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Rosario Murillo tiene en marcha un plan de “sucesión dinástica”

Julio López: El régimen no tiene respaldo popular, “pero solo la acción y movilización del pueblo puede poner en crisis a la dictadura”

De izq. a der.: Laureano Ortega Murillo, Rosario Murillo y Daniel Ortega, en la entrega de buses chinos en octubre de 2023. Foto: Tomada de El 19 Digital

Carlos F. Chamorro

27 de mayo 2024

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Humberto Ortega, exjefe del Ejército de Nicaragua y hermano del dictador Daniel Ortega, se pronunció el domingo pasado sobre una eventual ausencia de Daniel Ortega en el poder, y afirmó que no tendría sucesores, por lo que, en ese caso, se debería convocar a elecciones.

Una semana después Humberto Ortega está silenciado, Ortega y Murillo le impusieron el régimen “casa por cárcel de facto”, pero el tema de la sucesión dinástica sigue siendo uno de los principales puntos de debate en la agenda nacional.


En el programa Esta Semana, conversamos con el politólogo Julio López Campos, exdirector de relaciones internacionales del Frente Sandinista en los años 80, actualmente exiliado en Costa Rica y despojado de su nacionalidad por el régimen, sobre los posibles escenarios políticos de una sucesión dinástica en Nicaragua.

“Definitivamente, Rosario Murillo tiene un plan, ya nos ha insinuado incluso también quién de la familia podría eventualmente jugar un papel relevante en esa sucesión anunciada”, dijo López.

Sin embargo, “la situación es muy difícil, porque para que pueda establecerse sería necesario que esa dinastía pudiese contar con una razón histórica que legitime su existencia”.

López resaltó que el régimen actual no ha producido grandes resultados económicos o sociales “que  justifiquen su continuidad”. También ha perdido respaldo popular, “no hay base social, no hay resultados políticos relevantes, a no ser el control permanente de los órganos del terror y de la represión por parte del Estado”.

Rosario Murillo y la “sucesión dinástica”

El domingo pasado, en una entrevista con Infobae, Humberto Ortega habló de la sucesión dinástica, y según el exjefe del Ejército, en ausencia de Daniel Ortega, no hay sucesión en el poder y se debería convocar a una elección. Pero 12 horas después, de decir eso, estaba preso casa por cárcel y silenciado. ¿La sucesión dinástica está en la agenda nacional o es un tema prohibido?

Es un tema crucial. Las declaraciones de Humberto son muy importantes, porque siendo él de la estructura del poder, miembro de la familia del poder, habiendo sido el jefe del Ejército, las afirmaciones que hace realmente asestan un golpe estratégico a las pretensiones de Rosario (Murillo) de garantizar una continuidad dinástica.

Nosotros ya vivimos una situación de ese tipo, que quisiéramos que nunca más se vuelva a repetir. La historia de Nicaragua registra un periodo de 43 años en la que toda la nación, las instituciones del Estado, toda la vida nacional estuvo controlada por una familia. Y a veces, con cierta rapidez, pasamos por encima este asunto de la dinastía.

Si vemos la historia política de América Latina en el siglo XX, no existe una situación similar a la que vivió el pueblo de Nicaragua. 43 años bajo la dinastía sangrienta, una familia controlándolo absolutamente todo. Ahora nos amenazan con que ese fenómeno se puede volver a repetir. Creo que es un asunto que tenemos que tomar muy en serio, que realmente debemos discutir y dialogar.

Humberto Ortega dice que no hay sucesión dinástica, da a entender que no es viable, pero en realidad ya hay un plan en marcha de sucesión dinástica en el que Rosario Murillo está asumiendo el poder total, incluso en áreas y en nombramientos en los que antes no intervenía. Lo hemos visto, por ejemplo, en la intervención de El Carmen en el Poder Judicial y en la Policía.

Definitivamente han cambiado muchísimas cosas en la estructura del poder de Nicaragua, en los últimos años. Y una de esas modificaciones significativas ha sido el papel creciente de Rosario Murillo, ganando espacio. Esto es un fenómeno relativamente nuevo; hasta hace algunos años, quien decidía todas las cosas en Nicaragua, en última instancia era Daniel Ortega, cuando todavía tenía el contacto con la población. Después Daniel Ortega desertó totalmente de su responsabilidad política, y Rosario Murillo comenzó en la vida cotidiana a asumir una cuota de poder. Rosario tiene en sus manos una cuota muy importante del poder real, que antes no existía, y efectivamente ella viene avanzando en el control de muchísimas áreas, no solamente esas que mencionaste. Ella ha construido una estructura de soporte político partidario, a su imagen y semejanza. Definitivamente, ella tiene un plan, ya nos ha insinuado incluso también quién de la familia podría eventualmente jugar un papel relevante en esa sucesión anunciada.

Sin embargo, la situación es muy difícil, porque para que pueda establecerse una situación de esa naturaleza, sería necesario que esa dinastía, en gestación, pudiese contar con una razón histórica que legitime su existencia; y ese caso no es el actual. Tampoco estamos frente a una situación en la cual el régimen ha producido fantásticos resultados económicos y sociales, que justifican su permanencia y su continuidad. No tenemos nada de eso. No hay base social, no hay resultados económicos, no hay resultados políticos relevantes, a no ser el control permanente de los órganos del terror y de la represión por parte del Estado.

Los intereses de la cúpula militar

Estamos ante una dictadura de hecho que ha demolido la Constitución y se ha impuesto por la fuerza, empezando por las reelecciones fraudulentas y la eliminación de todos los espacios de contrapeso institucional en el Estado. ¿Cómo se ubica el Ejército de Nicaragua como institución y los 20 generales del Ejército encabezados por el general Julio César Avilés, que representan un tapón institucional ante estos planes de sucesión dinástica? ¿Están alineados con Rosario Murillo?

Antes de responder quiero precisar algo que contradice la consideración de Humberto Ortega de que no hay ninguna posibilidad de continuidad dinástica con la estructura de poder actual. Es útil recordar un artículo que, en Confidencial publicó, hace algún tiempo, Umanzor López, en que comparte unos resultados de investigaciones de alcance mundial sobre qué pasó el día después de la muerte del tirano, situaciones en las que el dictador muere en el ejercicio del poder. Un año después, en casi el 90% de esos casos, la estructura de poder continuó. No hubo ningún desplome, ningún derrumbe, no hubo ninguna crisis relevante. Sería un error pensar, como nos quiere hacer pensar Humberto, que si mañana muere Daniel (Ortega) lo que viene es una crisis inminente, que no hay posibilidad de continuación del régimen de Rosario Murillo.

Lo más probable es que, inmediatamente, se van a organizar la coordinación del Ejército, la Policía, de quien esté ahí en el Gobierno, para buscar cómo darle estabilidad y continuidad a la estructura de poder actual. De manera que no es cierto que, si Daniel se muere mañana, entonces inmediatamente se comienza a desplomar la dictadura. Efectivamente, el papel del Ejército va a ser importante, como ya lo fue en las funciones represivas en las grandes protestas de abril, por lo menos Humberto Ortega expresamente reconoce la complicidad del Ejército, en el momento más crítico que tuvo la dictadura Ortega-Murillo. Sin lugar a dudas, ellos van a jugar un papel, porque ahora tienen sus intereses creados, la cúpula militar, la cúpula policial; nos deben hacer pensar con la cabeza fría de que realmente este estamos ante un riesgo: a pesar de un fallecimiento de Daniel Ortega, la dictadura continúe.

Quiero recordar una frase de Pedro Joaquín Chamorro a la muerte del tirano Somoza García dice “la muerte del dictador en la historia ha producido sobresaltos para atrás”. Terminamos con dos Somozas más, en ese largo periodo.

Julio López Campos, politólogo y exdirector de relaciones internacionales del Frente Sandinista en los años 80. Foto: Tomada de La Prensa

En las encuestas que se han hecho sobre este tema, se percibe en primer lugar, un rechazo mayoritario a la figura de Daniel Ortega y Rosario Murillo, e incluso a Laureano Ortega. Pero también hay una especie de resignación y una mayoría, pequeña, opina que Rosario Murillo asumirá la presidencia en 2027 porque no hay ninguna alternativa política mientras se mantenga el Estado policial.

La situación no es tan sencilla, no podemos hacer una lectura mecánica de las cosas. Lo que sí es cierto es que ninguna dictadura, ningún régimen dinástico, puede sostenerse si no tiene, por lo menos, tres condiciones básicas indispensables. La primera, es que tiene que tener un respaldo popular. Sin respaldo, sin sostenimiento popular, es absolutamente difícil. Y no tenemos esa esa característica en la situación actual.

Segundo, necesita tener el apoyo de las más importantes cúpulas del poder económico, y allí sí ese respaldo lo tienen de facto en el gran capital y el capital financiero; en particular, han jugado un papel de sostenimiento del régimen actual. Y el tercer factor es tener de tu lado el poder militar, las capacidades coercitivas y represivas del Estado, que sin lugar a duda la tienen.

De manera que estamos en una situación problemática, en la que la única posibilidad de modificar la permanencia de una estructura de poder dinástica y su pretensión de continuidad, es si hay la acción, la movilización de la gente. La experiencia histórica demuestra que, solamente cuando el pueblo se ha movido, las posibilidades de que esa dictadura entre en crisis son probables, de otra manera los riesgos de la permanencia pueden continuar ahí bajo diferentes tipos y formas de arreglo.

Quisiera agregar una cosa que parece muy importante, la posición de una de las personas más importantes en las luchas contra las dinastías en Nicaragua. Dice así: “Nuestro pueblo, a través de los caminos subterráneos a que obligaba el estado de sitio y la represión gubernamental, a través de la miseria, las enfermedades, la angustia y la injusticia compartida, estaba gestando el tiempo de la unidad. Unidad para luchar por la justicia. Unidad para luchar por la libertad. Unidad para iniciar un proceso de democratización que abra camino a transformaciones estructurales en base a las cuales establecer un régimen de democracia política, de justicia económica y social y de efectiva independencia externa de nuestra patria”.

“Y la unidad, la unidad de todo el pueblo, de todos sus sectores políticos, económicos y sociales, para luchar por la democratización de Nicaragua, es el mandato de nuestra historia y la exigencia apremiante de las circunstancias que vive el país porque estamos enfrentados, aquí y ahora, y con más posibilidades que nunca, a resolver el futuro de Nicaragua entre la alternativa dramática de la dictadura o la alternativa llena de esperanzas de la democracia”. Eso decía Pedro Joaquín Chamorro en 1977, es un mensaje de gran actualidad que deberíamos escuchar de aquellos que supieron realmente cómo enfrentarse a una dinastía.

El entorno internacional

¿Cómo ves el entorno internacional y particularmente, los Gobiernos latinoamericanos en esta crisis del régimen de Ortega? Han denunciado las violaciones a los derechos humanos, pero nunca pudieron reunir los votos para aplicar la violación a la Carta Democrática en la OEA. Hace 44 años, en cambio, México, Panamá, Venezuela, rompieron relaciones con la dictadura de Somoza y fueron claves en su aislamiento, hoy la dictadura de Ortega que es denunciada como una dictadura oprobiosa, tiene apoyo de Venezuela, Cuba, Honduras, Bolivia y ha tenido la complacencia de México. ¿Por qué?

Un régimen dinástico, una dictadura como la que nosotros tenemos, necesita contar con un respaldo efectivo externo, y esta dictadura no tiene un respaldo explícito. Hay un apoyo silencioso de algunos Gobiernos, de fuerzas que se dicen de izquierda, pero realmente no hay un esfuerzo de sostenimiento.

El Gobierno de los Estados Unidos, que es clave en este asunto, no mantiene un respaldo a esta dictadura, como sí se conoció bajo la dinastía somocista.

De manera que, si bien tenemos unas conductas de aquiescencia, de complacencia de algunos Gobiernos, de algunas fuerzas de izquierda en América Latina, esta dictadura no cuenta realmente con el respaldo explícito de ninguna potencia. Y eso, a su vez es una de sus de sus grandes debilidades.

Pero está alineado con la Rusia de Putin y con China; tiene con Rusia una relación de dependencia política y con China una relación de dependencia económica.

Pero estamos en este lado del hemisferio, en el traspatio de la hegemonía norteamericana. A los chinos realmente les tiene sin cuidado la ideología. Lo primero, cuando llegan los chinos a donde vos, te preguntan: ¿qué tenés?, ¿qué podemos comerciar?, ¿qué negocios podemos hacer?, ¿qué inversiones podemos hacer con vos? Ese ha sido su comportamiento en América Latina.

Y en el caso de Rusia de alguna manera hay una herencia, de un pasado de las relaciones con la Unión Soviética que existió. No dudo que, por no tener ningún respaldo externo sólido, la dictadura lo está buscando en Rusia, en China e incluso a veces apostando con riesgo, en cosas que pueden ser perturbadoras como, por ejemplo, rehabilitar la pista Panchito, (Punta Huete) donde podrían aterrizar aviones de guerra, aviones sofisticados, que pueden crear malicias y preocupaciones en los Estados Unidos. Ellos están buscando cómo venderse, pero no han encontrado, todavía, quién los quiera comprar con seriedad. De manera que ahí hay otro flanco débil. La cosa no está fácil para ellos.

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Carlos F. Chamorro

Carlos F. Chamorro

Periodista nicaragüense, exiliado en Costa Rica. Fundador y director de Confidencial y Esta Semana. Miembro del Consejo Rector de la Fundación Gabo. Ha sido Knight Fellow en la Universidad de Stanford (1997-1998) y profesor visitante en la Maestría de Periodismo de la Universidad de Berkeley, California (1998-1999). En mayo 2009, obtuvo el Premio a la Libertad de Expresión en Iberoamérica, de Casa América Cataluña (España). En octubre de 2010 recibió el Premio Maria Moors Cabot de la Escuela de Periodismo de la Universidad de Columbia en Nueva York. En 2021 obtuvo el Premio Ortega y Gasset por su trayectoria periodística.

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