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Miles en las calles pese al asedio oficialista

Camionetas con simpatizantes del FSLN y trabajadores del Estado trataron de intimidar la protesta, que también fue cercada por agentes antimotines

Camionetas con simpatizantes del FSLN y trabajadores del Estado trataron de intimidar la protesta

Wilfredo Miranda Aburto

14 de septiembre 2018

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“¡Vamos ganando, vamos ganando!”, iban gritando. Unos decían que van ganando porque la Organización de Estados Americanos (OEA) aprobó una resolución que condena la brutalidad del régimen de Daniel Ortega el miércoles. Otros porque “ya perdieron el miedo” frente a la intimidación sandinista y de la Policía en la calle. Decían que iban ganando con euforia, con una determinación que contagiaba. Lo gritaba la anciana de 73 años, los jóvenes de pañoleta azul y blanco, y la mamá que llevaba en brazos a su bebé de nueve meses bajo un sol abrazante.

La marcha "Vamos ganando, Nicaragua será libre” partió de la radial Santo Domingo, a eso de las 2:30 de la tarde. Los vehículos de la caravana sandinista, convocada para contrarrestar la marcha ciudadana, comenzaron a provocar a los “azul y blanco”. Primero, carros particulares intentaban pasar en medio de la multitud con banderas rojo y negro. Luego, las camionetas cargadas de simpatizantes sandinistas rodeaban el punto de inicio de la actividad que reclama justicia para los más de 320 muertos de la masacre orteguista y los cientos de presos políticos del régimen.


“No caigamos en sus provocaciones”, pedía en los parlantes Mercedes Dávila, la madre del líder universitario Edwin Carcache, uno de los presos políticos que mantiene el régimen Ortega-Murillo. “A mi hijo le gustaban las marchas pacificas. No les hagamos casos, que nuestra lucha es por los presos y los muertos”, clamó la mujer.

Los nicaragüenses continúan en las calles a casi cinco meses de protestas. Carlos Herrera | Confidencial

Los manifestantes la escucharon. Muchos de los que protestaban portaban el sombrerito azul y blanco con las alas pegadas a cada lado en homenaje a Carcache, quien en cada marcha contra el Gobierno se ponía el suyo.

“Mi hijo no es el mismo. Y todo aquel que lo conoce lo vio”, lamentó Dávila, haciendo referencia a la audiencia preliminar de juicio, en la que Caracache fue presentado desorientado y fuera de sí.

La marcha “Vamos ganando” fue un grito por los 400 presos políticos del gobierno de Ortega. Sonaron los nombres de Amaya Coppens, Medardo Mairena, Brandon Lovo y Glen Slate, Victoria Obando, Nairoby, Yubrank Suazo y otro centenar, cada uno con una historia personal por contar. Pese al hostigamiento de los simpatizantes sandinistas, la marcha partió con destino hacia El Dorado, sobre la pista Cardenal Miguel Obando y Bravo. El grupo inicial se fue engrandeciendo a medida que de las bocacalles y las casas salían ciudadanos a sumarse a la marcha.

La madre que llevaba en brazos a la bebé de nueve meses tuvo que detenerse un momento y dejar de gritar “vamos ganando”. Debía darle de beber leche a la niña. Ambas, madre e hija, portaban cintilllos con el lema “Nicaragua”. “Creo que necesitamos vivir en una patria libre, sin dictadura, con derecho a expresarnos y por el futuro de nuestros hijos y el de toda Nicaragua”, dijo la joven mujer, que escondía su rostro tras la pañoleta azul y blanco.  

“Vamos ganando”, repetían con júbilo. La marcha ingresó por el barrio Don Bosco y siguió hasta el Cementerio Oriental. En ese punto, quienes dirigían la marcha tuvieron que cambiar otra vez la ruta trazada. Cambiarla para evitar el asedio de los sandinistas y la Policía Nacional, que desplegó a sus tropas antimotines. A esa altura, el grupo que partió de la radial Santo Domingo comenzó a comentar que habían otros dos grupos azul y blanco intentando llegar al paso a desnivel de Rubenia.

Un grupo subió a Rubenia por Rotonda la Virgen, otro por la pista de La Resistencia, y el grupo en el que venía doña Ruth Cedeño, la anciana de 73 años, por el Tope Sur de Bello Horizonte.

“Que se vaya este asesino con su mujer asesina. 40 años le hemos aguantado (a Ortega). Dios me ha dado poder para caminar porque me duelen mis canillas, pero queremos ser libres. Me duelen tantos muchachos, gente que han matado”, dijo Cedeño. La anciana caminó más de nueve kilómetros alzando su bandera de Nicaragua. A su paso, más lento que los más jóvenes, pero segura. Siguió caminando hasta el paso a desnivel de Rubenia, donde los grupos azul y blanco confluyeron. Al verse, las masas dispersas se fusionaron al grito de “sí se pudo”. Habían logrado burlar el acoso policial y de los simpatizantes del régimen.

“La represión que se mantiene brutal, el asedio, con toda la estructura del gobierno, con la gente obligada, y echándole la vaca no detuvieron a la gente azul y blanco. Los pobladores de diferentes barrios Orientales, que sufrieron la represión sin proponérselos, vieron pasar a miles de personas marchar”, dijo Gonzalo Carrión, director jurídico del Centro Nicaragüense de Derechos Humanos.

La marcha siguió hasta los semáforos de Lozelsa, donde un grueso cordón de antimotines impidió que los ciudadanos pasaran hasta la rotonda de la Centroamérica. Los más jóvenes y algunas mujeres dirigieron gritos a la fila de antimotines, que se mantuvo inamovible. Detrás de los oficiales, encapuchados identificados con camisas de la Juventud Sandinsta graban y hacían fotos a los manifestantes.

Un empleado de Albanisa agredió y amenazó a la periodista Lucía Navas del diario La Prensa. Pero de inmediato fue auxiliada por otros colegas. El tipo, que se negó a identificarse, se declaró “víctima” de agresión por parte de los manifestantes. El incidente no pasó a más y a eso de las 5:40 de la tarde la marcha “Vamos ganando” concluyó. Un éxito, según los participantes, pese al asedio oficial.


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Wilfredo Miranda Aburto

Wilfredo Miranda Aburto

Periodista. Destaca en cobertura a violaciones de derechos humanos: desplazamiento forzado, tráfico ilegal en territorios indígenas, medio ambiente, conflictos mineros y ejecuciones extrajudiciales. Premio Iberoamericano Rey de España 2018.

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