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Gioconda Belli: “Hay una esperanza de cambio, pero no a corto plazo”

Escritora y poeta recibe Doctorado Honoris Causa de la Universidad de Costa Rica: “la palabra tiene una enorme capacidad de transformación”

La escritora nicaragüense Gioconda Belli asiste a una ceremonia donde recibió un doctorado honoris causa de la estatal Universidad de Costa Rica (UCR). | Foto: Efe

Carlos F. Chamorro

9 de junio 2024

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El pasado 30 de mayo, Día de la Madre en Nicaragua, la Universidad de Costa Rica, la única institución centroamericana ranqueada entre las mejores 20 universidades de América Latina, otorgó un Doctorado Honoris causa a la poeta, escritora, e intelectual nicaragüense Gioconda Belli, exiliada en España y despojada de su nacionalidad nicaragüense por la dictadura Ortega-Murillo.  

En el programa Esta Semana conversamos con Gioconda Belli, sobre qué significa este reconocimiento a su obra y su trayectoria, cómo se nutre su poesía y su literatura en el exilio, y cuál es el sustento de “la esperanza constructiva” que invoca en tiempos de incertidumbre, en Nicaragua y en el mundo. 


Gioconda Belli habla de la esperanza nacida de la “incertidumbre”, “no como una ilusión o un milagro, sino como una mentalidad que te lleve a construir una idea, a pensar en otras formas de organización, a pensar en cómo podés abordar el problema sino con la idea de la trascendencia”. 

Le pregunto si cree que en Nicaragua existe alguna esperanza, después de seis años de estado policial, y bajo un proceso de “sucesión dinástica que se encuentra en marcha” y responde afirmativamente: “Yo creo que sí, pero no es una esperanza de cambio a corto plazo. La esperanza viene precisamente del carácter autodestructivo de la gente que está gobernando el país. El miedo paraliza, pero también puede ser una bomba de tiempo”, dice la escritora. 

Belli anuncia que en los próximos meses publicará su novela Un silencio lleno de murmullos, en la que no habla de “un país ficticio, sino de Nicaragua, con nombre y apellido, y de las personas responsables de lo que ha pasado en Nicaragua”. Y destaca que se siente realizada al aceptar que una de “las misiones de mi vida más importante, es mi literatura. Por mucho tiempo, yo veía mi literatura como en segundo plano, y mi militancia activa me parecía mucho más importante. Ahora no. Estoy clara que la palabra tiene una capacidad de transformación enorme, y que dedicarme a hablar, a escribir, me da una enorme satisfacción”.

Doctora Honoris Causa de la UCR

La Universidad de Costa Rica te otorgó un Doctorado Honoris Causa en reconocimiento a tu trayectoria como mujer escritora, poeta, novelista, intelectual, y por tu contribución a la conciencia crítica y a la defensa de los derechos humanos y la libertad de expresión. ¿Cómo recibes este reconocimiento de esta gran universidad? 

Lo que más me impactó de este reconocimiento, ha sido Costa Rica, en el sentido de que aquí yo tuve un tiempo muy importante en mi vida cuando estuve en el exilio y que esta universidad me reconozca es muy significativo y es mi primer doctorado honoris causa. Entonces eso también me ha hecho emocionarme especialmente y la ceremonia fue muy linda, los aplausos, eso me pareció tan especial. Fue un reconocimiento que valoro muchísimo.

La escritora nicaragüense Gioconda Belli asiste a una ceremonia donde recibió un doctorado honoris causa de la estatal Universidad de Costa Rica (UCR). | Foto: EFE

Es un reconocimiento a tu obra, a tu poesía, a tu novela, a tu papel también como ensayista, y como intelectual, y como activista. 

Así es. Es un reconocimiento muy redondo. Me gustó también estar con los estudiantes tres días en San Ramón de la Cruz, con un grupo de estudiantes, en la plaza de El Pretil, que es el lugar en la universidad, en la UCR, donde hacen actos los estudiantes y fue muy importante ver el impacto que ha tenido mi obra, mis poesías y todo eso en el estudiantado. Lo que más me ha gustado es ver a gente joven que sigue reaccionando a las cosas que yo escribo y muchas mujeres jóvenes que sienten que se identifican con mis personajes, con lo que yo he planteado en mi literatura. Es como un regalo para un escritor y para un intelectual, sentir que está teniendo un eco importante tu obra. 

Tu conferencia al recibir este doctorado se titula "La Esperanza: una isla en la niebla", y habla de la esperanza en medio del mundo actual, de la regresión autoritaria, la negación del cambio climático, las guerras en Ucrania y en Gaza, la gran polarización política y la incertidumbre. ¿De dónde surge esto que llamas la “esperanza constructiva”? 

Para escribir esta conferencia leí mucho sobre la esperanza. La esperanza para mí ha sido siempre una luz, una especie de luciérnaga. Lo último que te queda. Siempre dicen 'la esperanza es lo último que se pierde'. Entonces, qué quiere decir la esperanza en este momento de la historia, en una incertidumbre total, donde estamos perdiendo los polos que teníamos antes, donde las democracias se están deshilachando, y estamos viendo el surgimiento de una derecha agresiva que quiere cambiar el rumbo de las mismas democracias, por un liberalismo que no sabemos de qué se trata todavía. 

Lo que se plantean los filósofos sobre la esperanza, es precisamente cómo lidiar con la incertidumbre, que es parte de la condición humana. La esperanza surge de la Caja de Pandora. Zeus se pone muy molesto con Prometeo, porque Prometeo se roba el fuego, y entonces, para castigarlo manda hacer una mujer bellísima que le ponen todas las dotes de las diosas, y la manda donde un titán, un hermano de Prometeo que se llama Epimeteo, y Prometeo le ha dicho a Epimeteo: –no le hagas caso a Zeus, si te manda un regalo, no se lo aceptes, pero él no puede resistir a la mujer bella. Y entonces la mujer llega, abre un ánfora que tiene con ella y echa todos los males habidos y por haber en el mundo. Pero antes de echarlos todos, le queda una cosa en la jarra, y es la esperanza. La esperanza es el consuelo de todos los males. Como lo que nos manda la vida, el destino, para que nos quede un hálito de mirar hacia adelante con una perspectiva más positiva. 

La “esperanza constructiva”

Pero ¿la esperanza es una ilusión, una fantasía? Vos hablas de que es algo constructivo. ¿Quiere decir eso que se construye sobre la base de elementos racionales, de la vida, político, de valores? ¿Dónde están las señales que te llevan a pensar que hay esperanza? 

Lo que me interesó mucho fue la incertidumbre. La incertidumbre existe en todo, en los negocios la gente financiera, ha diseñado modelos para lidiar con la incertidumbre, que es lo que se llama “el análisis de riesgo”. 

Los filósofos hablan de cómo la esperanza puede ser constructiva. Que hay una incertidumbre destructiva y por otro lado hay una incertidumbre que puede ser constructiva. Y ahí está la esperanza. No es simplemente pensar que va a haber un milagro, sino que tiene que haber una mentalidad que te lleve a construir una idea. Empezar a pensar fuera de la caja, a pensar en otras formas de organización, a pensar en cómo podés abordar el problema y pensar no solamente con la idea de que vas a resolver el problema, sino con la idea de la trascendencia. Cómo vas a empezar a trabajar en algo que va a tener tal vez un impacto positivo en el futuro, porque la historia, en el caso de los cambios políticos, toma mucho más tiempo que una prueba de riesgo en el mundo financiero.

Me pareció muy importante pensar cómo podemos dejar de sentirnos desesperanzados, abrumados, impotentes, porque una de las cosas que más nos está afectando es la impotencia; sentimos que no tenemos claro qué es lo que se puede hacer. 

Este doctorado te lo han entregado un 30 de mayo, que es el Día de la Madre en Nicaragua y como vos dijiste en tu conferencia, hace seis años, ese día se realizó la más grande marcha de la historia del país, que terminó en una masacre cruel e injusta contra jóvenes, contra decenas de personas, y ahora tenemos seis años de vivir bajo un estado policial. ¿Hay una esperanza de cambio en Nicaragua? 

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Yo creo que sí, pero no es una esperanza de cambio a corto plazo. La esperanza de cambio a mí me parece que viene precisamente del carácter autodestructivo de la gente que está gobernando el país. Tienen una mentalidad tan agresiva y tan miedosa, que agreden a personas, sin pensar en el efecto que eso va a tener a largo plazo, porque va a llegar un momento en que nadie se va a sentir seguro. Esto de la sustitución... ¿Qué va a pasar cuando Daniel Ortega se muera? Cuánta gente va a querer a Rosario Murillo, que ha demostrado ser una persona vengativa, sin compasión, sádica y enormemente variable en sus alianzas con las personas que ella tiene confianza. ¿Qué va a pasar a cualquier persona? ¿Vamos a dejar que esta mujer nos ponga en capilla -como decimos en Nicaragua- a todos? Eso es algo que yo me pregunto, que si no va a haber en ese momento alguien que diga: "No". ¿Cómo vamos a quedarnos en manos de esta persona que ha demostrado ser tan arrogante, de creer que ella tiene la razón absoluta, de contestar al mundo de la manera en que le ha contestado, de aislar a Nicaragua, y de ser tan represora. 

La escritora nicaragüense Gioconda Belli, el director del Consejo Universitario de la Universidad de Costa Rica, Jaime Caravaca (i), y el rector de la Universidad de Costa Rica, Gustavo Gutiérrez (d). | Foto: EFE

La esperanza del cambio en Nicaragua

Pero hay un proceso, ya en marcha, de sucesión dinástica, donde Rosario Murillo ha intervenido desde El Carmen, el Poder Judicial, la Policía, el Ejército se está alineando también con ella y con Daniel Ortega. Vos estás exiliada, desterrada, confiscada, y ese proceso de sucesión dinástica va caminando. Hablabas de Nicaragua hoy como un país que vive en la oscuridad, donde predomina el miedo. ¿El miedo paraliza, o puede producir alguna tendencia de cambio? 

A eso me refiero, porque el miedo sí te puede paralizar, pero, ¿hasta qué punto llega a ser también insoportable?, y que vos digas ya no puedo aguantar este miedo, no puedo aguantar una situación de incertidumbre que es lo que se está creando en Nicaragua. Yo decía ahora en el discurso: en 2018 la incertidumbre se posesionó en Nicaragua. Nadie sabe si van a dejar entrar a tu familia, si no la van a dejar entrar, cuándo van a decidir qué estás haciendo algo incorrecto. Toda esta gente que se tiene que ir a reportar (a la Policía)... es realmente una situación donde no sabés por dónde te van a caer. Le han caído a gente del Ejército. En Confidencial leí que hay cuatro generales que no pueden salir del país... ¡hasta Humberto Ortega, el hermano del presidente! Sabemos por el pasado, que tenía choque con Rosario Murillo. Se atreve a decir que no hay sucesión y de repente ni él está exento de esta durísima reacción de esta mujer. Entonces, ¿Quién va a estar exento? ¿Quién? Solo va a quedar la familia. Van a poder gobernar en familia con cuatro personas y esas cuatro personas tampoco van a estar seguras, y ahí es donde yo digo que el miedo se puede convertir en una bomba de tiempo. 

¿Qué papel juega la literatura, la poesía? ¿Tu labor como escritora en este momento? ¿El exilio ha nutrido de alguna manera tu literatura, tu poesía? ¿Sobre qué escribes ahora? 

El exilio me ha demostrado que tengo una gran resiliencia, y que esa resiliencia la puedo ocupar, porque quedan pocas voces que hablen de las cosas que están pasando en Nicaragua. Para mí ha sido bien importante poder hablar, poder reaccionar. Siento que me mantiene vinculada a Nicaragua y claro, he encontrado otro mundo. Un mundo donde mi parte profesional está siendo mucho más retribuida, donde estoy teniendo mucho más público. Donde siento que mi experiencia como mujer, que mi compromiso con los derechos humanos, con la libertad de expresión, estoy pudiéndola llevar a otros lugares donde es importante llevarla. 

En Edimburgo me van a dar otro doctorado honoris causa en julio. Estoy invitada al Congreso de PEN en Oxford. Estoy invitada a un festival en Atenas. Hay una cantidad de instancias donde yo estoy creciendo como ser humano, y eso es algo que también me tiene contenta, porque no me han derrotado, porque no me he sentido incapaz y golpeada hasta el punto de no poder levantarme y resurgir y reinventarme. Ha sido muy importante para mí, sentir que tengo esa fuerza todavía. 

El exilio y un “país portátil”

¿Cómo vive Gioconda Belli esa otra Nicaragua migrante, exiliada, que está en Costa Rica, en Estados Unidos, en España, en otras partes del mundo? 

La vivo porque tengo esos pedacitos de Nicaragua, como estar con alguien que llega de Nicaragua. Leo los periódicos. Leo Confidencial. Estoy siempre siguiendo lo que está pasando en Nicaragua. La tengo adentro. No me la va a sacar nadie. Es un país portátil, y todo lo que estoy haciendo tiene que ver con Nicaragua en una u otra forma. 

Ahorita va a salir una novela mía que se llama Un silencio lleno de murmullos, en septiembre, octubre, y es de una mujer nicaragüense que llega a Madrid a hacerse cargo de las cosas de su madre, que también fue una guerrillera nicaragüense, y se encuentra con toda una vida de la madre mientras le toca estar en el confinamiento. Ese diálogo de la madre y la hija, en ese silencio, y ella encuentra secretos de la madre, empieza a comprender el compromiso de la madre, que para ella fue muy duro porque se sintió muy abandonada, pero ella también estuvo involucrada en lo de 2018. Va a tener todos esos elementos que hablan de Nicaragua y no hablo de un país ficticio en este caso. Se trata de Nicaragua, con nombre y apellido, y de las personas responsables de lo que ha pasado en Nicaragua.

Te escuché decir que tu poesía ha sido como una especie de reflexión autobiográfica de una mujer que decide ejercer su poder, el amor, la sexualidad, sin avergonzarte. ¿Eso es un hilo conductor en la poesía de Gioconda Belli? 

En primer lugar, con mi poesía lo que hice fue expresarme como ser humano, porque soy mujer, y de repente decidí expresarme y no seguir los parámetros y límites que nos ponían a las mujeres. Fue causa de escándalo. Cuando se convierte en causa de escándalo, yo me refuerzo en mi posición de decir por qué va a ser causa de escándalo. 

Entonces ya tomo una actitud activa, militante, frente a esa discriminación de mi ser mujer, porque tengo un cuerpo. Porque puedo ser seductora, por mi sexualidad y entonces ahí yo hago una especie de misión, porque me sale muy fácil, además. Porque creo profundamente en la importancia del cuerpo. El cuerpo nos lo han negado a las mujeres desde que nos dijeron que el paraíso terrenal lo habíamos perdido por seducir a Adán, e invitarlo a que se comiera una manzana y porque el paradigma de la mujer perfecta es una virgen. Hay toda una negación del cuerpo, del placer, y esa biología femenina ha sido la causa de que nos hayan discriminado. Porque la maternidad, que debería ser algo que nos pone en un lugar especial en el mundo, en vez de eso, se convierte en una desventaja y a partir de esa biología nos atacan, nos matan, nos discriminan. 

Ahí empieza ya una parte mía que quiere decir no. Yo voy a luchar contra esto, porque además, como te digo, me sale. En mi vida personal también me han salido esas vivencias del amor, de la militancia, y he ido contando un poco cómo es ser mujer en todas esas circunstancias, y por eso mi poesía es bien autobiográfica, y por eso las novelas son donde yo puedo meter la colectividad, la expresión de la vida de más gente. Mi poesía es lo que me sale escribir a partir de mi propia experiencia. 

El poder de la palabra

Y en esta tu 'avanzada juventud' como decís vos, ¿Qué es hoy Gioconda Belli? ¿Te sentís más realizada como poeta, como novelista, como intelectual, como activista? 

 Me siento mucho más realizada porque he aceptado que una de las misiones de mi vida más importante, es precisamente mi literatura. Por mucho tiempo, yo veía mi literatura como en segundo plano, y mi militancia activa me parecía mucho más importante. Ahora no. Ahora estoy clara que la palabra tiene una capacidad de transformación enorme, y que dedicarme a hablar, a decir, a escribir, me da una enorme satisfacción. Siento que mi vida ha tenido sentido. Siento que esa propuesta aristotélica de que el sentido de la vida te da realizar tu potencial como ser humano, lo estoy cumpliendo. Estoy contenta. Mi 'avanzada juventud' me está yendo muy bien.

Terminaste la conferencia sobre 'la esperanza en la niebla', con un poema también sobre la esperanza. 

Este poema se llama:

Contra toda esperanza

En estos días en que el mundo, temiendo la entropía, se dobla sobre sí mismo,
es cada vez más ardua la tarea de pregonar anuncios optimistas.
No hay evidencias que soporten la esperanza de vientos enrumbándonos hacia ignotos continentes,
plenos de verdor o de palabras que acierten y nos expliquen los mutuos agravios.
Al contrario, el tiempo acumula pruebas contra las posibilidades del equilibrio.
Hay cientos de seres pereciendo, mientras otros asisten impávidos a sus agonías.
Espectadores en mullidas butacas pulsando botones. Una sociedad de voyeurs bendice su abundancia.
Los muchachitos en el centro comercial disparan y acumulan puntos destruyendo enemigos imaginarios.
Técnicas sofisticadas recrean masacres en salas de cine de innumerables pantallas.
En medio de la avidez, hombres y mujeres resuelven la certidumbre de su muerte inevitable,
dando la espalda al destino común, aferrándose a una minúscula y transitoria felicidad.
Llueven los hombrecitos con los paraguas, como en el cuadro de Magritte.
Cada quien tapándose como puede del sol abrasador.
Cada quien imaginando que sobrevive, y que está demás soñar en voz alta.
Poeta dentro de mi soledad,
testigo de este mundo soez,
Me arrastro con mis alas pesadas hacia la cumbre desde donde me lanzaré como Ícaro una y otra vez.
Porque quizás.
Porque tal vez.
Porque no me resigno.

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Carlos F. Chamorro

Carlos F. Chamorro

Periodista nicaragüense, exiliado en Costa Rica. Fundador y director de Confidencial y Esta Semana. Miembro del Consejo Rector de la Fundación Gabo. Ha sido Knight Fellow en la Universidad de Stanford (1997-1998) y profesor visitante en la Maestría de Periodismo de la Universidad de Berkeley, California (1998-1999). En mayo 2009, obtuvo el Premio a la Libertad de Expresión en Iberoamérica, de Casa América Cataluña (España). En octubre de 2010 recibió el Premio Maria Moors Cabot de la Escuela de Periodismo de la Universidad de Columbia en Nueva York. En 2021 obtuvo el Premio Ortega y Gasset por su trayectoria periodística.

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