25 de abril 2017
La imagen del comandante Daniel Ortega está presente en cualquier parte de Nicaragua. Puede ser a la orilla de un camino rumbo al Caribe, adornando los rótulos de bienvenida al país en las fronteras, o proclamando consignas a la entrada de todas las cabeceras departamentales. Bien en enormes vallas publicitarias o en múltiples afiches de papel, el rostro de Ortega es omnipresente. Pero al mandatario en persona, se le ve cada vez menos fuera de su residencia y oficinas ubicadas en el Reparto El Carmen, donde solo ocasionalmente recibe a algunos visitantes extranjeros. Es, en esencia, un gobernante ausente.
Desde enero de 2012 a mediados de abril de 2017, Ortega solo ha tenido 296 actos o intervenciones públicas, y únicamente en dieciocho de esas ocasiones ha salido de la capital rumbo a otros municipios del país, exactamente a ocho de los 153 en que se divide Nicaragua, porque además acostumbra frecuentar las mismas ciudades en ocasión de conmemoraciones partidarias, como la del Repliegue Táctico a Masaya o la Insurrección de Monimbó, o ceremonias por el nacimiento o muerte del general Augusto C. Sandino, en el Museo Casa Natal de Niquinohomo.
CONFIDENCIAL analizó 1,954 discursos e intervenciones que la pareja presidencial realizó desde enero de 2012 hasta abril de 2017, archivados en el sitio web del oficialista El 19 Digital. En este período, Ortega tomó posesión en dos ocasiones. La primera, el 10 de enero de 2012, tras su reelección inconstitucional en unas cuestionadas elecciones que la oposición calificó como fraudulentas; la segunda fue este año, junto a su esposa Rosario Murillo como vicepresidenta, tras un proceso en que la oposición fue inhabilitada de la contienda y se conculcó el derecho a la observación electoral. El análisis de CONFIDENCIAL reveló que de las casi dos mil intervenciones, menos de trescientas fueron de Ortega. El resto, son declaraciones o lecturas de Murillo.
Ninguna visita a los municipios en 2017
Cuarenta y siete días atrás, el comandante Ortega estaba en Venezuela. En la madrugada del domingo cinco de marzo, su vuelo privado aterrizó en el Aeropuerto Internacional de Maiquetía, para participar en la conmemoración del cuarto aniversario de la muerte de su homólogo Hugo Chávez y también en la décimo cuarta cumbre extraordinaria del grupo de la Alternativa Bolivariana para los Pueblos de América (Alba).
Un mes antes de Venezuela, la brújula de Ortega había apuntado a la paradisíaca Punta Cana, donde una decena de presidentes se dieron cita para la quinta cumbre de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac).
En estos cuatro meses de 2017, un total de 110 días hasta este veinte de abril, Ortega ha tenido quince intervenciones o apariciones públicas, incluyendo sus viajes a Venezuela y República Dominicana. Otras ocho intervenciones han sido desde su despacho en El Carmen, que funciona como residencia, casa presidencial y Secretaría del Frente Sandinista, y las cinco restantes en Managua, pero ninguna en los municipios.
Incluso, Ortega faltó el pasado 21 de febrero a su acostumbrada visita al municipio de Niquinohomo, donde preside la conmemoración del asesinato de Sandino. Este año, en lugar de conducir su blindado Mercedes Benz G63 V8 AMG, de 278 mil dólares, hacia la cuna del histórico general, Ortega eligió hablar ante los diputados de la Asamblea Nacional desde el renovado Centro de Convenciones Olof Palme, en Managua.
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Un Ortega ausente solo cubren 5% de municipios
El análisis de CONFIDENCIAL también revela que de las dieciocho salidas que Ortega ha tenido en más de cinco años, seis han sido al municipio de Masaya y otras seis al de Niquinohomo, ambos ubicados en el mismo departamento de Masaya, a una distancia de 26 y 40 kilómetros de la capital, respectivamente.
En tres de las otras seis salidas, Ortega tampoco ha ido muy lejos. En febrero de 2016, viajó noventa kilómetros a la ciudad de León, para una ceremonia solemne por el centenario de la muerte del poeta Rubén Darío. Y en mayo de 2015, condujo 47 kilómetros para asistir a la inauguración de la planta procesadora del matadero Su Karne, en Villa El Carmen; y otros 34 kilómetros para otra inauguración de una planta de la empresa de lácteos Lala, en San Benito, Tipitapa.
La última vez que Ortega viajó más de cien kilómetros de Managua a un municipio, fue hace más de tres años, cuando en marzo de 2014 inauguró en Rivas el Parque Eólico “Comandante Camilo Ortega”, construido con fondos de la cooperación venezolana.
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Durante estos cinco años, los viajes nacionales más largos de Ortega fueron la visita a la tripulación del buque de la Marina de Guerra de la Federación Rusa “Moskva”, que atracó en Puerto Corinto, a 155 kilómetros de Managua; y el viaje de 293 kilómetros a la ciudad de San Carlos, cabecera del departamento de Río San Juan, para colocar junto con la cooperación japonesa la primera piedra del Puente Santa Fe. Dos años y medio más tarde, para la inauguración de esta obra, Ortega delegó en su lugar al entonces al ministro de Transporte e Infraestructura, Pablo Fernando Martínez.
Estos ocho municipios visitados, representan apenas el cinco por ciento de los 153 municipios del país y el total de la distancia recorrida en estos dieciocho viajes, es menos de 2,300 kilómetros, incluyendo ida y vuelta.
Como líder de la oposición, antes de su regreso al poder en 2007, Ortega se destacó por su presencia permanente en los territorios, especialmente en zonas de conflicto social. Incluso en sus primeros años como gobernante no permanecía encerrado en las oficinas de El Carmen como ahora. Una comparación con sus viajes durante el inicio de su primer período, muestra que el caudillo del FSLN antes aún salía con más frecuencia de su residencia y visitaba varios territorios.
“Recentralización” del gobierno
Además de las 1,954 intervenciones de la pareja presidencial, la investigación de CONFIDENCIAL incluyó la revisión de 493 bitácoras de los actos o intervenciones públicas que Ortega tuvo desde su regreso al poder en enero de 2007 hasta diciembre de 2009, disponibles en un sitio web de la campaña de 2006, “Unida Nicaragua Triunfa”.
Durante la mitad de su primer período de gobierno, Ortega no solamente tuvo un 67 por ciento más de intervenciones, sino que al menos ochenta de sus salidas fueron a los municipios, incluyendo Bilwi y Waspam, en el Caribe Norte, para visitar zonas afectadas por el paso del huracán Félix, en septiembre de 2007; o la comunidad de Raití, sobre el río Coco, fronterizo con Honduras, para presentar su programa insignia Hambre Cero, en mayo de ese mismo año.
El politólogo y experto en temas municipales, Silvio Prado, considera que la disminución de las salidas de Ortega a los territorios, obedece a un estilo de gobierno, marcado por la “recentralización” del poder.
“Esa cifra (de las salidas en los últimos cinco años) lo que demuestra es la prueba más palpable de que las localidades han sido desplazadas hacia el centro”, opina Prado, doctor en Ciencias Políticas por la Universidad Complutense de Madrid, España, donde reside y comenta esta investigación.
El especialista explica que el modelo político de Ortega ha cambiado las giras en que los presidentes viajaban a los municipios para conocer las realidades de los territorios o estrechar una relación bilateral con las autoridades locales, con quienes, como presidente, teóricamente comparte la legitimidad de ejercer un cargo de elección popular y suele aprovecharse para discutir cara a cara políticas y proyectos gubernamentales.
Prado sostiene que el “estilo de gestión” de Ortega, en cambio, ha creado consejos de gobiernos locales con reuniones semanales en que “las localidades vienen a mí (el gobierno central) y se baja la línea de acciones para que se adecuen y ejecuten en los municipios”.
“Ya no se deliberan políticas, solo se bajan, y lo notás también en que desde que Ortega llegó al poder se desecharon los planes estratégicos de desarrollo municipal”, lamenta.
“Lo correcto —estima— sería que autoridades locales hagan una lista de las prioridades de sus municipios y las concilien con las líneas nacionales”.
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Antes buscaba legitimidad
En 2008, año de los primeros comicios municipales bajo su gobierno, Ortega realizó 37 giras municipales. Los viajes incluyeron varios municipios de los departamentos de Managua, Chinandega, León, Nueva Segovia, Madriz, Estelí, Jinotega, Matagalpa, Chontales, Boaco, Carazo, Masaya, Granada y Rivas.
De hecho, a la única región que Ortega no ha vuelto desde su campaña por el regreso al poder, en 2006, es al Caribe Sur, a excepción de la inauguración del ciclo agrícola de 2009, realizado en mayo de ese año en Nueva Guinea, municipio antesala del Caribe, que bajo su gobierno se ha promovido como parte de un nuevo departamento, rebautizado Zelaya Central.
En las ochenta giras durante la mitad de su primer período, las actividades de Ortega incluyeron la inauguración de obras públicas, el lanzamiento de programas sociales, encuentros con productores locales o celebraciones de gestas territoriales. Incluso, en septiembre de 2008 recibió la Antorcha de la Libertad, durante el día, en el puesto fronterizo de Las Manos, de parte de su entonces homólogo hondureño Manuel Zelaya. Ahora, Ortega solo recibe la misma en Managua, durante un acto nocturno.
El municipalista Silvio Prado valora que en 2008 Ortega visitó más los municipios porque buscaba afianzar la legitimidad de su gobierno y su partido, que en esa elección aumentó de 88 a 105 alcaldías, incluyendo la capital y otros cuarenta territorios, donde la oposición documentó un fraude masivo.
Para este 2017, año de nuevas votaciones municipales, el encierro de Ortega no parece disminuir. A seis meses y medio de los comicios, Ortega no ha visitado ningún municipio. “O ha delegado todo a sus funcionarios del consejo de alcaldes, o bien lo da todo por consolidado, porque, desde su punto de vista, no se ve amenazado por el resultado de elecciones sin competencia y con el control del árbitro electoral”, analiza Prado.
Según el politólogo, “Ortega ya no va a los municipios a enterarse de lo que pasa, porque (entre otras razones) hay un entramado de relaciones de arriba hacia abajo, donde los alcaldes están en el fondo de la olla, sin poder actuar”.
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