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Jóvenes dentro de la UPOLI denuncian hostigamiento y persecución

El ataque inesperado de la madrugada de este jueves no es lo que más preocupa a los jóvenes atrincherados, a quienes al salir los siguen y amenazan

Un grupo de manifestantes en las cercanías de la UPOLI durante los primeros días de las protestas. EFE | Jorge Torres | CONFIDENCIAL.

Yamlek Mojica

4 de mayo 2018

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El ataque inesperado contra los jóvenes atrincherados en la Universidad Politécnica de Nicaragua (UPOLI), que dejó un saldo de al menos cinco heridos la madrugada de este jueves, no es lo que más preocupa al grupo. Desde el 19 de abril el reciento se convirtió en una fortaleza resguardada por centenares de jóvenes participantes de las manifestaciones en contra del Gobierno. Pero lo que comenzó como una manera de protesta, se ha vuelto para ellos, la única forma de resguardar sus vidas.

Los estudiantes temen por represalias y afirman que se sienten más seguros dentro del recinto que en sus propios hogares, pese a constantes ataques que reciben en las instalaciones, afirmaron representantes del Movimiento 19 de Abril a Confidencial.


“Hay bastantes rumores. Los chavalos tienen demasiado miedo, porque aquí somos estudiantes no otra cosa. Varios se han podido ir de aquí a esconderse, otros nos sentimos más seguros dentro”, expresó uno de los voceros del Movimiento.

La madrugada del 3 de mayo las redes sociales se inundaron de alertas sobre posibles ataques de grupos progubernamentales a las personas que estaban atrincheradas dentro del recinto. De este enfrentamiento, reportan médicos dentro de la universidad, resultaron alrededor de cinco heridos.

La confusión sobre un joven muerto

Aunque al principio se dijo de una persona muerta, los voceros desmintieron esta información. “Fue una combinación de histeria colectiva y gente que difunde noticias falsas para desvirtuar la lucha”, expresaron.

La universidad se ha convertido en el hogar de decenas de jóvenes que se sienten con “extremo miedo” de salir.

Entre todos se dividen las tareas y mientras unos resguardan las entradas al campus, otros cocinan, cuidan enfermos y tratan de limpiar el lugar. Los salones, donde algún día se sentaron a recibir clases, son usados para dormir y recepcionar donaciones. En el patio guardan las bombas molotov, siempre debe haber alguien cuidándolas, asegurando que nadie fume para evitar incendios. Tratan de ser cuidadosos.

Franklin Flores, estudiante de la Universidad de Ingeniería (UNI) está encargado de la cocina y la atención a heridos. Desde que se tomaron su universidad, ha apoyado dentro de la UPOLI con “lo que está en sus posibilidades”. Flores atendió a los heridos del 3 de mayo, antes que los lograran trasladarlos a los hospitales. “Eran balazos en todos lados. En las piernas, en los pies”, expresa.

Sin embargo, para él, el ataque no fue sorpresivo. Explica que en las “noches pacíficas” se oyen detonaciones amenazantes. “Nos hemos acostumbrado a escuchar balazos”, dice.

Desde la tarde del 2 de mayo, después que antimotines detuvieran una marcha pacífica organizada por el Movimiento 19 de Abril, hacia la Asamblea Nacional, los vecinos aledaños a la universidad reportaron presencia policial en las inmediaciones. Los estudiantes decidieron hacer barricadas y activar sus defensas. Pasadas las siete de la noche la policía se retiró, pero grupos motorizados comenzaron a atacar. “Era como si no estuviera pasando nada para la policía”, lamenta Flores.

Según los voceros del Movimiento, no pueden identificar ni señalar a quién atacó esa madrugada. “Era de noche y todo era confuso. No sabíamos quién era quién”, expresó uno de los voceros.

Han pasado catorce días desde la primera manifestación que se reportó en UPOLI. Hay fotos de las personas asesinadas en las protestas y sus nombres están pintados en las paredes. El césped está seco y hay basura acumulada de varios días. Los estudiantes están dispersos en pequeños espacios y lucen cansados. “No nos vamos porque no podemos”, afirmó una joven, que por seguridad no diremos su nombre.

Según los representantes del movimiento, muchos tienen miedo de salir. “No tenemos turnos, como se piensa, aquí pasamos todo lo que podemos pasar. No nos hemos ido a ningún lado, no salimos”, expresan.

Entre la lista de desaparecidos se encuentran personas que estuvieron por última vez dentro de la universidad. “Algunos se fueron a bañar y nunca regresaron. Dejaron cosas aquí, pero ellos no volvieron”, afirman.

“Estamos fichados”

Otros estudiantes que participaron dentro de las manifestaciones, afirman que existen listas con sus datos personales. “Sabemos que tienen fotos de nosotros, han llegado a preguntar a nuestras casas con un montón de excusas. Algunos han recibido llamadas con amenazas, tenemos miedo que podamos ser los siguientes desaparecidos”, expresó una joven manifestante de inicial A.

Una de las condiciones que distintos actores han expresado para el desarrollo del Diálogo Nacional, es que no haya persecución ni represalias en contra de los jóvenes partícipes de las manifestaciones.

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