31 de agosto 2020
AA
Dada su importancia para la vida de la nación, ni la presidencia del país, como tampoco la del Consejo Superior de la Empresa Privada (Cosep), deberían permitir la reelección continua, en opinión del exrector del Instituto Centroamericano de Administración de Empresas (Incae), doctor Ernesto Cruz.
La reelección inmediata –que ha sido la maldición de nuestra historia política- es una práctica común en el Cosep, así como en sus cámaras, lo que ha permitido, por ejemplo, que José Adán Aguerri lleve trece años en la presidencia de esa entidad, y que pueda buscar tres años más, en un proceso que culminará el próximo 8 de septiembre.
“Las mismas razones por las que la reelección del presidente de la República por períodos consecutivos debe ser proscrita, hacen aconsejable que no se permita la reelección inmediata del presidente del Cosep”, refirió el académico, en un escrito en el que postula sus reflexiones sobre el tema.
En él, expone su criterio acerca de cómo debe manejarse el día a día del órgano rector del empresariado nicaragüense, en lo que coincide con la propuesta que les presentara el consultor mexicano Francisco Quintal, y que también fuera avalada por el expresidente de la República (y de Cosep), Ing. Enrique Bolaños, en esta entrevista con CONFIDENCIAL.
Cruz hace notar que, “en contraste con otros países de la región, la presidencia del Cosep ha sido en años recientes profesional y continuada. El perfil actual del cargo corresponde más bien al de un director ejecutivo o secretario general, que al de presidente de la cúpula empresarial de la nación”, describe.
“Auténticos empresarios”
El académico recuerda que, en el pasado, la presidencia de esa entidad gremial era desempeñada “por auténticos empresarios con voluntad de servicio, muy prominentemente durante los azarosos años de la revolución sandinista”, recordando a Enriques Dreyfus y a Enrique Bolaños, precisamente.
“El presidente de la más alta e inclusiva organización empresarial representa la totalidad de los intereses del sector privado”, recuerda. De ahí que “una representación tan importante sólo puede confiarse a un hombre o mujer de empresa independiente, avalado por éxitos anteriores y con medios suficientes para poder servir el cargo sin necesidad de remuneración”, añade.
Como es lógico suponer, también se requeriría que quien ostente la presidencia cuente con el respaldo de una junta directiva “representativa de los diversos sectores empresariales, y debidamente asistido por un director ejecutivo o secretario general remunerado”, propone.
“El manejo de las relaciones entre empresa y gobierno son demasiado importantes para delegarse al nivel ejecutivo de la organización. Estas deben manejarse por el propio presidente del Cosep... con el consejo y asentimiento de su junta directiva”, reitera Cruz.
De esa manera podrá -con el respaldo pleno de las organizaciones gremiales afiliadas- “sortear las dificultades que se presenten y guardar una prudente distancia de quienes ejerzan el poder público en un momento dado”, añade el académico.
“La diversidad de los intereses que conforman el Cosep hace imperativo que el presidente de la organización posea, entre sus dotes de liderazgo, una buena dosis de calma, juicio discriminante, ecuanimidad, habilidad negociadora y valentía”, concluye Cruz.
