Xiomara Díaz hace malabares con los números para mantener a flote su restaurante, el Garden Café, localizado en Granada, la joya colonial de Nicaragua que ha sufrido el golpe económico de la crisis política. Díaz ha tenido que ajustarse a la nueva realidad de un país que no recibe turistas extranjeros, con un declive en el consumo local y donde el 80% de los pequeños hoteles han tenido que cerrar. Ella ha tenido que despedir a 23 de sus trabajadores, cambiar sus horarios de apertura y devanarse la cabeza para innovar en ofertas y nuevos servicios para atraer clientela.
“Con solo dar una caminata por el centro histórico de Granada te das cuenta de la realidad: que no hay turistas internacionales”, afirma Díaz a CONFIDENCIAL. “En Granada ese turismo cayó un 90% o 95%. Es casi inexistente. Cada vez que veo un extranjero acá en el restaurante trato de acercarme y preguntarle qué está haciendo en Nicaragua y la mayoría son personas que viven en otras ciudades del país y vienen de visita a Granada”, explica la empresaria, que en 2007 apostó por Granada para invertir, dado el auge que tenía la ciudad como destino turístico internacional.
El sábado que visitamos Granada la ciudad parecía aletargada. A pesar del clima fresco y de las promociones en los locales, los visitantes eran pocos en los bares y restaurantes. En el Garden Café de Granada –un local que ofrece ensaladas, sándwiches, comida fusión entre mediterránea y árabe– había pocos comensales. A las tres de la tarde la energía se cortó en la ciudad, obligando a adelantar el cierre.
Esta tarde en la calle La Calzada, corazón de la actividad nocturna de la ciudad, los meseros esperan clientes con los rostros cansinos, aburridos por la desocupación. Uno de ellos, mesero en un restaurante de asados y quien prefirió omitir su nombre, dice que “el negocio está malo”, aunque asegura que mejora un poco los fines de semana, principalmente cuando coinciden con fechas de pago. Aseguró, sin embargo, que Granada no es la misma ciudad llena de turistas que era hace cinco meses.
La crisis política que inició en abril tras la imposición de Daniel Ortega de una reforma a la Seguridad Social rechazada por el sector privado, jubilados, trabajadores y jóvenes universitarios, y que derivó en una matanza de más de 300 personas, se ha extendido ya por más de cinco meses, con consecuencias funestas para la economía. El sector turístico ha sido uno de los que más ha sufrido, con pérdidas que superarán los 400 millones de dólares a final del año, según la Cámara Nacional de Turismo de Nicaragua (Canatur).
Las cifras en rojo incluyen 60 000 empleos perdidos, 83% de las empresas del sector que han tenido que reducir operaciones y la escasez de turistas extranjeros: Nicaragua ha perdido 600 000 visitantes debido a que las alertas de viaje no se han suspendido, advirtió el Consejo Superior de la Empresa Privada (Cosep).
Opciones laborales limitadas
En el caso de los empleos perdidos, los empresarios del sector creen que será difícil que esa gente se reintegre a otros sectores de la economía, principalmente porque cuenta con educación básica y si decidieran emigrar a otros países –como lo han hecho miles de nicaragüenses– será difícil que trabajen en la industria del turismo, porque no están tan calificados como lo requieren destinos turísticos como Costa Rica.
“A nuestra mano de obra le hemos estado dando capacitaciones, pero somos un destino bastante nuevo y el servicio al cliente y todas las capacidades que se requieren en esta industria están todavía pegadas con saliva. Quienes mejor se han podido defender son los guías turísticos, que hablan inglés y que sí se pueden insertar en otras industrias. La industria turística está altamente conformada por personas de educación muy básica y de economía sumamente frágil”, explica Díaz.
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Además de Granada la falta de turistas extranjeros la sufren León –joya colonial del occidente de Nicaragua–, Ometepe y Tola (Rivas), Corn Island (Caribe Sur) y otros destinos de bosque y montaña. Ciudades como San Juan del Sur subsisten a la caída del turismo por la visita de locales que tienen en ese balneario destino para fines de semana largos, aunque esa ciudad también han cerrado hoteles y restaurantes y la crisis afecta a un sector inmobiliario que despegaba con éxito.
No hay turismo internacional
“El turismo interno es escaso y de fin de semana. Lo cierto es que no hay turismo internacional en Nicaragua. Los vuelos han sufrido una reducción en su frecuencia semanal, de 180 a 70 ahora”, alerta Lucy Valenti, presidenta de Canatur.
Valenti es una de las empresarias que ha sufrido la caída de turistas: tuvo que suspender operaciones de su empresa touroperadora por la escasez de visitantes. “El 91% de los empresarios del sector consideran fundamental que existan condiciones de seguridad, estabilidad y paz”, asegura la empresaria.
Xiomara Díaz coincide. Ella afirma que “no podemos jugar” con el turista extranjero, que necesita sentirse seguro en el destino que escoja para tomar vacaciones.
“No podemos estar diciéndoles que todo está bien en el país, que está seguro y luego explote otra crisis y experimenten el terror que pasaron en los meses de abril”, explica Díaz. “Aquí en Garden Café tuve gente que se quedó encerrada, porque era imposible salir con seguridad. Ese trauma que todos hemos experimentado en el país, pero que también experimentaron extranjeros, es muy difícil revertirlo. Tendremos que dar pasos gigantescos para invitarlos nuevamente y que tengan confianza en nosotros”.
El Gobierno de Daniel Ortega intenta recobrar esa confianza del visitante extranjero a través de campañas promovidas desde el Instituto Nicaragüense de Turismo (Intur) para posicionar a Nicaragua como un destino turístico seguro, pero Valenti asegura que esas campañas no han tenido “ningún impacto” y las empresas del sector siguen subsistiendo con números rojos.
Ella recuerda que costó 28 años construir la industria del turismo en Nicaragua, después del fin del conflicto armado de los ochenta y la inestabilidad política de inicios de los noventa, por lo que el sector y el Estado tendrán que hacer grandes esfuerzos para recuperar el terreno perdido, más cuando la crisis aún no se resuelve y el mundo ve a través de informes de la prensa internacional que el terror y la inseguridad predomina en las ciudades de Nicaragua.
“No vamos a empezar de cero”, valora Díaz. “Hemos recorrido un camino donde hemos aprendido, hemos invertido mucho en la industria, pero sí vamos a empezar de bajito y van a requerir años para revivir a este casi muerto que es el turismo”, advierte la empresaria.