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Crónica de 8 horas de encierro y el miedo en los diputados

Los diputados de Guatemala sintieron el encierro y el miedo. Esta es la historia que vivieron, contada desde dentro de las paredes del Congreso

110 diputados, en el momento en el que se preparaban para ser evacuados del Congreso tras 8 horas de encierro por manifestantes. Nómada | Carlos Sebastián

Colaboración Confidencial

Asier Andrés

17 de septiembre 2017

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Para los 130 diputados que acudieron este 15 de septiembre al pleno no fue complicado frenar las reformas al Código Penal que aprobaron dos días antes. Con la misma rapidez con la que el miércoles impulsaron cambios legales que los beneficiaban a ellos, a sus financistas electorales y multitud de involucrados en casos de corrupción, el viernes se retractaron.

Lo que les resulto más difícil fue lograr salir del Congreso. Para los diputados la jornada que empezó a las 2 de la tarde terminaría pasadas las 12 de la noche, después de ocho horas de un encierro que solo pudo ser interrumpido por la intervención de los antimotines de la Policía Nacional Civil (PNC).


Los legisladores pasaron de felicitarse durante la plenaria por haber sabido “escuchar al pueblo” y “corregir sus errores” a terminar, horas después, aterrorizados, haciendo fila para ser evacuados del Congreso entre agentes de las fuerzas especiales, gritos y el olor penetrante del gas pimienta.

Juan José Porras

El diputado Juan José Porras entra al Congreso increpado por ciudadanos. Nómada | Carlos Sebastián

Todo comenzó hacia las 2 de la tarde. Los diputados se dispusieron a crear dos nuevas normas. La primera establece que el Congreso podrá suspender una ley que haya sido aprobada en el pleno y que esta ya no seguirá el camino habitual para su entrada en vigor. Hasta ahora, los legisladores podían modificar una ley ya votada durante un periodo de entre 2 y 5 días después de su aprobación, pero no podían frenarla.

El miércoles, los diputados aprobaron dos decretos que legalizaron la corrupción, la del financiamiento electoral y otra para que fueran conmutables 400 delitos del código penal que iban desde corrupción (para protegerse) hasta pornografía infantil y extorsiones. La primera protegía a Jimmy Morales de FCN, Orlando Blanco de la UNE y Roberto Villate de Líder. La segunda, a miles de acusados y de criminales.

Crisis Guatemala 2

Los diputados de Jimmy Morales sonríen el 13 de septiembre, después de la aprobación de los dos decretos que legalizan la corrupción y la impunidad. Nómada | Carlos Sebastián

Entonces el Congreso procedió a aplicar este mecanismo por primera vez. Aunque ya habían sido suspendidas por la Corte de Constitucionalidad, los diputados querían recular en la segunda reforma, la del Código Penal y los 400 delitos declarados conmutables.

Ambas propuestas fueron apoyadas por todos los diputados presentes, los 130 legisladores que permanecerían el resto del día encerrados en el Congreso por temor a los manifestantes que en ese momento rodearon con una cadena humana los cuatro costados del Palacio Legislativo.

Durante el debate, los diputados que tomaron la palabra se mostraron arrepentidos por su comportamiento, pero en todo momento, señalaron que fue la buena voluntad lo que les guió y no el afán de procurarse impunidad. Los cambios legislativos que se introdujeron no eran tan terribles, coincidió la mayoría de diputados.

– Somos humildes, corregimos. Pero tampoco nos vamos a arrodillar ante unos inconformes, gritó Estuardo Galdámez, ex PP y ahora FCN, durante su alocución de media hora para explicar su voto.

Diputados durante la sesión

Diputados durante la sesión en la que votan para dar marcha atrás a las reformas al Código Penal. Nómada | Carlos Sebastián

Casi todos opinaron que las reformas a los delitos relacionados con las campañas electorales eran necesarias. “No puede ser que financiarse con dinero ilícito sea equiparable a recibir donaciones anónimas”, expuso Manuel Conde, del PAN. Por dinero ilícito y donaciones anónimas es que el MP y la CICIG quieren quitar la inmunidad del presidente Jimmy Morales, Orlando Blanco (UNE) y Roberto Villate (Líder). Por donaciones anónimas es que muchos financistas se aseguran una influencia enorme en la política.

En una conversación posterior, Orlando Blanco, de la UNE, uno de los promotores de las reformas del miércoles, defendió que no es justo que a los secretarios de los partidos “se les endose” la responsabilidad de todos los delitos que cometa un partido para financiarse. “En esta coyuntura todo se ve de una manera, pero si estos cambios se hubiesen hecho hace un mes, no pasaba nada”, sostuvo Blanco, jefe de bancada, secretario general y leal a la excandidata presidencial Sandra Torres.

Algo similar sucedió con las opiniones sobre las reformas que permitirían conmutar cualquier pena menor a diez años por una multa. Unos diputados señalaron que en Estados Unidos casi todos los delitos se pueden cambiar por algo que no sea la cárcel. Otros insistieron en que no es verdad que pandilleros y extorsionistas fueran a salir libres. Algunos observaron que las prisiones ya están muy llenas y que es buena idea no enviar a ellas a todas las personas que delinquen. En realidad han estado hacinadas desde hace muchos años, pero su preocupación es porque se está llenando la cárcel VIP en la base militar de Mariscal Zavala, a donde han enviado a guardar prisión preventiva o permanente a políticos, empresarios, militares, jueces y narcos.

Finalmente, lo que prevaleció en la mayoría de intervenciones fue un discurso casi de felicitación por haberse retractado. “Esto es lo que diferencia a un sistema autoritario de uno democrático”, dijo Adim Maldonado, de FCN y señalado por un empresario de haber sido quien pidió los fondos. “Se escuchó el clamor popular y se dio marcha atrás. Mis felicitaciones por hacer las cosas bien”, dijo Carlos Chavarría, del partido CREO. “Errar es humanos y corregir de sabios”, recordó Nery Samayoa, del Movimiento Reformador.

Este ambiente de autosatisfacción terminó rápido, tan pronto como los legisladores descubrieron que no podían salir del Congreso, o más bien que no querían salir por temor a las miles de personas que estaban pidiendo su renuncia a gritos en las calles aledañas.

Para ninguno de los legisladores lo sucedido fue una sorpresa. Muchos no habían utilizado el parqueo oficial del Congreso: dejaron sus vehículos en lugares cercanos, previendo la posibilidad de que las calles estuvieran bloqueadas y ellos tuviera que salir a pie.

Además, ya habían podido comprobar el estado de ánimo de los manifestantes cuando entraron en el Palacio Legislativo. Los diputados más conocidos y radicales, como Fernando Linares Beltranena o Jaime Regalado, habían sido zarandeados y empapados con aguas gaseosas.

Diputados de Guatemala

Algunos diputados fueron zarandeados por la multitud cuando intentaban entrar al Congreso. Nómada | Carlos Sebastián

Lo que sí llegó a sorprender a los legisladores fue la tenacidad de la gente. Las horas fueron pasando y pasando y los gritos exigiendo su renuncia proseguían. Se hizo de noche y el clamor de los manifestantes era el mismo.

En un principio, muchos diputados se vistieron con ropa de deportiva y se concentraron frente al parqueo del Congreso, en la esquina de la 8 avenida y 10 calle. Confiaban en poder salir por esta puerta, poco a poco, de incógnito, como habían hecho en ocasiones anteriores, mientras la multitud se concentraba frente a las dos entradas principales del recinto.

Sin embargo, en esta ocasión, esta solución era inviable. Había demasiada gente. A pesar de que muchos legisladores estaban acompañados de sus guardaespaldas armados, no se atrevían a salir.

Algunos optaron por volver al hemiciclo y sentarse en sus curules. Otros se recluyeron en las oficinas de sus bancadas y apenas se dejaron ver.

Encierro de diputados

Más de ocho horas permanecieron sin poder salir del Congreso, los diputados guatemaltecos. Nómada | Carlos Sebastián

Comenzaron entonces las llamadas al exterior del edificio del Congreso. El presidente de la cámara, Óscar Chinchilla, se comunicó con el Ministro de Gobernación, Francisco Rivas, para solicitar una operación de rescate. También con el presidente de la República, Jimmy Morales. En los corrillos que formaban los diputados se repetía la idea de que el ministro Rivas, quien está siendo interpelado por los diputados, estaba aprovechando la situación para vengarse, para hacerles sufrir un poco. Esta posibilidad estaba alejada de la verdad. Hubiera sido un riesgo para la seguridad de los ciudadanos y de los diputados que hubiera intentado ‘un rescate’ con tantos manifestantes.

Así pasaban las horas, y la operación de rescate no llegaba.

Algunos desde el comienzo asumieron la situación y se mostraron respetuosos de la actitud de los manifestantes. Los tres miembros de la bancada Convergencia, que junto a los cinco de Encuentro por Guatemala se opusieron al ‘Pacto de Corruptos’, tuitearon una fotografía en la redes sociales asegurando que ellos permanecerían en el Congreso “hasta que el pueblo decida”. Blanco, de la UNE, y Jean Paul Briere, de Todos, también daban la razón a los manifestantes.

Otros, como Patricia Sandoval (FCN) o Linares Beltranena, calificaron su situación de secuestro, aseguraron no entender por qué se les impedía salir del Congreso y se dedicaron a asegurar que una turba de personas drogadas o tomadas les acechaba fuera. Estuardo Galdámez (FCN) y Jaime Regalado (MR), calificaban a los ciudadanos de terroristas. Regalado fue uno de los cuatro diputados que pagaron un lobby contra la CICIG a los que el embajador estadounidense Todd Robinson llamó ‘los cuatro idiotas’.

Patricia Sandoval (FCN), de hecho, solicitó a la oficina del Procurador de los Derechos Humanos que tramitara una solicitud de exhibición personal a favor de los 130 diputados. Este es un recurso que se presenta en situaciones en las que se considera que alguien se encuentra ilegalmente retenido. La jueza encargada de realizar el trámite, sin embargo, no pudo ingresar al Congreso porque los manifestantes se lo impidieron.

Otros diputados ni criticaron ni defendieron a los manifestantes y se dedicaron simplemente a pasar el rato. El ex Líder y PP Fernando García Gudiel consiguió guayabas de un árbol en el parqueo del Congreso y se dedicó a repartirlas.

Regalado, uno de los cuatro del lobby, propuso, en broma, que debían aceptar negociar con el pueblo y quizás entregar al diputado Juan Manuel Giordano. Otros propusieron que Estuardo Galdámez debía seguir en la lista y también Linares Beltranena.

Las bromas se fueron acabando conforme pasó el tiempo.

Los diputados no tenían nada que comer y solo café y agua para tomar, pero confiaban en que hacia las 9 de la noche los manifestantes comenzarían a retirarse y ellos podrían salir tranquilamente y cenar en sus casas. Era cuestión de esperar y no desesperarse.

Cuando llegaron las 9 de la noche y una parte de la gente efectivamente abandonó la protesta, pero otra parte importante permaneció exigiendo la renuncia, los diputados comprendieron que probablemente no llegarían a cenar a tiempo a sus casas.

Entonces, comenzó la verdadera impaciencia.

Hemiciclo de Guatemala

Las horas pasaban en el hemiciclo. Nómada | Carlos Sebastián

Hacia las 10:30 el vicepresidente del Congreso, Felipe Alejos, de Todos, se comunicó por última vez con el ministro de Gobernación desde la oscuridad del parqueo del Congreso. Amablemente le preguntó que cuándo llegaría la policía a rescartarlos. El ministro prometió que la espera sería corta, que los antimotines y los autobuses para transportar a los diputados estaban en camino.

Poco antes de las 11 de la noche logró ingresar al Congreso un grupo de policías de las fuerzas especiales. Ellos se encargaron se reunir a todos los diputados en el salón de los Pasos Perdidos y preparar la evacuación, que se realizaría por la puerta principal del edificio, sobre la 9 avenida. Sólo 20 diputados prefirieron permanecer en el Congreso y salir sin el uso de la fuerza.

Entre los que se aprestaban para salir, se formaron grupos de 45 diputados en filas de cinco. Se les dio la instrucción permanecer lo más juntos posibles, de la mano si era necesario, para mantener el grupo compacto.

Diputados salen del Congreso

Diputados escapan del Congreso después de 8 horas de encierro. Nómada | Carlos Sebastián

Los diputados no comprendieron lo que sucedía afuera. Solo cuando sintieron el olor irritante y comenzaron a toser y rascarse los ojos y alguien repartió paños empapados en vinagre para protegerse de los gases, supieron que la policía estaba dispersando a la multitud. La puerta principal se entreabrió y los legisladores pudieron ver a los antimotines arrastrando por el pavimiento de la 9 avenida a un joven que gritaba y pataleaba. A pocos metros, golpeaban con batones y rociaban gas pimienta a manifestantes, jóvenes, mujeres y niños incluídos.

La policía estaba efectuando lo que el ministro Rivas denominó después ‘operativo de extracción’.

Los diputados comenzaron a ser trasladados a la Dirección General de la Policía, en la 10 calle y 13 avenida de la zona 1, a cinco cuadras del Congreso. Allí fueron recibidos por la cúpula del Ministerio de Gobernación y por una fila interminable de bolsas con almuerzos de comida rápida que muchos devoraron.

Uno de los últimos en abandonar el Congreso fue el diputado independiente Oliverio García Rodas, que esperó en el salón de los Pasos Perdidos a que la mayoría de sus compañeros salieran. García Rodas, un veterano legislador que ha sido electo en cinco ocasiones, había permanecido casi toda la tarde solo en su curul, sin participar de las bromas o las protestas de sus colegas. Ahora, también solo, presenciaba la evacuación del Congreso con cara de preocupación, como si todo lo que presenció esta semana hubiera sido demasiado.

*Esta crónica elaborada por nuestros colegas de Nómada, se publicó originalmente en este enlace.

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