
16 de abril 2025
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La falta de unidad se ha vuelto una injusticia para todos los nicaragüenses, causa mucho daño, porque desfavorece a las víctimas de la dictadura
Esperar puede ser desesperante, porque combina incertidumbre, falta de control y anticipación emocional. Muchos nicaragüenses seguimos esperando que se concrete la unidad entre los grupos opositores. Al mismo tiempo, se viven grandes necesidades, como el apoyo en asuntos migratorios para las personas que entraron con parole a territorio norteamericano. O quienes necesitan evidenciar, en su solicitud de su asilo político, que no pueden volver a Nicaragua porque sus vidas corren peligro. También hay personas con miedo a ser deportadas, porque no pudieron cambiar su estatus migratorio en el tiempo establecido según la ley norteamericana; y otros atraviesan los terribles dolores y duelos por tener que despedir a sus familiares ante la muerte, un dolor que se vuelve más intenso cuando no pueden despedirse en sus actos fúnebres ni obtener el consuelo de un abrazo familiar. Pero, aún con todas estas situaciones y necesidades, que están dañando la salud emocional de muchos nicaragüenses, los grupos opositores siguen mostrando resistencia para sentar las bases de unidad.
En la cárcel, siendo un preso político, vi como un compañero de celda se retorcía de dolor por la pérdida de su mamá, y se le negó el derecho a asistir a los actos fúnebres. Hoy, soy testigo del dolor que está atravesando un querido amigo que vive en Canadá: acaba de perder a su padre con cáncer de pulmón, en Costa Rica, y ahora perdió a su hermano menor, que salió en busca de una mejor oportunidad de Canadá hacia Estados Unidos, y perdió la vida cruzando un río. Dos devastadores golpes seguidos que marcan nuestros corazones y mentes, sobre todo en un mes donde se revuelven nuestras emociones por todo lo vivido en Nicaragua en abril de 2018, y vuelven los recuerdos de aquellas escenas de ataques policiales, y paramilitares donde fuimos testigos y vimos caer en las calles a personas asesinadas con armas de alto calibre, desapariciones, secuestros y encarcelamientos.
Conversando con mis amigos y llorando, nos decimos que es injusto todo lo que estamos viviendo. Es injusto para Levis Artola Rugama, haber sido encarcelado en 2018, acusado por una serie de delitos que nunca cometió, ser víctima de las torturas ejecutadas por la Policía en “El Chipote”, y luego en “La Modelo”, verse obligado al desplazamiento forzado, y tener que sobrellevar procesos de adaptación en otro país, donde la cultura es completamente diferente o practicar la resiliencia ante todos esos nuevos contextos de vida.
Y, ahora, despidió a su padre, en la frontera entre Costa Rica y Nicaragua, porque no puede entrar a nuestro suelo pinolero, para lanzar el primer puñado de tierra en el ataúd y decirse a sí mismo: “del polvo eres y al polvo volverás”. Además, debe volver a Canadá para reconocer el cadáver de su hermano, y tramitar los procesos de cremación, para que sus restos viajen a la tierra que lo vio nacer, lo que todos queremos y necesitamos, vivos o muertos: volver a nuestro territorio, al suelo que nos vio nacer, a nuestras raíces, y pertenencia, a reposar con nuestros antepasados.
Muchísimos nicaragüenses estamos condenados a vivir el dolor y el sufrimiento de la pérdida de nuestros seres queridos sin poder despedirlos en un acto fúnebre, acompañado de nuestros familiares.
Es injusto, también, en otros casos como don Álvaro Conrado que no logró ver justicia por el asesinato de su hijo Alvarito Conrado, y así sucesivamente, muchas otras familias nicaragüenses aguantando las penas, dolores y sufrimientos, desde el exilio, por los tardíos procesos, falta de unidad para botar a la dictadura OrMu, y establecer procesos de justicia para Nicaragua.
El dolor por la pérdida de un ser querido es una de las experiencias más profundas y universales que podemos vivir. No hay una sola forma “correcta” de sentirlo, pero sí hay elementos comunes que muchas personas experimentamos:
Si estás atravesando una pérdida, lo lamento mucho. No estás solo, y no hay prisa en sanar.
Los grupos opositores deben reflexionar sobre todas estas situaciones que atravesamos como nicaragüenses en el exilio, en cualquier parte del mundo. Y, en este séptimo aniversario de rebelión social, determinar la unidad, definiendo una estrategia común que acelere los procesos de libertad, justicia y democracia para Nicaragua. Somos tantas las familias que estamos esperando verdad, justicia, reparación y garantías de no repetición. La falta de unidad se ha vuelto una injusticia para todos los nicaragüenses.
La falta de unidad está causando mucho daño, porque desfavorece principalmente a todos aquellos que somos víctimas evidentes de la dictadura de Ortega y Murillo.
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Excarcelado político nicaragüense y refugiado en Estados Unidos. Estudiante de comercio y marketing de la UTH Florida. Activista social y político, ganador del “premio Tulipán”, otorgado por el Gobierno de Países Bajos.
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