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La no reelección de Dante Mossi se tomó “por unanimidad” en el BCIE

A partir del 1 de diciembre de 2023, el BCIE tendrá nuevo presidente ejecutivo, por decisión todos los países fundadores y miembros de la institución

Asamblea de Gobernadores del BCIE

Vista general de la LXIII Asamblea de Gobernadores del BCIE, en Punta Cana, República Dominicana. Foto: EFE / Orlando Barría

Iván Olivares

13 de mayo 2023

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La Asamblea de Gobernadores del Banco Centroamericano de Integración Económica (BCIE), reunida en República Dominicana, decidió “por unanimidad convocar a concurso para elegir a un nuevo presidente ejecutivo y a un nuevo contralor”. Con esa decisión, se rechazó la solicitud del hondureño Dante Mossi, de quedarse cinco años en la presidencia, y se abrió un proceso para elegir y nombrar nuevos funcionarios.

“Esto es humillante para él, con todo el dineral de los centroamericanos que ha gastado en clientelismo: regalando viajes, ofreciendo asistencia técnica, regalos para los presidentes, prebendas para los directores y el personal, y ahora viene a confirmar que no tiene ni a los directores ni al personal. Cuando él se vaya, saldrán los casos de corrupción, porque los que saben se aliarán con el que venga para sobrevivir”, dijo a CONFIDENCIAL el exrepresentante de Costa Rica ante el Banco, Ottón Solís.


Para el politólogo y expreso político Félix Maradiaga, el “desempeño clientelista” de Mossi, en su relación con los directores del Banco, a los que blindó con altos salarios, y ofrecía viajes como premio o castigo, resulta totalmente inapropiado para una instancia como esa, y suficiente razón para decirle que no a su pretensión de quedarse cinco años más.

La expresidenta de Costa Rica, Laura Chinchilla, señaló que si bien los gobernadores ya anunciaron que sacaban a concurso la plaza de presidente ejecutivo de Banco, y se dieron de tiempo hasta finales de año, “en las circunstancias en las que está el Banco, los gobernadores debieron haber procedido de inmediato”, a auditar la gestión del presidente saliente.

Además de declarar su satisfacción porque a Mossi no se le renovara el contrato, admite que había interés en que se ejecutara “una fuerte fiscalización”, que permitiera “sanear los procedimientos indebidos, irregulares o injustificados”.

“Este era el momento. Dentro de ocho meses no será tan fácil para el que venga. No veo a los países solicitando auditorías y fiscalizaciones, cuando la persona que van a auditar sigue ahí adentro. Es dificil pensar que hay interés por evaluar lo que ha pasado, si el fiscalizado sigue ahí adentro”, reiteró.

Mossi se quedará en el cargo hasta noviembre, aunque Ottón Solís considera que algunos gobernadores querrían que se quede solo unos meses y hacer que se vaya quizás en agosto. El antiguo representante de una nación extrarregional ante el BCIE, que pidió mantener su identidad en reserva, dijo que si a Mossi le recortan el mandato de esa forma, en la práctica “lo estarían echando”.

Administración fallida

Si bien desde la perspectiva nicaragüense, la cercanía de Mossi con Daniel Ortega era razón suficiente para pedir que no se le extendiera el mandato por cinco años. Más allá de la dimensión política y de respeto a los derechos humanos, había también suficientes razones de tipo financiero para darle las gracias y pedirle que se fuera.

Solís resalta que bajo la Administración Mossi, se han deteriorado algunos indicadores que son determinantes para analizar y determinar la solidez financiera de una institución como el BCIE, entidad que además, ha visto crecer su personal de forma desmesurada.

Añade también “razones éticas”, en referencia a acusaciones de corrupción, o al uso dispendioso que Mossi ha hecho de los recursos del banco, entre otros, para incrementar los salarios de los funcionarios durante la pandemia, “mientras los pueblos de Centroamérica estaban en muy mala situación”.

Según Solís “con tal de quedar bien con los Gobiernos, él ofrece recursos, o aprueba proyectos que no estaban listos para comenzar”, porque “le gustan los votos”, lo que también le habría llevado a aliarse con regímenes como el de Ortega en Nicaragua; Juan Orlando Hernández en Honduras, y Nayib Bukele en El Salvador.

“No veo ninguna razón para que se quede: él no es experto en economia financiera; tampoco en desarrollo, ni en gerencia de personal; Dante representa un pasado de clientelismo y corrupción que debe quedar superado en Centroamérica, una región que necesita desarrollo, lo que incluye respeto a los derechos humanos, democracia… y él ha fallado en eso”, aseveró.

Al hacer su propia evaluación de la Administración Mossi, la expresidenta Chinchilla opina que el Banco no está en buena condición, porque “multiplicó el presupuesto de gastos, y el costo de la planilla creció casi un 30%, en plena pandemia. Es obsceno lo que ha pasado. El deterioro de algunos indicadores, como el del gasto administrativo, o el de rentabilidad financiera, reflejan la situación delicada en que está el Banco”.

Dante Mossi, presidente ejecutivo del BCIE, habla durante el acto de apertura de la Asamblea de Gobernadores del Banco, en Punta Cana, República Dominicana. Foto: EFE / Orlando Barría

Aplazado en transparencia

Para Maradiaga, el argumento más poderoso para negarle la reelección es que “su administración está seriamente cuestionada, no solo por las organizaciones que tutelan los derechos humanos, sino por su desempeño técnico, de integridad, de transparencia y de liquidez”, que no están acordes con las mejores prácticas que debería tener un banco de ese tamaño.

Recordó que hay otro elemento que se señala desde la perspectiva nicaragüense, y es el hecho que la administración de Mossi otorgó un copioso financiamiento a la dictadura, incluyendo proyectos que benefician a la Policía Nacional. “Si la misión del Banco es promover el desarrollo, ¿por qué seguir financiando una dictadura que es incompatible con el derecho interamericano?”, cuestionó.

El exrepresentante extrarregional dijo que no estaba de acuerdo con quienes abogaban por separar a Mossi del Banco, “porque es el banquero de los dictadores, sino porque su gestión en muchos ámbitos es un desastre”, y porque es “un dictadorzuelo autocrático que actúa vengativamente. A él se le sale lo negativo cuando está empoderado”.

Del otro lado, explicó por qué no es tan fácil -para Mossi o para quien le sustituya a partir del 1 de diciembre- cortar de tajo los créditos a Ortega, porque en ese caso “bastaría con que Nicaragua dejara de pagar, para que se desmorone la calificación del Banco, y eso haría que dejara de ser útil para la ciudadanía y para los gobiernos de la región”.

Aunque el Banco podría mejorar su desempeño -y su imagen- creando e implementando una cláusula democrática, reconoce que eso es difícil, “por la gobernanza que tiene el Banco, pero también por los regímenes que encabezan los Gobiernos de Centroamérica, además que si se aprobara esa cláusula, es posible que al final quedaran solo unos tres países en el Banco”.

Señaló que al Banco le urge “corregir las falencias de la gestión de Mossi”, entre las que incluye haber dejado de ser un banco de proyectos para convertirse en un proveedor de recursos de libre disponibilidad; y convertirlo en un banco transparente, con buen diseño y monitoreo de proyectos hasta su culminación, que ejerce un buen control de los dineros que presta, y vigila cómo se ejecuta.

De cara al proceso que ahora se abre, la expresidenta Chinchilla abogó porque sea “de lo más transparente; que el candidato se escoja sobre la base de la idoneidad, y no por amarres políticos, y que garantice independencia de criterio desde el punto de vista de las decisiones técnicas”.


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Iván Olivares

Iván Olivares

Periodista nicaragüense, exiliado en Costa Rica. Durante más de veinte años se ha desempeñado en CONFIDENCIAL como periodista de Economía. Antes trabajó en el semanario La Crónica, el diario La Prensa y El Nuevo Diario. Además, ha publicado en el Diario de Hoy, de El Salvador. Ha ganado en dos ocasiones el Premio a la Excelencia en Periodismo Pedro Joaquín Chamorro Cardenal, en Nicaragua.

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