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Miles de subempleados desmienten cifras oficiales de “pleno empleo” en Nicaragua

Banco Central afirma que el desempleo en 2023 sólo fue del 3.4%, pero economistas y subempleados afirman que sólo hay “pleno desempleo”

subempleo Nicaragua

Compradores en el Mercado Oriental, de Managua. // Foto: Archivo | Voces en Libertad

Iván Olivares

16 de abril 2024

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José Rivera conduce un auto varios días por semana para obtener un ingreso, mientras Isabelia busca empleos en Guatemala y Honduras para ayudar a sus hijas que quedaron en Carazo terminando sus carreras universitarias. Ambos forman parte de una estadística que esgrime el Banco Central de Nicaragua (BCN), para decir que el país se encuentra en una situación de pleno empleo.

Según el Informe Anual 2023, elaborado por el BCN, en promedio, el 4.4% de la población económicamente activa estuvo en situación de desempleo en 2021. Esa cifra no haría más que mejorar en los dos años siguientes, al promediar 3.5% en 2022, y 3.4% en 2023 lo que, desde el punto de vista de la teoría económica, se considera “pleno empleo”.


“Cuando se le pregunta a la gente, lo que expresan es que sienten que estamos en pleno desempleo”, ironiza el economista Marco Aurelio Peña, autor del informe “Crecimiento sin desarrollo: Economía pospandemia y calidad de vida 2022 - 2023”, donde se asegura que el crecimiento económico del país no es equitativo, ni genera suficientes empleos formales bien remunerados.

No solo eso. El modelo económico del país ni siquiera es capaz de revertir la tendencia de crear empleos informales y de baja productividad, competitividad, remuneración y tecnología. Más bien “ha aumentado la informalidad laboral hasta el 75% de la población ocupada”, detalla Peña, desempeño que el también economista Enrique Sáenz cataloga como “una tara que afecta a nuestra economía”.

El resultado, más allá de los números, es la condena a una generación que debe refugiarse en cualquier subempleo, o buscarlo en el extranjero para poder cubrir las necesidades de los suyos, como le ocurre a Isabelia, una madre de familia que prefiere el anonimato, porque trabaja por temporadas en los países del triángulo norte de Centroamérica, pero regresa con frecuencia a Carazo para pasar unos días con su familia.

Subempleo y economía de la pobreza

Según el BCN, “en 2023 la economía nicaragüense reflejó un buen dinamismo al presentar una tasa de crecimiento de 4.6%, resultado de un marco de política macroeconómica adecuado y fundamentos económicos sólidos”. Si eso es cierto, implica que el producto interno bruto nicaragüense tuvo un crecimiento acumulado de 19.8% en el trienio 2021-2023.

El Informe detalla que “el mercado laboral se mantuvo estable, con una baja tasa de desempleo”, para admitir que el empleo formal, medido como el número de afiliados al Instituto Nicaragüense de Seguridad Social (INSS), solo tuvo un crecimiento de 1.1% interanual, al sumar en 2023 un total de 8529 personas a los 783 400 asegurados con que cerró diciembre de 2022, para concluir 2023 con 791 900 afiliados.

A pesar de ese pírrico desempeño, el documento asegura que “el mercado laboral continúa su proceso de recuperación, manteniéndose las expectativas de mayor normalización de la situación laboral en el mediano plazo”, aunque para muchos ciudadanos —como José Rivera— eso no sea precisamente más que eso: expectativas.

El hombre, de 50 años de edad, es un caso extraño de obrero con tres empleos —en términos técnicos—. Trabaja como conductor privado tres días a la semana, para tres personas diferentes. Se trata de tres señoras que son amigas y siempre han tenido chofer permanente, pero ante las limitaciones que impone la economía nicaragüense se turnan a José, de modo que trabaja para una de ellas el martes, el jueves para otra, y el viernes para la tercera.

La suma de los tres ingresos no representa un gran salario. Ni siquiera sumándole algunos extra que pueden ofrecerle de manera eventual, “pero tengo lo suficiente para no morirme de hambre, y eso que solo soy yo”, comenta.

“No sé cómo hace la gente que tiene hijos. Gracias a Dios no tengo hijos que mantener, solo a mi mamá, a la que le paso una mensualidad. Los que dicen que Nicaragua está de mil maravillas: están locos, no saben ni lo que dicen”, asevera.

Hay pocos compradores en Nicaragua

Marcado por la explotación de los recursos naturales, el modelo económico nicaragüense está lleno de defectos. Sus debilidades son tantas que no es capaz de generar empleos, riqueza y desarrollo al ritmo que el país lo necesita, lo que propicia la expulsión de miles de ciudadanos que envían miles de millones de dólares de regreso al país, para dinamizar la economía que los expulsó en primer lugar.

Isabelia va y viene. Tuvo la suerte de encontrar en Guatemala una oportunidad para laborar por dos meses, en un oficio que pagaba USD 1300 al mes cuidando a un niño recién nacido. Con ese dinero regresó a Carazo a pasar la Navidad, y ya en enero de 2024 volvió a Honduras para buscar nuevas oportunidades.

Si bien ese ir y venir le permite ayudar a pagar los estudios universitarios de sus dos hijas menores, admite que ella quisiera “quedarme aquí, mimarlas, cocinarles, porque ellas aman que yo les cocine”. Aunque creyó que el negocio de frutas y verduras que tenía en uno de los mercados caraceños podía hacer que tal viajadera fuera innecesaria, la realidad del país le mostró que su única opción estaba más allá de las fronteras.

“Hay bastante competencia y pocos compradores, además que todo está caro. Antes se le ganaba más al producto. Compré un quintal de cebolla en 2600 córdobas, y como vendí la libra a 32 córdobas, gané 600 córdobas en el quintal, pero cuando se me terminó el producto, y compré otros dos quintales de cebolla, estaba a 3000 y pico, así que no gané nada”, relata.

“No se trata de estar sacando créditos para subsistir y subsidiar el resto del gasto (porque) no puedo estar pagando intereses por un crédito del que no obtengo ganancias”, y menos cuando sus gastos fijos básicos, superan los 8300 córdobas: 1400 para pago de electricidad —hasta hace poco pagaba alrededor de 460 córdobas al mes—; más 900 córdobas en Internet, y —mínimo— 200 córdobas para la alimentación del día.

Exportaciones sin valor agregado

Sin ser economista, cuando explica la situación de su negocio, Isabelia describe lo que Marco Aurelio Peña explica basado en sus estudios en la materia, al señalar que el crecimiento económico del país “no es equitativo, ni está orientado al desarrollo. Es un crecimiento sin desarrollo humano, sin bienestar social para la mayoría de la gente, pues no genera suficientes empleos formales”.

Adicionalmente, detalla que “por el lado del consumo, el ingreso nacional está sostenido casi en un tercio por las remesas monetarias procedentes del exterior, o sea que está siendo sostenido por el migrante nicaragüense”, de donde concluye que ese crecimiento no es gracias a un esfuerzo productivo, ni puede explicarse por empresas nicas que operan en el exterior.

Antes bien, observa que “es un crecimiento intensivo a costa de la explotación indiscriminada de los recursos naturales”, pero no hay iniciativas gubernamentales para expandir una economía de servicios que nos lleve a depender menos de los productos primarios como la minería, o la explotación de los recursos minerales y forestales del país.

Enrique Sáenz apunta también a la minería como el ejemplo perfecto que desnuda las carencias en la conducción de la economía del país, recordando que el oro, que en poco tiempo pasó a ser nuestro principal producto de exportación, está en manos de empresas transnacionales y sus asociados locales, destacando que esa industria no se encadena con otras ramas de la economía, sino que opera en enclaves, por lo que no dinamiza a otras actividades económicas, y ni siquiera genera mucho empleo formal, siendo que menos del 1% de los afiliados al INSS está en el sector de la minería.

Su conclusión es que un Gobierno interesado en promover el desarrollo del país debería tener una política específica para desarrollar su principal producto de exportación —el oro, en este caso— incorporándole un valor agregado. Ello requeriría formar recursos humanos y promover actividad empresarial alrededor del dorado metal, de tal manera que el país se convirtiera en un referente en joyería, artesanías y filigranas de oro, generando empleo a distintos niveles, así como actividad económica e ingresos a trabajadores y a pequeños, medianos o grandes empresarios.

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Iván Olivares

Iván Olivares

Periodista nicaragüense, exiliado en Costa Rica. Durante más de veinte años se ha desempeñado en CONFIDENCIAL como periodista de Economía. Antes trabajó en el semanario La Crónica, el diario La Prensa y El Nuevo Diario. Además, ha publicado en el Diario de Hoy, de El Salvador. Ha ganado en dos ocasiones el Premio a la Excelencia en Periodismo Pedro Joaquín Chamorro Cardenal, en Nicaragua.

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