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Un verdadero “gobernar desde abajo”

Esta es una forma mucho más avanzada de democracia que la que conocemos, porque significa, sobre todo, descubrir y potenciar el poder ciudadano

Owaldo León: “Ese es uno de los requisitos para hablar de cualquier otro cambio en Nicaragua”. Líderes en el exilio se reunieron en Washington.

Gerardo González

3 de junio 2020

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Al momento de entregar la banda presidencial en 1990 que, por cierto, anecdóticamente, se la impuso al revés a Doña Violeta, con el escudo hacia abajo, como ahora la usamos para pedir auxilio, Ortega pronunció la famosa frase “vamos a gobernar desde abajo”.

El gobierno es algo más que las estructuras institucionales mediante las que se legisla, administra y juzga en un país. Los grupos que hegemonizan en el complejo ámbito de las relaciones de poder, participan del gobierno o desgobierno –que es, a fin de cuentas, una forma de gobernar-. Las relaciones de poder tienen como ejes: 1) la capacidad de dominar, crear y transformar recursos materiales para la convivencia, en otras palabras: ciencia y economía; 2) La capacidad de crear o sintetizar ideas y comunicarlas, mediante símbolos que son capaces de poner en movimiento a los individuos para la consecución de determinados fines; y, 3) la más simple de entender, por básico empirismo: la coacción que es capaz de ejercer un grupo sobre el resto para imponerse.


Gobernar, según la primera acepción del Diccionario de la Lengua, es “mandar con autoridad o regir algo”; así, “gobernar desde abajo” sería: poder mandar sin, o al margen, de la autoridad institucional; o bien, regir sobre la sociedad, sin someterse a las reglas institucionales, sirviéndose de los elementos de la economía y la ciencia aplicada, la ideología o la fuerza.

Actualmente la sociedad en Nicaragua experimenta, de manera ostensible, el fenómeno del gobierno de la fuerza; pero, es indudable que también el llamado “gran capital” y los grupos políticos, desde la ideología, y la iglesia, desde la religión, gobiernan; es decir mandan con autoridad rigen en la sociedad, divorciados de la fuerza, lo que hace su gobierno menos efectivo; pero también, el que gobierna solo con la fuerza, muestra cada vez más debilidad, en tanto que la fuerza se agota, si no tiene como complementos de reproducción, el manejo de la economía, y su ideología carece de solidez racional.

Gobernar desde abajo”, dejando fuera la estigmatización que tiene en nuestro sentir, no es mala idea, lo hemos experimentado, la fuerza de los tranques fue gobierno desde abajo, los dos paros nacionales, aunque hayan sido de un día cada uno, porque la Empresa Privada no quiso comprometerse más allá, son otro buen ejemplo.

Hay muchos ejemplos más, pero a los fines de la idea de este breve artículo, diría que, la convocatoria de las más variopintas asociaciones médicas, a una cuarentena “autoconvocada”, es decir, “convocada desde abajo”, es un indiscutible acto de gobierno, desde la ciencia aplicada; si las cámaras empresariales, lejos de un tímido comunicado de apoyo, acompañaran el llamado de la ciencia, poniéndose a trabajar con sus afiliados en un acompañamiento activo. Un plan de sobrevivencia de las empresas y los trabajadores que son el músculo de las empresas; si los grupos políticos, reforzaran un plan unificado: científico económico, con un trabajo de sus bases en esa misma dirección; si las iglesias, desde la influencia que ejercen sobre los espíritus, invitaran a sus feligreses a una cuarentena social organizada; y, si los movimientos sociales se dieran a la tarea de crear con su activismo una red de solidaridad y apoyo, en pocos días, un par de semanas a lo sumo, Nicaragua podría dar muestra de la existencia de un efectivo “gobierno desde abajo” que pueda contener el contagio y salvar vidas, dejando para después la disputa por la estrategia que conduzca a la derrota del gobierno de la fuerza y del odio, los protagonismos y las poses absurdas y la filosofía del “rio revuelto” que tanto daños nos causa.

La carismática y querida líder campesina Francisca Ramírez reflexionaba desde su twitter hace un par de días que “somos un pueblo sin gobierno”. Creo que lamentablemente el concepto es errado, movida quizás por la frustración e impotencia que nos aqueja a todos. Padecemos una dictadura bicéfala que ejerce el poder de la fuerza para gobernar sobre un aparataje institucional que han venido tejiendo pacientemente a su medida; pero, la sociedad como fenómeno natural no podría existir sin gobierno.

Se ha dicho de la democracia, como expresión de la vida política para dar forma a los gobiernos institucionales o formales, que pudiera no ser lo que deseáramos, pero que es, hoy por hoy, la mejor forma conocida. La democracia se construye día a día, como se construyen los gobiernos en un país; así, gobiernos en plural, porque en un mismo país conviven distintos gobiernos: el gobierno de la fuerza que padecemos, el gobierno del poder económico que serpentea mientras se acomoda a cualquier situación, el gobierno de las ideas y los símbolos que nos conducen en nuestra forma cotidiana de ser.

El gobierno de la razón también rige en la sociedad, es el que nos permite convivir y sobrevivir aún en las peores situaciones, éste se alimenta de la ciencia y de la lógica y es, en esta hora aciaga, el que debe y va a prevalecer. Así como lo han hecho los médicos, distintos gremios profesionales deberían dar forma o proponer y promover acciones “autocovocadas” desde sus propios ámbitos de trabajo, sobre todos aquellos que, como los médicos, tienen necesidad del contacto social para su trabajo: profesores, abogados, periodistas, entre otros.

Esta es una forma mucho más avanzada de democracia que la que conocemos, porque significa, sobre todo, descubrir y potenciar el poder ciudadano, para que todos aquellos que hegemonizan en las relaciones de poder por la fuerza coactiva, por la economía y la ideología, entiendan que sólo podremos salir adelante desarrollando como sociedad el gobierno ciudadano. Un verdadero gobernar desde abajo.

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Gerardo González

Gerardo González

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