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Mortal mezcla de hipocresía y belicismo

Los muertos son siempre los pobres del país perdedor y los pobres del país ganador, porque son quienes no tienen poder ni para impedir su reclutamiento

Guerra entre Rusia y Ucrania

Soldados ucranianos patrullan en medio de vehículos destruidos durante una batalla en Ucrania. // Foto: EFE/Esteban Biba/Archivo

Onofre Guevara López

28 de marzo 2023

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Desde las etapas iniciales de la vida humana en sociedad ha estado en contradicciones, luchas y castigos para los perdedores, cuando no de muerte, con la esclavitud, la servidumbre y la explotación de su trabajo. A la par, ha funcionado la violencia en constantes guerras por el poder político entre clases dominantes, y por la dominación de un país sobre otro, u otros países.

En todos los casos, los muertos son siempre los pobres del país perdedor y los pobres del país ganador, porque son quienes no tienen poder ni para impedir su reclutamiento, mucho menos para imponer la paz. Son los muertos que no hacen ruido, y cuando hay ruido por algún muerto, es que ha caído un general, aunque, generalmente, los generales nunca mueren. Los generales siempre ganan, aunque pierdan las guerras.


¿Y los políticos? Estos son los campeones invictos en la paz como en la guerra, porque con su geopolítica perturban la paz, pero por viejos no van a la guerra y sus jóvenes se inventan los pies planos o de plano un prestigioso médico de cuya ética nadie puede dudar, les dictaminan los impedimentos físicos en los planos que quieran.

Los políticos (capitalistas, se entiende, porque los de otro origen no tienen poder) hacen algo peor: sabiendo que es posible la paz estimulan la guerra, porque con ella ganan quienes les financian su carrera política con las utilidades que les dejan los multimillonarios contratos para producir armas de guerra, bajo contratos que les consigue por debajo algún ahijado senador o presidente. En otros casos, a papá le sobra prestigio, influencia y cuentas bancarias con números seguidos de un chorizo de ceros… para cantarle cero al servicio militar.

Conclusión: no hay paz en el mundo, porque el mundo que hace feliz a los fabricantes de armas y a sus políticos… es un mundo en guerra.

II

Para que esta felicidad sea completa deben mentirle al mundo, que para eso cuentan con obuses mediáticos que disparan fake news (tan falsos como nuevos) hacia una audiencia cautiva que se siente (y se sienta) muy cómoda, a esperar que le digan que va “ganando” el Ejército del país de sus simpatías. Los muertos en las batallas se los cuentan –y su clientela recibe el cuento— como si le contaran los goles de su equipo de fútbol preferido.

Es esa situación de inconciencia colectiva adormecida por los obuses mediáticos, sus dueños comparten también utilidades por varias vías pacíficas, pero comprometidas con la guerra, mientras que sus fieles creyentes solo pueden ganar la gloria de su inocencia, si es que no despiertan a tiempo. Por desgracia, hay millones que ni imaginan que existe una hora para despertar.

La guerra que de moda está, es la ruso-ucraniana, la que despierta interés deportivo en unos, y la justificación cínica en otros. En las descripciones mediáticas de aquel escenario de muerte, están condenando a Vladímir Putin por la violación de los derechos humanos, el derecho internacional, la independencia y la soberanía de Ucrania. Irónico: si separamos la última sílaba del nombre de Putin (Vladi-mir) se convierte en la palabra paz, en ruso.

Ahora pasemos de lo irónico a lo cínico: estos adjetivos están en la práctica de quiénes condenan por delitos de lesa humanidad a Vladímir Putin, por la guerra contra Ucrania, porque son los mismos que justificaron a Bush… ¡cuando hace veinte años su país le hizo la guerra a Irak, violando todos los derechos habidos y por haber en el mundo!

Los obuses mediáticos del país responsable de las masacres en Irak, anestesian a su estimable clientela, multiplicando su cinismo. Pero solo en parte lo logran, pues las huellas de esos crímenes, no pueden desaparecer. Están, además, en el rostro y el cuerpo enfermo de Julián Assange, gracias a los años en una cárcel del cómplice Reino Unido, por haber denunciado al culpable. El periodista australiano lucha contra su extradición hacia EE. UU. porque es “el mensajero debe morir”.

¿En dónde se metería el periodismo paladín de las libertades de prensa, expresión e investigación, que no se oye ni lee una palabra suya en defensa del colega? ¿Acaso “no habrá podido” investigar cómo le están cobrando sus denuncias los invasores de Irak?

III

Los partidarios de Vladímir Putin, olvidan su origen y desempeño entre la corriente oportunista de jerarcas exsoviéticos que se sedujeron por los privilegios de que gozan los jerarcas del capitalismo, y no vacilaron en traicionar a los pueblos soviéticos, incluidos rusos y ucranianos. (Y Gorbachov, gozó de la gloria de consumir hamburguesas McDonald's.

Putin representa a esos traidores y a la mafia rusa que ha reconstruido el sistema capitalista en Rusia sobre la base de las piñatas con los bienes del Estado. Entre ellos podría haber propietarios de alguna industria de guerra, tratando de competir con “Occidente” en una guerra a la que Putin recurrió sin haber intentado agotar las maniobras diplomáticas, y las denuncias del cerco militar de la OTAN.

En cambio, Putin les sirvió en bandeja la paz a quienes se alimentan guerras. De primero, a los líderes de los Estados Unidos (padrinos de la OTAN) a cuyo país lo han hecho participar en todas las guerras sin haber sido escenario ni siquiera de una escaramuza. (Lo de las Torres Gemelas, es otro capítulo, aunque de la misma historia histérica guerrerista).

Los partidarios de Zelenski –que son los más en el mundo, gracias a los obuses mediáticos— son incapaces de ver que detrás de este títere están las grandes potencias enviando armas (leña al fuego) haciendo el gran negocio a costa de la vida de la población civil ucraniana y de las estructuras físicas de sus ciudades, esperando el gran negocio de la reconstrucción. Zelenski, amparado en su “patriotismo”, en vez de explorar posibilidades –aunque sean mínimas— para lograr un acuerdo de paz, trabaja por la prolongación de la guerra pidiendo más armas a los comerciantes “aliados”.

Tampoco ven que la OTAN –por culpa de Putin— pasó a capitanear los ejércitos de la Unión Europea, de países exsocialistas y a descarar la neutralidad de dos países nórdicos (Finlandia y Suecia) para cercar a Rusia aún más de lo que pudo hacerlo, utilizando a los países bálticos exsoviéticos (Estonia, Letonia, Lituania).

Países europeos leales al Gobierno del país que aplastó a Irak, apoyan a Zelenski enviándole armas mientras escamotean derechos sociales a sus pueblos, no los defienden del aumento de precios que provoca la guerra ni mejoran los servicios de salud. En Francia, Macron elevó por decreto (al margen de la Asamblea Nacional) la edad para la jubilación de 62 a 64 años, provocando protestas populares que reprime, mientras sopla el fuego de la guerra en Ucrania, aunque París arda.

IV

Gobernantes de “Occidente”, graban un “cover” de hipocresía y cinismo de cuando hicieron coro con George W. Bush para darle su serenata de muerte a Irak, cantando que las “armas de destrucción masiva” de Sadam Hussein amenazaban la civilización “occidental y cristiana”.

El expresidente del Gobierno español, el ultra conservador José Aznar, hizo parte del coro, sumó a España a la invasión contra Irak –y contra su pueblo; ahora tiene el descaro de ser parte del coro que le canta las cuarenta a Putin, a nombre de la “democracia”.

Pero no solo países capitalistas de primera y segunda categoría hicieron coro; también Nicaragua, país capitalista de quién sabe cuál de las más bajas categorías, puso su cuota contra Irak. Su presidente, Enrique Bolaños, envió una brigada médica del Ejército Nacional con los invasores.

Nicaragua estaba uncida al carro estadounidense, y ahora Daniel Ortega, la tiene atada a Rusia, para que nuestro país no pierda su condición de satélite. Bolaños lo confirmó ante Bush; Ortega, orgulloso se siente ser una “pieza de la amenaza rusa”, ignorando que Joe Biden espanta a Putin de sus dominios inspirado con el fantasma de James Monroe.

Parece que a “nuestros” presidentes nadie les leyó nada de los consejos de Don Quijote a Sancho Panza, cuando este iba a recibir la gubernatura de la ínsula Barataria: “No te ciegue la pasión propia en la causa ajena; que los yerros que en ella hicieres, las más de las veces serán sin remedio…”

Al margen de estas cuartillas

*El 20 de marzo 2023 cumplió veinte años la invasión de Irak, orientada por George W, Bush, con su invención de “las armas de destrucción masiva”…

*En tan infausta doble ocasión (la invasión y su aniversario) el autor de la masacre en Irak, el mismísimo Bush, aprovechó para… ¡acusarse a sí mismo!…

*Increíble, pero cierto. Bush cometió el gazapo de condenar la bárbara “invasión de Putin a Irak”… ¡en vez de decir Ucrania!…

*Ni siquiera se disculpó, señal de que lo turbaron las carcajadas y los gritos que salieron de entre los asistentes al acto…

*George W. Bush ya está chochando, o es que su subconsciente no lo deja en paz por aquella guerra…

Tres comadres

Ana Coreta: Recuerdo las políticas de mis antepasados: la economía del Estado la cuidaban como si fuera su hacienda; y no hacían Piñatas… porque les era igual vender al país que una hacienda.

Ana Conda: Con la revolución se acabó eso; los gobernantes no tenían haciendas, y como solo tenían al Estado… les dieron palos como si fuese una Piñata.

Ana Lisis: Nada de eso pasa ahora; el Estado y las haciendas son privadas, y los gobernantes son tan buena gente… ¡que ni siquiera le cobraron por la patente de la Piñata a sus aliados rusos!


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Onofre Guevara López

Onofre Guevara López

Fue líder sindical y periodista de oficio. Exmiembro del Partido Socialista Nicaragüense, y exdiputado ante la Asamblea Nacional. Escribió en los diarios Barricada y El Nuevo Diario. Autor de la columna de crítica satírica “Don Procopio y Doña Procopia”.

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