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“Carlos Alvarado tendrá que hacer un trabajo de orfebrería para gobernar”

El nuevo presidente de Costa Rica asumirá un Gobierno con minoría en la Asamblea. “Paciencia, prudencia y diálogo incesante”, recomienda analista

Carlos Alvardo, del Partido Acción Ciudadana, da su discurso de la victoria en la plaza Roosevelt. Confidencial | EFE

Colaboración Confidencial

Carlos Salinas Maldonado

3 de abril 2018

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Cientos de miles de costarricenses despertaron el lunes con una sensación de alivio. La noche anterior el resultado electoral le había dado una contundente victoria al oficialista Carlos Alvarado, frente al candidato evangélico Fabricio Alvarado, de Restauración Nacional. Carlos Alvarado había labrado una segunda vuelta bajo el lema “Es por Costa Rica”, que advertía de la posibilidad de un retroceso en materia de derechos humanos en un país donde este es un tema prioritario, dada la imagen progresista y de apertura que se ha forjado Costa Rica a nivel mundial.

Tras la resaca de alivio y felicidad llega, sin embargo, el golpe de la realidad. A pesar del legítimo y contundente triunfo de Alvarado, ahora este se enfrenta a un escenario difícil, con más de un tercio de la población contraria a su agenda progresista, una Asamblea Legislativa dividida en varias fracciones, en las que su partido Acción Ciudadana está en minoría, y con temas cruciales por resolver: una controvertida reforma fiscal, la reducción del estado de bienestar y el escandaloso aumento de la inseguridad.


¿Podrá Alvarado forjar alianzas sólidas para impulsar las reformas que Costa Rica necesita para acabar con el estancamiento económico, hacer más eficiente el Estado y modernizarlo y mantener el sistema de retribución de la riqueza que diferencia al país del resto de la región? Para el analista Constantino Urcuyo, profesor de Ciencias Políticas de la Universidad de Costa Rica, será un trabajo difícil, casi de orfebrería, pero que Carlos Alvarado tendrá que acometer en el próximo mes, para garantizar que el gran apoyo popular logrado el domingo no se desvanezca a causa de cansancio, decepción o un mal logrado trabajo de alianzas. “Paciencia, prudencia y diálogo incesante”, recomienda este analista en entrevista desde San José.

El triunfo de Carlos Alvarado, con más del 60% de los votos, le da una enorme legitimidad. ¿Qué significa para Costa Rica este resultado favorable del Partido Acción Ciudadana, tomando en cuenta las críticas que se han hecho al Gobierno del presidente Luis Guillermo Solís?

Significa que Carlos Alvarado logró desmarcarse del presidente Solís y que pudo, frente a la opinión pública, hacer aparecer su candidatura como algo ajeno al presidente Solís. Consiguió posicionarse como algo diferente a Solís aún siendo candidato del mismo partido.

¿Cómo debemos interpretar el alto nivel de participación que vimos en la elección del domingo? ¿Se trata de un voto de la razón o un voto del temor frente a un posible gobierno del conservador Fabricio Alvarado?

Creo que son las dos cosas. Carlos Alvarado hizo una campaña racional de propuestas, pero a la vez se creó un ambiente de temor en ciertos sectores del electorado sobre lo que pudiera significar un gobierno del fundamentalismo evangélico, que quería representar, de alguna manera, Fabricio Alvarado. Los católicos también se sintieron amenazados en la medida en que el pastor de Fabricio Alvarado habló tonterías sobre la Virgen de los Ángeles cuando dijo que era una encarnación satánica. Todo mundo sabe que el dos de agosto, que es el día de la Virgen de los Ángeles, hay una romería en este país a la que acuden más de dos millones de personas. Es decir que el mensaje de Restauración Nacional atentó contra la religiosidad popular.

¿Ademas del tema religioso cree que jugó un papel determinante el de los derechos humanos, la amenaza que en algún momento hizo Fabricio Alvarado de Sacar a Costa Rica del sistema interamericano de derechos humanos y la resolución de la Corte Interamericana de Derechos Humanos a favor del matrimonio entre las personas del mismo sexo?

Sí, la sexualidad, la bioética, ocuparon un lugar importantísimo en esta campaña. El repudio a la Corte Interamericana de Derechos Humanos se discutió mucho y las poblaciones afectadas por ese tema, como las LGTBI, o la gente que tiene una concepción tradicional de la familia, también se sintió amenazada. Eso movilizó mucho a la población en un país donde usualmente los grandes temas movilizadores han sido los de política redistributiva, política social y económica. Aquí seguimos un camino que ya fue iniciado en la campaña anterior, cuando las llamadas guerras culturales cumplen un papel importante en las campañas políticas más allá de la discusión sobre el tema económico o ideológico.

No podemos dejar de analizar los resultados previos de las encuestas. ¿Por qué cree que las encuestas no pudieron prever este desenlace de las elecciones de ayer en Costa Rica?

Porque los últimos días fueron días intensos: Fabricio no presentaba su programa de gobierno y cuando lo presentó lo acusaron de plagio, tampoco presentó los estados financieros en el momento en que debía haberlos presentado. También se volvió a acelerar el tema de la Virgen de los Ángeles con nuevas publicaciones en torno a eso. Desde el momento de la última encuesta hasta la votación ocurrieron hechos importantes. Y, además, hay que tener en cuenta que la discusión religiosa queda en medio de la Semana Santa, entonces eso potencia, multiplica, las actitudes en torno al hecho religioso y, probablemente, eso tiene una influencia muy grande e importante en el resultado final.

A pesar del contundente triunfo de ayer de Carlos Alvarado, el PAC está en minoría en la Asamblea Legislativa, ¿podrá Carlos Alvarado gobernar con esa Asamblea o tiene las manos atadas?

Yo no sería tan definitivo. Creo que le será muy difícil gobernar, porque es un presidente con minoría legislativa, tiene menos diputados que el actual presidente, y entonces tendrá que pasar de lo que ha sido una alianza preelectoral para ganar la segunda ronda, a forjar alianzas parlamentarias para poder gobernar. Ahí tendrá que escoger sus interlocutores en la Asamblea Legislativa, y uno de esos principales interlocutores es el Partido Liberación Nacional, que es el que tiene la fracción minoritaria más importante, con 17 diputados. El grupo de Fabricio Alvarado tiene 14, así es que entre Liberación Nacional y Restauración Nacional tienen 31 votos que son más de la mayoría simple, entonces Carlos Alvarado tendrá que hacer un esfuerzo muy delicado para desarrollar alianzas poselectorales en la Asamblea Legislativa, en temas que no tienen que ver con los grandes temas de campaña, como han sido el tema religioso, el tema LGTBI, los derechos humanos, etc. Se trata de temas muy claros: reforma fiscal, que implica impuestos, disminución de los privilegios del empleo público y el gasto público. Ahí entra en un terreno que es muy diferente al terreno electoral, sino que es un terreno de políticas públicas, de fondo estructural. Es una labor de orfebrería la que le espera a Carlos Alvarado en su relación con la Asamblea Legislativa, una relación delicada, porque va a tener que construirla poco a poco y nada nos puede decir de que vaya a ser exitoso en eso en lo inmediato. Paciencia, prudencia y diálogo incesante.

El domingo Alvarado habló de unidad nacional. En el entarimado, a su lado, vimos a representantes de otras agrupaciones políticas, incluyendo representantes del tradicionalista Partido Liberación Nacional, ¿puede Alvarado formar un gobierno de unidad nacional y lograr el apoyo de otras fuerzas políticas?

La unidad nacional es un concepto muy elusivo, porque depende cómo uno lo defina. Si lo que él va a definir es un Gobierno multipartidista, creo que es posible con representantes del PUSC, mucho más comprometidos en esto, y del PLN, que tiene disidentes de la línea principal, porque el PLN dejó en libertad a su gente, aunque este partido va a tener la principal fracción legislativa, y en términos legislativos no ha establecido ninguna alianza formal con el PAC. Quienes están ahí (apoyando al PAC) son exministros, exministras, pero a título personal. Ahí lo que queda es que el nuevo presidente establezca una relación formal, institucional, con el Partido Liberación Nacional y con sus órganos oficiales. Eso lo tendrá que construir en el próximo mes, porque hay un proyecto pendiente de reforma fiscal que podría ser aprobado antes de finalizar abril, para eso tendrá que contar con la anuencia del Partido Liberación Nacional.

En la primera vuelta de las elecciones se consolidó la ruptura del bipartidismo que había imperado en Costa Rica. La gran sorpresa fue Restauración Nacional, que pasó a la segunda vuelta y las encuestas le daban un empate con el PAC. ¿Cuál es el futuro de Restauración Nacional, este movimiento que muchos tildan de fundamentalista?

Lo que se está configurando es un sistema multipartidista. El sistema se está transformando. Yo diría que Restauración Nacional es un partido evangélico que hace una irrupción asombrosa en el escenario político costarricense, porque de la nada aparece con un 40% en la segunda ronda. Creo que Restauración Nacional está para quedarse dentro del sistema político costarricense, aunque depende como lo manejen. Los resultados del domingo son una derrota, pero a la vez es un triunfo, porque Fabricio Alvarado sale de tener tres diputados y de pronto aparece con catorce diputados y con 40% del voto en la segunda ronda. Un partido que hace eso no desaparece de la noche a la mañana.

¿Puede Restauración Nacional impulsar una agenda conservadora en Costa Rica?

No tienen la fuerza para lograr que esa agenda conservadora sea hegemónica. Van a tratar de impulsar algunos temas de una agenda conservadora, pero lo que demuestra la elección del domingo es que el país no es enteramente conservador, hay corrientes conservadoras importantes. También hay que hacer una distinción que es importante: hay conservadurismo fiscal, conservadurismo social y religioso, pero en temas de políticas redistributivas el país está de acuerdo. Hay un acuerdo entre los partidos sobre eso, inclusive no creo que los mismos evangélicos tengan una agenda redistributiva completamente conservadora. Creo que el Parlamento que se esboza es un parlamento de centro: desaparecieron los extremos ideológicos, por lo que el espacio del centro se amplía y eso es algo que juega a favor del presidente entrante.

¿Qué podemos esperar en temas de política exterior de Carlos Alvarado como presidente, principalmente en lo relacionado a las relaciones con Nicaragua, tomando en cuenta que Costa Rica es un país muy importante para Nicaragua?

Creo Carlos Alvarado, con respecto a esta relación, empieza con un ambiente favorable, por el tema de La Haya, donde se definieron los límites marítimos, un tema pendiente que hubiese podido ser un punto de conflicto entre nosotros. Ese tema ya está definido, Costa Rica y Nicaragua lo aceptaron, por lo que creo que se abre un espacio para tener relaciones más cordiales con Nicaragua, porque estamos unidos por sangre y economía. Creo que Carlos Alvarado inicia con buen paso, con un buen contexto, que augura que nuestras relaciones puedan mejorar significativamente en el futuro inmediato.


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