidad en reserva.
“Lo cierto es que el sistema financiero, la banca, está hiperlíquida. Completamente líquida. Es decir: tiene mucha plata”, añadió. Él lo sabe, no solo porque tiene acceso a los reportes del BCN y de la Superintendencia de Bancos, y porque sabe cómo interpretarlos, sino también por otra razón más sencilla: él también recibe ofertas de dinero.
“El banco me mandó un mensaje en el que me informaban que estaban ampliando mi límite de crédito —que ya era alto— en varios miles de dólares. Están ávidos de colocación. Necesitan colocar. Eso es una muestra de cómo está aumentando el apetito de la banca para colocar créditos en el mercado”, explicó.
Aunque eso no se compara con los montos ofrecidos a Angélica y a Esteban, lo que sí es comparable es la decisión, la necesidad de los bancos por hacer que ellos acepten el crédito y lo usen. Ella dijo que no. Él dijo que sí.
Mejor pedir dinero a la familia que a un banco
Angélica es una joven profesional del ámbito del Derecho que consiguió un empleo fijo con muy buenas perspectivas salariales y de estabilidad laboral, por lo que pensó que podía hacer frente al reto de comprar un auto. Usado, pero en buenas condiciones. Tenía 7000 dólares ahorrados, y necesitaba 3000 más para comprar uno del modelo y año que le gustaba.
Refiere que si bien su primera opción fue buscar ese dinero con algún banco, hubo varias trabas que se mostraron difíciles de salvar, cuando no insalvables. La primera fue el tiempo, porque en ese momento apenas había comenzado a trabajar en la empresa, “y los bancos toman en cuenta la antigüedad que uno tiene en un puesto de trabajo”, rememoró.
Fue precisamente el factor tiempo el que le impidió explorar la posibilidad de pedir el préstamo a la empresa misma, porque ella no cumplía el requisito de tener dos años laborando en ese lugar.
El segundo factor fue su profesión. Al trabajar en el área del Derecho, “los bancos nos consideran personas de riesgo porque algunos somos sujetos obligados en materia de prevención de lavado de activos”, explicó. La tercera razón es que muchas veces las personas de su especialidad no tienen un trabajo fijo, sino que generan ingresos de forma más bien esporádica, así que “los bancos nos perciben como inestables, financieramente hablando”.
Adicionalmente, “ellos saben que nosotros sabemos defendernos, porque conocemos la ley, y leemos la letra chiquita de los contratos, lo que nos deja fuera del juego. Eran demasiadas trabas, y yo necesitaba el dinero pronto, porque el vehículo que yo quería comprar no me iba a esperar tanto tiempo hasta que yo pidiera un préstamo y que me lo dieran”, describió.
Su opción fue acudir donde un pariente al que le hizo una propuesta que beneficiaba a ambos. El pariente aceptó unas condiciones que a ella le resultaron mejores que las que le presentaba el banco, y asumió la deuda con él.
En la actualidad, los mismos bancos que rechazaron su solicitud para que le aprobaran una tarjeta de crédito cuando apenas comenzaba a trabajar para esa empresa, ahora le insisten para que se decida a aceptar extrafinanciamientos de hasta 3900 dólares. También, créditos preaprobados por montos que fluctúan entre los 3000 y los 6000 dólares. “No los he usado, porque no tendría cómo pagarlos, y porque no estoy tan endeudada ni tan urgida para aceptar ese dinero”, valoró.
Esteban espera su primera tarjeta de crédito
Quien sí recibió el dinero fue Esteban, que tiene pocas semanas de haber sido reclutado por una empresa que requiere que él se mueva por distintos puntos de la geografía nacional. Dado que el pago se efectúa por transferencia bancaria, tuvo que abrir una cuenta para que le depositaran en ella su salario.
Si recibir una tarjeta de débito fue un efecto automático de haber abierto una cuenta, recibir el ofrecimiento para que se hiciera de una tarjeta de crédito no lo fue tanto. O tal vez sí.
Esteban relata que, poco después de recibir su tarjeta de débito, lo llamaron para preguntarle si también quería una de crédito, y les dijo que sí, así que le dijeron que se la iban a enviar.
El monto aprobado de 300 dólares equivale casi al 100% de su salario. Aunque asegura que planea usarla “más que todo para gastos de emergencia, como comida o combustible”, en realidad ya tiene planes para ese dinero que no es suyo. Dice que va a dejarla en casa para no correr el riesgo de pérdida, o de usarla más allá de lo debido. Aunque primero pagará con ella “la mitad del costo de un teléfono que quiero comprar, ya que la otra mitad planeo pagarla en efectivo”.
Salvador, el profesional del ámbito financiero, detalla que los bancos enfrentan serias dificultades para colocar créditos, por razones que se explican fácilmente al observar el mercado. “Para que haya buena colocación de créditos, debe haber una buena gestión del riesgo, pero el desempleo, las empresas que quiebran, y la cantidad de gente que se va, hacen que el mercado sea más pequeño, aunque haya mucho potencial. Es cierto —detalló— que hay mucha captación, mucho dinero que está en las cuentas bancarias pero, es muy difícil colocarlo”.
Qué necesita para pedir un crédito en bancos de Nicaragua
Los bancos en Nicaragua, al igual que en la mayoría de los países, establecen criterios claros para evaluar la capacidad de pago y la fiabilidad de los solicitantes. Si le interesa solicitar o aceptar un crédito en bancos de Nicaragua, debería presentar varias documentaciones y cumplir con otras condiciones mínimas, según los términos generales de la mayoría de las instituciones:
- Cédula de identidad nicaragüense vigente y en buen estado.
- Comprobante de ingresos que demuestren ingresos estables y suficientes para cubrir la cuota del préstamo y el calendario de pagos. Este puede ser una constancia salarial que muestre al menos un año de antigüedad e ingresos, colilla del Instituto Nicaragüense de Seguridad Social (INSS) o declaraciones de impuestos que muestren los ingresos y egresos de su actividad económica, en caso de ser trabajador independiente, o certificación de pensión y estados de cuenta.
- Historial o récord crediticio, que suele omitirse en el caso de los extrafinanciamientos o créditos preaprobados que suelen ofrecerse a clientes o personas de quienes el banco ya conoce su historial de pago y perfil de riesgo.
- Referencias personales o comerciales
- Garantías prendarias, especialmente necesarias en caso de préstamos hipotecarios o vehiculares, según el monto. En ocasiones también se podría requerir un fiador.
Consejos para aceptar un préstamo
Además de cumplir con los requisitos, que serán solicitados o no según según su relación previa con el banco, los consejos generales de los expertos en finanzas personales incluyen:
- Tener claridad sobre el propósito del préstamo: para qué y por qué lo necesita y cómo lo utilizará, y no solo aceptarlo porque está.
- Evaluar su capacidad de pago, para cumplir con las cuotas sin comprometer sus finanzas o endeudarse más allá de sus posibilidades.
- Mantener un buen historial crediticio, pagando sus deudas a tiempo.
- Investigar y comparar bancos, ya que cada uno cuenta con sus propias condiciones, tasas de interés, plazos y comisiones.