29 de diciembre 2024
El expresidente de Estados Unidos Jimmy Carter, electo en 1976 y ganador del Premio Nobel de la Paz en 2002, murió este domingo a los 100 años en su hogar de Plains, Georgia, rodeado de su familia, confirmó el Centro Carter en un comunicado.
Carter, el presidente 39 de EE.UU., que se encontraba en su hogar en cuidados paliativos y votó en las elecciones del pasado noviembre, había recibido tratamiento por una forma agresiva de cáncer de piel tipo melanoma, con tumores que se habían extendido al hígado y al cerebro. Su padre y sus tres hermanos murieron por la misma causa.
“Mi padre fue un héroe, no solo para mí sino para todos los que creen en la paz, los derechos humanos y el amor desinteresado”, dijo en el comunicado Chip Carter, el hijo del expresidente.
“Mis hermanos, mi hermana y yo lo compartimos con el resto del mundo a través de estas creencias comunes. El mundo es nuestra familia por la forma en que unió a las personas, y le agradecemos por honrar su memoria al continuar viviendo estas creencias compartidas”, señaló además a nombre de su familia.
De acuerdo con el Centro Carter, habrá ceremonias públicas en Atlanta y Washington D.C., seguidas de un entierro privado en Georgia. Los arreglos finales para el funeral de Estado del exmandatario, incluidos todos los eventos públicos y las rutas de la caravana, aún están pendientes. La institución de la familia Carter no detalló por ahora las fechas de estos tributos al expresidente.
A Carter le sobreviven sus hijos Jack, Chip, Jeff y Amy; 11 nietos y 14 bisnietos. Su esposa, Rosalynn, murió hace un año. Según el Centro Carter, el exmandatario demócrata será enterrado en Plains (Georgia), donde falleció rodeado de su familia.
En 2023 Carter ingresó a cuidados paliativos, optando por renunciar a más tratamientos para prolongar su vida y se mantuvo en su hogar de Plains, desde donde su familia mantenía al tanto al público de su condición de salud. La familia ha pedido que en lugar de flores se envíen donativos al Centro Carter.
En 2023, el presidente Biden dijo que Carter le había pedido al presidente en funciones que pronunciara su panegírico cuando llegara el momento.
De magnate del maní, a presidente de Estados Unidos
Carter entró en la historia de Estados Unidos con su improbable ascenso de magnate del maní a presidente del país, pero su mayor legado fue redefinir la vida después de la Casa Blanca, con una labor tenaz que dejó una huella sin precedentes en la política estadounidense y mundial.
Considerado uno de los líderes más progresistas que ha tenido EE.UU., Carter vio reducido su mandato a cuatro años (1977-1981) por culpa de la crisis de los rehenes estadounidenses en Irán, un episodio que hirió profundamente la moral del país y provocó que los más conservadores lo etiquetaran para siempre como un mandatario débil.
El tiempo puso las cosas en su lugar y su presidencia pasó a ser considerada de forma positiva, hasta el punto de que logró el Nobel de la Paz en 2002. “Mi vida después de la Casa Blanca ha sido la más gratificante para mí”, admitió Carter en una rueda de prensa en agosto de 2015.
Ambicioso, competitivo y con un fuerte sentido de la moral, Carter marcó un nuevo estándar para la vida después de la presidencia, al usar su capital político para seguir influyendo en la vida pública del país y generar cambios en el mundo.
Su inseparable esposa Rosalynn, con la que estuvo casado 69 años, relató que Carter la despertó una noche de 1982 y le dijo: “Tenemos que inventar un lugar como Camp David”, la residencia presidencial donde él negoció la paz entre Israel y Egipto en 1978.
Unos meses después nacía el Centro Carter, que lucha contra los conflictos, la pobreza, las enfermedades y el hambre en el mundo.
“Lo que queríamos hacer Rosalynn y yo era llenar vacíos, resolver problemas que otros no querían o no podían afrontar”, explicó Carter en una entrevista con la revista Rolling Stone en 2011.
Según uno de sus asesores en la Casa Blanca, Stuart Eizenstat, el rasgo más característico de Carter era su impulso para resolver retos intratables sin pensar en su duración o su costo político.
Fue ese atributo por el que selló el logro más importante de su presidencia tras negociar durante doce días con Israel y Egipto, y el que le hizo apostar desde el Centro Carter por causas de largo aliento.
Nacido en 1924 en un pueblo de apenas 600 habitantes llamado Plains, Carter creció en una granja de cacahuetes y algodón en la zona más pobre del Estado sureño de Georgia; y su padre, Earl, “era un segregacionista, como todos los otros hombres del condado”, según reconoció el expresidente en una entrevista en julio de 2015.
La que más influyó en su carácter fue su madre Lillian, una enfermera que desdeñaba los prejuicios raciales de su entorno.
En 1946 se graduó en la Academia Naval de Annapolis (Maryland), se casó con Rosalynn y se unió a la Marina, pero en 1953 regresó a Plains para hacerse cargo de la granja familiar.
Predicaba en una iglesia bautista
Allí reforzó sus vínculos con la Iglesia bautista, donde siguió dando sermones hasta el final de su vida y comenzó a interesarse por la política, hasta que en 1962 ganó un asiento en el Senado estatal.
Después de un primer intento fallido, Carter fue elegido gobernador de Georgia en 1970, tras una campaña en la que estrechó la mano a 600 000 personas, y se labró la imagen de político humilde y cercano, lo que acabaría abriéndole las puertas de la Casa Blanca.
Carter era poco conocido a nivel nacional, pero su origen sureño, su apariencia honesta y su sonrisa luminosa cautivaron a un país desilusionado con la política tradicional y ansioso por recuperar la autoestima tras el escándalo de Watergate y la guerra de Vietnam.
Un legado internacional con muchos frutos
Su mandato en la Casa Blanca rindió sus principales frutos en política exterior: además de negociar la paz egipcio-israelí, Carter reanudó las relaciones con China en 1979 y firmó los tratados que reconocieron la soberanía de Panamá sobre el canal.
A nivel nacional, Carter creó los departamentos de Educación y Energía, luchó contra la inflación y redujo la dependencia del petróleo extranjero, pero chocó con la crisis petrolera de 1979 y sus imágenes de largas colas en las gasolineras.
Su presidencia quedó marcada por los 444 días de cautiverio en Irán de 52 rehenes estadounidenses, liberados el mismo día en que Carter cedió el poder al republicano Ronald Reagan.
Pero Carter continuó en la diplomacia tras su derrota, hablando incluso con enemigos de su país como Corea del Norte o Cuba, y alcanzó en el exterior una estatura inédita para un expresidente.
Sus gestiones incomodaron muchas veces a sus sucesores en la Casa Blanca y le generaron una relación tensa con su Partido Demócrata, especialmente desde 2006, cuando publicó un libro sobre Palestina en el que denunciaba la situación en Gaza y lo que consideraba una influencia desmedida de Israel en el Congreso de su país. Su imagen mejoró en EE.UU. de la mano de los logros del Centro Carter en observación de elecciones (incluyendo la de Nicaragua en 1990), y derechos humanos, incluso antes de que recibiera el Nobel de la Paz.