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El sistema educativo “está rezagado”

Nicaragua es el país de la región que menos invierte en educación y estrategias educativas son diseñadas más con sentido político, advierte exministro

Carlos Tünnermann: “no hay una política educativa de mediano plazo”

Wilfredo Miranda Aburto

8 de diciembre 2016

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Al doctor Carlos Tünnermann le sorprendió la noticia de que la UNAN-Managua eliminaba el examen de admisión para 22 carreras y dos técnicos superiores. Pero no solo eso. Las autoridades universitarias anunciaron que basta la nota mínima, sesenta, como requisito de ingreso. En toda una vida como educador, exministro de Educación y exrector de la UNAN-León, jamás había visto, dice, una medida no “muy acertada”.

La decisión de la UNAN-Managua, a juicio de Tünnermann, no solo revela la crisis de calidad de la educación superior, sino que deja entrever un sistema educativo “desfasado”. Pese a que ha habido propuestas para enderezar el rumbo, desde que el comandante Daniel Ortega llegó al poder en 2006, solo han existido “estrategias educativas” cuyos resultados no pueden ser auditados.


El educador esboza un panorama poco prometedor en la educación, pero también propone una posible salida en esta entrevista con Confidencial.

La semana pasada la UNAN Managua canceló los exámenes de admisión para 22 carreras y dos técnicos superiores. ¿Cómo valora esta medida?

La medida me parece que no fue muy acertada. La excusa de las autoridades es que son carreras pocas demandadas. Algunas de ellas tenían que suspenderse a veces por falta de alumnos, y se trata de carreras científicas. No es la mejor solución, porque va en detrimento de la calidad. Van a aceptar en esas carreras, a fin de estimular la matrícula, a alumnos que no necesariamente hagan el examen de admisión y que tengan el promedio mínimo de sesenta. Son alumnos que no tienen garantías de su formación en la secundaria. En consecuencia, serán alumnos que no sabemos si van a poder rendir. Podría ser que ingresen, pero al cabo de uno o dos años no sigan por su formación deficiente. La calidad de la educación superior es un asunto clave. Los países que no cuentan con una educación de calidad que supla las necesidades de la sociedad, no tienen los recursos humanos calificados que les permitan ingresar al mundo competitivo y de mercados abiertos que ahora tenemos por la globalización, con el equipamiento intelectual para competir. Los países menos desarrollados estarían en mayor dificultad.

La calidad de la educación superior hay que examinarla no aisladamente. Es un concepto que se tiene que ver de forma integral. Es la calidad de todo el sistema educativo: del preescolar, de la primaria y de la secundaria. Por lo tanto, la preocupación debe ser por elevar todo el proceso educativo, desde su inicio y hasta su culminación.

¿Cuál era el objetivo de tener exámenes de admisión, si algunos expertos dicen que no subsanaban este déficit, porque quienes hacen la prueba y no quedan en carreras populares, como medicina, son enviados a estas opciones poco demandadas?

Aquí se ha dado un fenómeno recurrente: el alto fracaso de los bachilleres en los exámenes de admisión. Con esta medida a lo mejor pretenden disminuir ese porcentaje, pero eso no resuelve el fracaso de los exámenes de admisión. Fracasan principalmente en asignaturas claves, como matemática, español y ciencias. La calidad educativa es un concepto muiltidimensional que comprende la calidad de los docentes, la calidad de los directores de los centros, la calidad de los estudiantes, la calidad de los materiales educativos, principalmente de los textos, la calidad de los procesos de enseñanza y aprendizaje, la calidad de los diseños curriculares y la calidad de los ambientes educativos. Hay que ver la calidad como una cultura, no de forma episódica, cuando es medida por evaluaciones.

Usted describe un ciclo: malos alumnos que vienen a estudiar pedagogía, no necesitan hacer un examen y vuelven a la secundaria a enseñar. ¿Ante qué estamos?

Eso es lo más lamentable de la decisión, porque afecta la carrera para la formación de profesores, y es donde más necesitamos la calidad. Debemos formar profesores de secundaria y primaria con altos estándares. Nicaragua es de los pocos países que quedan en Latinoamérica donde los maestros se siguen formando en escuelas normales de nivel medio, salvo una de ellas, que ha sido elevada a nivel superior. Hace muchos años vengo promoviendo que las escuelas normales sean elevadas de rango, o bien que demos un paso más adelante, como lo hizo Honduras: elevó las normales y creó la universidad pedagógica, donde se forman a nivel universitario los maestros de primaria, secundaria, administradores, los supervisores, directores y los especialistas en educación preescolar y especial.

¿Cuál es el balance que hace del sistema educativo actual, no solo superior sino global?

No hemos logrado los avances en los años que han transcurrido, como lo han logrado países vecinos. Tenemos varios serios problemas, y uno de ellos es que no hay una política educativa de mediano y largo plazo; una que se haya definido después de un gran consenso nacional con participación de todos los sectores del país interesados en la educación. Estoy hablando de padres de familias, maestros, estudiantes, administradores de la educación, y los empresarios, que tienen interés que salgan de las universidades graduados que satisfagan las habilidades requeridas.

Aquí hubo un intento de plan de educación, 2009-2015, pero desafortunadamente se abandonó. Lo que hemos tenido desde 2007 han sido lo que llaman estrategias educativas anuales, diseñadas más con un sentido político. En la educación hay que desterrar la idea que los planes o políticas se hagan con un sentido político. Aquí se ha querido impresionar diciendo este va a ser el año que vamos a erradicar el analfabetismo. Incluso dieron cifras de que Nicaragua era un país victorioso sobre el analfabetismo: que se redujo a un 3.5%, lo cual fue luego desmentido por el INIDE y el FIDEG, que revelaron que era superior al 18%. Yo creo que anda rondando el 20%. Hubo otro programa llamado la Batalla por el Sexto Grado. Al final de esa estrategia deberíamos tener a todos los niños de Nicaragua con el sexto grado aprobado, pero después no se conocen los resultados de esas estrategias. Hay falta de información. Más tarde se anunció otra estrategia: la batalla por el ciclo básico, pero tampoco sabemos nada.

Tampoco hay un compromiso de los gobiernos en lo económico con la educación.

En el presupuesto que se propone para el 2016, lo destinado a educación no llega siquiera al 4% del Producto Interno Bruto. Hemos estado varios años con el 3.6, 3.7, 3.8% pero ni siquiera llegamos al 4%. Desde el año 1979, los ministros de educación de toda Latinoamérica, incluyendo Nicaragua, se comprometieron a que el año dos mil (entonces se veía como horizonte lejano) se estuviera invirtiendo en educación al menos entre el 7 y el 8% del PIB. Ya hay países en la región que lo hacen, incluso aquí en Centroamérica. Honduras y Costa Rica y Panamá invierten cercano a ese porcentaje. Pero Nicaragua se ha quedado ni a la mitad de ese porcentaje. Pero no basta invertir más.

Invertir más para hacer lo mismo sería un derroche de recursos. Sería para hacer algo diferente y para eso se necesita formar profesores en la pedagogía moderna, que aboga por la construcción del conocimiento con los estudiantes. Es decir, en el proceso de enseñanza-aprendizaje, qué acento se ponga en el aprendizaje, no en simplemente en la clase, sino que los aseguremos que lo que el profesor trata de transmitir haya sido comprendido y asimilado por los estudiantes. La idea es que los estudiantes lo incorporen a su estructura cognitiva para que aprendan a construir su conocimiento. Esa son las teorías constructivistas contemporáneas. Necesitamos que haya un cambio en los sistemas pedagógicos. Lo que aquí ocurre es que los muchachos toman apuntes, hay copia que sacan de los textos, y luego los memorizan. Son evaluados en los exámenes con lo más cercano posible que respondan a lo que dijo el profesor. Pero eso no nos garantiza que al poco tiempo lo olviden y mucho menos que lo hayan asimilado. ¿Por qué insistir en eso? Porque el paradigma del siglo XXI es aprendizaje permanente.

Hay que aprender a aprender, porque las profesores van cambiando. Hay algunas carreras que se renuevan cada cinco o seis años, y si hay un profesional que no aprendió a seguir aprendiendo por sí mismo, va a ser un profesional obsoleto.

¿Estamos ante un sistema desfasado?

Es un sistema rezagado. En primer lugar no invierte lo suficiente: setenta dólares por estudiante al año. Es la cantidad más baja de toda Centroamérica. Le pagamos a los profesores el salario más bajo, ni siquiera es el promedio de la región, que es de unos 500 dólares para maestros de primaria. Con lo que le pagan a un profesor no pueden comprar la canasta básica, y se ven obligados a tener dos turnos y dar clases privadas. Eso provoca que no se preparen adecuadamente ni que atiendan a los estudiantes cuando les ponen aulas con setenta alumnos. Tenemos una serie de deficiencias que solo se podrían superar poniendo la educación como asunto prioritario. Con el convencimiento de que la mejor manera de salir del subdesarrollo es mediante la educación. Las familias pobres hacen grandes esfuerzos para educar a sus hijos, porque saben que la educación es lo único que puede romper el círculo vicioso de la pobreza.


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Wilfredo Miranda Aburto

Wilfredo Miranda Aburto

Periodista. Destaca en cobertura a violaciones de derechos humanos: desplazamiento forzado, tráfico ilegal en territorios indígenas, medio ambiente, conflictos mineros y ejecuciones extrajudiciales. Premio Iberoamericano Rey de España 2018.

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