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Reconciliarse en paz… o la cárcel

Un conflicto laboral en una textilera se “resolvió” en los tribunales en contra de los trabajadores, para que "la reconciliación” no sea alterada

Un conflicto laboral en una textilera se “resolvió” en los tribunales en contra de los trabajadores. Es la receta de reconciliarse en paz... o la cárcel

Onofre Guevara López

13 de junio 2017

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Al leer la sección Ámbitos en las ediciones y miércoles (8 y 9 de junio) del diario La Prensa, la misma información sobre la judicialización de una protesta laboral en una empresa de Zona Franca, fue inevitable recordar la época cuando bajo la dictadura somocista –antes de la promulgación del Código del Trabajo en 1945- los conflictos obrero-patronales se dirimían en los cuarteles de la Guardia Nacional. La diferencia es que ahora un conflicto laboral en una empresa coreana se “resolvió” por la vía policial y en los tribunales comunes en contra de los trabajadores.  Otro método, para aplicar la misma injusticia social.

No veo eso como una simple sensación, un déja-vú, sino la cruda realidad de los derechos laborales bajo este gobierno dizque revolucionario.  Esta vez se trata de doce trabajadores –diez obreros textiles, entre ellos tres mujeres, y dos taxistas— quienes fueron condenados… ¡a un año de cárcel “por obstrucción de funciones” y dos años más de cárcel por “daños agravados en perjuicio de la Policía y a la empresa de zona franca y capital coreano Sae A Technotex SA”!  Y una más: los trabajadores tuvieron que esperar seis meses para que se efectuara la audiencia de apelación.


Y otra injusticia más: como escribe la periodista Martha Vásquez Larios, autora de las dos informaciones sobre el mismo caso, “no debieron ser procesados por reclamar sus derechos”, menos dejarlos con sus “récords manchados”, pues también han perdido derecho humano al trabajo: nadie los quiere emplear, porque están marcados como “delincuentes”.  ¿Y cuáles son su “delitos”?  Reclamar mejores y simples condiciones laborales: ¡acceso al agua potable para calmar su sed, y protestar por las altas metas de producción sin correspondencia con el trabajo realizado!

Esos reclamos elementales, de derechos humanos ligados a los derechos laborales, son castigados en este siglo XXI… ¡como en los siglos del cruento  nacimiento del capitalismo!  Pero en la Nicaragua de las “victorias” orteguistas… “Gracias a Dios” –según reza en sus carteles de propaganda— no hay lugar para la sorpresa.  Esta triste situación toma mayor relieve de crueldad, porque ocurre en los días que Daniel Ortega, les abría sus brazos y su buena voluntad de continuar con su régimen corporativo, a más de trescientos empresarios miembros de las Cámaras Americanas de Comercio de América Latina, reunidos en Managua, más la embajadora Laura Dogu, de Estados Unidos.

Ortega solo había confesado por escrito su adhesión y simpatías por el capitalismo, cuando reprodujo un pensamiento de Carlos Pellas, uno de los hombres más ricos del área, para justificar una de sus tantas reformas a la Constitución Política, en una de las cuales garantizó su “derecho” a la reelección indefinida.  Esta vez, su concepto y práctica de la conciliación de clases, se hicieron evidentes ante los comerciantes continentales, cuando les dijo que aquí hay reconciliación y paz, porque “Nicaragua es de todos”.  Pero ocultó que solo se enriquecen más los empresarios y los dueños del poder político con la macroeconomía que se construye con el “Modelo Cosep”.

La confesión más patética de su identidad de neo capitalista la hizo Daniel en torno a su sistema “de reconciliación y paz”, cuando les puso como ejemplo su reconciliación con Jaime Morales Carazo y con el cardenal Miguel Obando, de quienes recordó antiguas confrontaciones y con quienes hoy “respira el mismo aire”.  Lo de Morales Carazo lo ejemplificó con la casa en donde habita –y funciona también como casa presidencial y casa del partido—, la cual le fue confiscada, y no hubo devolución. Y bromeó sobre la reconciliación con Morales Carazo, cuando al presentarlo ante los delegados Daniel dijo que… “su casa es mi casa”, para confirmar la generosidad del “donante”.

Lo que no se le oyó entre las risas y las ovaciones de aprobación gozosa de los empresarios por ese acto generoso de Morales Carazo y el reconocimiento de Daniel de que “su casa es mi casa", es que él convirtió a Morales Carazo en su vicepresidente durante cinco años, más los cinco años como su suplente en la Asamblea Nacional, y los otros próximos años que seguirá gozando de privilegios por su identidad con el gobierno.  Es imaginable que con sus sueldos durante tantos años por esos cargos públicos, más otros privilegios, como la gasolina mensual regalada, le podrían permitir comprarse varias casas con el precio original de la “de Daniel”, y tal vez mejores. Al parecer, también la reconciliación, la paz y la generosidad tienen sus precios… ¿no creen?

En cuanto a la reconciliación con el cardenal Obando y con otros clérigos, le produce réditos políticos e ideológicos a Daniel, pues ellos les bendicen todos sus actos políticos, su desmantelamiento de la institucionalidad, sus acciones contra los derechos ciudadanos, sus fraudes electorales y también le ayudan a construirse una imagen de santo varón, para conquistarle simpatías políticas entre sus feligreses.  Nadie, en Nicaragua, ni fuera de sus fronteras, dejaría de percibir tantos beneficios con una “reconciliación” negociada por unos y otros de beneficios mutuos. Y como si al cardenal le hiciera falta algún beneficio, Daniel consiguió que la Asamblea Nacional lo nombrara en el prólogo de la Constitución… ¡“Prócer de la República”!

Pareciera también que en proceso de reconciliación con Daniel, están muchos  “norteamericanizados”, como el excanciller del gobierno corrupto de Arnoldo Alemán, Francisco Aguirre Sacasa, a quien un medio de prensa ortega-cosepista le recoge con frecuencia sus comentarios favorables al gobierno.  En uno de los últimos, Aguirre recuerda que en el exterior se comenta (no dice quién ni en dónde), que Nicaragua es… ”La joya escondida de América Latina”, y que gracias a Daniel se la está descubriendo.   Al parecer, “la joya” dejará de seguir escondida, pues los 300 capitalistas que “respiraron el mismo aire” con Ortega durante uno días, ya estarán informando… ¡que descubrieron una Nicaragua rica, en paz y reconciliada!

¡Ah!, también estarán haciendo programas de inversión en nuestro país, pues, además de la rica joya que descubrieron, hay un régimen ideal para los buenos negocios, porque el gobierno está en manos de neo comerciantes enriquecidos y reconciliados con el capital privado y con un sindicalismo domesticado a su servicio.  Y esto hace de la “joya” algo muy productivo: una buena masa de desocupados, de  ocupados que ganan bajos salarios y cuando reclaman derechos, la Policía y los tribunales les dan cárcel por justicia...

[destacado titulo="Ruperta y Ruperto:"]

--Vos sabés, Rupertó, ¿cómo hace Daniel Ortega para entenderse de mil  maravillas no solo con los empresarios nicas, sino también con los latinoamericanos, los “norteamericanizados” y con los gobernantes de izquierda, al mismo tiempo?

--Realmente que eso es un misterio, al cual no puedo penetrar, Rupertá…

--En eso no hay ningún misterio, Rupertó; pues Daniel solo aprovecha una simple confusión: con los primeros se receta el método para acrecentar el capital, y a los segundos… ¡les recita las teorías de El Capital de Marx!

--Tengo que darte la razón, Rupertá, porque cuando leí el discurso de Daniel después de haberse saludado con los empresarios, imaginé cuál es el significado real que le da a su relación con el capital y con El Capital, cuando dijo: “Valen más esos apretones de manos (con los capitalistas), que un millón de palabras” (de mis discursos)…

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Onofre Guevara López

Onofre Guevara López

Fue líder sindical y periodista de oficio. Exmiembro del Partido Socialista Nicaragüense, y exdiputado ante la Asamblea Nacional. Escribió en los diarios Barricada y El Nuevo Diario. Autor de la columna de crítica satírica “Don Procopio y Doña Procopia”.

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