21 de septiembre 2024
“Pidieron lista de nuestros muertos y aquí se la tenemos: Moroni López García, Managua UNI-Presente / Franco Valdivia Machado, Estelí-Presente / Darwin Manuel Urbina, Managua-Presente / Hilton Rafael Manzanares, Managua-Presente / Richard Pavón Bermúdez, Tipitapa-Presente / Álvaro Manuel Conrado Dávila, de quince años, presente”.
Este fue el inicio de lectura de personas asesinadas en aquel primer famoso dialogo nacional en Nicaragua, en 2018. Para aquellos entonces, quien escuchara esta lista se le erizaban los pelos y se le hacia un gran nudo en la garganta.
“Justicia, justicia, justicia”, era parte de las consignas que se gritaban en las calles, en los piquetes, plantones y marchas. Pero, ¿Qué es la justicia? Según la RAE, es el principio moral que lleva a determinar que todos deben vivir honestamente. Similar: rectitud, imparcialidad, equidad, neutralidad, ecuanimidad, objetividad, honradez, honestidad, probidad, razón.
Según los registros de la CIDH, 355 personas fueron asesinadas entre abril de 2018 y julio de 2019 en Nicaragua, y el tema de la justicia se ha convertido en la bandera más grande del país, ya que no fueron crímenes comunes, o cualesquiera, sino, crímenes de lesa humanidad ejecutados por el Estado. El articulo 7 del Estatuto de Roma de la Corte Penal Internacional (CPI) define los crímenes de lesa humanidad como los actos que se cometen como parte de un ataque sistemático, o generalizado contra una población civil con conocimiento de este ataque. El artículo 7 también incluye la punición de “otros actos inhumanos de carácter similar que causen intencionalmente grandes sufrimientos o atenten gravemente contra la integridad física o la salud mental o física”; y justamente esto es lo que sucedió en Nicaragua, una barbarie cometida por la familia Ortega y Murillo.
Algunos opositores u organizaciones nos hemos venido empapando del tema en aras de abonar el camino que nos lleve a la justicia, entendida desde los crímenes de lesa humanidad como justicia transicional: conjunto de medidas judiciales y no judiciales implementadas por sociedades para enfrentar los legados de violaciones masivas de los derechos humanos y buscar la reconciliación. Este enfoque se utiliza en contextos de transición, desde situaciones de conflicto armado, dictaduras, o regímenes autoritarios hacia la paz y la democracia. Su objetivo principal es establecer la verdad, impartir justicia, reparar a las víctimas y asegurar que tales violaciones no se repitan.
Lamentablemente, nada en lo similar a la justicia definida en este artículo es puesta en práctica en los grupos de oposición: Alianza Cívica, Unidad Nacional, Monteverde, Espacio de Diálogo, Mesa de Concertación, Coalición Nicaragua Lucha, Gran Confederación Azul y Blanco, entre otros. Estos grupos, al igual que los dictadores Ortega-Murillo, también tienen una enorme deuda con la población nicaragüense, sobre todo con las víctimas mortales, ya que su desunión nos aleja cada día más de anhelar justicia.
Damos gracias a Dios, y a todos los involucrados por la excarcelación de 135 personas que sufrieron prisión arbitraria por razones políticas, y al mismo tiempo rogamos que se detenga la mecánica de puerta giratoria y no aumente la cifra de presos políticos. Vamos encaminados a conmemorar un séptimo año del estallido social lleno de rebelión, coraje y vigor, pero visto ahora lleno de decepciones y frustraciones. Familiares de víctimas mortales han partido de este mundo sin ver, ni atesorar la afamada justicia para sus seres queridos y para ellos mismos. La oposición de Nicaragua realiza acciones contrarias en aras de abonar la construcción de mecanismos factibles de convengan a procesos de unidad y con ello el fortalecimiento de un buen plan y estrategias para la obtención de justicia. Seguimos esperando unidad. Cada quien trabajando en sus agendas, cada quien creyendo tener la razón de ser los mejores planificadores de una nueva agenda de país, cada quien cabildeando y haciendo lobby político por su lado, jineteando el macho a su gusto y antojo, por capricho propio, mientras la justicia duerme el sueño de los justos.
Discusiones interminables por términos como: reconciliación, palabra que ha sido manipulada y desgastada por la “emperatriz de banderas” y que algunos se niegan a utilizarla, pero la reconciliación no es más que eso: un proceso que implica cambios profundos en las actitudes, emociones, creencias y expectativas de las personas involucradas. Se trata de un proceso voluntario, progresivo y no lineal, que busca restaurar la confianza y transformar los conflictos de manera pacífica. Reconocer y afrontar el pasado, construir relaciones positivas, facilitar cambios culturales y de actitud, permitir cambios sociales, económicos y políticos, dialogar sobre lo ocurrido y construir verdad, reconocer los daños y necesidades, hacer pactos para garantizar la no-repetición de la ofensa, abrirse a la posibilidad de volver a creer en los demás. La reconciliación es un proceso complejo que no tiene fórmulas exclusivas ni absolutas, y en conflictos tan grandes como el vivido en Nicaragua se debe implementar la reconciliación desde los grupos de oposición hasta los procesos de justicia transicional, en aras de construir un nuevo tejido social pacífico y en hermandad.
El reto de unidad, y no digamos de justicia, sigue siendo enorme, la deuda cada vez es más grande, mientras los Ortega-Murillo siguen haciendo de las suyas. Estamos expectantes del quehacer de los espacios políticos, mientras nos lamemos las heridas, seguimos exigiendo libertad para los aún presos políticos, y lloramos a nuestros muertos.