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Antonio Lacayo: "Maestro de la transición"

“Toño” desempeñó el papel clave en la triple transición hacia la paz, la democracia y la economía de libre mercado en los noventa

La “triple transición” no desembocó en una consolidación democrática

Arlen Cerda

22 de noviembre 2015

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Una noche, a mediados de 1989, cuando en Nicaragua un grupo de partidos de la oposición debatía cómo impulsar una unidad que venciera en las urnas al Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN), Violeta Barrios de Chamorro tuvo una conversación con su yerno, Antonio Lacayo Oyanguren, para tomar una decisión que le cambiaría la vida a ambos. Barrios de Chamorro se perfilaba como la candidata presidencial idónea para articular un cambio que abriera paso a la democracia y pusiera fin a la guerra civil de aquella década.

“Doña Violeta —contó Lacayo Oyanguren años más tarde en su libro La difícil transición nicaragüense— aprovechó para comprometerme diciéndome que ella aceptaba ser candidata si yo le manejaba la campaña. Sin titubear le dije que sí. No podía pedirle yo a ella que se metiera a una lucha tan dura, como sería aquella, por amor a Nicaragua, y zafarle yo el hombro”.


Fue así que Barrios de Chamorro, viuda del periodista Pedro Joaquín Chamorro Cardenal —asesinado en 1978— asumió la candidatura presidencial para las elecciones del 25 de febrero de 1990, y que Lacayo Oyanguren, un ejecutivo de la empresa privada hasta entonces, terminó involucrándose en política, primero como jefe de campaña de la Unión Nacional Opositora (UNO) y más tarde como Ministro de la Presidencia, cargo desde el cual fue un actor clave en el proceso de la transición democrática en Nicaragua, encabezado por Barrios de Chamorro.

El legado de Lacayo Oyanguren como político y servidor público, empresario y ciudadano comprometido, fue recordado esta semana tras su inesperado fallecimiento, a causa de un accidente en un helicóptero en el cual viajaba desde Río San Juan hacia Managua, junto a dos ejecutivos de la trasnacional Coca-Cola y el piloto.

“Cuando una persona se muere, hay una tendencia general a sobreestimar los valores, pero Antonio en verdad tenía grandes valores y cualidades, (…) hoy se reconoce que las decisiones que tomó eran las correctas”, asegura Pablo Vigil, quien fue miembro de la UNO y del gabinete de Gobierno de Barrios de Chamorro (1990-1997) y además conocía a Lacayo Oyanguren desde niño.

Eduardo Montealegre Rivas, candidato presidencial en las elecciones de 2006 y quien regresó al país en 1990, animado por la victoria electoral de Barrios de Chamorro, estima que “como Ministro de la Presidencia, Antonio Lacayo apoyó a doña Violeta para que Nicaragua pasara de la guerra a la paz, de una dictadura a la democracia, de una economía estatizada a una economía de libre mercado y con justicia social; permitió y ayudó a un proceso de reconciliación nacional importantísimo en Nicaragua”.

Para 1990, el escritor Sergio Ramírez Mercado estaba en la acera contraria a Lacayo Oyanguren —primero como vicepresidente de la República y luego como diputado del FSLN en la Asamblea Nacional—. Sin embargo, Ramírez reconoce ahora que Lacayo Oyanguren “a pesar de su juventud en aquella época, llevó adelante y con serenidad los acuerdos de transición, que en su momento fueron criticados, pero que el tiempo ha demostrado que eran necesarios para Nicaragua”.

En su libro de memorias sobre el camino hacia la democracia, titulado La difícil transición nicaragüense (Fundación Uno, 2005), Lacayo Oyanguren confiesa que las labores que asumió con Barrios de Chamorro, o como él escribió: “poner el lomo de esa manera (...) no es fácil, y sólo se puede cuando hay mucho amor de por medio”. Fue consciente así del papel que desempeñó, aunque que fue ampliamente criticado por quienes lo vieron como el poder tras el trono.

“Exacto. Eso no hay que negarlo: eso era lo que decían”, afirmó Barrios de Chamorro en una entrevista con el periodista Fabián Medina, en 1996, publicada en el libro Secretos de Confesión (segunda edición, 2009).

—¿Qué sucedía realmente?— preguntó el periodista.

—No es verdad, no es verdad. No es verdad. Lo que pasa es que la gente le tiene tema a Antonio Lacayo Oyanguren, mi yerno. Le pusieron la mira hasta que lo terminaron— respondió la aún Presidenta.

“Eso se llama celo —agregó—. Si puse a Antonio como Ministro de la Presidencia es porque siempre trabajó conmigo, no me imaginé que le iban a poner semejante odio, eso es inaudito. Pero algún día Dios lo va a premiar”.

Un creyente de la agroindustria

Screen Shot 2015-11-20 at 12.12.43 PM copyAntes de iniciarse en la vida política, el ingeniero Antonio Lacayo Oyanguren, nacido en diciembre de 1947, fue vicegerente general y luego gerente general y presidente de la junta directiva de Grasas y Aceites S.A. (Gracsa), donde en algún momento también figuró como accionista.

Lacayo Oyanguren se graduó como ingeniero industrial en Georgia Tech y obtuvo una Maestría en Administración de Empresas en el Massachusetts Institute of Technology. Durante sus años de estudiante, también se destacó en Matemáticas, Filosofía y Religión. De hecho, durante dos años ingresó a la Compañía de Jesús con las intenciones de ordenarse como sacerdote.

La mañana de este martes 17 de noviembre, cuando el helicóptero Bell modelo 206 L-4 se desplomó sobre las aguas del río San Juan, en el sur de Nicaragua, a pocos minutos de despegar, Lacayo Oyanguren había concluido una visita a las plantaciones de naranjas y piñas en la empresa Frutales del San Juan, organizada para dos ejecutivos norteamericanos de una trasnacional que adquiría gran parte de la producción de la empresa TicoFrut, de la cual él era CEO desde septiembre de 2014.

“Estaba haciendo lo que le gustaba hacer. Él era un enamorado de la agroindustria, él creía que eso era importantísimo para Nicaragua”, recuerda Pablo Vigil, quien se reunió por última vez con Lacayo Oyanguren el sábado 14 por la noche, y supo por él mismo que al día siguiente partía a recibir a los norteamericanos, que también fallecieron en el accidente.

En su emotiva despedida, su hijo Antonio Ignacio Lacayo Chamorro aseguró que su padre “había puesto cuerpo y alma sobre la mesa con su nuevo reto”, pues era una persona que “en todo momento daba lo mejor de sí”.

“La trágica muerte del ingeniero Antonio Lacayo significa un duro golpe para nuestro Grupo”, manifestó el Grupo Pellas a través de un comunicado. Lacayo Oyanguren también era director ejecutivo del Centro Empresarial Pellas desde el 2006.

El empresario Carlos Pellas Chamorro, presidente del grupo empresarial, expresó tras el funeral que Lacayo Oyanguren fue “una persona que verdaderamente quiso a este país”.

“Es uno de los artífices de la reconstrucción de Nicaragua, no solamente desde el punto de vista económico, sino desde el punto de vista social. Son muy pocas personas en la vida que pueden dejar ese legado, Dios quiera que Nicaragua se lo reconozca y que en el futuro pensemos como él: buscar siempre la forma de resolver nuestros problemas sin violencia y a través del diálogo”, añadió Pellas.

El presidente del Consejo Superior de la Empresa Privada (Cosep), José Adán Aguerri, también calificó a Lacayo Oyanguren como “una pieza fundamental” para el diálogo y la reconciliación social en Nicaragua.

El asesor presidencial para asuntos económicos, Bayardo Arce Castaño, declaró que “más que empresario (a Lacayo Oyanguren) hay que recordarlo como el tipo de ciudadano que este país requiere, el tipo de ciudadano que tiene como primer compromiso el país mismo”.

Vencedor del cáncer

DSC_7522El martes, en la radio, los noticieros matutinos interrumpieron sus ediciones para brindar el “última hora” del accidente del helicóptero en el cual viajaba Antonio Lacayo Oyanguren. De inmediato, varios reprodujeron la información desde las redes sociales y pronto los medios ampliaron la noticia en sus sitios web.

El aparato se precipitó sobre el río San Juan alrededor de las 05:45 de la mañana, a unos 500 metros al Este del Puente Santa Fe, según el director del Instituto Nicaragüense de Aeronáutica Civil (INAC), capitán Carlos Salazar.

Miembros de la Fuerza Naval y la Fuerza Aérea del Ejército de Nicaragua y de la Policía Nacional se trasladaron a la zona del río San Juan para iniciar las labores de búsqueda y salvamento. También se sumaron familiares, amigos y pescadores de la zona.

A las 07:55 de la noche del miércoles, más de 38 horas después del accidente, el cuerpo sin vida de Lacayo Oyanguren fue rescatado a unos 300 metros al Este del Puente Santa Fe, que cruza el río. Su cuerpo fue el último de los cuatro accidentados en encontrarse. "Así era Antonio, tenía que esperar que primero salieran sus compañeros, para después venir él a descansar en paz", comentó su esposa Cristiana Chamorro en medio del dolor

Lacayo Oyanguren era un sobreviviente del cáncer. En abril de 2012, él mismo informó a través de un correo electrónico enviado desde Miami, que se encontraba con su esposa Cristiana en esa ciudad de Estados Unidos “para continuar recibiendo las necesarias sesiones de quimioterapia y recuperarme de un linfoma reciente diagnosticado en Nicaragua”.

“Me siento bien, con gran fe en Dios Nuestro Señor que conoce la razón de esta oportunidad que me regala para lo que Él quiera de mí”, agregó el empresario, confiado en que pronto estaría en Nicaragua “de nuevo en mis labores diarias”.

Su hijo Antonio Ignacio reveló en un discurso pronunciado en su funeral que “después del cáncer (Lacayo Oyanguren) tenía unas enormes ganas de vivir” y que expresaba con alegría estar “nítido”, con chequeos obligatorios de rutina que cada vez eran menos frecuentes.

Su amigo Pablo Vigil recordó a Confidencial que tras el cáncer, Lacayo Oyanguren no perdió el espíritu de aventura que los unió en la juventud. “Escalábamos volcanes y a él también le encantaba visitar monasterios. Recientemente estuvo de visita en Paraguay visitando unos. A veces bromeábamos con Cristiana que un día se iba a terminar quedando en alguno”, recuerda Vigil.

Erwin Krüger Maltés, ministro de Cooperación Externa durante el gobierno de Barrios de Chamorro, también destaca el entusiasmo “fuera de serie” de Lacayo Oyanguren, a quien califica como un “ciudadano brillante, formidable, cristiano, de gran determinación, por hacer de Nicaragua un país mejor cada día”.

Según sus amigos y colaboradores cercanos, una de las cualidades más notables del exfuncionario era su transparencia.

“Antonio era un hombre totalmente transparente. Por eso fue que tuvo muchos detractores, que cuando estuvo en el Gobierno hicieron las cosas más difíciles. (Pero él) no andaba comprando voluntades”, sostiene Pablo Vigil.

La transición, recalca Ramírez Mercado, “no fue un proyecto que caminó sobre rieles. Había un sector (del FSLN) que apostaba por el diálogo y otro que se inclinó por las huelgas y los paros en las calles y él (Lacayo Oyanguren) mostró siempre sus cualidades para sacar adelante al país”.

De igual manera, el General de Ejército en Retiro, Joaquín Cuadra, firmante del acuerdo de transición de parte del FSLN, junto a Humberto Ortega Saavedra y Jaime Wheelock, calificó al exministro como un “gran maestro de la transición”.

“Si no hubiera sido por una persona como él, con sus cualidades, con sus características personales, con su visión, creo que hubiera sido muy difícil ese paso que se hizo cuando el triunfo electoral de doña Violeta”, valoró Cuadra.

Krüger, por su parte, relata que la última vez que vio con vida a Lacayo Oyanguren, lo notó muy bien de ánimo y salud. “Estaba contento”, detalla.

–¿Por qué no te lanzás de Presidente (de la República)? – le pregunté.

–Solo que vos seas el presidente del Consejo Supremo Electoral, porque como sé que voy a perder, vos vas a decir la verdad y no vas a cambiar los resultados. – recuerda Krüger que le respondió Lacayo Oyanguren. Luego, ambos rieron a carcajadas.

Consejero político

Antonio o “Toño”, como le llamaban afectuosamente sus familiares y amigos, se había apartado de la política partidaria después de un breve intento presidencial con su organización Proyecto Nacional (Pronal, 1995-1997) y un acercamiento con la Convergencia del FSLN para las elecciones del 2001, en la que fue nominado por Daniel Ortega como su futuro canciller. Sin embargo, se mantenía activo como ciudadano, analista, miembro de la directiva de Funides y de otros foros, y publicaba sus columnas de opinión en el diario La Prensa.

Eduardo Montealegre Rivas, excandidato presidencial y líder del Partido Lieral Independiente (PLI), recurría regularmente a Lacayo para recibir su consejo de experiencia política.

Justamente, dice, el sábado 7 de noviembre sostuvieron una conversación de unas dos horas y media para hablar sobre temas políticos y económicos y compartir también proyectos empresariales de cada uno. “Sobre el tema de las elecciones nacionales (del próximo año) me dijo que el PLI (del cual Montealegre es presidente nacional) no podía dejar de participar en el proceso”.

“Todos los nicaragüenses debemos estar agradecidos por el sacrificio y la visión, su tenacidad y la persistencia porque en Nicaragua pasáramos a la paz, a la democracia, a la economía de libre mercado. Democracia—advirtió el político— que hoy está en peligro”.

Montealegre estima que es el tipo de reconciliación que condujo Lacayo Oyanguren junto a la entonces Presidenta Violeta Barrios de Chamorro lo mismo que se necesita ahora. “No un proceso de división partidaria y politizada –lamentó— como la que ahora se está llevando a cabo”.

Tras el último adiós de su esposa Cristiana, sus hijos Antonio Ignacio y Cristiana María, su madre Silvia, sus hermanos, familiares y amigos, el empresario y exministro de la Presidencia Antonio Lacayo Oyanguren fue sepultado dentro de un ataúd de madera clara. Un ramo de rosas blancas, con una cinta azul y blanco atada entre ellas, decoraba el féretro, sobre el cual también –como símbolo de despedida a un hijo que amó su país—fue colocada la Bandera de Nicaragua.

“Amaba a Nicaragua con un corazón entregado”

  • Sacerdote jesuita Iñaki Zubizarreta: Nicaragua necesita “una vez más” reconciliación.

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Cargado por familiares y amigos, el ataúd con el cuerpo de Antonio Lacayo Oyanguren fue llevado hasta el sitio donde se ofició una eucaristía por su descanso eterno, el jueves 19 de noviembre, en el cementerio Sierras de Paz, de Managua.

Un extendido aplauso surgió como saludo espontáneo entre los presentes, incluidos personajes de la vida económica y política del país, que acudieron para acompañar a su esposa Cristiana Chamorro Barrios y a sus hijos Antonio Ignacio y Cristiana María. La eucaristía fue oficiada por el sacerdote jesuita Joseba Iñaki Zubizarreta Murga, quien conoció a Lacayo Oyanguren desde que era un estudiante en el Colegio Centroamérica, donde se graduó en 1965.

Antonio Ignacio expresó que en cada momento de su vida —desde el sector público, privado o personal— su padre siguió la vocación de “dar lo mejor de sí... sin tregua ni descanso”.

“En la casa —compartió— era el primero en levantarse cuando alguno necesitaba algo”.

Además, destacó que su padre fue un hombre “sencillo, (que) no conocía la envidia, no conocía desear el mal” y que “toda su vida recordó el servicio por apoyar a mi Teteta, doña Violeta (Barrios de Chamorro), a traer la paz a Nicaragua”.

El padre Iñaki Zubizarreta también lo recordó como “un hombre que en algunos momentos uno podría decir (que era) excesivamente serio, hasta duro, y sin embargo, cuando uno lo conocía era capaz de dialogar con la franqueza, con libertad, con verdad”.

Igualmente, se refirió a él como un “espíritu de reconciliación” y un hombre “de firmeza notable y principios claros”, “de tolerancia, entrega, servicio” y en cuya “felicidad —dijo— estuvo Dios”.

“Todo lo hizo —sostuvo su hijo Antonio Ignacio— porque amaba a Nicaragua con un corazón entregado y desinteresado. Lo hizo porque esa fue su manera de servir a Dios”.

El padre Iñaki Zubizarreta confesó que lo que más admiró de Lacayo Oyanguren fue “la capacidad de haber vivido en un mundo difícil, complejo, (y) mostrarse recto y firme en sus convicciones y (que) las llevo a cabo no importa lo que pudieran decir de él”.

“Fue un hombre de paz y reconciliación, de diálogo y de firmeza, de transparencia, lucidez y entender por dónde tenía que ser el camino si queríamos hacer de Nicaragua una patria nueva, una patria de hermanos, en la que todos podamos participar. Un espíritu de reconciliación —concluyó— que hoy volvemos a necesitarlo una vez (más) y que sea de una vez para siempre”.

Murieron por el impacto

  • Los resultados de la investigación sobre las causas del accidente siguen pendientes.

Rescate

Los cuatro ocupantes del helicóptero Bell, propiedad de Helicópteros de Nicaragua S.A. (Helinica), murieron por el impacto de la caída de este sobre el río San Juan, y no por sumersión, según el director del Instituto de Medicina Legal (IML), Zacarías Duarte.

Junto al exministro de la Presidencia y empresario Antonio Lacayo Oyanguren, de 67 años de edad, viajaban James Scott Horrisberger, Director de Compras de jugos naturales de The Coca-Cola Company; Phil Wendell Tope, responsable de operaciones de Tampa Juice Service Inc, desde los años noventa, y el nicaragüense Juan Francisco Lemus Rivera, un experimentado piloto que residía en Estados Unidos, hasta hace tres meses, cuando volvió al país para instalar una empresa propia, y a prestar sus servicios a Helinica.

Según Duarte, los ocupantes de la nave tenían “lesiones importantes” en partes vitales como el cerebro, el corazón y los huesos.

Sobre las causas del accidente, lo único que se ha mencionado oficialmente es que en la zona había mucha neblina. Sin embargo, las autoridades del Instituto Nicaragüense de Aeronáutica Civil, con la colaboración de la Policía, el Ejército y la empresa Helinica, propiedad del economista y empresario Alejandro Martínez Cuenca, continúan las investigaciones, sobre las cuales aún no se revela ningún resultado.


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Arlen Cerda

Arlen Cerda

Periodista. Desde 2003 ha trabajado en medios tradicionales y digitales.

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